María Mendoza: “El periodista no debe perder su nivel de escepticismo”

Alejada hace un tiempo de las redacciones pero inmersa en las aulas académicas, María Mendoza Michilot acaba de publicar “El rostro de los diarios digitales en el Perú”, una completa indagación en la historia de las principales plataformas noticiosas online de nuestro país.

El texto, publicado por el siempre productivo Fondo Editorial de la Universidad de Lima, desmenuza los recursos que medios como “El Comercio”, “La República”, “Trome”, “Gestión”, “Líbero”, entre otros, usan habitualmente para ganarse la confianza y preferencia de miles de lectores a nivel nacional e internacional.

Sin embargo, “El rostro de los diarios digitales” tiene más elementos que lo convierten en un libro fundamental para nuestra especialidad. Por ejemplo, incluye un interesante perfil del redactor web y un conjunto de sustanciosas opiniones de editores, responsables de liderar equipos grandes bajo la presión del minuto a minuto.

Aquí nuestra charla con María Mendoza Michilot, quien con esta obra añade un hito más a su ya reconocido seguimiento del periodismo peruano. Ella ya publicó “Inicios del periodismo en el Perú” en 1997 y “100 años de periodismo en el Perú” en 2013.

-La contraportada dice que este es un estudio realizado “entre los años 2012 y 2013”. Si bien entiendo que la información anterior es parte de los antecedentes, su libro incluye mucha posterior a esos dos años. Incluso hay testimonios escritos en 2016. ¿Por qué?

Este trabajo lo inicié en 2012, me percaté de que las cosas eran muy cambiantes y la Universidad de Lima me dio la posibilidad de continuarlo el año siguiente. A fines del 2013 comenzó a moverse el tema de la convergencia digital, pero ahí terminó la investigación. Luego, en 2014, hice otro registro adicional. Noté un quiebre en cambio de formas, básicamente. Luego ya en la Universidad hay una demora con la edición del libro. Y cuando me dijeron que el texto iba a salir, pensé que no podía hacerlo así. Así que busqué editores de medios o gente que quizás no había sido fuente de mi libro y les propuse plantear escenarios sobre qué había pasado del 2014 en adelante.

-En un tema tan cambiante es difícil centrar el periodo…

Exactamente, es muy difícil. Empecé en 2012 como una suerte de periodo totalmente aleatorio. Y el trabajo previo que considero muy bueno es el de Lyudmyla Yezers’ka. Pero ella no hace análisis de contenido. Y en ese momento tuve contacto con varios modelos de análisis de periódicos de España. Y no hay uno, ¡hay montones! Entonces vi que había un trabajo muy bueno sobre el “New York Times”. Así que combiné esos modelos y me embarqué en una empresa que imaginé más sencilla, pero que resultó bastante complicada. Ya durante la investigación me comenzaron a bloquear los procesos porque, por ejemplo, “El Comercio” era uno de los medios que más cambios hacía de forma. Creo que el año 2014 fue frustrante porque se dio la convergencia y todo cambió. Pensé ¡qué hago! Pero tenía que cerrar el libro. En mi opinión, los procesos de convergencia requieren de otra investigación.

-¿Cuánto pesa la inversión económica en el resultado final de una plataforma digital?

Debería pesar si es que no pesa. Todas las experiencias que he visto muestran un gran esfuerzo por la modernización e innovación. Y la principal fortaleza del periodo analizado radica en esto último, en la posibilidad de ‘seguir la pauta’. La prensa local mira mucho a la de afuera y me parece bien. Entonces, creo que debe potenciarse la idea de que ser los mejores cuesta. Por otro lado, ¿cómo se financia esto? Ahí notas que muchos de los problemas de los medios digitales son los mismos problemas que siempre tuvo la prensa a lo largo de su historia: el financiamiento. Aquí se requiere que las empresas apuesten por esto. Una vez me preguntaron cómo se puede invertir en lo digital si la publicidad viene siempre del impreso. ¿Acaso hay que dejar la web para concentrarse en el impreso? No, no puede dejarse lo digital. El reto será buscar la fórmula para manejar ambos campos.

-Su libro tiene muy buena información en cuanto a cifras de páginas vistas y browsers, sin embargo, usted no opina en torno a cómo los medios llegan a conseguirlas. ¿Por qué no juzgar?

Porque creo que este es un primer nivel de análisis. Los medios locales, a pesar del tiempo transcurrido desde su ingreso a la web, siguen en transición. Me parece que estamos ante un primer registro. Pero sí, hay un análisis pendiente ahí de evolución. En el libro se muestran algunos incidentes de competencia entre medios, pero habría que hacer un trabajo para determinar qué cosa pasó con los contenidos cuando el medio ‘A’ subió o bajó sus cifras. Me parece que el balance tendría que ser muy macro para yo decir “por aquí ustedes se equivocaron”, “qué mal que fueron por allá”, o “por qué no alcanzaron ese tope”. Quedan muchos elementos por recoger sobre el tema.

-¿Cómo es el perfil del trabajador de una redacción web?

Mis experiencias en el periodismo han sido de redacciones muy consolidadas. En la prensa y, básicamente en el periodismo escrito, la consolidación del periodista venía por su trayectoria, pero aquí (en lo web) te encuentras con una redacción muy joven. También hay una presencia predominantemente masculina. Fue emocionante ver que esa experiencia que vi en mis colegas del periodismo escrito, cuando hablamos de periodismo digital, se trasluce en otra cosa. Te encuentras con jóvenes que antes de llegar donde han llegado ya se pasearon por varios medios.  Son “gente muy experimentada”. Llegué a hacer una especie de índice enorme–que no incluí en el libro—con todos los trabajos previos que habían tenido los jóvenes que declararon en la encuesta para mi libro. Ahora, ¿cuánto tiempo estuvieron en cada sitio? No lo sé. Y el otro elemento muy bacán de ese perfil del trabajador web radica en su nivel de estudios. Algo que sufríamos mucho en las redacciones tradicionales era que los periodistas no habían necesariamente pasado por la universidad, mientras que los chicos que yo entrevisté para mi libro, sí. Algunos eran bachilleres, otros licenciados y algunos incluso estaban siguiendo una maestría. Eso me generó ánimo y esperanza.

-El libro incluye, además, testimonios de gente con la capacidad para tomar decisiones en un portal de noticias. Y todos están lejos del conformismo…

Sí, son cinco personas que han tenido a su cargo grupos de trabajo, y todos son gente muy crítica. Ese un valor que yo quisiera destacar: el periodista no debe perder su nivel de escepticismo. Como decía Jack Fuller, “si tu madre dice que te quiere, duda de ella”. Entonces, el periodista debe seguir siendo un crítico, un disconforme, un escéptico. Y eso es muy importante en estas plataformas también. Por otro lado, el periodismo digital no puede ser monocorde. No podemos seguir diciendo lo mismo, no podemos recurrir siempre a las mismas fuentes, porque la gente se va a cansar. El periodista debe intentar siempre distinguirse del resto. Siento esperanza con el perfil de estos cinco chicos que brindan sus testimonios en mi libro.

-Usted viene formando periodistas hace varios años. ¿Sus alumnos son conscientes de que muchas veces al ingresar a un diario digital dejarán de lado funciones que sí tuvieron sus predecesores? Me refiero a salir a ‘reportear’, por ejemplo…

No lo son y por eso me interesa ‘aterrizarlos’. Una de las tareas de la universidad es que el alumno no espere terminar la carrera para ir, tocar la puerta de un medio y decir ‘ah, así era…’. Yo creo que, para bien, los universitarios están recogiendo las prácticas y los valores del periodismo. Pienso que si bien hay un ‘choque’, este cada vez es menor porque muchos comienzan a practicar cuando están ya en el segundo ciclo. Entonces, cuando les mencionas ciertas cosas ellos ya entienden. Depende mucho de los modelos que las universidades aplican para acercar a sus alumnos a la realidad. Antes era prioritario dejar la universidad y tener contactos, porque quizás quien hoy es tu fuente mañana puede ser un ministro. Eso implicaba que el chico había salido y tocado varias puertas. Hoy me parece que el tema va más por relacionarse con lo digital. En los muchachos que entrevisté noté mucha pasión hacia lo digital pero también ganas de ‘escribir’. Como me decían algunos alumnos míos, ‘yo quiero escribir crónicas’. Y lo mencionan con un dolor, como si no existieron espacios para hacerlo. Lo que sí noto es que los medios te condicionan. Si antes tenías que hacer tres comisiones para el papel, ahora te tocan seis en la web. Esa rutina no corta las ansias de hacer el ‘periodismo de siempre’, pero sí te cambia esquemas en cuanto a recojo de información. Por eso digo en mi libro que el trabajo ‘de calle’ se ha convertido en algo que altera el día para muchos. Algo así como, ¿tengo que hacer seis cosas y todavía quieres que salga y cubra? Es un reto y habría que ver cómo manejarlo.

-¿Cómo encuentra la distancia existente entre medios de noticias peruanos y los argentinos, chilenos o brasileños?

Lo que he leído o visto son modelos de Argentina bastante avanzados. Ese es uno de los países que más trabaja el tema. Hay escuelas de periodismo digital y de post grado. Muchos periodistas peruanos se van allá a seguir maestrías en el tema. También en Brasil y Colombia hay un desarrollo muy interesante con varias iniciativas a destacar.

-Otro tema que toca de forma interesante su libro es el denominado ‘periodismo ciudadano’. Para algunos, mal usado el término porque la gente común y corriente no hace periodismo, y para otros bien atribuido. ¿Cuál es su posición al respecto?

Hace poco se presentó una investigación de Branca Viaña que analiza al periodista ciudadano. Lo que ella encontró es que estos señores no quieren ser periodistas, sino que solo quieren expresar su voz. Solo quieren decirle a su alcalde que se ha roto la tubería de su calle. Publican su texto y, por ejemplo, Canal N lo toma y transmite esto para ver qué responde (la autoridad). O sea, simplemente la gente está buscando solución a sus problemas. Y yo me pregunto: ¿en qué  momento los medios dejamos esa tarea? El segundo tema está en algo que dice Jeff Jarvis: “No podemos pensar lo digital sin las personas”. Necesitamos, hoy más que nunca, a ese consumidor.

-Allí volvemos al tema de la formación en valores propia de un periodista sin importar la generación a la que pertenece…

Los valores siguen siendo los mismos. Esa formación que tienes debes utilizarla para canalizar las ansias de difusión, atención y servicio que reclaman las personas. Sin embargo, se requiere de un periodista que recoja lo que dice la gente y lo trabaje. Me imagino a los periódicos digitales trabajando con la gente que envía cosas. Toma tiempo, sí, pero debe haber un equipo exclusivo para eso.

-Está la idea de que muchos de los lectores de medios digitales jamás leyeron su versión impresa. ¿Debe entonces haber una línea editorial compartida entre ambas plataformas?

Así como en los periódicos ponen “más información en la web”, entonces si la gente entra a la web debería tener una opción que diga “más información en nuestro periódico”. Parece que la plataforma impresa está desligada de la digital, cuando deberían ser socios estratégicos.

-Pero hay contenido de la web que jamás saldría en el impreso…

Obviamente, pero eso no implica que algunas cosas sí las pensemos en par. Hay que estudiar estrategias bajo el criterio de ‘quiero que me sigan’, ‘quiero que la gente reconozca que hago buen periodismo’, pero principalmente ‘qué cosa es lo que quiero con este producto editorial’.

-¿Deberían los medios digitales borrar los comentarios ofensivos que llegan a sus plataformas o redes sociales?

Creo que no debería haber censura de ningún tipo. Deben establecerse claramente las reglas del juego. Traslademos la situación al periodismo tradicional. Un tiempo trabajé a cargo de las cartas de los lectores. En la parte de arriba de la sección se especificaban reglas. Entonces, si tú haces esto, no hay problema. Es cierto que hay un desbande y sobre todo en momentos electorales, pero no quisiera resaltar estas situaciones desatinadas e insultantes, sino más bien a grupos de personas que entran a la red para crear. Me parece que el periódico digital tiene un problema con los ‘trolls’, pero la salida es poner reglas. Y esto más que todo pensando en los otros, que son un montón de personas que necesitan de la red por algo real. Pensemos más en ellos que en los ‘trolls’.

-Hace cinco años el editor tuiteaba las notas o las compartía en el Facebook de la web a su cargo. Hoy existe un área de social media con un equipo de CM. ¿Le parece que a futuro existe espacio para que vayan creándose nuevos puestos de trabajo en un periódico digital, quizás un defensor del lector o un corrector de estilo?

De hecho. Estas dos figuras que mencionas eran imprescindibles en una redacción (tradicional). Los medios que no tenían defensor del lector, que aquí fueron la mayoría, optaron por otras figuras auto regulatorias. Y el corrector de estilo era un personaje fundamental. Y los equipos a veces eran grandes, incluso en algunas redacciones faltaba el verificador de fuentes –como tienen los medios ‘gringos’–. Pero fíjate que estamos hablando de perfiles que eran del impreso. ¿Pueden presentarse en lo digital? Creo que sí. Hay páginas extranjeras con su manual de estilo. Y todo esto sin pensar en nuevos trabajos que saldrán relacionados al uso de contenidos multimedia.

-Entonces, después de esta carrera por vistas y browsers, ¿puede ocurrir una etapa de madurez en la que todos nos enfoquemos en mejorar la calidad de los contenidos?

Es que tiene que haberla. Hoy miro las cosas desde la academia, pero esa esa es tarea de ustedes que están ahí metidos. Les toca sentarse y ver qué pueden hacer al respecto.

-Usted dijo en 2015 que los periódicos de papel no desaparecerán. ¿Piensa lo mismo hoy?

Sí, pienso lo mismo. Creo que no van a desaparecer, pero sí van a tener que reinventarse. Los que no lo hagan creo que la tendrán muy difícil.

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