No parece muy forzado buscar vínculos entre Amanda Black y Bárbara Montes. Bajo distintas circunstancias, el personaje de ficción y su co-creadora superaron la adversidad en uno o varios momentos de su existencia. A partir de entonces, no se detuvieron hasta conseguirlo todo, y hoy giran alrededor del mundo tocando el corazón de niños y niñas ávidos de inspiradoras historias en las que la valentía y la curiosidad son piezas clave para resolver las más raras misiones.

Montes, licenciada en Psicología, diplomada en Turismo, y escritora a tiempo completo, estuvo algunas horas en Lima presentando la saga que desde hace algunos años creó junto a su esposo Juan Gómez-Jurado. La autora madrileña visita Perú por primera vez (“¡Lo más cerca que estuve de aquí fue Colombia!”) tras una serie de intensas presentaciones por Uruguay, Argentina y Chile.  

Criada en un mundo de mujeres, sufrió la separación de sus padres cuando apenas tenía dos meses. Antes su abuela, y luego su tía, quedarían viudas abruptamente. Son estos y otros hechos los que le han servido para forjarse una personalidad férrea, lo que sumado a su imaginación y al conocimiento de la idiosincrasia infanto-juvenil, le han permitido cocrear a una adolescente curiosa y sin ataduras como Amanda Black quien –tal como puede conocerse en el primer libro de la exitosa saga publicada por Penguin Random House—no tiene padres y crece bajo cuidado de su tía Paula.   

“Las influencias que he recibido son de mujeres y de mujeres que, como decimos en España, han tenido que ‘sacarse las castañas del fuego’ solas. No me crie en un hogar donde el hombre proveyese y la mujer estuviese en casa. No, mi madre trabaja desde que yo tengo memoria y mi abuela también, entonces, claro que eso ha influido en la persona que soy hoy en día, porque nunca he esperado que alguien tenga que trabajar para mí”, responde al inicio de nuestra entrevista en Miraflores.

No es posible comprender el presente de Montes sin hablar de su pasado. A sus ya mencionados estudios, hay que sumarle sus primeros pasos en el ecosistema editorial, aunque desde otro ámbito: revisar manuscritos que –como confiesa aquí– en su gran mayoría nunca vieron la luz.

“Yo estaba en la ‘primera línea de fuego’, por decirlo de algún modo. La historia del lector editorial es muy aburrida. Te sientas en tu casa, lees y dices ‘Esto sí, esto no’. Además, es (una labor) muy árida, porque en los cinco años que trabajé de eso solo recomendé la publicación de dos manuscritos (…) a veces simplemente no encuentras nada que sea ni medio publicable. Es muy difícil hallar un buen manuscrito que digas ‘ya está listo’”, relata.

Entre las sagas «Rexcatadores» y «Amanda Black» (ambas creadas junto a su esposo), Montes ha co-publicado más de una docena de títulos dirigidos a niños de siete años a más, los cuales han vendido más de 300 mil copias. Pero fue recién en 2021 con «Julia está bien» (2021) que incursionó en las historias para adultos. A ese libro le siguió «Tenemos que hablar” en 2024. Protagonizados por mujeres, ambos textos abordan desde fracasos generacionales hasta segundas oportunidades.

“Cuando escribo para adultos estoy hablándole a alguien que es como yo, estoy diciéndole a una mujer o a un hombre de mi edad ‘esta es la historia que quiero contarles’, mientras que cuando lo hago para niños, a pesar de que no he olvidado ni he dejado atrás a la niña que fui, es algo distinto. Quizás los menores de hoy son iguales a los de mi infancia, con las mismas inquietudes, sin embargo, el contexto es distinto. Y sobre eso debo informarme para poder hablarles de tú a tú”, reconoce.

PERSONAJES PODEROSOS

Bárbara Montes cree que cada etapa de su vida ha forjado la mujer que es hoy. No tiene hijos y no es algo de lo que presuma, pero tampoco de lo que se avergüence. Su independencia, laboral, económica e inclusive emocional, parecen estar por encima de todo.

“A mí se me educó para trabajar y para ser independiente. De hecho, una de las principales preocupaciones de mi madre era ‘cuando te cases, que sea por amor, pero tú te mantienes sola. Nunca dejes de trabajar’. Y eso es lo que he hecho”, señala. “Soy mis experiencias. A lo largo de mi vida, he tomado decisiones, correctas e incorrectas, pero no me arrepiento de nada porque todo suma. Me siento satisfecha de la persona que soy”, continúa en otra parte de la entrevista.

Ahora, con una mentalidad así, ¿qué personajes brotan de la imaginación de Bárbara Montes? Primordialmente, los que dependen de sí mismos, incluso en las situaciones más complejas.

“Para mí fue algo natural elegir (crear) a una niña que era como yo me veía de pequeña, no me veía con superpoderes, obviamente, pero sí como una niña valiente, que quería experimentar cosas nuevas y que buscase hacer del mundo un lugar mejor sin que nadie la salvase”, reconoce.

Las cifras alrededor de Bárbara Montes lucen envidiables para cualquier colega escritor, sin embargo, todo aquello responde a un método de trabajo que, a diferencia de lo que ocurre con su esposo, tiene mucho de esfuerzo y poco de ‘descanso’, por llamarlo de alguna forma.

“Escribo 12 meses al año y, de hecho, cuando estoy terminando una aventura de Amanda Black, pienso inmediatamente en la siguiente, y cuando estoy empezando otra, estoy corrigiendo las dos anteriores, o sea, mi trabajo es de lunes a domingo. No conozco el descanso”, continúa esta autora que reconoce “haber comenzado a leer antes que a andar”, y que admite tiene a uno de los libros del británico J. R. R. Tolkien como aquel que lo inició todo, al menos ‘formalmente’.

“En mi casa hubo siempre muchos libros, y los leía todos. Con cinco o seis años podía estar leyendo Shakespeare, no sé, “Hamlet”, sin embargo, el libro que hizo que me que me enamorase y que dijese, ‘yo me quiero quedar aquí a vivir’ fue ‘El señor de los anillos’”, reconoce. Una feliz coincidencia con su esposo, otro autor devoto de la historia que Peter Jackson adaptase al cine.

Con todos estos logros, y en tiempos donde pontificar sobre los más variados temas de actualidad parece lo usual, ¿le interesa a Bárbara Montes convertirse en una especie de voz autorizada ante sus miles de lectores?  La escritora española prefiere concentrarse en lo que mejor hace: escribir.

“Soy muy amiga de que cada uno haga caso a sus opiniones, piense individualmente y siempre tenga un pensamiento crítico. No hagáis caso a nadie”, concluye.