Paulina Flores: “Hoy la riqueza no está en lo global, sino en lo distinto”

Un nombre a prestarle atención dentro la narrativa latinoamericana es, sin duda, el de la chilena Paulina Flores. La autora nacida en 1988 sabe lo que es ganar premios merced a su primer libro, un conjunto de cuentos titulado “Qué vergüenza”. Ahora salta de Zoom en Zoom para conversar con medios de todo el mundo sobre “Isla decepción”, su primera novela publicada por Seix Barral.

Hoy, sin embargo, esta escritora santiaguina luce una medalla especial que nos parece muy parece justa: está incluida en la lista de la Revista Granta con los mejores narradores en español menores de 35 años. En dicho cuadro, donde también aparece por Chile Diego Zúñiga, supieron estar alguna vez nombres que hoy gozan de amplio reconocimiento internacional, como Samanta Schweblin, Santiago Roncagliolo, Pola Oloixarac, Antonio Ortuño, Elvira Navarro, entre otros.

A continuación, Paulina Flores responde algunas interrogantes sobre “Isla decepción”, una novela cuyo argumento más o menos va de la siguiente manera:

Un día cualquiera, Miguel encuentra flotando en el mar a un desconocido personaje. Lejos de cualquier sugerencia o indicación racional, decide recogerlo y llevarlo a su casa. Ahí descubre a Lee, un inmigrante coreano sin aspiraciones que, aunque es incapaz de entenderle y responderle en español, logrará desatar en él los más nobles sentimientos humanos. Esto coincidirá con la visita de Marcela (Tita), la hija de Miguel, quien –ya bajo el mismo techo que los dos primeros—irá develando emociones, miedos y reproches. A la par, la novela nos irá descubriendo cómo fue la travesía de Lee antes de quedar ‘varado’ en aguas chilenas.

-Has dado ya decenas de entrevistas por “Isla decepción”. ¿Cómo manejas este trajín de la prensa que, ciertamente debe resultar agotador, pero finalmente es necesario para dar a conocer las obras de ustedes los autores?

Tal como dices, lo veo como parte del trabajo. A mí lo que más me gusta es estar escribiendo en el computador, algo aislada quizás, concentrada, seguir mi rutina y disponer de mis tiempos para poder escribir. Eso lo hice con “Isla decepción” durante un buen tiempo y ahora toca esta otra parte, la de promoción, que a veces me gusta, sobre todo cuando me siento muy inteligente, pero no siempre estoy así [risas]. Pero sé que es ‘parte de’, así que no lo tomo mal y, es más, agradezco que mi libro se difunda y también la gestión que hace la editorial.

-Te gusta más la música que la literatura. ¿Es correcto?

La música es algo que siempre me ha acompañado. No tengo una idea mía sin ella. Soy melómana, pero eso es un poco ‘engañador’, porque a mí me gustan mucho las letras de las canciones, que también en cierto modo son literatura. Pienso que las canciones pop, rock, o ahora el trap –donde las letras son tan importantes– son geniales para mí porque mezclan ambas cosas: la música, que me gusta mucho y es algo más bien corporal o sensitivo y, por otro lado, están las letras, que tienen algo de poesía. Suelo quedarme horas leyendo letras, haciendo mis propias traducciones y comparando melodías.

-Entonces podemos asumir que los artistas y poetas que mencionas a lo largo de “Isla decepción” son parte del soundtrack personal de Paulina Flores…

Claro. Al final de mi novela incluyo (en un código QR) el playlist que me acompañó mientras escribía la novela. Fueron canciones que me inspiraron o que yo nombraba según la situación. Además, los epígrafes del libro son sacados de canciones. Hay uno de Tyler, The Creator, otro de Nicole y uno de Desmond Dekker. Desde el principio “Isla decepción” se plantea como una novela muy musical, y para mí es natural porque yo hago muchas cosas mientras escribo o leo, y una de esas es escuchar música, sin duda.

-Si hay algo en tu novela son personajes muy particulares. Lee, Miguel, la Tita, el Chamán o Yoshua. ¿Son todos creados para esta historia o tienen orígenes, tal vez, en algunos de tus cuentos previos?

Son personajes hechos para “Isla decepción”. Yo diría que se inspiran quizás en amigos o situaciones que he vivido con mis amigos. Escribí la novela durante tanto tiempo –cuatro o cinco años—que (estos) se terminaron convirtiendo en personajes de ‘carne y hueso’ a los que les puedo hablar como si existieran realmente.

-Has dicho que, si bien existe una lista de Granta con los mejores narradores en español menores de 35 años, también hay una ‘contra-lista’. ¿Podrías mencionarme un par de nombres de compatriotas tuyos que quisieras destacar?

A mí me gusta mucho Daniela Catrileo. Ella es una poeta mapuche y tiene un libro de relatos muy bueno que se llama “Piñen”. También me gustan Constanza Gutiérrez, Arelis Uribe, Romina Reyes. Creo que hay bastantes autoras en el panorama literario chileno.

-Para aquellos que solo te conocemos por “Isla decepción” pues aún no hemos podido leer tu libro de cuentos “Qué vergüenza”, ¿cuál podrías decir que es la diferencia entre pensar y plantear un cuento versus una novela?

Cuando empecé “Isla decepción” no tenía muy clara la idea de lo que es escribir una novela. Pensaba que era solo un cuento más largo, pero nada que ver. No obstante, (este) resultado final es ‘mi forma de novela’, y no sé si pueda verse como algo ‘estándar’. Pasa que mi novela no es muy normal, sino más bien algo rara. Mira, cuando yo escribía cuentos a la vez estudiaba literatura y trabajaba. Entonces, trabajar con cuentos me permitió aprender a ‘escribir’ narrativa en términos generales. Algo así como ‘quiero trabajar la primera persona, la tercera, el indirecto libre, una voz femenina, una masculina’. O sea, aprendí a escribir con los cuentos de “Qué vergüenza”. Y me pasaba que cuando terminaba un relato se lo enviaba a un amigo, lo mandaba a un concurso, y había un feedback casi inmediato. Pero con una novela no se puede. ¡No le puedes pedir a un amigo que se lea tu novela! Y, por otro lado, ¡parecía que nunca terminaba de escribirla! Entonces me sentía algo sola. Sin embargo, disfruté mucho escribiéndola, y también fue un aprendizaje absoluto. Había partes que yo no sabía cómo iban a ser y de pronto iban surgiendo como en una ‘Ouija’. Lo que sí puedo decirte es que el desgaste emocional es mucho más grande aquí, porque estás como en vilo por mucho tiempo. Y hay que aguantar esa presión. No obstante, aunque ahora me estoy quejando, lo cierto es que me siento muy feliz con el resultado.

La portada de la primera novela de Paulina Flores.

-En entrevistas previas mencionaste que esta novela tenía mucho de K-pop, pero la verdad es que tras leerla completa no encontré tanto eso. Lo que sí hallé fueron varios personajes solitarios, dramas, y muchas ganas de expresar sentimientos. ¿Es también “Isla decepción” en parte un drama humano?

Quería que esta sea una novela de aventuras, que hubiera hartos viajes, mucho paisaje, personajes medio a la deriva o prófugos. Pero esta no es una novela de aventuras tradicional, porque no pasan tantas cosas. Yo muestro a mis personajes tomando desayuno o cenando. Hay mucho paisaje, sí, y quizás la parte del barco es distinta. Pero también hablo de las condiciones laborales casi esclavistas, así que hay un componente social, vinculado a la crueldad en los trabajos propia del capitalismo y el neoliberalismo, pero también se habla mucho de amor, de las relaciones de pareja. Por otro lado, está el vínculo entre padre e hija, o la comunicación y el lenguaje. Ya en el final, en la parte del barco, intenté presentar un gesto algo más poético. Todas estas cosas las fui estudiando porque, como realmente me interesaban, quería contarlas bien y no herir susceptibilidades. Pero también “Isla decepción” es una historia para entretenerse, porque yo me dedico al entretenimiento, a la fantasía, y esto finalmente es ficción.  Pero, tal cual dices, es una novela muy de personajes. Tengo amigos que me dicen que ‘Lee tal cosa’ o ‘Marcela otra cosa’. Los sienten muy cercanos, y eso me pone contenta porque todos fueron parte de una búsqueda que, todo indica, se ha entendido.

-El personaje de Tita tiene momentos muy entrañables, y pensé que me sentiría identificado plenamente con ella, pero también está su padre, Miguel. Él es un papá que por ratos parece no haber tirado la toalla con respecto al vínculo con Tita, porque en el fondo se siente tan solo como ella. Tanto así que termina acercándose a Lee, un completo desconocido. Cuéntame de este protagonista.

Miguel está buscando el aislamiento en cierta forma, tal vez porque tiene algo de miedo de sí mismo. Igual creo que él y su hija se parecen mucho, son como que impulsivos, algo arrogantes y se creen no sé qué, pero a la vez son tiernos. Miguel es algo ‘chapado a la antigua’, y ella es de esas personas que, si ve alguien tirado en la calle, seguramente se acerca a ver si sigue respirando. A veces viviendo en la ciudad a uno se le olvida preocuparse por el otro, porque ves tanta gente pidiendo dinero, o tirada en el suelo, que se te pasa. Hoy resultaría extraño acercarse a alguien tirado en la calle a preguntarle cómo se siente o si necesita algo. Miguel es, ciertamente, algo conservador, tosco o casi bruto, pero también muy bueno en el otro sentido, de preocuparse por los demás, de forma muy natural y desinteresadamente.

-Estás estudiando en España, y has elegido Barcelona, una ciudad que desde fuera se ve algo más bohemia, no sé, de libertades, a diferencia tal vez de Madrid, con su orden y cierto halo de conservadurismo. ¿Coincides con esta idea?

Estoy desde enero aquí. Quería sobre todo estar en la burbuja de ser estudiante universitaria. Quería esa experiencia porque salí de estudiar la licenciatura y nunca lo hice. Al terminar esa etapa quedé algo triste por la experiencia de la academia, y luego solo trabajé como profesora y otras cosas. Pero sí, Barcelona es increíble, muy bohemia, casi como un parque de diversiones para adultos. Está el mar, y además es (una ciudad) súper literaria. La gente que uno conoce aquí viene de todos lados, y es muy rara. Eso me inspira mucho.

-Te vi hablando sobre “Isla decepción” en la Casa de América. Hace poquito se celebró, con polémica, el Día de la Hispanidad en España. ¿Ha cambiado tu forma de ver la Conquista y todo lo que conllevó, ahora que llevas un tiempo viviendo en la España actual?

Leí un post de Gabriela Wiener, ocultando la estatua de Colón con su libro. Y concuerdo totalmente. Me parece que hay que criticar. Acá hubo actos críticos a esta idea colonialista de ‘descubrir al otro’. Para mí lo que hubo fue, al menos en Chile, genocidio. Fue algo muy doloroso, y yo creo que muchos de los problemas que tenemos como países latinoamericanos vienen del colonialismo. Es así, aunque claro, con las dictaduras y los propios procesos políticos han tenido diversas magnitudes. Pero el tema viene de ahí. Sin embargo, yo aquí hice muy buenos amigos. Y uno entiende que los ‘colonizadores’ no viven aquí hoy. A pesar de que tal vez hay un tipo de resistencia, conservadurismo o racismo en algunas personas. Mira, yo pensaba que tendría problemas con eso, porque soy algo resentida. Creía que iba a mirar a los españoles o a los europeos en general como ‘los odio’, ‘todo ha sido fácil para ustedes’, pero no, para nada fue así. Quiero mucho a mis amigos de acá.

-Dijiste que para escribir “Isla decepción” leíste rápidamente varias novelas contemporáneas para ‘nutrirte’ con el género. ¿Hubo alguna novela que te hizo pensar ‘me hubiera encantado escribirla’?

Me explotó el cerebro cuando leí “La vegetariana” de Han Kang. Me encantó. Es una novela heavy metal, así que no sé si me hubiera gustado escribirla, pero jamás imaginé leer algo así en mi vida. Me pareció genial.

-Tocas en tu novela, por ejemplo, el conflicto Mapuche. La historia, además, transcurre entre Punta Arenas y el medio del mar. ¿cómo crees que “Isla decepción” puede tornarse global y capturar la atención en lectores peruanos, colombianos o estadounidenses?

Yo creo que ahora la idea del arte en general no es que sea global sino diversa. En el fondo no anular registros, voces o temas para que sean universales o globales, como pasaba antes, sino que ahora lo bacán es que cada país puede desarrollar su propio lenguaje y todos podemos leernos a la vez. No sé, cuando yo escucho reggaetón o trap argentino, colombiano, tal vez no entiendo todas las palabras, pero igual me gusta. Y te pones a averiguar. Yo creo que hoy la riqueza no está en lo global sino en lo distinto, en lo detallado, en las diferencias. Finalmente, todos los países de la región somos muy distintos, pero lo genial es aprender a reconocernos, o a saber cuáles son los conflictos indígenas que existen en cada país. No hay país latinoamericano que no arrastre problemas con los pueblos originarios, y conocerlo nos da riqueza y valor.

La escritora chilena Paulina Flores.

*(La foto principal es de Ángela Precht.

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