Como si fuera un «Conoce la Constitución para Dummies», el primer libro de la abogada Costanza Borea Rieckhof llega a librerías para aclararnos algunas dudas sobre la vigente Carta Magna, tan cuestionada por algunos y defendida por otros en los últimos meses.
En «Informados. Lo que debemos saber sobre la Constitución» (Primera persona, 2022), esta joven autora, egresada en Derecho Constitucional de la PUCP y magíster por la Universidad de Harvard, pretende ayudar a que el público en general tenga una mínima base de conocimiento sobre los principales artículos del documento promulgado en 1993.
El polémico capítulo económico, los poderes del Estado, la vacancia y la incapacidad moral, son solo algunos de los temas que toca Borea Rieckhof, en este volumen, que además viene acompañado por llamativas ilustraciones de Amadeo Gonzales.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
Yo soy abogada constitucionalista y he tenido la suerte que me ha tocado muchas veces ver temas que han estado ‘en boga’, así que me pasa muy a menudo que amigos y conocidos me preguntan: ¿cómo funciona esto? ¿cómo funciona lo otro? Además, lo que hemos vivido recientemente en el país, como la vacancia, la cuestión de confianza o la disolución del Congreso. Y así iban surgiendo más interrogantes. Gente que ve las noticias, pero desconoce a profundidad de qué tratan. Entonces me pareció genial que todos supiéramos al menos una base sobre cómo funcionan las cosas. Pienso que no podemos quejarnos, protestar o pedir soluciones sin esa mínima base. Así surge el libro, con la intención de (motivar a) quejarnos y buscar soluciones que se ajusten a nosotros, pero para eso todos debemos estar muy informados.
Entonces, coincides con la idea de que la política está muy en el día a día de los peruanos, aunque desconocemos muchos de los términos que implica…
Y si no está en el día a día de algunos, pues debería estarlo. Uno puede sentirse más cerca o más lejos, dependiendo cuánto revises noticias, leas periódicos o estés al tanto, pero eso no significa que estés lejos de ella, porque al momento que uno vive dentro de este país, estás de todas maneras dentro del pueblo. Por eso en la contratapa del libro hay una comparación con los juegos de mesa, porque así estés atento a las noticias o no, finalmente también estás jugando. Así que debes saber cómo funciona el país para poder tú mismo desarrollarte de la mejor manera.
¿Cuál es la opinión sobre la Constitución de 1993?
El libro no tiene postura sobre nada, y creo que esa es parte de la belleza del mismo. Lo puedes leer, (están) todos los lados de la discusión (derecha, izquierda o centro) o de los intereses políticos. Esto es precisamente una base y, por lo mismo, yo tampoco me quiero colocar en alguna posición, porque pienso que lo importante es que cada uno de los ciudadanos formen la suya propia. Lo que sí se explica en el libro son los cuestionamientos que recaen sobre la Constitución actual. Se cuenta que teníamos una Constitución democrática en 1979, que en algún momento se eligió a Alberto Fujimori de presidente, y lo que se inició como un gobierno democrático, pues termina siendo dictatorial porque hubo un golpe. Y con esto luego se hizo una nueva Carta Magna, que un poquito fue hecha también ‘a medida’. Es por esto que no se debería tener constituciones promovidas por gobiernos, sino por nosotros.
En todo caso, esa Constitución de 1993 ha tenido ya varias modificaciones, incluso se le quitó la firma de Alberto Fujimori, pero todavía quedan un montón de cuestionamientos, fundamentalmente sobre su legitimidad. Luego también se discuten algunas cositas, como el régimen económico, la bicameralidad, ciertas cosas puntuales que siempre escuchamos en los medios. Si regresar o no a lo anterior ya depende de cada uno.
¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre la Constitución de 1993 y la de 1979?
Tienen varios artículos parecidos, pero creo que lo que más se discute ahora mismo es el tema de la bicameralidad. El Congreso actualmente tiene un solo grupo o cámara. En cambio, en la anterior había dos, elegidos de forma distintas. El grupo con más personas se elegía de manera representativa, por ejemplo, por circunscripciones electorales; y el otro –que era más chiquito—por distrito único. O sea, todo el Perú elegía a quienes querían que los representen. Mira, en algunos países estos grupos pueden tener competencias distintas. En el Perú muchas cosas se asimilaban, pero eso implicaba en términos generales mayor reflexión. Por eso es que cuando hoy algunos se quejan y dicen ‘¡por qué estas leyes!’, otro le responde: tendría que haber bicameralidad para que haya mayor reflexión.
El otro punto es el régimen económico, algo que todos están pensando últimamente, pero que también se trata de explicar de manera muy simplista. Algunos dicen ‘cambiamos la Constitución y todo nos va a ir bien’. No es tan así. Ese es uno de los temas que también tenemos que informar, saber cómo funciona, por qué es así, y luego ya vemos qué se puede cambiar.
En tu libro hablas de la vacancia al Presidente de la República. Y se menciona el tema de la “incapacidad moral” como algo difuso. Hace poco el Tribunal Constitucional sentó precedente sobre esto. ¿Qué es lo que han decidido concretamente? ¿Por qué se puede vacar a un presidente?
Este libro está súper actualizado. Una de las cosas que se le critica al Tribunal Constitucional es que no estableció cómo tenía que ser la vacancia. No hizo el análisis que debía. Y es que estábamos en un momento en el que se hablaba de vacancia por aquí y vacancia por allá. Los constitucionalistas, la gente que estudió esto, decía ‘cuando se usa este término se refiere a la incapacidad mental, no a un tema moral’. Entonces se empezó a hacer un estudio, se veía cómo se utilizaba, y tenía lógica, porque precisamente cuando uno estudia la Constitución no ve sus artículos de manera aislada, sino que se deben estudiar de forma unitaria. Así pues, cuando estudias la institución de la presidencia de la república te das cuenta que está bastante protegida. Primero, porque lo elige el pueblo. Segundo, porque tiene una inmunidad distinta. No se le puede siquiera acusar por la mayoría de delitos, solo por los democráticos. Y en el mismo sentido, las causales de vacancia son temas súper objetivos: renuncias, una incapacidad física permanente que no le permita estar en el cargo; y, entonces, pensar que esta ‘incapacidad moral permanente’ saque a un presidente elegido por el pueblo por una razón tan aleatoria, tan cambiante, tan propia como es la moral, entonces no tenía lógica. Eso se discutía y el TC, lo que le correspondía como órgano especializado y de interpretación de la Constitución, era decir ‘esto se interpreta así’, pero quedó un poco abierto el tema, y por eso seguimos discutiendo hasta hoy si es que se va a vacar al presidente actual, etc.
Hay países como México que no cambian su Constitución hace muchos años, y no es que estén mucho mejor que el Perú, pero tampoco están peor. ¿Cambiamos la Carta Magna, cambiamos su capítulo económico o seguimos con modificaciones de artículos como se hace actualmente?
Si vamos al capítulo sobre cómo modificar la Constitución, veremos que una de las cosas claves para esto es la reflexión. En una entrevista sería irresponsable decir ‘se tiene que cambiar todo el capítulo’. Mira, lo que se debe de hacer es reflexionar como país. La Constitución es importante porque es el documento que reúne todas las reglas que nosotros hemos definido para vivir. La manera en cómo queremos vivir como país, la que define los poderes que le vamos a dar a los órganos del Estado, cuáles van a ser sus límites y cuáles nuestros derechos. Entonces implica una reflexión fuerte. Y lo primero que tendríamos que hacer es analizar: estas son las reglas del régimen económico, cuáles son los problemas que presenta, ¿se puede superar con las reglas o es algo que está causando el mercado? Podríamos incluir tal facultad de supervisión del Estado. Hay varias cosas con las que se puede trabajar. No es una decisión rápida, y no debería serlo, precisamente por su naturaleza.
Tendría que darse el llamado ‘momento constituyente’, que es algo que tiene varios pasos a través del tiempo…
Yo creo que sí. El cambio de Constitución se viene discutiendo hace años. Los anteriores presidentes lo han mencionado en algún momento. Por una razón u otra, legitimidad, régimen económico, etc. El problema es cuándo. Me parece a mí que en este momento hay intereses partidarios detrás. Y la Constitución es de nosotros, de los ciudadanos, de los peruanos, del pueblo. Si nosotros le vamos a decir ‘el presidente solo puede hacer A, B, C’ y sus límites son tal, tal y tal, ¿cómo le voy a dejar al presidente que sea quien promueva la nueva Constitución? Los grupos políticos no pueden poner sus propios límites. Se trata de una discusión nuestra, y tenemos que asegurarnos que estemos en un momento de consenso, porque, además (esta) nos va a regular a todos, no importa del lado en el que estemos. Todos vamos a estar sujetos a lo que diga la Carta Magna.
¿Cuál es el camino que un ciudadano debe seguir para cambiar un capítulo de la Constitución vigente? ¿Qué tan posible es?
Es una linda pregunta, porque una de las cosas que inspiró este libro es empoderar a las personas a quejarse y crear soluciones. Hay una ilustración incluso que muestra en un juego de sube y baja al Perú (mapa) y del otro lado el presidente. Y si el Perú se baja, cae el gobernante. Mira, ese artículo habla sobre cuál es el poder que mantiene el pueblo. Porque cuando hablamos de democracia, hablamos del poder del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Y digo pueblo en general, no de la forma en que ese término se usa hoy. Y otra de las cosas que habla el texto es la facultad que tenemos para poner nuestras propias reglas, porque a veces uno mismo como ciudadano está pensando: esto puede cambiar. Nosotros tenemos esta facultad, este derecho de proponer proyectos de ley. Y justo acá les comentaba que la ley que establece las reglas para lograr la efectividad de los derechos y la inclusión plena de las personas con discapacidad en igualdad de condiciones se dio a partir de una iniciativa legislativa de la población. Fueron las mismas personas quienes reunieron 80 mil firmas. Entonces, estamos ante algo que podemos hacer cada vez que consideramos que necesitamos un cambio. No es algo que simplemente se deja a los gobernantes. Y en el mismo sentido, las personas también pueden proponer una modificación de la Constitución. Obviamente se requiere un mínimo, que ahorita es el 0.3% de la población electoral, porque obviamente no puede ser una sola persona, porque o sino todos los días estaríamos discutiendo la reforma de la Carta Magna. Así que desde ahí se requiere cierto consenso y apoyo. Creo que nosotros mismos tenemos la fuerza de identificar problemas y decir ‘creo que esto tiene que ser así’. Quizás no salga exacto, pero lo que hará eso es promover un debate, en el cual podría reforzarse la idea. Y tenemos así la posibilidad de iniciar un cambio.
Otro término como ‘momento constituyente’ es crisis política, muy mencionado en los últimos años. Hay un detalle, teniendo en cuenta lo que mencionas de los poderes del estado, y lo relacionado al equilibrio de poderes. Cuando el presidente gana, no siempre termina con mayoría congresal. Y si la mayoría es opositora, puede bloquearle sus iniciativas o aprobar las propias “por insistencia”. ¿Este candado lo ves negativo?
Eso me parece algo que tendría que estudiarse un poco más, porque como explicaba, los tipos de gobierno son distintos según cada país. En algunos eso no puede pasar, pero en el nuestro sí. ¿Por qué? Porque se ha previsto que el Congreso debe ser representativo, y sale quien salga. Esto puede causar problemas, como bien dices en tu pregunta. Ambos poderes empiezan a obstaculizarse y al final ninguno hace bien su trabajo. También se ha hablado de que parte de lo que puede estar originando esto es la valla electoral. Eso se discutió para las elecciones del 2017, que genera una distorsión, porque uno elige a tales partidos, y como estos no pasan la valla, dichos cupos se les asignan a otros, que son representantes por los que la gente no votó. Las soluciones, como verás, no son tan simples. Hay muchos intereses en juego y hay que ver posibles salidas y analizar cada una de sus consecuencias.
Eres abogada, tienes estudios afuera, y aquí en Perú se cuestionó mucho en los últimos meses la capacidad de muchos funcionarios públicos. La Constitución no pone muchas trabas para puestos. Para ser Presidente debes ser mayor de 35 años, pero para muchos otros cargos, no. Del otro lado, algunos dicen que todos deben tener el derecho de postular y acceder a puestos. ¿Hasta dónde se puede, en el papel, garantizar un mejor servicio al ciudadano a través de personas mínimamente preparadas?
Mira el tema que tras a colación. ¿Quién dice qué? Porque al final quienes elegimos somos todos, y mira a quiénes elegimos. ¿Te parece que la mayoría está buscando poner candados ahí?
Pero las quejas están a la orden del día…
Algunos se quejan, pero al final la mayoría es quien ha elegido a los gobernantes que tenemos. Por otro lado, sí se podría poner más candados, pero también habría que analizar cuáles y a quiénes. Por ejemplo, los miembros de la Corte Suprema, del Tribunal Constitucional tienen algunos candados específicos porque su función está muy vinculada a un conocimiento del derecho, y pues deben tener ciertos años de experiencia, cierta edad, etc. Para los congresistas no se establecen este tipo de requisitos porque una de sus funciones es representarnos a todos. Como todos no podemos votar, decidir o hacer leyes cada vez que tenemos un problema, lo hace un congresista. Y no todos tenemos el grado PhD. Entonces ¿si pones determinada valla, el elegido será representativo o no? Muchos dicen ‘es importante que los funcionarios tengan tales calificaciones, pero es algo muy importante. Primero, porque va a ayudar a que las personas identifiquen cuáles son los problemas del país. Imagínate que tenemos a solo cinco PhD que viven en Lima. ¿Cómo el Congreso va a poder regular ciertas cosas que ocurren dentro del país? Por eso es que se tienen que elegir, por ejemplo, por departamento, por circunscripción, que están abiertos a quien la gente siente que los representa. Lo que se podría hacer, y una de las razones por las cuales muchos se inclinan por la bicameralidad, es hacer una segunda cámara que pueda tener mayores requisitos, como edad o grados académicos. Pero siempre hay que tener en cuenta ambas cosas, porque no solamente se trata de pedir buenas calificaciones, sino que hay que ver porqué las cosas son como son, y cómo van a balancearse. Obviamente todo el mundo quiere mejores gobernantes, funcionarios y todo, pero hay que ver conseguirlo, y que no por estas ganas de mejorar, nos terminemos distanciando de la realidad y de la finalidad que tienen cada una de las instituciones. También se pueden poner requisitos en los funcionarios públicos, en los asesores, no sé. Es todo un balance y hay que verlo de manera conjunta.
Entonces, para ti con el Congreso es mucho más difícil poner candados porque es una representación muy directa…
Sí, o sea, habría que ver cuáles. Por ejemplo, se ha establecido que ya no accedan personas con condenas. Y uno dice ¡Gracias! Pero hay otros que sí hay que verlos teniendo en cuenta también su función de representación.
Finalmente, sobre tu lado personal. Entiendo que la sangre llama, pero ¿qué te llevó a estudiar Derecho? ¿Sigues con el mismo ímpetu de tu primer día o esto ha ido cambiando un poco?
Como tú lo dices, mi padre es abogado, ha sido político hace muchos años, y muchas de las conversaciones en casa estaban relacionadas a todo esto, y en realidad a cómo ser un mejor país. He tenido la suerte de crecer al lado de alguien que quiere mucho al país sin importar qué. Cuando mucha gente se quiere rendir, mi papá sigue ahí. Entonces las charlas de la casa siempre estaban relacionadas a eso. Además, también está la vocación de justicia. Yo me especializo en derecho procesal constitucional, que es la defensa de derechos humanos, y tengo esta vocación de hacer justicia de tratar de hacer algo para la vigencia de los derechos fundamentales. Ahora, ¿ha cambiado esto con los años? Bueno, es difícil ser abogada litigante en mi país. Sí he sentido un choque, claro. Finalmente es la vocación, porque es difícil cuando uno está súper comprometido, y estudias y te dedicas, pero al final la decisión no está en tus manos, y uno tiene que estar viendo decisiones injustas y luego buscar soluciones fuera del país. Es algo duro, pero alguien lo tiene que hacer. Y mi libro se relaciona con esto: mucha gente ve vulnerados sus derechos porque no los conoce. Hay un capitulo chiquito en el que se explica en un párrafo cada uno de los derechos, porque me parece clave que todos –desde pequeños– conozcamos nuestros derechos y podamos exigirlos y defenderlos.