Una conversación con Paulo Drinot sobre “El Perú en teoría”

Conjugar lo empírico y lo teórico bajo las particularidades del Perú del último medio siglo. Así podría resumirse “El Perú en teoría”, libro editado por Paulo Drinot que acaba de publicar el Instituto de Estudios Peruanos.

Reconocidos politólogos y científicos sociales peruanos y extranjeros recurren a teóricos como Alexis de Tocqueville, Samuel Huntington, George Batallie, Judith Butler, Ernesto Laclau y James Scott para explicar temas como la violencia contra la mujer, la revolución capitalista, el centralismo y la dificultad para ejecutar eficazmente reformas institucionales.

Paulo Drinot, profesor de historia latinoamericana del Institute of the Americas University College London y doctor en historia moderna por la Universidad de Oxford, conversó con nosotros sobre el libro “El Perú en teoría”, parte de la serie de ciencias sociales Perú Problema, ya a la venta en las principales librerías de Lima al precio de S/57.

-¿Cómo podrías resumirnos el aporte innovador y original del libro que acabas de editar con el Instituto de Estudios Peruanos?

Creo que el libro es un intento de hacer explícito lo que a veces está implícito en muchos trabajos académicos, que es este diálogo entre lo empírico y lo teórico. El texto busca poner en diálogo a una serie de teóricos con la realidad peruana y en particular con procesos sociales, políticos y económicos de los últimos treinta años.

-Hablemos  del capítulo de Eduardo Dargent y Omar Awapara [“Huntington en el Perú (o cuidado con las reformas)”]. ¿Hasta qué punto es posible realizar una reforma política con un marco institucional débil como el existente?

En ese capítulo ellos utilizan la obra del politólogo norteamericano Samuel Huntington para pensar un poco por qué las reformas que se han iniciado en las últimas dos décadas en Perú, por lo general, han tenido poco éxito. Ellos rescatan de este autor que con instituciones débiles muchas veces estas reformas tienen resultados inesperados o incluso opuestos a su intencionalidad.

-¿De qué manera vinculaste a Foucault con la realidad de un país como el Perú?

Lo que hago en mi ensayo es –a partir de ‘El perro del hortelano– una reflexión en torno a la visión de un sujeto (el indio) pintado como obstáculo al progreso. Usando la obra de Michel Foucault planteo en mi texto que en el Perú la distinción que hace este autor entre el poder soberano y el poder gubernamental está muy marcada por una alta racialización. Es decir, aquí el poder gubernamental suele usarse en sectores de la población bastante delimitados, mientras que el poder soberano –basado más en disciplinamiento, el uso de lo que Foucault llama ‘la policía’—se enfoca más en poblaciones pensadas como recalcitrantes u opuestas a la modernidad. Creo que en mi texto consigo mostrar que un Foucault estirado, releído a la luz del contexto peruano puede ser bastante útil para pensar varios problemas muy centrales en la configuración política y social del país.

-Sobre el artículo escrito por Jelke Boesten. ¿Qué lleva a una sociedad a ver solo ciertas vidas como vivibles y dignas de duelo mientras que a otras no?

El texto de Jelke usa la obra de la feminista norteamericana Judith Butler como punto de partida. La propuesta del artículo es que en el Perú se entrelazan diferentes tipos de jerarquías basadas en la clase, la raza y el género, que hacen que ciertos sectores de la población sean vistos como si tuvieran vidas menos válidas, valiosas o dignas de ser vividas. Y menos sujetas a la posibilidad de un duelo. Butler establece esta distinción entre las vidas que merecen duelo y las que no. El texto intenta ver en qué medida la obra de Butler ilumina estas jerarquías que todos podemos observar en el día a día, marcadas por esa interseccionalidad de la raza, la clase y el género.

-¿En qué se basa Alberto Vergara para decir que  el fujimorato fue una creatura ‘tocquevilleana’ y que no salió de la nada sino que tuvo algunos de sus orígenes en el velasquismo?

El texto de Alberto toma una parte de la obra de Tocqueville para pensar las relaciones entre el centro y la periferia de la política peruana de los últimos 50 años. Su propuesta es que existe cierta continuidad, inesperada y poco sospechada, entre el gobierno de Velasco Alvarado y el fujimorismo, en el sentido en que en ambos gobiernos se ve un intento de restarle poder a estas élites periféricas, que tienen su poder económico y político al nivel regional pero fuera del control de Lima. En ambos periodos, por una serie de procesos como la Reforma Agraria en el caso del velasquismo y la descentralización en el fujimorato, estas élites pierden mucho poder. Lo que muestra Alberto es que no solo existen procesos similares sino que además hay cierta continuidad entre estos. Los cambios que ocurren en el periodo de Velasco hacen posible los que luego se darían con Fujimori.

-Volviendo al artículo de Dargent y Awapara, ¿cuánto aumenta el riesgo de consecuencias imprevistas que el Ejecutivo trabaje con amplia discrecionalidad?

Creo que bastante. La división de poderes es esencial. El problema es que cuando tienes un Poder Judicial sumamente cuestionado por temas de corrupción, un poder legislativo también cuestionado por una tendencia a simplemente frenar todo por cuestiones de acumular poder, y un ejecutivo bastante tímido como el actual, se crea una situación bastante crítica. Y lo que observo es una situación de impase y otra vez esta sensación de oportunidad perdida. Este es un gobierno del que yo esperaba poco, pero por lo menos esperaba cierta calidad tecnocrática, solución técnica a problemas concretos y ni eso se ha visto. Sí, creo que podríamos tomar el texto de Omar y Eduardo y enfocarlo en la situación actual y podría ser bastante útil.

-¿Cuán útil o sigue siendo hoy en día el fenómeno de la transgresión desde el lado femenino para conseguir la atención de una demanda o reclamo?

En la medida en que la sociedad está atravesada por prejuicios marcados por jerarquías de género, este tipo de trasgresión que hace muy visibles elementos construidos como femeninos, puede ser una herramienta útil. Si pensamos, por ejemplo, en las protestas del grupo Femen en Rusia, que tiene bastantes paralelos con lo que describe Daniela Gandolfo en su texto, vemos que ese tipo de performance política tiene por lo menos el efecto de capturar la atención de los medios y de la población. El tema es cuál es el paso siguiente. Cómo se enlaza eso con una propuesta política que vaya más allá del momento de irrupción mediática. Y ahí, volviendo al texto de Daniela, se ven un poco los alcances pero también los límites de este tipo de performatividad.

-Hablas de una especie de revolución capitalista desde 1990 que presenta logros como deficiencias. ¿Planteas algún tipo de propuesta o tu texto se mantiene en la gráfica de una situación determinada?

En el texto no planteo una solución. Lo que hago es un diagnóstico que puede tener implicancias. Me parece innegable que ha habido un cambio importante en la estructura económica del país. Hubo crecimiento a nivel macro económico importante. Eso es innegable. Hay efectos positivos en términos de reducción de pobreza. Pero también, como planteo en la introducción del libro, este crecimiento ha tenido externalidades muy serias a nivel social, ambiental. Y muchas veces creo que se comete el error de pensar que eso es algo de lo que no hay que preocuparse, que es cuestión de tiempo y que esas cosas se van a solucionar en la medida en la que crezcamos más. Me parece que la solución es un estado más activo, más eficiente pero también un consenso social sobre cuáles son los problemas del país y cómo solucionarlos.

-La condena y el rechazo a la violencia contra la mujer se ha multiplicado en los últimos años en diversos formatos. ¿Por qué sigue matándose entonces 10 mujeres al mes en este país? ¿De qué forma la teoría de Butler puede ayudarnos a comprender este espiral tan violento?

Creo que hay muchos elementos que se mezclan ahí. Uno es que existe un nivel de impunidad muy alto en este país. Más allá de lecturas culturalistassobre las sociedades latinoamericanas como ‘machistas’, misóginas, etc, creo que el problema más que eso es que los perpretradores de violencia de género muchas veces no sufren ningún castigo o cuando lo sufren este es bastante leve. Y me parece un problema muy enraizado. Porque incluso cuando se han creado mecanismos para contrarrestar la violencia de género, lo que han observado muchos investigadores y en particular el trabajo de Jelke Boesten, es que las personas que trabajan en estas dependencias reproducen muchas de las ideas sexistas o marcadas por una lectura de las jerarquías de género que no conducen a una solución. Entonces hay un tema que tiene que ver con la impunidad y además con las ideas bastante enraizadas sobre el género y las jerarquías entre los hombres y las mujeres.

Finalmente, ¿qué dos ejemplos de teóricos peruanos puedes mencionarme para explicar hechos o fenómenos de magnitud ocurridos internacionalmente?

Creo que los más obvios son José Carlos Mariátegui y Aníbal Quijano. En la medida en que Mariátegui ofrece una lectura del marxismo desde la periferia, desde América Latina, desde el Perú, muestra cómo esta corriente puede releerse desde otras realidades. Entonces, él repensó la realidad peruana con el marxismo. Esa fórmula me parece muy atractiva para personas que buscan hacer lo propio con otras realidades. Y en el caso de Quijano, el concepto eje de su obra –que es la colonialidad del poder—ha tenido mucha influencia en la producción académica, en particular en Estados Unidos y en partes de Europa, porque ha resultado un concepto útil para pensar las relaciones desiguales no solo dentro de países sino también entre países. Y esto en una serie de contextos que cada vez son más transnacionales. Claramente estos dos autores son los que más impacto han tenido.

SOBRE EL LIBRO Título: El Perú en teoría Sello: Instituto de Estudios Peruanos Precio: S/57 A la venta: IEP y principales librerías de Lima

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