Santiago Posteguillo: “Es un hecho que la mujer ha sido maltratada e ignorada a lo largo de la historia»

Dos meses antes de alzarse con el Premio Planeta por su novela “Yo, Julia”, Santiago Posteguillo estaba sentado frente a mí esperando que lo entreviste. Lo acompañaban un jet lag tremendo (apenas había llegado a Lima horas antes) y una taza de té muy cargado.

Pero el cansancio del largo viaje no fue más que su sencillez. A lo largo de la casi media hora de charla nunca hubo un gesto que lo pinte como el autor que ha vendido cientos de miles de libros en varios rincones del planeta.

Su arribo fue para la última Feria Internacional del Libro de Lima, evento al que ya había asistido en el pasado pero que siempre lo deja sorprendido por el cariño de sus lectores peruanos.

El autor nacido en Valencia aceptó conversar conmigo sobre “El séptimo círculo del infierno«, pequeño libro de relatos que cierra su trilogía sobre grandes escritores, sin embargo, terminamos hablando de varios temas más.

Anécdotas con Mario Vargas Llosa, recuerdos de su editora Carmen Balcells, su percepción sobre los booktubers y el porqué persistir en la docencia pese a su éxito como escritor son algunos de los tópicos que incluye esta entrevista.

-Uno de los capítulos de su libro habla sobre “Cien años de soledad”, clásico de García Márquez (GM). ¿Qué tan cierto es que por problemas económicos el autor envió primero la mitad de la novela a la editorial?

Mi agencia literaria es la de Carmen Balcells, la misma que trabajó con García Márquez.  Así que contrasté esa versión con los trabajadores de la agencia. Luego, en México, durante la FIL de Guadalajara, coincidí con el hijo de GM y le comenté un poco sobre mi relato. Le dije que no tenía la intención de molestar a nadie al escribir sobre ese tema, y me dijo que no había problema, que de hecho su padre en más de una ocasión habló sobre esa versión. Es verdad, sin embargo, que si vamos al tema de las fuentes, estas a veces fabulan, y GM era un gran fabulador. ¿Hasta qué punto se inventó algo con respecto a la historia del origen de su novela? Pues no lo sé, pero lo que no dudo es que él pasó muchas dificultades económicas y le costó mucho publicar “Cien años de soledad” como le ha pasado a varios grandes autores con tantas grandes novelas.

-¿Llegó a trabajar directamente con la famosa editora Carmen Balcells? Hay muchos mitos alrededor de ella.

Tuve muy poca relación directa con ella, pues cuando yo entré ella estaba ya muy mayor. Lo que sí hizo fue leer mi primer libro de relatos. Y me emocionó mucho que se haya tomado el tiempo de escribirme para decirme que le gustó mucho. Es que estos son libros son muy de lector, editor, de crítico o de agente literario. En ese sentido, me sentí estimulado al ver que una persona con la historia de Carmen haya visto bien retratado el ambiente literario en lo que escribí.

-Hablamos de la misma agencia literaria del Nobel Mario Vargas Llosa, que no es poca cosa.

Si, y eso me hace recordar una anécdota que viví en la Feria del Libro de Guadalajara hace un tiempo. En la ciudad iban abrir un centro de estudios en homenaje a Carmen y me propusieron ir. Yo dije: “Mira, Guadalajara es una ciudad grande, no la conozco, me da cierto apuro, no sé”. Y me respondieron: “La universidad te pone un auto, no te preocupes”. Entonces recuerdo que bajé del Hotel Hilton y vi un automóvil impresionante, con lunas polarizadas. Era como una Hummer, y yo sentí “vaya que soy importante, miren qué auto me envía la Universidad de Guadalajara”. Entonces cuando quiero entrar el chofer me detiene y me dice “oiga, ¿a dónde va?” Le dije “Soy Santiago Posteguillo” y me respondió: “Oiga, este auto es para don Mario Vargas Llosa y acompañante”. Así que cerré la puerta y acto seguido apareció Mario con su pareja. Pasaron por delante y ni me miraron. Al rato llegó una porquería de escarabajo (Volkswagen), viejo, con la placa casi arrastrando y se detuvo a mi lado. El chofer me habló: “¿Usted es Santiago Posteguillo? ¡Este es su auto!”. ¡Son cosas que pasan!

-Pero usted, como pasa con Vargas Llosa, también tiene muchos lectores en varios países. ¿Cómo toma ese reconocimiento alcanzado fuera de España?

Más allá de la anécdota me siento muy afortunado de que me lea mucha gente en España, América Latina y otros países como Italia. Imagínate que si los italianos que saben tanto sobre la antigua Roma leen mis obras pues debe ser porque al menos escribo de forma entretenida.

Imposible ocultar el jet lag. Pero la entrevista fue bastante cordial. (Foto: Libros a mí)

-Y este libro (“El séptimo círculo del infierno”) cómo encaja dentro de su obra completa?

Para mí, con dos trilogías sobre la antigua Roma, este es el tercero de una trilogía de libros de relatos sobre historia de la literatura, que empiezo con “La noche que Frankestein leyó el Quijote” (el libro que te dije leyó Carmen Balcells), continuó con “La sangre de los libros” y que termina con “El séptimo círculo del infierno”. A mí me haría ilusión que hicieran una edición conjunta de los tres y cuyo título sea algo así como “La historia de la literatura como nunca te la habían contado”.

-Esta trilogía de libros de pequeños relatos se distingue de la otra trilogía que es más bien un conjunto de libros bastante extensos…

Es cierto. Estos libros se distinguen notablemente de los de novela histórica en el sentido de que son mucho más sucintos. Por varios motivos. Uno de ellos es que si quieres acercar la literatura y principalmente la literatura clásica al gran público creo que un volumen de mil páginas no es la mejor idea. Otra cosa es la novela histórica, en la que los lectores saben que tienen al frente un relato épico y por ende pueden darte cierto beneficio de la duda en las primeras páginas. En libros como “El séptimo círculo del infierno” recurro a mayor brevedad y a relatos cortos en la medida en que considero son más efectivos para la enseñanza y divulgación.

-Asumo que con los libros que vende en todo el mundo no necesita otro empleo. ¿Por qué continúa siendo profesor universitario?

Efectivamente, gano más dinero con las novelas que siendo profesor universitario, lo cual podría llevarnos a plantearnos lo mal pagada que es la docencia superior en el mundo en general, a excepción de Escandinavia. Sigo dando clases por varios motivos. Si bien mi vocación primordial es la literatura, la enseñanza siempre me ha gustado. Llevo 26 años dando clases y la paso muy bien. Entonces, ¿por qué dejar de hacer algo que me gusta? Efectivamente, cada vez la tengo más complicada por temas de promoción de mis libros, pero felizmente la Universidad Jaume I de Castellón se está mostrando muy comprensiva y flexible, me brinda días de permisos, lo cual me ayuda mucho. Creo que la docencia bien entendida es bidireccional. Un buen docente enseña mucho pero a la vez aprende mucho de sus estudiantes. Y es sumamente estimulante trabajar con gente inteligente de 20 años. Y finalmente, seguir tomando un tren de cercanías en las mañanas, ir a la cantina de la universidad para comer algo, ver si los estudiantes están contentos o deprimidos por la situación del país, hablar con tus compañeros, todo eso me mantiene atado a la realidad. Eso me impide entrar en una burbuja que me aleje de la gente. Eso es importante porque cuando te comienzas a transformar en un escritor popular puedes acabar yendo a eventos donde te rodea únicamente gente a la que le gusta lo que haces. Pero está bien ir por el mundo real y que un alumno te pregunte: “¿y la clase de hoy entra en el examen?”.

-El año pasado estuvo muy latente el tema Catalán [pedido de separación de España]. ¿Usted fue de los escritores que se mantuvo en su ámbito literario o sí ejerció su voz para opinar públicamente de lo que ocurría entonces?

Buena pregunta. Sí que tengo mis opiniones y sí que me he manifestado alguna vez, pero digamos que es un tema que de momento voy a dejar en manos de los políticos, con la esperanza de que los políticos españoles lo arreglen entre ellos. Y mientras ni ellos ni el presidente de España, ni el presidente de la Generalitat Catalana digan lo que piensan de mis novelas, pues yo no diré nada sobre sus políticas.

-¿Los escritores presentes en este libro, desde Julio Verne hasta Gabriel García Márquez, son los autores que leyó Santiago Posteguillo para hacerse escritor?

Son parte de los escritores que están en mi bagaje literario porque, efectivamente, los he leído y me gustan, pero también son parte de mis clases universitarias y para escribir el libro tuve que revisarlos nuevamente. En “El séptimo círculo del infierno”, a diferencia de los dos anteriores libros de la trilogía, me adentro en escritores algo menos populares y no por ello menos importantes. Pasa de forma destacada en el caso de las mujeres. Algunos periodistas me han dicho ¡cuántas mujeres hay en tu libro! Pero no, lo cierto es que hay igual número de hombres que de mujeres.

A la izquierda «El séptimo círculo del infierno» y a la derecha «Yo, Julia», novela con la que ganó el Premio Planeta de Novela 2018.

-Existe una notoria disparidad de género en cuanto a la industria editorial…

En este libro hice el esfuerzo de poner igual número de escritores que de escritoras porque es verdad que eludiendo o evitando el tema de lo políticamente correcto y ciertas historias que a mí me molestan cuando se exageran, sí es un hecho que la mujer ha sido maltratada e ignorada a lo largo de la historia. Y en la literatura pasa exactamente lo mismo. Y yo no he tenido que decir o pensar ‘voy a pasarme no sé cuantas horas para buscar escritoras que valgan la pena’. No, ellas están ahí. Lo que pasa es que no se suelen mencionar tanto. Por ejemplo, Sor Juana Inés de la Cruz es una mujer absolutamente impresionante pero es muy desconocida fuera de México, incluso en la propia España.

-En Latinoamérica caemos en el egocentrismo de pensar que como tenemos a Borges, García Márquez, Cortázar y Vargas Llosa, somos los mejores. ¿Hoy la literatura latinoamericana es un referente en países como España?

Creo que, lamentablemente, no es tan así. Hay una parte de España excesivamente altiva con respecto a su mirada sobre América Latina que precisa mayor trabajo de comunicación. A lo largo del siglo XX y XXI Latinoamérica ha estado más interesada en España que viceversa, lo cual demuestra más inteligencia de parte de la primera que de la segunda. Aunque debo decir que voy percibiendo cierto giro –sobre todo desde el ámbito académico—consciente de que las cosas no deben hacerse así. Un ejemplo puede ser la RAE que ha estado acostumbrada a ir por su cuenta, ahora busca ligarse con las demás academias de América Latina, creó el diccionario Panhispánico, y más proyectos en común con la idea de que compartimos una lengua común. Pero sí, en resumen, partimos en España de cierto retroceso que debemos mejorar.

-Encontré una entrevista suya con una booktuber mexicana de cabello morado (FA Orozco). Ambos lucían felices en un salón pequeño rodeados de libros. ¿Qué hace que un escritor famoso y que vende miles de libros acepte sentarse con un booktuber? Hoy que se cuestiona mucho sobre si estos personajes ayudan a influenciar la lectura o solo son una moda.

Creo que en eso me ayuda mucho el tema de la docencia universitaria, el tratar con gente de 20 años de manera constante. Es verdad que esa youtuber tenía el cabello morado durante la entrevista, y en otras lo tiene naranja, pero cuando investigué sobre ella resultó que se estaba licenciando en letras mexicanas y venía preparando una tesis doctoral en literatura. Entonces, es una chica joven con cierta apariencia informal pero que precisamente usa eso para conectar con mucha gente a través de YouTube. Y si te fijas en tus palabras, ella es una persona muy interesante, fue entretenido hablar con ella y aprendí mucho durante la entrevista.

-Usted parece no tener problema en aceptar una entrevista para un gran canal de televisión o en conversar con un blog de literatura…como este.

Hoy los escritores no son como los de mitad del siglo XX que podían escribir en un despacho y no hablar con nadie, no sé, quizás como Salinger. O sea, puedes hacerlo pero en general no es lo común. Incluso en los contratos con la editorial te ponen que “se espera que el autor colabore” en campañas de prensa con radio, televisión y otros medios. Y ahí están las páginas web o YouTube. El mundo ha cambiado y hay que estar con él para intentar que esos cambios no vayan en mala dirección. Entonces, las redes sociales o Internet también nos hurtan capacidad de reflexión, de pensamiento y nos avocan a un mundo intempestivo de bombardeo de falsa información. Pero cuando ese mundo hace cosas buenas, está bien estar ahí y apoyarlas. Por ende, páginas web literarias, clubes de lecturas o booktubers, merecen respaldo porque usan la web de manera positiva.

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