Tres premios en los últimos tres años. Juan José Cavero (Lima, 1972) se toma en serio su labor de escritor y persiste creando nuevas historias. Tras ganar el Copé en 2015 con “En la ruta de los hombre silentes”, se llevaría el Premio Norma con “El océano interior”. Hoy celebra el Premio Barco de Vapor por su novela “Un manantial en el desierto”.
Las últimas dos, publicadas en 2017, corresponden al ámbito de la literatura infantil y juvenil. Para su autor, crear argumentos protagonizados por menores es un reto que le representa salir de su zona de confort.
En esta entrevista, Cavero nos habla un poco sobre “Un manantial en el desierto”, una historia que conjuga el desafío personal de Gabriel, un niño que intenta superar sus problemas del habla, y la de tres zorros que buscan sobrevivir en el árido desierto sechurano.
La fábula y el drama personal avanzan paralelamente hasta que en un punto se encuentran. Moralejas pero principalmente diálogos cuidados y cálidos personajes destacan en esta obra dirigida al público mayor de 12 años.
Aquí nuestra entrevista Juan José Cavero.
-Dos premios en un mismo año y esto tras ganar el Copé de Novela. ¿Cómo tomas haberte llevado el Barco de Vapor?
Yo escribo novelas para adultos y tanto “Un manantial en el desierto” como “El océano interior” son una forma de salir de mi zona de confort. Lo cierto es que había investigado mucho para escribirlas y pensé en presentarlas a concursos. Y gané.
-El lugar más presente en “Un manantial en el desierto” es Piura, su zona desértica y su sol…
Yo pasé mis vacaciones de la primaria en Sechura, que pertenece a la zona del ‘Bajo Piura’. Vivía muy cerca de la desembocadura del Río Piura hacia el Océano Pacífico. Así que tengo bagaje, recuerdos de haber cazado alacranes y lagartijas junto a amigos. Todo eso lo plasmé en la novela.
-¿Tienes algún tipo de cuidado especial en cuanto al lenguaje cuando escribes para adolescentes?
No realmente. Siempre he pensado que el escritor escribe para sí mismo. Así que si el protagonista es un adolescente pues debes meterte en una mentalidad tal. Y conforme avanza la historia del personaje lo que sucede es algo casi mágico, él solo comienza a desbordarse, tomar su camino y armar su propia historia.
-¿Te has sentido cómodo siguiendo el método de plasmar dos historias paralelas y unirlas al final?
Un autor siempre debe intentar nuevas estructuras y registros. En mi novela “En la ruta de los hombre silentes” había una estructura de recuerdos y evocaciones al pasado. Luego en “El océano interior” presenté una novela lineal, de aventuras. Y en esta ocasión quise dos historias paralelas que al final se entrecruzan, incluyendo también el punto vista del padre (del protagonista).
-También hay moraleja, vinculada al ecosistema y al cuidado del ambiente…
La historia está ahí para que el lector saque sus propias conclusiones. Yo quise escribir la historia de un chico que, si bien tiene un pensamiento muy fluido, presenta limitaciones con el lenguaje. Entonces, serán sus acciones la que hablen por él. Ahí entra también el cómo hace recapacitar a su padre — que es jefe de una planta desalinizadora — para que ayude la fauna (representada por los zorros) presente en esta zona.
-Sobre eso. ¿Quiénes son estos zorros, cómo es su personalidad y qué quisiste mostrar dándoles voz?
Primero la novela era una fábula completamente, la historia de tres zorros: el mayor (Huere) y sus dos pupilos (Nanda y Churre), que son sus aprendices, a los que cría por la desaparición de su madre. Recuerdo mucho un taller de literatura juvenil al que asistí. Ahí me dijeron que la fábula podía funcionar pero sería mejor si era combinada con otra historia mayor. Lo hice y creo que funcionó.
-¿Cómo calificas tu nivel de coordinación con la ilustradora Natalia Revilla?
Bueno, me fueron alcanzando las ilustraciones y me encantó, sobre todo la portada. Esos detalles tipo puntillismo me parecieron geniales. Creo que ella pudo captar en sus ilustraciones las escenas de la novela.
-¿Notas alguna diferencia entre el público lector adolescente y los adultos?
Como te dije, yo escribo para mí mismo. Me llama la atención que muchos adultos lean mis novelas juveniles, y creo que les gustan. Y hay diferentes puntos de vista, a algunos les pareció mejor “El océano interior” y a otros “Un manantial en el desierto”.
-¿Seguirás incursionando en distintos géneros como el infantil/juvenil o piensas buscar una novela mucho más ambiciosa?
En paralelo estoy escribiendo varias novelas, tanto juveniles como para adultos. Una de ellas está relacionada a Ricardo Palma, y gira en torno a su época trabajando en El Correo Peruano. Ahí tenía 17 años y le encargan la labor de investigar sobre la muerte del ministro del Protectorado Bernardo Monteagudo. Mi idea es que salga este año.
-¿No te marean tantos premios en tan poco tiempo?
Para nada. Mi labor es escribir y revisar lo que escribo para ver si puedo mandarlo a un concurso o publicarlo en alguna editorial.
-¿Y te queda tiempo para leer? ¿Qué es lo último que te ha sorprendido?
Leo básicamente clásicos. El último libro que me ha sorprendido es “El jugador” de Fiódor Dostoyevski. Es una historia muy interesante sobre un grupo de jugadores que viven en un pueblo donde hay un casino y cada vez pierden más y más dinero, pero están esperanzados en que la abuela muera para cobrar la herencia y pagar sus deudas.
-Uno podría pensar que para escribir tan seguido necesitas cierto bagaje. ¿Prefieres leer más novelas, ensayos o libros de historia?
Soy más de practicar lo que llamo ‘ocio creativo’. Es decir, puedo estar todo el día en la calle, viendo una exposición, un pasacalle, escuchando historia con amigos o leyendo mangas, no sé, y se van formando un conjunto de imágenes en mi cabeza que luego derivan en el esqueleto de una historia.
-¿Qué le dirías a los jóvenes escritores que tienen historias escritas pero no se animan a postular a concursos por temor o vergüenza?
Les diría que tengan fe en sí mismos porque sin eso es muy difícil que puedan mostrar su obra.
-¿Envías manuscritos a concursos organizados por grandes editoriales internacionales?
No. Solo envié al Premio Norma y gané a la primera, pero nada más. Me parece que los autores que ganan esos concursos son de las mismas casas comerciales. Ahí no hay muchas chances.
-¿Qué gran libro o cuento de autor reconocido te hubiera gustado poder escribir?
“No solo de pan vive el hombre” de Vladimir Dudintsev. Es una excelente novela de un escritor de la época soviética. Cuenta la historia de un inventor que lucha para que sus máquinas puedan verse construidas en un complejo industrial de la Unión Soviética de los años cincuenta. Es un libro bastante extenso pero muy bueno.
-Finalmente, ¿cuál es tu opinión sobre el Premio de Literatura Infantil y Juvenil Barco de Vapor?
Me parece un importante estímulo para los escritores de literatura infantil y juvenil. Me alegra haberlo ganado justo con una novela que me trae bastante recuerdos y evocaciones sobre mi juventud. Quise plasmar ese ambiente y al parecer gustó.