Juan Pablo Escobar: “Quiero dejarle a mi hijo un legado ajeno a la violencia”

Pese a que se cambió el nombre, es imposible obviar que se llama Pablo Escobar, como se llamó su padre, uno de los narcotraficantes más poderosos y temibles del planeta en la década de los ochenta.

Aquel hijo de Medellín, quizás tan amado como odiado, ha motivado reportajes, investigaciones, series y películas de todo tipo. Cada una con distinta trascendencia. Sin embargo, para Juan Pablo Escobar Henao, o Juan Sebastián Marroquín Santos, solo él cuenta la verdad, sin intereses subalternos.

Hace unas semanas estuvo en Lima para la Feria Internacional del Libro, donde presentó su segundo libro titulado “Pablo Escobar: Lo que mi padre nunca me contó» (Planeta). El texto –escrito con un lenguaje bastante claro – es una investigación que el hijo del fallecido narco hizo durante seis meses en Medellín. Su objetivo: ir más allá de lo conocido y darle a entender al mundo que la violencia nunca será el mejor de los caminos.

-¿Siente que el fenómeno que desarrolló su padre fue consecuencia de algo?

Sí, del prohibicionismo, claramente. No hubiera existido un Pablo Escobar como el que conocimos sino hubiera sido por el ingrediente del prohibicionismo. Y no digo esto para poner a mi padre como una víctima. Mi papá fue responsable exclusivo de sus acciones criminales pero estas tuvieron una base y una fortuna sobre la cual él pudo financiar toda esta violencia originándose en el prohibicionismo mismo.

-¿Cree que Latinoamérica ya está lista para legalizar completamente las drogas?

Creo que aunque no lo esté tiene que hacerlo si quiere vivir en paz y si no quiere tener más terrorismo y corrupción de la que ya tenemos en nuestros países. Eso no quiere decir que se acabará la corrupción, porque eso es más viejo que la prostitución, sin embargo, creo que –como está planteado el prohibicionismo– se propicia una mayor corrupción. Y es responsabilidad de los estados asumir el control de estas sustancias y  no a través de un acto de prohibición delegar la administración de semejante poder y fortunas en manos de los delincuentes.

-Tom Cruise acaba de protagonizar una película titulada “Barry Seal”, sobre la vida de un ex piloto de su padre que murió asesinado en Estados Unidos. Usted habló con el hijo de esta persona y esa charla está en el capítulo que abre su libro.

Con todo respeto por la producción que debe ser muy buena, mi capítulo seguro tiene muchos más detalles que no están en la película.

-¿Cuál es la principal coincidencia entre los ‘hijos de’ Pablo Escobar y Barry Seal?

Creo que el deseo de hacer la paz y de haberle prestado la suficiente atención al pasado de nuestros padres para no repetirlos. Lo mismo en el caso de los hijos de los jefes del cártel de Cali, de los hijos de los paramilitares, y muchos otros que hemos conocido a lo largo de la investigación que hice para este texto.  Quítanos los apellidos y nuestras lecciones son idénticas.

-¿En algún momento de los seis meses que investigó en Medellín para escribir este libro llegó a sentir miedo?

Confieso que cuando llegué solo a la reunión con Ramón Isaza y él estaba rodeado de 25 hombres algún tipo de cosquillitas me dieron.

-¿Se ha arrepentido en algún momento de ‘ejercer’ la paz durante ya más de 20 años?

No, al contrario. Cada vez me reafirmo más en este camino por miles de razones. Primero por el cariño, apoyo y reconocimiento de la gente a mi labor. Y también por el deseo genuino de dejarle a mi hijo un pasado muy diferente al que me tocó heredar de mi padre. No me gustaría que el día de mi muerte mi hijo tenga que ir a negociar por su vida con carteles de la droga. Quiero dejarle otro legado a mi hijo, no sé qué, pero sin duda nada que ver con la violencia o la ilicitud.

El temido Pablo Escobar junto a su entonces pequeño hijo Juan Pablo. (Foto: Juan Pablo Escobar/Reuters)

-¿Ya le preguntó su hijo sobre quién fue su abuelo?

Antes de que me lo pregunte yo le he venido contando. Tiene cuatro años y es pequeño para entender pero él más que nadie debe saber la historia de su abuelo para que no la repita.

-¿Cuánto cree que las narcoseries o los libros no escritos por usted han distorsionado la imagen de su papá?

¡Dios mío bendito! Creo que por goleada.

-¿Es cierto que para usted la telenovela “El patrón del mal” –basada en el libro del periodista Alonso Salazar—es más cercana a la realidad que “Narcos” de Netflix?

No. De hecho, para mí esa es casi una versión tipo “Betty la fea” de lo que pasó, una chabacanería que refleja a un personaje tragicómico que no sabes si te hace reír o llorar. Y ese personaje no se parece a mi padre.

-¿Entonces para usted “Narcos” es aún peor?

No es casualidad que ambas series hayan sido patrocinadas por algo. La de Caracol por el establecimiento de Colombia y la de Netflix por Estados Unidos. Si analizas en profundidad cada una de ellas muestra una realidad que les conviene, lejos de un compromiso con la realidad como es el que yo tengo. Por ejemplo, brilla por su ausencia el nombre de Barry Seal en ambas. ¿Por qué?

-¿En algún momento se sintió agotado luego de dar tantas conferencias y charlas sobre su vida en todo el mundo?

Esto es algo que yo elegí. Es comprensible que por más que te encuentres con personas y periodistas de todas partes en muchos aspectos las preguntas sea coincidentes porque las dudas son las mismas. Sin embargo, nadie me obligó a meterme en este cuento porque siempre quise dejarle en claro el mensaje a los jóvenes que deben apartarse del mito de Pablo Escobar, de la violencia glorificadora que hemos visto en estas series de televisión que le han agregado una enorme dosis de glamour a una vida que no tiene nada de ello. Antes los jóvenes soñaban con ser deportistas, actores o profesionales pero hoy el gran sueño de la juventud es ser narco. Y eso se lo debemos a estas series.

-¿Respeta usted que su madre y hermana hayan decidido no ventilar públicamente su vida?

Totalmente y las apoyo en ese sentido. Y yo siempre he contado con su apoyo para hacer este tipo de cosas. Nunca hice nada a sus espaldas. He asumido la responsabilidad moral de los crímenes cometidos por mi padre con la intención de acercarme –con mucho respeto—a las víctimas para pedirles perdón por lo que pasó.

-En su libro dice que recibe habitualmente mensajes de personas de todo el mundo. ¿Qué misiva le ha llamado particularmente la atención?

[Me muestra en la pantalla de su celular la imagen de un hombre con un tatuaje inmenso de Pablo Escobar interpretado por Wagner Moura en “Narcos”] El que me pasó esta foto es un ruso. El tatuaje ocupa el 50% de su espalda. Y esto es solo la punta del iceberg. Jóvenes de Australia me envían fotos de ellos disfrazados como mi padre, o gente en África, Pakistán, Filipinas, no sé. Y Latinoamérica no es la excepción. Esto es lo que ha generado estas series relacionadas a mi papá.

-¿Cuál fue el momento más feliz de su vida y cuál fue el más triste?

Cuando estaba rodeado del 100% de mi familia y teníamos paz y tranquilidad. Y el más triste, sin duda, el día de la muerte de mi papá.

-¿Cree que es posible la aparición de un nuevo Pablo Escobar hoy?

Perfectamente. Preparémonos porque si seguimos prohibiendo tendremos ‘Pablos Escobar’ por mucho rato más. El prohibicionismo es un gran generador de ellos.

¿Cuándo dice prohibicionismo habla solo de la venta de drogas?

Me refiero a todo lo que implica la declarada ‘guerra contra las drogas’, que viene desde la década del treinta del siglo pasado. Ya experimentamos la prohibición del alcohol y apareció Lucky Luciano, Al Capone, y todos estos bandidos disparando por las esquinas de Chicago y vendiendo alcohol adulterado para que la gente quede ciega. Este producto y el tabaco siguen matando a más personas en el mundo entero que todas las  drogas ilícitas del planeta. Pienso que las drogas no son buenas pero serían mucho menos letales si estuvieran reguladas por el Estado.

-¿Cree que la responsabilidad mayor está en los países cuyos habitantes consumen las drogas ilícitas (Estados Unidos y Europa) o en los que la producen como Perú y Colombia?

La responsabilidad es compartida, no es mayor en un lado que en otro. Las Naciones Unidas dicen que el año pasado hubo más de 200 millones de personas consumidoras de drogas ilícitas. Eso muestra el tamaño enorme del mercado. Entonces lo que hay es un déficit de narcotraficantes y un superávit de consumidores. En la medida en que como sociedad no aceptemos este problema como propio y no le declaremos la paz a las drogas, pues vamos a tener más Pablos Escobar, violencia, terrorismo y corrupción por mucho rato. El camino de la autodestrucción está claramente marcado y es el del prohibicionismo. Debemos declararle la paz a las drogas y aprender a convivir con ellas, desde la educación, la moderación. La droga ha estado muy demonizada y en realidad es una cosa muy humana. Fíjate que el café fue considerado una droga y estuvo prohibido pero ahorita estoy tomándome uno mientras me entrevistas.

Su primer libro fue sobre la vida de su padre, el segundo acerca de lo que su papá no le había contado y pudo usted investigar, entonces, ¿puede haber un tercer libro o ya no hay más que decir?

Este libro nuevo es una contradicción mía. Cuando escribí el primero dije que “ya estaba todo dicho”. Así que no pienso contradecirme una vez más.

(Créditos de las fotos: USI y Agencias)

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