La Universidad de Hofstra en Estados Unidos realizó en abril del año 2014 una conferencia internacional titulada “Soccer as the Beautiful Game: Football’s Artistry, Identity and Politics“, cuyo objetivo fue explorar el impacto histórico, político, económico y humanitario del fútbol a nivel mundial.
Como producto de este encuentro académico –en el que estuvo como invitado especial el ex crack brasileño Pelé—hoy se publica el libro “Football and the Boundaries of History” (“Fútbol y los límites de la historia”), que contiene 17 de las exposiciones presentadas, las cuales profundizan en torno a diversos momentos de la historia de quizás el deporte más popular de todos.
En el marco del reciente LASA realizado en Lima, conversamos con Brenda Elsey, historiadora estadounidense y coeditora junto a Stanislao G. Pugliese de este libro. Ella, experta en el estudio de los orígenes del balompié y autora de varios artículos y textos al respecto, nos fundamenta por qué considera que ahondar en este deporte puede ayudarnos a entender la condición humana.
Aquí nuestra charla con Brenda Elsey, quien también comenta aspectos relacionados al fútbol como industria transnacional y analiza si acaso existe la posibilidad de cambiar ciertos parámetros de negocio que hoy parecen inamovibles en cuanto a entidades como la FIFA.
-¿Por qué estudiar la historia del fútbol es una oportunidad para entender la condición humana?
Porque hay millones de personas que viven y mueren por el fútbol, porque es una industria que mueve billones de dólares, porque significa mucho para la identidad nacional de muchos y porque es un espacio donde las mujeres están de alguna manera excluidas de una forma radical. Y también porque la gente puede experimentar el fútbol como una forma de liberación a pesar de conocer el nivel de violencia existente en los estadios, o también a pesar de este es un deporte que los políticos usan para sus proyectos (sean dictaduras o democracias). La gente puede entender esto bien pero aún lo experimenta como una forma de libertad. Y esta tensión es algo muy interesante.
-Usted ha investigado el fútbol en la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. ¿Cómo se usaba este deporte para distraer la atención de los crímenes que perpetró dicho régimen?
La dictadura no solo usó al fútbol como uno de sus proyectos, sino que también persiguió a los dirigentes de las asociaciones cívicas como parte de su campaña para destruir la sociedad civil y la cultura política comunitaria. Pinochet y su dictadura fueron un desastre total para la vida barrial en Santiago, en Iquique y en todo el país, porque el Ejército usaba las canchas como espacios para detener a las personas que hicieron proyectos sociales, como por ejemplo los líderes de los sindicatos. La dictadura entendió muy bien la función de estas personas. Se prohibieron elecciones en todas las asociaciones cívicas en los años 73, 74 y 75 y esto fue un golpe muy fuerte para los clubes, que eran los corazones de los barrios. Además, la dictadura, obviamente, intentó usar la popularidad de Colo Colo y otros clubes para movilizar gente en busca de apoyo. Por ejemplo, cuando enviaron a la selección nacional al Mundial de Alemania ‘74, una de las cosas que hicieron fue que mandaron con su delegación una carta que decía “Chile ahora es un país libre, no se preocupen, todo está bien”. Es decir, directamente usaron el equipo nacional para promover sus posturas. Asimismo, la dictadura reemplazó a los líderes de los clubes con militares. Esto tuvo una significancia muy importante por largos años.
-¿Por qué con todo el poder económico que tiene la FIFA no ha podido convertir aún el fútbol (soccer) en el deporte más importante de los Estados Unidos?
Creo que hay muchas teorías para explicar eso y hay varios libros que abordan el tema. Algunos dicen que esto no ocurre (en EE.UU.) porque no existe la posibilidad de detener los partidos, por lo que es muy difícil para los auspiciadores ver al fútbol como otros deportes pues no pagan igual. Otra explicación, que es la que me tiene más convencida, es que simplemente se trata de un asunto de historia: Inglaterra influyó en muchos países de Latinoamérica, con su capital y con su cultura popular. De esa manera, en ciudades como Buenos Aires, Lima y Quito, los ingleses introdujeron el fútbol. Pero en ese mismo momento Estados Unidos estaba buscando otra identidad. Creo que la FIFA puede intentarlo, pero en los Estados Unidos es tan fuerte la identificación de la gente con otros deportes y sus equipos, que aun con todo su poder, influencia y habilidad para la manipulación, es poco probable que lo logre. Una vez que los diferentes deportes se establecieron y los fans crearon comunidades alrededor de ellos, el fútbol no encontró la misma popularidad en masa. Sin embargo, el fútbol juvenil sí es el deporte más grande en los Estados Unidos y casi la mitad de los que lo practican son niñas. Por lo tanto, incluso si no se ha convertido en un deporte viable para el mercado televisivo o un éxito entre los espectadores, sí es el más popular dentro del nivel amateur.
-¿Cómo ha ido avanzando la historia del fútbol en África, un continente con mucha pobreza?
En África los imperialistas introdujeron el fútbol. Por ejemplo, Francia tenía al fútbol como un vehículo para reformar y controlar a la gente que colonizaba. Bélgica tuvo su propia forma de introducir el deporte. Actualmente, al igual que en América Latina, hay pocas ligas económicamente prósperas, aunque tal vez Sudáfrica sea una notable excepción.
-Un tema muy evidente es la gran diferencia salarial que existe entre futbolistas hombres y mujeres. ¿Existe la posibilidad de que en algún momento esto se equipare?
No conozco ninguna liga en América Latina donde las mujeres reciban un salario digno. Por lo general, a las futbolistas se les dice que no son comercializables. Es sorprendente que el fútbol estadounidense de más dinero a su selección masculina pese a que esta no ha podido lograr el éxito que sí ha logrado el equipo femenino. Pero eso es común en el fútbol, y es realmente machista. Considero que el mercado se utiliza para justificar la falta de desarrollo del fútbol femenino. Creo que la mayoría de los clubes, desde la Premier League, Bundesliga o La Liga de España están perdiendo plata. Y aún la gente piensa que las mujeres necesitan justificar su participación en el fútbol. Desde mi perspectiva, esa no es una manera racional de pensar, porque nadie puede decir que el fútbol está bien económicamente, por ejemplo, en Latinoamérica. Cada vez más gobiernos están salvando a equipos. ¿Por qué? Porque es el deporte nacional, porque significa mucho para la gente. Entonces, por la misma razón se podría decir que las mujeres merecen apoyo en el fútbol. Además, la FIFA ha comprometido 15% (de su presupuesto) exclusivamente para el desarrollo del fútbol femenino. El problema es que no hay reportes de cómo se gasta este dinero, no de las confederaciones, ni en las asociaciones nacionales. Entonces, ¿dónde está la plata?
-La Copa Confederaciones Brasil 2013 coincidió con multitudinarias marchas y protestas. ¿Cree usted que estos casos de eventos deportivos casi ‘saboteados’ por reclamos sociales puedan repetirse en un futuro cercano?
Sí, esa Copa Confederaciones coincidió con protestas masivas, pero no se vio tanto de eso durante la Copa del Mundo ni en los Juegos Olímpicos de Río. Eso no es una sorpresa pues la FIFA y el COI exigieron al Brasil adoptar ciertas medidas y contratar a las fuerzas de seguridad privadas, por lo que ambos mega-eventos atrajeron críticas, pero no tantas protestas como se podría esperar. El deporte está siempre vinculado con la política. Por ejemplo, en la inauguración del Estadio Nacional de Chile en 1938 hubo manifestaciones y actos muy políticos en el desfile. Pasó también en los Juegos Olímpicos con Jesse Owens y luego con Muhammad Ali. Siempre deporte es política y cuando alguien dice lo contrario probablemente se está beneficiando monetariamente de ese discurso o tratando de desacreditar un movimiento social, o ambos. Sin embargo, la FIFA y el COI están intentando cambiar las leyes para que cerca de los estadios no se pueda protestar. De esa manera, tienes fuerzas de seguridad privada, policía, más cambio de leyes municipales. Será mucho más difícil usar los mega eventos para mostrar al mundo los problemas por los que atraviesa un país. Por eso creo que, por ejemplo, los próximos mundiales de fútbol se llevarán a cabo en lugares donde hay serios problemas con respecto a los derechos humanos, tal como es el caso de Rusia y Qatar.
-Justamente el siguiente mundial es en Rusia, un país con varias críticas hacia su manejo en el tema de los derechos humanos. ¿Ve usted al Mundial como una oportunidad para limpiar la imagen del país en ese sentido?
Eso sería lo ideal, pero para serte honesta, Rusia fue escogida precisamente porque las protestas pueden ser controladas y la sociedad civil reprimida. Es un país con muchas fuerzas de seguridad y tiene gran capacidad para parar contener protestas y reprimir activistas. Me parece que es improbable que los activistas hagan algo alrededor del Mundial. Este es un lugar donde es fácil reprimir a gente que busca tomar las calles.
-Hoy en día muchos magnates compran y administran clubes pero también otros personajes cuyo dinero no tiene un origen necesariamente claro. ¿Considera que la tendencia de los poderosos manejando grandes equipos va a seguir en el mediano y largo plazo?
Mientras haya corrupción a nivel de FIFA, esta tendencia seguirá. Es gigante la cantidad de dinero que se mueve, entonces la atracción para ingresar al fútbol es alta. Y es casi imposible evitar que alguien con dinero ilícito participe en algún momento del proceso de financiamiento de los clubes. Lo mismo te podría decir sobre cualquier cosa que genere esta gran cantidad de dinero.