Ya está en librerías la tercera entrega de Piedra de Rosetta, una colección que reúne algunos de los clásicos de la literatura universal traducidos al castellano y con hermosas ilustraciones. En esta ocasión, “Granja animal” es el título elegido por José de Piérola, responsable de la propuesta, y por Esteban Quiroz, director y editor de Lluvia Editores, la emblemática editorial peruana que busca acercar estas grandes historias a la mayor cantidad de lectores posibles.
Publicada en 1945, “Granja animal” es junto a 1984 una de las dos obras máximas de George Orwell, uno de los periodistas y escritores británicos más reconocidos a nivel global. En sus páginas, seremos testigos de una aguda sátira contra el totalitarismo soviético de los años 40. Aunque globalizada bajo el título “Rebelión en la granja”, en esta ocasión su traductor peruano José de Piérola explica por qué “Granja animal” es un título que encajaría más en la forma en que su autor original asume el lenguaje.
A continuación, De Piérola responde sobre su trabajo como responsable de la colección Piedra de Rosetta de Lluvia Editores, pero también brinda algunos alcances sobre cómo afronta la traducción, sus escritos en inglés, sus próximos proyectos literarios, y qué podría venir luego de “Drácula” y “El extranjero”, novelas de Bram Stoker y Albert Camus que también se incluyen en esta colección.
¿Cómo surge esta colección Piedra de Rosetta y quiénes definen qué autores y libros se integran a la misma?
En conversación con Esteban Quiroz, editor de Lluvia Editores, habíamos pensado más o menos refrescar el panorama de los libros considerados clásicos. Sin embargo, algunos de ellos, por diferentes razones, ya no son tan relevantes para nuestro tiempo. En ese diálogo, llegamos a la conclusión de que valía la pena hacer traducciones de libros clásicos que fueran relevantes para nuestra época. Así pues, decidimos elegir una secuencia de autores que no fuera predecible, pero que mantuvieran estas características: que fueran considerados clásicos dentro de su género, generación o país; y también que fueran relevantes a nuestra época, tanto en el Perú como en la que vivimos todos en el mundo.
En el caso de los tres que ya integran la colección (Bram Stoker, Albert Camus y George Orwell), ¿usted ya los había leído en inglés previamente o fue a propósito de esta iniciativa?
Sí, pero luego los leí en su idioma original, y encontré que distaban mucho de las traducciones que había leído. Allí salió un poco la inquietud. Aunque para un proceso de traducción hay que leer el libro no una, sino varias veces, porque debes entender un poco el estilo de escritura, las intenciones, y de alguna manera meterte dentro de este mundo que crea cada una de las novelas. Por ahora, tenemos a los tres autores que has mencionado, pero la idea es llegar a 10 títulos. No necesariamente yo voy a traducirlos todos, pero sí estoy dirigiendo la serie con la intención de que sigan en la misma ruta. Y otra de las cosas que nos interesaban en Piedra de Rosetta es el hecho de que la mayoría de traducciones llegan a nosotros y, obviamente, si no venimos del país y de la época, a veces no comprendemos porqué ese libro podría ser importante. De modo que uno de los requisitos aquí es tener una buena introducción, que enmarque la lectura, poniendo más o menos un contexto de quién es el autor, cuál es su época, las ideas, y cuál es la relevancia del título hoy.
¿Qué líneas vitales diría usted que igualan a Bram Stoker, Albert Camus y George Orwell?
Las líneas vitales son, primero, su presencia en la cultura contemporánea. Sobre Stoker, la presencia de los vampiros sigue siendo universal en nuestra época. En sí, entendido no solamente como la manifestación física de un temor, sino también como el encarnamiento de uno metafísico. Qué nos hace o qué no nos hace humanos. En el caso de Camus, el existencialismo, a pesar de que es una filosofía que a veces se enmarca dentro de los años 40-50 en Europa y principalmente en Francia, sigue siendo importante para nosotros porque se plantea una pregunta fundamental: ¿cuál es el significado de la vida? Algo que es, y que será relevante a futuro. Y en el caso de George Orwell, es casi universal su presencia. Está el adjetivo ‘orwelliano’, que usamos constantemente. Y debido a que él examina dos cosas que son muy importantes para nuestra época, por un lado, qué significa el gobierno totalitario y, por otro, qué significa la libertad de expresión. Esas son dos preocupaciones que existen hoy y que permanecerán, sobre todo si seguimos viviendo en formas de gobierno que aspiramos sean más o menos democráticas, dentro de las cuales es posible que nosotros expresemos diferentes opiniones con total libertad.
Muchos autores peruanos viajan a Estados Unidos por estudios o trabajo y se encuentran con mayoritariamente con títulos en inglés. ¿En qué momento surge su interés por la traducción?
Cuando llegué a los Estados Unidos yo no hablaba inglés y fue un verdadero reto aprender el idioma. Y cuando decidí escribir, la mayoría de libros que leía en ese momento estaban ese idioma. Pero no fue sino hasta que empecé a trabajar enseñando creación literaria en la Universidad de Texas que me di cuenta que algunas traducciones o no existían o eran insuficientes. Hice, pues, algunas para mis clases. Traduje, por ejemplo, esa maravilla titulada “El arte de la ficción” de Henry James. También algunos cuentos y artículos. Ahora, pues, he coincidido con Esteban Quiroz sobre la importancia de tener traducciones frescas para nuestra época, porque los autores escriben para su época, pero los traductores para la nuestra. De modo que una traducción de, por ejemplo, hace 50 años, a lo mejor no nos dice lo mismo que otra actual.
Me hablaba de la importancia de una buena introducción y este libro lo demuestra. Queda claro, leyendo “Granja animal” y su introducción, que solo una persona que vivió esa vida podría escribir algo así. ¿Cree usted que Orwell representa mejor que nadie al escritor que se construye a sí mismo? Con el contexto, con la historia que lo rodea.
Sí, Orwell, pero también es el caso con Camus y quizás un poco menos con Bram Stoker. Se trata de un tipo de escritor que vive un conflicto bastante interesante. Por un lado, la cultura normativa dentro de la que ha crecido y de la que se desarrolla y, por el otro, esa sensibilidad social o épica, que se desarrolla de acuerdo a las experiencias que tienen. Entonces, imagino que, si Orwell hubiera vivido en una familia un poco más acomodada, con mejores medios, a lo mejor hubiera terminado siendo un escritor de romances del siglo XIX. Pero debido a que su familia estaba en el límite dentro de la clase media alta, pero no de la clase rica en Inglaterra, y debido a que él también tiene que ir a ver cuál es el efecto del imperialismo en otros países, esas experiencias calan en su sensibilidad, que ya está dispuesta, y lo convierte en este escritor que está a medio camino entre ser inglés y ser un crítico de todo lo inglés.
Se han escrito muchos artículos e inclusive libros sobre el paso de Orwell por la India, su trabajo como policía imperial, su retorno para observar los cambios, etc. ¿Cree que esta experiencia vital marca su producción literaria?
Sobre todo la experiencia que él ve de cerca y que vive de la opresión del imperialismo inglés a la India en dicha época. Y la opresión que él tiene que, de alguna manera, participar, y tiene que ser ‘el ejecutor de’. Ese momento en el cual él tiene que representar la fuerza opresiva lo marca de una manera más o menos definitiva. Sin embargo, no olvidemos que también, después, cuando regresa a Inglaterra, en lugar de incorporarse con el resto de la sociedad inglesa, más bien se convierte en un tipo excéntrico, en el sentido de que está en los márgenes de la sociedad. Creo que esa experiencia en la India le abre las puertas para estas otras experiencias que también son importantes para él.
No precisa uno caminar mucho en España para encontrarse decenas, sino cientos de traducciones. Como si hubiera una industria de traductores muy saludable. ¿Qué opinión le genera esta forma casi compulsiva que hay de traducir en España?
Obviamente, la traducción ahora es una gran industria, debido a que la publicación ha crecido de manera astronómica. Es mucho más fácil publicar ahora de lo que era hace 50 años, porque hay más editoriales, o algunas de ellas tienen distribución y, de alguna manera, efecto mundial. Entonces, no es extraño que las traducciones hayan aumentado y que sean más frecuentes, sin embargo, creo que en los años 80 hubo un cierto giro en el tenor de la traducción. Y una de las cosas que quiero siempre poner en cuenta es que hay una poética de la traducción que, de alguna manera, la enmarca y define. Yo podría decir que la poéticas más importantes que hemos visto son las del siglo XIX, de principios del siglo XX, dentro de las cuales podríamos enmarcar al venerable Jorge Luis Borges, quien tradujo mucho del inglés, o incluso a Julio Cortázar, y después hay una nueva poética que más o menos surge en los 80, con lo que podríamos llamar el Boom de la Traducción al Español, sobre todo en España, porque antes los polos de traducción estaban más o menos distribuidos entre España, México y Argentina. Es a partir de los 80 que hay un resurgimiento de la industria de traducción en España y, lamentablemente, para mí lectura de muchas de esas traducciones no son muy satisfactorias, debido a que la poética que ellos emplean es la de traducir de modo que el lector tenga la ilusión de que la historia ocurre en España, lo cual para mí es lo opuesto a aquello que debe buscar una traducción.
Precisamente sobre esto último, ¿buscaba José de Piérola una versión ‘peruana’ de “Granja animal”?
Parte de mi poética es lograr este ejercicio que es muy complicado, pero que tiene que ver mucho con la ficción: transportarnos a otro lugar y otra época. Entonces, en lugar de hacernos creer que “Granja animal” ocurre en Perú, quiero que el lector sienta que puede leer el original, como está escrito, y en el lugar donde ocurren las cosas. Esa es la meta al refrescar estas traducciones, o sea, llevarnos al contexto original donde ocurre la historia y donde se escribe. Por supuesto sin que la traducción misma llame la atención.
En su investigación respecto a “Granja animal” y a los otros libros de la colección, ¿hubo algún hallazgo que le llame la atención?
También en esta traducción, claro. Pero en “Drácula” hay una sección, un capítulo completo, en el que Bram Stoker usa el lenguaje que él imagina para los marineros irlandeses, y es –incluso para quien habla inglés—muy difícil de entender porque usa giros, modismos, jerga, etc. Ese fue un gran reto de traducción para mí, y era casi imposible recrearlo de esa manera en español. De modo que tuve que tomar ciertas decisiones. Esa fue la gran dificultad. Luego, en “El extranjero” está escrito en un francés de Argelia prácticamente, de otra época, hay algunos giros que no son usados en el francés contemporáneo, entonces, en ese caso también tenía que buscar un equivalente que no distrajera al lector, pero que al mismo tiempo diera la impresión de que estamos leyendo un idioma diferente. Luego, en “Granja animal”, la dificultad vino incluso desde los nombres de los personajes. Porque en el caso de algunos personajes, los nombres (de animales) podríamos usarlos con seres humanos, mientras que otros son aquellos con los que usualmente nombramos a un animal debido a una característica: Pinto, Blanco, etc. Y el otro reto interesante era el título. Mientras que en “Drácula” el título es simple de traducir, en “El extranjero” hay un poquito más de dificultad, porque “l’étranger” tiene una connotación no solo para alguien que no es del país, sino también para alguien que está extrañado de la realidad. Así que había cierta vacilación en el título. Por otro lado, en “Granja animal” no tuve vacilación alguna porque todas las traducciones anteriores se refieren a la novela como “Revolución en la Granja” o “Revolución en la Granja”, lo cual a mí me parece completamente equivocado teniendo en cuenta que George Orwell era muy cuidadoso con el uso del lenguaje, inclusive, tiene algunos artículos en los que habla sobre la importancia y el peso de las palabras que uno uso. De modo que no creo que él habría estado muy contento con esos títulos. Entonces, esa fue la dificultad, que me pareció muy bonito intentar resolver. La solución simple fue volver a la intención orwelliana, usar animal como un adjetivo que cambia la naturaleza del sustantivo “granja”.
Una de las imágenes más nítidas que me deja la novela es en su inicio, cuando los animales parecen ir tramando tomar el mundo y de pronto escuchan un escopetazo y se asustan. Es como si, aun a pesar de todo, ellos no dejan de estar sometidos al granjero. ¿Cómo podría resumir la idea central de una novela como esta?
Hay tres grandes momentos en “Granja animal”. El primero es cuando se prepara la rebelión, o cuando uno de los animales imagina una sociedad diferente, en la que los animales no sean explotados por los seres humanos. Luego, hay un momento en el que los animales toman el poder y cambian las cosas. Ese cambio radical ha ocurrido en todos los países y ocurre de vez en cuando en la historia con ciertos intervalos. Y el tercer momento es cuáles son los efectos de ese nuevo orden de cosas. Y tienen que ver con la organización que se desprende de esta revolución triunfante, y es una estructura más o menos totalitaria. Y una de las cosas interesantes de la novela es que hace 50 años era un poco claro que el totalitarismo tenía estos defectos, mientras que ahora vemos podrían presentarse no solo en una forma de gobierno, sino que también aparecer en alternativas que dan la impresión de ser totalmente democráticas, sin realmente serlo.
¿Por qué cree que una historia sobre animales tratando de desprenderse de los humanos revolucionó tanto el mundo en su momento? Pese a las prohibiciones, al contexto, etc.
George Orwell, como todo buen escritor, cuenta en realidad dos historias: la primera es la que se puede leer en el contexto, y que es de alguna manera la crítica al régimen soviético de entonces. Queda más o menos claro que hay un afán crítico hacia ese gobierno, es una sátira del totalitarismo soviético de los años 40. Lo otro que cuenta Orwell es qué ocurre cuando hay un cambio drástico en la sociedad y un grupo nuevo toma el poder, y necesita imponer o cambiar la forma de pensar de todos los que gobierna para lograr cierto éxito. Y, como te dije antes, eso puede ocurrir en contextos totalitaristas, e inclusive en otros más bien democráticos. Por eso me parece que la novela tuvo un gran éxito y hoy incluso se sigue publicando y traduciendo.
Destaca usted que, más allá de que “Granja animal” sea una novela que se toma como política, no deja de ser una gran novela. ¿Por qué?
Una gran novela debe lograr tres cosas que compiten entre sí. La primera es mantener nuestra atención durante la lectura. Y “Granja animal” logra hacerlo debido a que está estructurada como una historia de una revolución que además se centra en algunos personajes en particular. En segundo lugar, una gran novela nos hace ver el mundo de una manera diferente a nuestra propia experiencia. Y esto Orwell lo logra enfocándose en estos personajes clave que él elige dentro de la novela. Napoleón que es el líder, o Boxer que es el más abnegado seguidor de la revolución y más. Y, en tercer lugar, el libro hace un comentario que no es dogmático o sintético sobre la experiencia humana sino uno que abre un campo de conversación y reflexión sobre un aspecto de la experiencia humana. Y eso lo logra muy bien “Granja animal” como también Albert Camus en “El extranjero” y Bram Stoker con “Drácula”.
Usted publicó hace un tiempo un libro de cuentos en inglés. Mucha gente recuerda sus grandes obras en castellano, publicadas acá en Perú. Recuerdo especialmente “El camino de regreso”. ¿Sigue escribiendo? ¿Tiene manuscritos listos? ¿Prevé publicar algo nuevo pronto o va priorizar la docencia y la traducción?
En este momento estoy haciendo una traducción al castellano de “Fabulations”, el libro que mencionas. Tengo también una colección de cuentos sobre inmigrantes en los Estados Unidos y también tengo dos novelas que estoy trabajando a la par. Es verdad que la docencia y la traducción me ha tomado bastante tiempo, pero estoy volviendo poco a poco a mi trabajo. Hay varios proyectos, incluyendo una novela que va a completar una suerte de trilogía sobre los años de la violencia donde se ubican “El camino de regreso” y “Un beso del infierno”.