En un país que se ha resistido históricamente a priorizar campos como la ciencia y la tecnología, la figura de Santiago de Cárdenas encaja a la perfección. Este personaje fácilmente podría ejemplificar el resultado de combinar una sociedad ignorante con una autoridad despreocupada.
Pero esta no es una historia sobre la desgracia, menos un relato en el que los reproches abundan. Y es que, 250 años después de que el (fallido) aporte a la aviación mundial de este peruano sea rechazado –dos veces por las autoridades virreinales y posteriormente desmembrado y extraviado cuando quiso tentar suerte en el exterior– vuelve a la vida a través de un libro.
La historia de Santiago de Cárdenas, sin embargo, ya había sido tratada previamente por figuras emblemáticas de nuestra historia como Ricardo Palma y Julio Ramón Ribeyro. Aunque para el físico y docente universitario Luciano Stucchi, Cárdenas fue –erróneamente– descrito más como un soñador que como lo que a su parecer fue: un genio incomprendido.
Aclarar esto es uno de los propósitos que tuvieron Luciano junto a su hermano, el biólogo Marcelo Stucchi, al publicar “Navegar por los aires. Análisis físico y biológico del sistema propuesto por Santiago de Cárdenas en el siglo XVIII” (Universidad del Pacífico, 2019). Ayudados por el ilustrador Marco Carpio, intentaron reconstruir el manuscrito con el que Santiago pudo romper esquemas a inicios del siglo XVIII, pero que por increíbles razones terminaría casi olvidado.
El proceso de elaboración de este texto da para otra nota, pero si hablamos del resultado final vale decir que estamos ante un volumen que, bien esquematizado y con un lenguaje claro, ahonda en aspectos centrales de un hombre adelantado a su época. En “Navegar por los aires” encontraremos, pues, no solo detalles biográficos de Cárdenas, sino además un análisis sobre sus conocimientos físicos, ornitológicos, y fundamentalmente un acercamiento a la pregunta clave: ¿pudo haber tenido éxito la máquina para volar que imaginó este peruano 250 años atrás?
Luciano detalla en esta entrevista su acercamiento inicial a la figura de Cárdenas, derivado del interés que mostró primero su hermano, Marcelo, por la interacción que los antiguos peruanos tuvieron con las aves. Así pues, a las referencias tomadas de autores como Palma y Ribeyro, se le suma la lectura y estudio de la transcripción del manuscrito de Cárdenas que hiciera la Fuerza Aérea del Perú en 1937 y, obviamente, el valioso trabajo de Marco Carpio en las ilustraciones. Pasarían varios años para que finalmente “Navegar por los aires” sea un libro.
¿Qué porcentaje del trabajo de Santiago de Cárdenas estaba en buen estado?
Quedaban cinco estampas (láminas) de las 14 que debían haber. Y cada una podía tener entre uno y cinco dibujos.
¿Y cuál era el estado del manuscrito?
Se corta abruptamente, o sea, en un momento determinado acaba sin ningún indicio de que ahí termina, y lo que colocan en la transcripción de 1937 es que ‘parece que el autor dejó el trabajo inconcluso’. Ricardo Palma lo corta a la mitad y dice ‘a partir de aquí no puedo seguir porque no se puede entender el texto sin ayuda de las imágenes’. Y eso pensamos nosotros, si todas las imágenes están descritas en el texto, hagamos el ejercicio de reconstruirlas y volver a leerlo hasta que cuadre lo que dicen con lo que (Cárdenas) podría haber puesto.
Algo muy difícil…
Sí, eso fue lo que más trabajo nos costó.
¿Entre que tú y tu hermano se sentaron y pensaron que podría salir un libro de esto hasta que finalmente se publicó cuánto tiempo pasó?
Apenas mi hermano saca su monografía (2012) arrancamos con este proyecto. Lo hemos tenido en ebullición hasta el 2015. Ahí lo teníamos al 80%, pero con los dibujos hechos por nosotros. Marcelo dibuja bien, yo pésimo, pero no había una manera en que nos sintiéramos con la confianza de soltar esto si es que los dibujos eran los que teníamos. Cuando ya hablamos con el fondo editorial de la Universidad del Pacífico pensamos en sumar a un artista. Marcelo conocía a Marco Carpio, un especialista en dibujo naturalista, un maestro en su campo. No solo por la calidad de sus trazos sino también por la visión que tiene para ponerse en la piel del artista que quiere representar. En este caso con Cárdenas estudió cómo se dibujaba en esa época, cómo eran los trazos de Cárdenas según los pocos que quedaban y cómo escribió en el único papel que había quedado texto (carátula). Y a partir de ahí empezó a replantear los dibujos que le dimos. Insertó muchas modificaciones ya como artista, como la persona que concibió la obra final.
Ustedes le plantean el proyecto a la editorial en 2015 y de ahí pasaron casi cuatro años hasta que salió el libro. ¿Qué crees que fue lo más complejo de ese proceso?
Todo el proceso se dio de manera entrecortada, porque en 2015 empecé mi doctorado en España. Así que me iba seis meses y luego regresaba. Y aprovechaba el tiempo allá para avanzar algunas cosas. Afinar los dibujos nos habrá tomado un año, o sea, entre que Marco los veía, estudiaba, revisaba y convertía en las obras que son ahora. Además, la construcción de la biblioteca (bibliografía) de Cárdenas me tomó casi seis meses. Porque la Universidad nos sugirió que esta era una idea súper potente. De hecho, la biblioteca como objeto digital está en la página de Estudios Indianos de la Pacífico. Construir esto implicaba sacar un texto que hilara lo que Cárdenas mencionaba con algo de historia. Es probable que la biblioteca de Cárdenas no haya tenido un espacio físico en sí, porque él no era una persona acaudalada. Y es muy posible que lo que leyó lo hizo porque era de personas cercanas a él.
Teniendo en cuenta lo que ya se había escrito y dicho sobre Santiago de Cárdenas, ¿crees que la idea que se nos pintó de él era la correcta, o podrías decir que ustedes han venido a ‘hacer justicia’ con el personaje?
Sin ánimo de sonar como un ‘justiciero’, creo que sí, las dos visiones de Cárdenas que construyeron Ricardo Palma y Ribeyro fueron injustas. El primero por ignorancia y el segundo por simplemente no ver lo grande que fue el personaje. Palma reconoció su imaginación, pero lo trató como alguien que no era más que un soñador quizás medio loco. Ribeyro lo pintó como un soñador, no como un loco, pero sí como una persona cuyo mayor valor era el sueño de volar. Lo que nosotros quisimos mostrar es que Cárdenas fue un científico, una persona que sí tenía un sueño, pero no construido a partir de la ilusión poética de volar, sino de la convicción intelectual de que el vuelo era algo factible.
¿Por qué Cárdenas eligió un cóndor por encima de aves como el colibrí, la paloma o el gallinazo?
Básicamente por el sistema de vuelo. Lo que él se dio cuenta fue que había aves –que había observado cuando era marino y que después volvió a ver cuando llegó a Lima—que podían sostener el vuelo sin hacer ningún tipo de movimiento. Él comparó eso con la forma en que uno se desplaza en el mar. Porque en el mar uno puede desplazarse nadando o colocando un bote que se mueva por el efecto del viento. Cárdenas vio que ciertos tipos de aves –que él llamó legítimas—podían volar como si fueran barcos en el cielo, propulsados por el viento. Entonces, cuando él se da cuenta de eso piensa ‘si es que eso fuese así, nosotros podríamos construir aparatos equivalentes a los barcos en el mar, pero que sean como naves que vayan por los aires’. De ahí que su texto se titulara “nuevo sistema para navegar por los aires”. Porque lo que plantea es una forma de emular ese vuelo que no requiere ese esfuerzo físico. Mira, el colibrí o las palomas tienen que hacer un ejercicio enorme para poder volar. Y Cárdenas siempre tuvo claro que el hombre no podría hacer eso nunca. Y probablemente mucha de la frustración que tuvo es que cuando lanzó su primera propuesta las críticas giraron en torno a eso: que el humano no podría aletear, de que requeriría mucho esfuerzo. Él respondió que esa no era su propuesta. Ahora, ¿por qué el cóndor y no el gallinazo? Cuando él llega a Lima tras verse obligado a dejar su trabajo como marinero a raíz del terremoto de 1946, observa que hay aves bastantes peculiares, pero que hay algunas que son más majestuosas y que todavía para entonces llegaban a Lima, como el cóndor. Su objeto de estudio tiene al cóndor como la expresión máxima de ese vuelo legítimo, pero si tú lees bien lo que él escribió hay muchas referencias sobre los gallinazos, porque es probablemente el ave que más cerca tuvo.
¿Tenían ustedes claro que el resultado final sería un libro de corte académico?
Sí. La monografía original de mi hermano tenía un corte netamente académico. Era un trabajo escrito para biólogos. Entonces cuando pensamos en esto pensamos en reivindicar la figura científica y la única forma de hacerlo era desde el punto de vista académico. Porque ha habido muchas personas que hablaron sobre Cárdenas. Sin ir muy lejos, Lorenzo Rosselló en 2008 editó un texto que nos parece único porque probablemente es el primero que reivindica la figura de Cárdenas como científico, pero su trabajo fue introductorio. Él menciona en una breve parte de su libro por qué es importante Santiago de Cárdenas, qué había descubierto, y luego hace una modernización del texto propio. Marcelo y yo quisimos ir algo más allá. Nosotros nos enteramos del libro de Rosselló en 2012. Ese texto fue para nosotros un punto de partida para decir ‘ya, alguien lo ha mencionado como científico, pero desarrollemos lo que hizo como tal’.
¿Pudieron profundizar en torno al Perú de 1700 donde vivió Santiago de Cárdenas?
No mucho, porque no somos historiadores. Afortunadamente hay bastante información sobre el siglo XVIII. Y lo que se ha mostrado en las últimas décadas es que la Lima de entonces era bastante cosmopolita, ilustrada. Había traído todo el movimiento de la ilustración de ese siglo europeo y lo vivían acá. Entonces había discusión académica en las calles, desplazamientos sociales, no sé, el hecho de que un artesano hubiera podido entrar a discutir cuestiones académicas, cosa que hubiera sido impensable en el siglo anterior y en el posterior. En dicho espacio de discusión Cárdenas pudo brillar y tener atención. Ricardo Palma menciona otros textos contemporáneos a Cárdenas que lamentablemente se perdieron por completos y de los cuales no nos ha quedado ni el autor. Uno es “Viaje al globo de la luna”, donde discute un montón de cuestiones que van desde las literarias hasta las especulativas con respecto a qué es lo que implicaría viajar a la luna, explorar el espacio y más, que suena extraño que alguien lo discutiera en el siglo XVIII en la Lima virreinal, que suena como una cosa algo oscura, hasta medieval, pero que no era realmente así.
¿Cuán posicionado está Cárdenas en los estudios mundiales sobre el inicio de la historia de la aviación?
No existe en absoluto. La única vez en los últimos 70 años que alguien no peruano habló sobre Cárdenas fue en una exposición en Madrid, hace poco más de tres años, de un historiador (no recuerdo si español o mexicano) que recogía los precedentes sobre el vuelo desde un punto de vista filosófico. Y mencionaba a Santiago de Cárdenas como una cuestión peculiar que hubo en la Hispanoamérica del siglo de oro. Fuera de eso, “El Hornero” –una revista argentina publicada en los años veinte—editó y publicó la versión de Ricardo Palma. No he visto mayor mención a él prácticamente en ningún lado. No lo vas a encontrar jamás en una historia de la aviación de corte latinoamericano. Pero ojo que lo mismo ocurre con un montón. El brasileño Santos Dumont fue un pionero del vuelo, pero que más allá de una serie (brasileña) en HBO, nadie más lo ha conocido. Y ha habido algunos españoles medievales que volaron y pasaron prácticamente desapercibidos.
¿Cree que el hecho de que gran parte de su manuscrito y de sus láminas hayan desaparecido perjudica un poco el intento por hacer hoy más conocido a Santiago de Cárdenas?
Sí, por una razón muy específica: no quedaba registro alguno de la máquina. Entonces no tenemos una indicación clara de cómo era esta físicamente. Sí sabemos cómo funcionaba –y está en nuestro libro—, pero sin el diseño es muy difícil vender la idea de que fue alguien que pudo haber volado. Ahora, que no hayan quedado las láminas sí era un problema importante. Con nuestra reconstrucción hemos querido mostrar de la manera más precisa cómo pudo haber sido lo que dibujó. De ahí la importancia del trabajo de Marco, porque los dibujos que Marcelo y yo hicimos fueron esquemáticos, pero él le dio vida a todo eso, un trazo que lo puedes ver, comparar con los dibujos que sí sobrevivieron de Santiago y pensar ‘sí, pudo haber sido así’.
¿Cómo podrías evaluar el nivel de los conocimientos físicos que Santiago de Cárdenas tenía?
Tendríamos que ver eso en su contexto, porque de hecho que tiene un montón de cosas que hoy consideraríamos equivocadas, sin embargo, en su momento y con lo que tuvo a la mano fue prodigioso. Cárdenas construye una física y una dinámica de fluidos que mezcla cuestiones ‘newtonianas’ –que son las que consideraríamos válidas hoy—con cuestiones medievales, porque era eso lo que constituía la principal fuente de información para él. Entonces, tuvo una idea de cómo se mantiene el vuelo, no desde las leyes de Newton de la inercia, sino a partir de que el movimiento debía tener un motor, y para Cárdenas eso era el rodezno, o sea, las plumas guías del ala. Él considera que, si el ave solamente fuera un plano, para que se pueda desplazar y mantener ese desplazamiento necesita algo que lo empuje. Y ese ‘algo’ es el aire que pasaba a través de las plumas y actuaba como una suerte de engranaje que empujaba al ave. Hoy sabemos que eso es equivocado, sin embargo, tiene sentido desde la base que lo plantea, y lo tiene porque Santiago no tenía idea de fricción ni de resistencia del aire. Entonces, efectivamente, si tienes al ave y no hay nada que empuje ese movimiento, por la fricción esta caerá.
Ustedes señalan que Cárdenas no encajaría en el concepto actual de ‘emprendedor’. ¿Por qué?
Él no ve la idea de la máquina como un negocio. Eso es un punto de partida importante. Lo ve como algo importante para darle a su país. Sin embargo, es consciente de que no se puede construir de la nada. Así que plantea mecanismos para financiar la construcción del prototipo. Por eso lo vemos como un emprendedor distinto. Él no piensa ‘construyo esto y me vuelvo millonario’. Más bien cree que ‘hay maneras de sacarle provecho a esto sin que le cueste a la Corona’. Y menciona dos mecanismos: uno es pagarlo haciendo una especie de servicio militar (y que en lugar de sueldo se le pague para construir la máquina) y la otra es una suerte de ferias donde la gente proponía negocios y cosas que hacer, y la gente pudiente iba a y lo financiaba. Esa forma de financiamiento para nosotros fue una gran sorpresa. Santiago creía que a los comerciantes esto le iba a interesar pues facilitaría el desplazamiento de sus objetos.
¿Cómo se dio el tema del financiamiento en los primeros proyectos de aviación? Los más conocidos, como por ejemplo el de los hermanos Wright.
Ellos tenían el dinero para financiarse. Lo mismo pasó con Otto Lilienthal. Mira, la razón por la que los hermanos Wright se hicieron conocidos es, primero porque son estadounidenses, y segundo porque hicieron el vuelo propulsado, que es lo que le da escalabilidad al aparato. El primero que muestra el vuelo como lo conocemos hoy es Otto a finales del siglo XIX. Lo que Cárdenas hubiera podido hacer era equivalente a lo de Lilienthal. De ahí nuestra argumentación de que, si es que a él le hubieran hecho caso, el vuelo podría haberse adelantado algo más de cien años.
¿En el caso de Otto había intereses monetarios detrás?
No. Ocurre que él tenía dinero, entonces podía pagárselo. Pensemos también que la sociedad en la que vivía Otto Lilienthal era muy diferente a la Lima virreinal de Cárdenas. Este último necesitaba autorización para probar el aparato, mientras que a Otto no lo tenía que autorizar nadie. Tal como ocurriría ahora, no sé, si quisiera armar un aparato solo me alejo de la ciudad un poco y me lanzo. No requeriría mayores autorizaciones… aunque quizás sí (risas).
¿La historia de Santiago de Cárdenas puede hacernos pensar que existen todavía algunos genios escondidos en nuestra historia que podrían darse a conocer?
Debe haber un montón que estarán refundidos en textos de la Biblioteca Nacional del Perú o en libros de colecciones privadas. Nosotros mantenemos la esperanza de que lo que falta del documento de Cárdenas esté en el archivo del Duque de San Carlos, que era amigo suyo, porque es legajo está en el Archivo General de la Nobleza, en España. Son más de 700 cajas de papeles. Y así como podría estar ese, podrían estar muchos documentos más.
¿Cuál es la gran lección que te dejó publicar tu primer libro?
Creo que una de las cosas que más enriquece el crecimiento de nosotros como sociedad es conocer todo lo valioso que tenemos. Para mí descubrir un personaje como Cárdenas me cambió no solo la forma de ver la historia de nuestro país, sino también de entender cómo evoluciona la ciencia. Nosotros llamamos ‘evolución científica’ a un proceso que es muy parecido a la evolución biológica, en la cual hay un montón de ramas que mueren, se extinguen y no dejan descendientes. Y lo que hizo Cárdenas fue eso. Fue una rama de la ciencia que murió, y por una cuestión netamente coyuntural. Porque si el gobierno virreinal de entonces le hubiera hecho caso, tal vez hoy volaríamos con el punto de partida que él hubiera iniciado. Y quién sabe qué más podría haber logrado. Me parece que todo esto nos permite repensar las líneas sobre las que caminamos, porque muchas veces tenemos fallas desde el inicio y estas pueden verse cuando nos detenemos en cómo se ha construido esa historia, que nunca es lineal.