Edith Aranda Dioses: “No ha existido una política de vivienda social efectiva en el Perú”

Tras ganar en 2015 en la categoría Innovación Social del concurso Urbanismo Planetario organizado por la revista alemana de arquitectura Arch Plus, el proyecto Lima Co-produced City fue exhibido un año después en Habitat III, la prestigiosa Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible.

Aquel plan ideado por las arquitectas Patricia Caldas y Paula Kapstein, y la socióloga Edith Aranda, se transformaría casi cuatro años después en un “Ciudad coproducida” libro que el Fondo Editorial de la Universidad de Ingeniería ha tenido el acierto de publicar.

El texto –que incluye además un interesante ensayo de la urbanista Stella Schroeder sobre la iniciativa de participación ciudadana “FuturoPiura”—recoge tres investigaciones sobre cómo los habitantes de distintas zonas de la ciudad de Lima intervienen sus espacios de vivienda a fin de satisfacer determinadas necesidades.

Edith Aranda Dioses, autora del artículo que profundiza en torno a las intervenciones de los habitantes en las unidades vecinales construidas en el siglo pasado, conversó con esta web sobre “Ciudad coproducida”, ya a la venta en las principales librerías de la capital.

-Sin hablar aún de las unidades vecinales (tema de su ensayo), ¿desde cuándo podría decirse que comenzó la modernización urbana en Lima?

Sobre eso hay varias teorías de urbanistas y de gente que estudia los cambios en la ciudad. Son distintos los periodos, pero sí hay una coincidencia en señalar que esta surge a principios del siglo XX y principalmente en el periodo de la Postguerra (1945).

-¿Cuánto influyó la revista “El arquitecto peruano” en el proceso de modernización de Lima y, principalmente, cuánto aportaron los personajes que escribieron allí?

“El arquitecto peruano” es un referente importante para los estudios urbanos. Fue dirigida por Fernando Belaunde Terry. El equipo de gente que lo acompañó — entre los que destacó Luis Dorich — y algunos miembros de la agrupación Espacio constituyeron un semillero de las ideas modernas en relación a los diseños urbanos y arquitectónicos del país.

«El Arquitecto Peruano», una revista que marcó época. (Foto: www.elarquitectoperuano.com)

-¿De qué realidades externas se tomó referencias para generar el concepto de unidad vecinal que sería finalmente aplicado en Lima?

El concepto de unidad vecinal proviene de la idea de Ciudad Jardín, según señala la arquitecta Patricia Caldas en su ensayo incluido en nuestro libro. También hay una influencia del urbanismo norteamericano (las neighborhood units). Entonces, la idea es traída al Perú y adecuada a las condiciones del medio en la medida de lo posible. Sobre todo cuando se desarrolla la Política Nacional de Vivienda Social, me refiero ya a la Postguerra (luego de 1945).

-Aunque inició con fuerza, el proyecto de construcción de unidades vecinales se paralizó abruptamente. ¿Cuál fue el motivo que impidió su masificación en Lima y el interior del país?

Porque no ha existido una política de vivienda social efectiva y porque las propuestas de diseño arquitectónico y urbanístico van variando con el paso del tiempo. La unidad vecinal corresponde a un momento en la historia del crecimiento urbano de Lima y se pensó que sería una idea funcional capaz de ofrecer a sus beneficiarios una vivienda de calidad.

-¿Quiénes accedían a estas viviendas?

Sobre todo sectores sociales de clase media y media baja, empleados públicos y también profesionales. Estos participaban en concursos para lograr el subsidio que daba el gobierno y aspirar así a una casa propia.

-¿A qué denominan ustedes ciudad coproducida?

El concepto de ciudad coproducida tiene que ver con la apropiación del espacio por los habitantes. Tanto de las unidades de vivienda como de los espacios públicos. Es decir, la gente recrea a su manera lo construido con el fin de satisfacer necesidades individuales y colectivas.

-Identifica en su estudio de las unidades vecinales que la apropiación del espacio puede ser vista como un fenómeno socio cultural.

Sí, porque la gente al apropiarse del espacio construye identidad, es decir, el proceso de apropiación hace que la gente se pueda arraigar en el lugar e identificarse con él. Y así lo cuida, le da mantenimiento y eso contribuye además a mejorar la calidad de vida de los residentes.

-En su ensayo habla de tres tipos de usos del espacio: negociados, esporádicos y trasgresores. Los tres son una apropiación. ¿En qué lugar queda aquí la autoridad municipal?

Justamente allí no interviene la autoridad, porque el proceso de negociación se da entre los vecinos. Ellos interactúan, dialogan y hacen concesiones mutuas.

-¿Podría decirse entonces que hacen esto a espaldas de la autoridad?

En primer lugar, cuando las unidades vecinales surgen hay un reglamento, pero llega un momento en que eso ya no se aplica. Había una suerte de institucionalidad formal que permitía cierta organización para tomar decisiones. Pero luego eso ya no funciona. Así que la gente se organiza a su manera y busca satisfacer sus necesidades poniéndose de acuerdo para modificar. Por eso es que hablamos de coproducción, porque la gente es la que a su manera, desde su punto de vista y para satisfacer necesidades (individuales o colectivas) transforma lo construido, lo modifica.

-En la prensa suelen aparecer reportajes que muestran a gente que convierte una vereda en su garaje o en una tienda y –en ocasiones– le impide el paso a los demás. Pero ustedes no han querido juzgar ni valorar estas acciones. ¿Por qué?

Un aspecto fundamental al hacer investigación científica es la objetividad. Nosotros vamos al campo y observamos lo que la gente hace. Sobre todo porque estamos hablando de procesos informales en la ciudad. Todos sabemos que esta ciudad ha crecido de manera informal. Julio Calderón califica a Lima como una “ciudad ilegal”. Justamente porque esta ciudad crece no a partir de la ocupación formal del suelo. No es el mercado inmobiliario formal de la vivienda el que determina el crecimiento urbano de Lima, sino la ocupación informal de su espacio: las invasiones, las barriadas, etc. Inclusive dentro de los proyectos urbanos modernos y de las unidades vecinales la gente desarrolla también procesos de informalidad en la ocupación del espacio. Es lo que ocurre en la realidad.

-Le pido una opinión personal. ¿Qué papel debería tener hoy la autoridad municipal frente a este tipo de alteraciones de los espacios vecinales? ¿Coordinar, sancionar, no sé, demoler?

La idea es tomar en la cuenta a la gente, realizar procesos de diseño urbano participativo. Cuáles son los patrones socio culturales para que el diseño arquitectónico y urbanístico sea concebido no solo desde un criterio exclusivamente técnico, sino para que también el que diseña (arquitecto o urbanista) tome en cuenta las demandas sociales en los espacios públicos donde se va a intervenir.

-En el ensayo (de Paula Kapstein) se dice que las personas que llegaron a vivir en zonas cercanas al río Rímac carecen de recursos y sus hijos, si bien mejoraron ligeramente en lo económico, no llegaron a alcanzar un nivel muy superior de vida. ¿Este es un caso de reproducción del ciclo de pobreza?

Paula Kapstein estudia sobre todo la margen izquierda del río Rímac y algunas otras zonas como las periferias interiores. Se trata de zonas degradadas habitadas por grupos sociales con alto nivel de vulnerabilidad en condiciones de pobreza. Y sí, ella plantea que se reproduce el ciclo de pobreza en estas zonas muy tugurizadas.

-Si imaginamos una cuadra en Madrid es imposible que cada vecino pueda construir su casa o edificio como le dé la gana. En el libro ustedes colocan una gráfica que podríamos imaginar en Perú con cuatro edificios (del mismo tamaño) construidos uno al lado del otro. Todos son distintos, lo cual demuestra que cada vecino puede hacer lo que le da la gana. ¿Debería prohibirse esto? ¿Existe la posibilidad de pensar en un término medio?

Hay cierta regulación, pero en una sociedad como la peruana con más del 70% de la PEA en la informalidad, pues esto se reproduce también en otros ámbitos: en la ciudad, en las conductas de la vida cotidiana, etc. Es (también) un tema cultural y entonces esa imagen urbana, heterogénea y fragmentada es un reflejo de lo informal. Es decir, cada uno hace lo que puede con los recursos que dispone y la regulación que existe no se aplica. Tenemos, por ejemplo en Villa María del Triunfo, construcción de escaleras en plena vereda. La gente simplemente asume que tiene derecho a construir ahí, quiere ampliar su casa y el espacio en su vivienda es pequeño, entonces hace su escalera. El Perú es un país de informales y la ciudad es una muestra de eso.

-¿Tiene fundamento el prejuicio que tenemos algunos de que una casa autoconstruida por un ‘maestro de obra’ es mucho más proclive a venirse abajo durante un terremoto que otra que fue supervisada por ingenieros y arquitectos?

Los técnicos dicen eso. Si uno revisa las estadísticas de Ministerio de Vivienda, son muy pocas las familias que contratan ingenieros o arquitectos para que les construya la casa. La mayoría acude a un maestro de obra, y estos –usualmente en los sectores populares urbanos—se contactan a través de redes de parentesco y amicales. Y si bien el maestro tiene un conocimiento empírico y en algunos casos cierta formación técnica, no hay una base profesional que garantice la seguridad de la construcción.

Edith Aranda Dioses sobre el libro «Ciudad coproducida» (UNI, 2019).

-Volviendo a su ensayo sobre las unidades vecinales, ¿encuentra algún tipo de propuesta parecida que se haya ejecutado en el Perú?

No hay. En la actualidad el principal programa de vivienda del gobierno es Techo Propio.

-¿Y Techo Propio tiene alguna semejanza con el caso que usted estudió?

No. Es una concepción distinta. Como he dicho, las propuestas en materia de construcción de los conjuntos habitacionales que ofrece la política de vivienda social en el Perú han ido variando en el tiempo. Ahora se hacen pequeños conjuntos habitacionales, urbanizaciones, generalmente de módulos con un promedio de 45 metros cuadrados con 32 metros de área construida. Y son pequeños módulos que se supone van a permitir ampliaciones, pero que técnicamente no están preparados para ello, por lo que la gente tiene que invertir en la construcción de columnas, vigas y demás estructuras para así poder crecer hacia arriba.

-¿Qué hizo que el ensayo “FuturoPiura” sea incluido en este libro cuyo eje es Lima?

Es que la línea de investigación que desarrolla la urbanista Stella Schroeder está vinculada con la que nosotros desarrollamos en el proyecto Lima Co-produced City, que se presentó al concurso Urbanismo Planetario y que ganó en la categoría de innovación social. Ella también tiene mucho interés en el tema de la participación ciudadana.

-¿Hay algún tipo de relación entre “FuturoPiura” y, por ejemplo, las reuniones de Presupuesto Participativo que se realizan en los municipios capitalinos una vez al año?

Eso está regulado por la normativa, por la Ley de Municipalidades. En el PDLC los alcaldes tienen la obligación de convocar a los vecinos, sobre todo a los dirigentes de las juntas vecinales para participar, conocer sus demandas y necesidades. O sea, sí existen canales de participación pero no todos los alcaldes cumplen con la normativa. Digamos que el proceso de democracia participativa todavía es débil en el Perú.

-Cierra usted su ensayo con un reto para diseñadores y constructores…

Sí, un reto para los urbanistas. Y este tiene que ver con interactuar con la gente, porque se trata de intervenir un espacio público o de plantear un diseño de una unidad de vivienda o de un conjunto habitacional y sería importante el diálogo o la interacción con los supuestos beneficiarios del proyecto urbano. Así la gente podría hacerlo suyo, apropiarse de él, cubrir una necesidad, y mejor su calidad de vida. Porque esa es la idea: bienestar y mejorar las condiciones de vida.

-Lima ya es una metrópoli y a mediano plazo surgen varias dificultades. ¿Cómo ve usted el futuro de la ciudad?

Es preocupante. Las políticas, por ejemplo de vivienda, atienden a un sector muy reducido de la población. No cubren el déficit cualitativo y tampoco cuantitativo (de vivienda). La gente accede a esta sobre todo mediante el proceso de autoconstrucción, es decir, es la dinámica informal la que les permite acceder a una vivienda propia. Habitamos una ciudad donde la planificación que se hace en gran medida no se ejecuta y más bien lo que hay es una ocupación ilegal del suelo.

-Son 30 las personas que murieron tras la deflagración ocurrida en Villa el Salvador. Se ha hablado del camión de gas que no cumplía las medidas de seguridad, también de los desniveles de la pista, y del tipo de construcción de las viviendas, etc. ¿Qué evaluación general le deja a usted esta tragedia?

No estamos frente a un simple accidente. Son varios los temas aquí. La infraestructura y calidad de vías es un tema técnico que le corresponde más opinar a los ingenieros y arquitectos. Creo también que no hay un criterio de control, regulación y de normativa que sea cumplida a través de un proceso de fiscalización eficiente de la autoridad local, en este caso de la municipalidad de Villa el Salvador, y tampoco de la autoridad metropolitana (Lima). Por último, está el tema del tránsito, o sea, ¿cómo permites que unidades como estas circulen por zonas tan pobladas como estas y pongan en riesgo a tanta gente?

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