«Muchas opiniones sobre Chabuca Granda están basadas en una sola declaración o pregunta»

Treinta y siete años después de la muerte de Chabuca Granda no existe todavía un centro cultural que lleve su nombre. Aunque no estamos ante el primer personaje memorable que, víctima de la ingratitud de las autoridades ve dejado de lado su grandioso legado, este caso es muy particular. Las huellas de esa obra musical y artística han venido siendo protegidas y difundidas con notable esmero por Teresa Fuller, hija de la cantautora nacida en Apurímac.

Ella vio propicia la sugerencia de Alberto Rincón Effio para recopilar tal vez el lado más público de su madre: sus entrevistas a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado. Él, periodista y editor, se propuso entonces seleccionar algunas charlas que la máxima exponente de nuestra música criolla sostuvo con periodistas y presentadores de Chile, México, España, entre otros países.

A continuación, Rincón Effio responde sobre el libro “Las palabras de Chabuca”, una magnífica oportunidad para reconocer todas las aristas de un personaje tan brillante como humano.

-Eres editor y periodista, pero en este libro sobre Chabuca Granda tu labor fue más de seleccionador de piezas (entrevistas). Cuéntame sobre los orígenes del proyecto.

El puntapié inicial fue en noviembre del 2018 cuando el entonces ministro Alejandro Neyra me presentó a Teresa Fuller y yo había leído dos años atrás un libro de Luis Rodríguez Pastor titulado “La palabra de Victoria”, una recopilación de entrevistas a Victoria Santa Cruz. Y me encantó no solo el texto sino la idea que lo hizo posible. Cuando conocí a Teresa vi que tenía muchas expectativas por publicar algo con el material relativo a su madre, en vista del centenario de su nacimiento (1920 – 2020). Así que le propuse la idea, no necesariamente para mí, sino como un producto más de su catálogo. Y ella, muy franca como suele ser, me dijo “quiero que lo hagas tú”. Ahí me sentí tocado por Teresa y desde entonces me enfoqué en el libro. Empecé a investigar, revisar y buscar entrevistas memorables a Chabuca, y cuando ya tuve un grupito de ellas, Teresa me brindó parte de su archivo. Ahí tuve casi medio libro. Luego fui contactándome con periodistas en el extranjero que me ayudaron y mostraron archivos que, lamentablemente, tuve que dejar de ver a causa de la pandemia. Por ejemplo, no podrás encontrar en este libro entrevistas en Argentina o en Centroamérica. Pero sí encontrarás notas de Chile, México, Venezuela y España.

-Es decir, si tuviéramos que hablar de un porcentaje de las entrevistas realizadas a Chabuca Granda que están en este libro, ¿de cuánto estaríamos hablando?

Muy poco. Teresa espera que esto termine siendo una especie de primer tomo de las mejores entrevistas a su madre. Creo que las entrevistas que dio Chabuca Granda desde los 40s hasta el 83 deberían superar fácilmente las cien, pero seguramente estarán repartidas en periódicos o revistas que ya cerraron. Y quiero creer que mi tarea es reunirlas en algún momento, y cuando se abran las fronteras y las bibliotecas, tengo fijado hacerlo en un futuro, y concretar un tomo dos.

-Algo que llama la atención de las entrevistas seleccionadas es que los periodistas extranjeros que las realizan conocen muy profundamente a Chabuca Granda y a su obra en general.

Es verdad, te das rápidamente cuenta a qué nivel del periodismo extranjero se conocía a Chabuca Granda. No creo estar equivocado al decirte que, al menos a partir de los setenta, sabían más de ella afuera que adentro del Perú. En segundo lugar, te das cuenta del grado de importancia de Chabuca para el extranjero cuando revisas la entrevista de Joaquín Soler Serrano. Él fue un entrevistador muy famoso, que condujo el programa “A fondo”, por el que pasaron Salvador Dalí, Vargas Llosa, Juan Rulfo, o sea, personajes consagrados, y en el año 1977, cuando Soler podía entrevistar a cualquier grande, escogió a Chabuca Granda.

-Hay una frase que dice que un artista no es solo sus canciones, sino también sus declaraciones. ¿Cómo aplicar esto con Chabuca Granda?

Estoy de acuerdo. Un artista no es solo su obra, sus pinturas o sus libros, sino además lo que opina, piensa y proyecta cuando dice y también cuando se contradice. Chabuca era un personaje que disparaba por todos lados, que ponía sus temas. En su época el artista era también un comunicador social y tenía un deber con la sociedad de opinar y decir. Incluso el epígrafe de mi libro dice “Where words fail, music speaks” (Hans Christian Andersen), o sea, ella fallaba con las palabras quizás, pero la música le enmendaba la plana. Eso es algo muy interesante en los artistas. Cuando erran es su arte la que permite re direccionar todo y enderezar ciertas cosas que tal vez en su vida no les hace mucho favor.

-Teniendo como base estas entrevistas, ¿cómo podrías definir a Chabuca Granda en el ámbito personal?

Me parece que su divorcio temprano le muestra que nada la puede sujetar a nada. Hasta cierto punto, creo que (ella) no se sentía ni siquiera de un país, menos de un hombre o de un estilo musical. Entonces, el que lee las entrevistas seleccionadas en este libro puede apreciar que – conforme van pasando los años—Chabuca va liberándose, incluso llegando a no estar atada a lo que dijo antes. Así que la defino como una mujer sin ataduras, como artista, como persona, como amiga, como política incluso, o como dirigente.

– ¿Revisar tantas entrevistas a Chabuca te ayudó a desterrar por completo algunos mitos que circularon por años sobre ella?

De hecho. Yo no era un especialista ni me considero hoy un especialista en Chabuca Granda. Al revisar las entrevistas que le realizaron tuve también esa sensación de descubrimiento, de un primer encuentro con una mujer nueva. Así que lo que opinan muchos de que era ‘pinochetista’, ‘velasquista’, o de derecha, es parte de aquello para lo que sirve un artista, es decir, para que los demás opinen. Lamentablemente, muchas opiniones están basadas en una sola declaración o en una sola pregunta, así que son opiniones cojas, que no sirven para un análisis sesudo de nada. Así que creo que mi libro no quiere derrumbar un mito, no es ese el propósito, pero sí quiere darle un lenguaje a una persona que lo hizo, que habló. No he querido tampoco analizar ni interpretar sus declaraciones. Solo quise dejarla hablar. Y creo que ese permiso para que ella vuelva a decir ‘yo pensaba esto’ es necesario, porque ya basta de ser nosotros los que ponemos las palabras en Chabuca Granda, cuando ella dio las suficientes entrevistas y declaraciones durante su vida para responder por sí misma incluso 37 años después de muerta.

-Si hablamos de las sucesoras de Chabuca (Lucía de la Cruz, Lucila Campos, Eva Ayllón o Cecilia Bracamonte, entre otras) tal vez nos queda más nítida la sensación de imperfección propia de un artista. ¿Erramos al idealizar una gran figura, dejando de lado así sus lados grises u oscuros?

Por supuesto. Los artistas no son perfectos y si lo pretenden se nota, y terminan ridiculizados. La música criolla y el arte en el Perú son formas de la dificultad. Susana Baca, Cecilia Barraza, Eva Ayllón y algunas más que aprendieron de Chabuca entendieron que el artista era un todo. Porque Chabuca lo fue. No se trató de un personaje amigable, bueno o malo, fue un personaje total, capaz de evolucionar, y que cuando logra esto último no clausura la etapa anterior, sino que la integra, así esta sea dolorosa, difícil o muy pública. Creo que los artistas posteriores aprendieron de Chabuca que tenían que liberarse totalmente y salir adelante por su propia arte.

-Más allá del trabajo importante de Teresa Fuller para salvaguardar el legado de su madre, ¿debería preocuparnos que no se hagan esfuerzos mayores desde otros ámbitos en dicho sentido?

Eso debió ser un motivo de preocupación hace mucho tiempo. Teresa tiene una familia, obviamente. Macarena Becerra (su bisnieta) me parece que es la sucesora en ese cuidado del legado de Chabuca Granda, sin embargo, el archivo y el tratamiento que debemos darle a todo lo que Chabuca nos dejó como instrumentos para el análisis ya no debe depender de una familia sino de una institución. Eso es algo muy necesario y obvio en otros países. Te hablo de la creación de centros culturales, institutos culturales a cargo de la nación y financiados por el Estado. Chabuca Granda nació en el año veinte y nosotros no hemos podido darle ni siquiera un espacio a las cosas que nos dejó. Mira, el Centro Cultural en su nombre es una idea que se cae de madura. Ella falleció en 1983. Vamos 37 años en los que todo su legado depende de su hija a quién nosotros le hemos cargado nuestra negligencia. Teresa ama a su mamá, pero Chabuca ya es la patria, está más allá de lo que nosotros queramos o no, de la política y de las mezquindades. Entonces, este espacio que merece Chabuca y sus cosas debe entrar en estado de emergencia, y deberíamos hacerlo hoy y no esperar a que ocurra una desgracia. Me parece algo sumamente urgente y creo que el Estado debe tomar cartas en el asunto. Como bien ha dicho César Hildebrandt en uno de sus editoriales, “nos hace falta la flor de la memoria”. Así que convoco y exhorto al ministro de Cultura a tomar cartas en el asunto y se haga cargo de esto.

-Llevaste una maestría en Periodismo Literario en España. ¿Cuánto crees que te ayudó ese grado para tus funciones como editor hoy? ¿Hubieras podido trabajar en esto sin ese posgrado?

Creo que no. Haber estudiado periodismo no me enseñó a ser periodista, porque yo ya lo era, pero sí me hizo descubrir otros tipos de periodismo. Nadie te va a enseñar a escribir ni a leer, pero sí a contrastar, a criticar y analizar. Allá estudié nuevos autores, lenguajes, y aprendí a ser más crítico de lo que ya era. Aprendí a leer con un lápiz al lado. Pude, además, conocer (físicamente) a autores que había leído. Y Barcelona, como cuna de muchos libros importantes, me motivó no solo a convertirme en editor sino también a reconocerme en ciertos tipos de escritura. Y ahí viene mi investigación ya personal y mi trabajo como autor también.

*Foto: Sandra Seminario

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