Javier Ponce Gambirazio: “Con ‘El cine malo es mejor’ quise recuperar las ganas de escribir”

Entre que realicé esta entrevista y la fecha de su publicación pasaron muchas cosas con Javier Ponce Gambirazio. En cuestión de días su novela “El cine malo es mejor” [Testigo 13] pasó de la imprenta a ser reseñada con más elogios que objeciones en espacios como “El Dominical” y “Somos”. También Beto Ortiz le dedicaría su columna dominical en “Perú 21”.

El libro, presentado por el crítico de cine Ricardo Bedoya y el escritor Alonso Cueto, había tomado vuelo con una velocidad inusitada. Hoy, mientras usted lee esta nota, ya posee una pequeña legión de lectores que destacan el desparpajo (o quizás descaro) de su autor por salir de lo común.

Esta entrevista permite confirmar que Javier es tan atrevido como sus personajes. Documentalista, columnista, escritor y psicólogo, el autor de “El cine malo es mejor” nos revela aquí las claves de un relato tan disparatado como irreverente que merece una oportunidad.

-Casi el 80% del libro son diálogos. ¿Cuán complejo es mantener este formato en una novela que tampoco es muy corta?

Sí, está armada en diálogos porque eso es lo que sucede en el cine. Mi novela es la historia de un personaje que cuenta en primera persona una película a un supuesto paciente en estado de coma. Y esta es una película completamente demente, con personajes llenos de violencia, horror, inteligencia, y de esa capacidad especial para vivir sin límites.

-¡Y uno de esos personajes tan raros eres tú!

Es cierto. Lo que hago es burlarme de mí mismo para poder darme la licencia de burlarme de los demás.

-El humor recorre toda la novela, es cierto…

El humor con uno mismo es lo que te puede salvar de la autocomplacencia o de andar tomándote muy en serio todo. Porque si pasa esto último corres el riesgo de volverte un emo, una persona que se lamenta de las cosas  y que vive en una situación totalmente negra o inútil. Es el humor lo que te permite cambiarle la tonalidad a la vida en general.

-¿Y el Javier Ponce que recurre al humor escribiendo ficción es el mismo en la vida diaria?

Soy serio cuando hay que serlo, como en mi trabajo (de documentalista), pero yo creo que el sentido del humor puede ser una alternativa de escape. También soy algo desquiciado como mis personajes, lo que pasa es que aprovecho la ficción para decir cosas que en la realidad sería incorrecto decirlas.

-Hay mucha gente que aún se ofende cuando se habla sobre sexualidad y en tu novela hay mucho tema gay. ¿Crees que la literatura te da licencia para hablar de lo que sea y como sea?

En Perú hay muy pocos escritores gays que son publicados. Yo no tengo límites ni frenos. Toda la vida he escrito lo que se me ocurre. Y si alguien se ofende, pues que tire el libro a la basura, que lo devuelva o que me insulte. Yo no me ofendo por los heterosexuales y leo literatura escrita por ellos. Entonces no veo porqué ellos tendrían que ofenderse por leer mi literatura gay.

-Eres multifacético. Haces documentales, escribes y además entrevistas para tu canal de YouTube. ¿Hay detrás de esto el reflejo de una insatisfacción o es más bien un goce por lo diverso?

Primero, tengo tiempo para hacer todo eso porque no estoy casado ni tengo hijos. En segundo lugar, las cosas que uno quiere decir no se agotan en un solo formato. Se complementa el lenguaje cinematográfico con la literatura y viceversa. Y también el periodismo puede complementarse con un documental. Me parece que todo es parte de un mismo discurso.

-¿Cuál es tu criterio para elegir a quiénes entrevistarás en tu canal de YouTube?

Leo todo lo que me pueda sumar. Incluso cosas con las que a veces no estoy de acuerdo. Leo mucho sobre ciencias, economía y sociología. Y también mucha literatura: ficción y no ficción. Sobre a quiénes entrevisto, pues recién estoy empezando en eso, así que me he dedicado a entrevistar a gente que no tiene mucho espacio en los medios. ¿Por qué? Porque hablar con quienes salen ya en los medios no agregaría nada. Mi idea es darle espacio a aquellos que no tienen cabida en los medios, entre los cuales hay mucho escritor y cineasta.

-¿Cuál crees que sería el soundtrack ideal para leer “El cine malo es mejor”?

Creo que puede sonar Vivaldi pero a la vez tendría que haber algo de música subterránea. Es decir, algo de música que no cesa pero también algo muy trash que te impida relajarte.

-En la página 49 dice “el mundo de los escritores es peor que el submundo gay, con sus grupitos cerrados, sus resentimientos, inseguridades, odios gratuitos y sus precariedades”. ¿Hay un deseo de cuestionar algo aquí?

En toda mi novela los personajes cuestionan algo. Siempre dicen cosas que quizás en algún momento pasaron por mi cabeza o por la de gente que tengo muy cerca. No es un ataque directo ni es una agenda mía volverme en contra de nadie, pero sí me parece que el personaje que dice eso es coherente con su propia historia. Sin embargo, no necesariamente estoy de acuerdo con todo lo que dicen mis personajes. Recuerdo que cuando fui profesor universitario (durante 15 años) les decía a mis alumnos que podría tal vez decir cosas con las que ni siquiera esté a favor solo para someterlas al acto de pensar. Me parece que a la gente le hace bien escuchar barbaridades para que luego diga ‘estoy de acuerdo’ o ‘no estoy en desacuerdo’. Es como una  bomba que despierta posturas críticas.

-Ya en cuanto a lo personal, ¿qué buscabas al publicar esta novela?

Con este libro quise recuperar las ganas de escribir. Antes de “El cine malo es mejor” escribí una novela que se paseó por todas la editoriales buscando ser publicada pero nunca pasó. Recibía siempre postergaciones. “Muy linda tu novela” me decían, pero nada más. No te diré que perdí las ganas o que me peleé con la literatura, pero sí necesitaba escribir algo que me saque del marasmo. Así que escribí esto para cagarme de la risa, siempre pensando en que no la podría publicar. Sin embargo, el texto llegó a manos de mi amigo Juan Bonilla, quien me dijo ¡tienes que publicarla porque está brutal! Y aquí la tienes.

-¿Crees que los personajes de tu novela podrían ser la mayoría en nuestra sociedad o actualmente hay muchos más seres ‘normales’?

Muchos de mis personajes son como una caricatura demencial, con características llevadas al extremo. Todos en algún momento nos hemos sentido discriminados, por nuestro color de piel, peso, o porque no somos suficientemente guapos y jóvenes, no lo sé. Así que aquí planteo una especie de catarsis para que los lectores también se sientan vengados, a través de lo que leen, de las personas que alguna vez les hicieron daño.

-Es una autoedición y está muy limpia. No abundan errores gramaticales ni de sintaxis en “El cine malo es mejor”. ¿Cómo fue el proceso de autoeditarse?

Me autoedité porque me cansé de esperar respuestas de las editoriales. Para lograr esto se requiere de un trabajo minucioso que hice yo mismo. Suelo escribir en absoluta soledad y lo posterior fue como cualquier proceso de edición: te maquetan el libro, lo revisas y luego lo vuelves a repasar. Y, finalmente, trabajé con la mejor imprenta, la de Campodónico, dueño de la editorial donde publiqué mis tres primeros libros hace algunos años.

-¿Qué le dirías a una señora mayor y tradicional que se encuentra con tu novela en la librería y duda sobre comprarla o no?

Que se permita leerla. Nadie se va a manchar de sangre por pasar unas páginas en las que se describen mutilaciones o asesinatos. Esta puede ser una fiesta de la violencia pero no por ello deja de ser una fiesta. Me parece que cualquier tipo de lectores podría disfrutar esta historia porque le puede abrir la cabeza y demostrarle que hay cosas diferentes que valen la pena.

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