Giacomo Roncagliolo: «Hubiera sido muy obvio escribir un libro rockero»

Si algo tenía claro Giacomo Roncagliolo (Lima, 1989) es que su primera novela no debía ser light. Eso explica en parte por qué algo que planeó hacia el final del colegio recién fue posible en 2018.

En el camino recorrido hasta llegar al primer libro se quemaron varias etapas: redactor gastronómico, sub editor, profesor, cocinero de fastfood, pero fundamentalmente músico.

La diversidad de oficios le dejaría, felizmente, algo de tiempo para escribir (y persistir). El resultado fue “Ámok”, cuya versión original quedó finalista del Premio Clarín de Novela 2017.

El acercamiento a Pesopluma –editorial independiente que se esfuerza por entregar productos únicos y de calidad– traería consigo semanas enteras de edición en pos de una “una novela de ciencia ficción empapada de suciorrealismo”, tal como se describe en la contraportada.

Aquí un detalle no menor. Pese a que Giacomo viene ligado a la música hace más de una década, dicho elemento apenas está presente en su novela. “Quise romper con mis influencias musicales”, me dice durante esta entrevista.

Sobre “Ámok” –una historia que mezcla elementos del thriller, la novela psicológica y la autoficción—conversamos con su autor, Giacomo Roncagliolo. Aquí la charla.

-¿El tipo de literatura que has escrito es el que básicamente consumes como lector?

Es cierto. De chico uno descubre que no todos los libros son buenos y que hay una diferencia entre la literatura seria y la light. Hay un momento en que te percatas que “Harry Potter” o “El Código Da Vinci” no son tan buenos. Además, yo estudié literatura y básicamente conozco la tradición y sé qué se ha publicado ya en Perú. Quería escribir algo que diera una frescura a la narrativa local actual.

-Hablando de narrativa local, te preguntaré lo opuesto a lo de siempre. ¿De qué autores peruanos te sientes mucho más lejos?

De Fernando Ampuero, Alonso Cueto o Mario Vargas Llosa. Los he leído, claro, pero no siento ningún tipo de sincronía con ellos.

-¿Qué tipo de ciencia ficción se encuentra uno en “Ámok”?

Estamos presentando “Ámok” como una novela de ciencia ficción porque quizás los editores y yo tenemos los mismos referentes y sabemos que a veces hay ciencia ficción en cosas que no lo parecen. Por ejemplo, la “Trilogía involuntaria” de Mario Levrero (“La ciudad”, “El lugar” y “París”) son novelitas medio kafkianas en las que suceden cosas que podría decirse son un poco más fantásticas que (la) ciencia ficción, pero lo fantástico tiene cierto tono y reglas que no se cumplen en esas novelas ni en la “Ámok”. Aquí hay una sensación de estar en una distopía, en una dimensión paralela, en algo que es fantástico no por fuerzas de la naturaleza sino tal vez por la mano del hombre.

-Este libro está conformado casi en un 60% por diálogos. ¿Te complicó en algo esto para sostener la historia?

 Me gusta mucho el cine y la posibilidad de poder crear diálogos. Incluso pensé, antes de escribir una novela, en hacer un guion. Quizás lo difícil del detalle que mencionas fue que, como mi novela sucede en un no-lugar, quise evitar que los diálogos o la forma de hablar de mis personajes transmitan la idea de una localidad determinada.

-Es cierto, en tu novela no hay lugares específicos ni tampoco momentos históricos…

Esta podría ser cualquier ciudad, nevada, no sé, quizás del hemisferio norte…

– “Todavía lo recuerdo por encima de todo, todavía recuerdo su mano áspera cuando caminábamos al colegio. Vivíamos cerca del centro. Las mañanas estaban llenas de individuos jadeantes y furiosos en estampida. No era un barrio muy peligroso pero mi padre vivía obsesionado por la idea de que un niño podría desaparecer de un momento a otro, así que agarraba mi mano fuerte todo el tiempo”.

He leído esta descripción de tu novela porque escuché que la editaron desde enero hasta junio. Es un tiempo regular, digamos, para una novela corta. ¿Dónde crees que radicó el mayor trabajo de edición con la gente de Pesopluma?

Quizás en el tema de la extensión y en la aparición de ciertas escenas no necesarias. Debíamos intentar no ser redundantes con las explicaciones. Y también sacamos escenas que no cumplían ninguna función o tal vez no eran especialmente bellas por sí mismas. Creo que esas situaciones distraían y cortaban el ritmo de la novela. Ahí me dejé llevar mucho por los editores. Y eso es algo que me cuesta poco, o sea, que me editen. Más difícil es, sin duda, que te pidan añadir algo, porque hay que sentarse e imaginar nuevamente la historia en sí.

-X, el protagonista de la novela, empieza siendo alguien casi sumiso, y en el camino va ganando mucha seguridad y presencia…

Él empieza siendo casi un autómata, un tipo que recibe órdenes y, sin saber por qué, deja su vida atrás. Lo que sucede luego es que va tomando un poco conciencia de por qué está en este lugar, de por qué tuvo este cambio de vida. La dinámica con sus nuevos compañeros también se va alterando en el sentido de que él empieza a comprender las reglas ocultas del lugar. Y una vez que X ‘agarra cancha’ se va desencantando. Porque “Ámok” también habla de la necesidad de escape en busca de algo mejor, sin embargo, ¿qué cosa es algo mejor? X se encuentra con algo que a primera vista es mil veces peor de lo que tenía. Quizás más adrenalínico pero a la vez más salvaje y moralmente condenable. En eso él encuentra inicialmente algo que lo atrae, aunque luego vendrá el desencanto.

-Se dice que la primera novela marca el destino de su autor. Si es buena, el futuro será auspicioso, pero si no gusta, el fracaso podría hacerse presente. ¿Recuerdas alguna buena primera novela de un autor que luego haya trascendido?

Una noche con Sabrina Love” de Pedro Mairal o “Lo peor de todo” de Ray Loriga fueron muy buenas primeras novelas y sus autores acabaron siendo lo que son hoy. Y un ejemplo de una mala primera novela para mí es “La línea en medio del cielo” de Francisco Ángeles, que no me gustó nada, pero luego escribió “Austin Texas 1979”, que me encantó. Así que a veces funciona lo que dices y otras no.

-Siendo tú un músico, ¿hay cierta influencia musical en “Ámok”?

No tanto. Quise un poco romper con mis influencias musicales. Habría sido muy obvio hacer un libro rockero o de algo subterráneo pero relacionado a la música. Esta novela no tiene nada que ver con el mundo cultural del que vengo. Quizás hay un par de momentos en los que se escucha música o se ve una película, no sé. Y tampoco quería que la historia esté muy vinculada a la literatura. Solo quería contar la historia de X.

-Tienes 28 años. Eres músico, te presentas habitualmente en locales y ahora tienes una novela que, además, fue finalista del Premio Clarín en su versión original. ¿Esto querías a esta edad?

Era lo que quería. Es más, lo tenía claro desde que salí de la escuela. Luis Hernán Castañeda estudió en mi colegio y recuerdo que en cuarto de secundaria me trajeron su primera novela, escrita cuando él tenía solo 22 años. Siempre crecí con esta edad en la mente, así que más bien a los 30 pensaba tener ya dos libros (risas). Me he dedicado mucho a la música y no me arrepiento porque me ha ido bien.

-La diferencia que tenemos nosotros los ‘sub 30’ es que, a diferencia de los autores mucho mayores, tenemos muy claro el circuito que debe recorrer un libro antes de venderse.  Siendo consciente de todo esto, ¿cuáles fueron las expectativas que tenías con “Ámok”?

Quería esencialmente tener un libro bonito, prolijo y de edición rigurosa. Confío plenamente en Pesopluma, en Paloma, Teo y Carlos. Toda esa parte se ha cumplido como esperaba, pero ahora espero que la gente lea mi novela y sienta que en Perú también pueden publicarse cosas así. No quiero decirte que sea el único autor que escribe cosas de este tipo, pero creo que faltan más. O sea, ¿por qué la literatura peruana tiene que pasar de un realismo súper realista a una ciencia ficción de aviones, extraterrestes y viajes intergalácticos? Hay un punto medio que es muy interesante.

-¿Hay algún autor peruano que crees ejemplifica esto que quisiste expresar con “Ámok”?

Te diré uno que no es tan peruano: Mario Bellatin. Él es una influencia, sin duda. Escribe novelas sin referencias geográficas o de tiempo. Quizás a veces son muy alegóricas, no lo sé. Una vez escuché que él no se consideraba un escritor raro, pero entiendo por qué la gente lo ve así. Quizás es más libre, o sus referentes son bien distintos a los de la mayoría de sus contemporáneos en Lima.

-¿Piensas continuar con este tipo de registro en el futuro o podríamos leerte más adelante con una novela más bien realista, ligada quizás más al mercado comercial?

Estoy empezando a perfilar una nueva novela y, si bien no deja la ciencia ficción, tiene algo más de La Ballena Azul, DOTA, y lo que están viendo los ‘chibolos’ en la actualidad. Me parece que ahí hay algo bacán y no me siento tan viejo como para poder contarlo. Aunque tampoco descarto quizás escribir novelas de ritmo algo más pausado. Quizás algo no tan guiado por la trama sino tal vez por la reflexión, algo que pueda limitar con la novela-ensayo que también me gusta bastante.

-Corrector de estilo, periodista gastronómico, músico, ahora escritor. ¿Hay en esa diversidad de intereses algo de insatisfacción oculta?

Es que algunas cosas simplemente surgen. Me subí a un escenario a los 14 o 15 años y de pronto pasó una década y seguía en eso. No fue algo que planeara. Con la literatura pasó lo contrario. Yo siempre quise escribir algo serio, nunca algo por debajo de eso. Y me costó mucho llegar a escribir con la calidad suficiente como para sentirme seguro. Si en la música uno escribe tres notas y ya puedes grabar una canción, creo que en la literatura uno tiene mucho más pudor y por eso me costó tanto tiempo llegar aquí.

Sobre la novela

-Sinopsis oficial: Ambientada en la periferia nevada de alguna ciudad perdida en el norte, Ámok narra los desencuentros de X, un joven cuyo pasado parece desdibujarse mientras su presente se torna delirante en las filas de la misteriosa secta criminal a la que se ha unido tras dejarlo todo. Marta, Perales y Óscar serán sus secuaces de fiesta y aventuras –¿o sus captores?–, y brillarán con especial estridencia en medio de la vorágine de personajes violentos, apetitos desaforados y deseos secretos que rodeará al protagonista en su búsqueda de certezas sobre su pasado y actualidad.
-Páginas: 228.
-Precio: 39 soles
-Editorial: Pesopluma

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