Contó alguna vez que cuando conversó con Mario Vargas Llosa el escritor arequipeño le dijo “me has bajado los pantalones”. Probablemente tras la publicación de “Temptation of the World: the Novels of Mario Vargas Llosa” en 1998 muchos pensaron lo mismo.
Efraín Kristal, sin embargo, no quedó satisfecho con haber publicado uno de los estudios más profundos sobre la obra del autor nacido en 1936. Es así como dos décadas después presenta una versión ampliada (y actualizada) pero esta vez en castellano de su elogiado trabajo académico.
“Tentación de la palabra: Arte literario y convicción política en las novelas de Mario Vargas Llosa” ha sido publicado conjuntamente por el Fondo de Cultura Económica filial Perú y la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa de Arequipa.
El texto de casi 500 páginas es una exhaustiva exploración al universo creativo del Nobel de Literatura 2010. Desde las obras consideradas grandes clásicos como “Conversación en La Catedral” hasta algunas más recientes como “Travesuras de la niña mala” o “Cinco esquinas”.
Desde la perspectiva de Kristal, la producción literaria del más célebre narrador peruano atraviesa tres etapas fundamentales con dos momentos de transición. En cada una de estas el autor supo capturar –bajo distintos mecanismos y técnicas—la atención de miles de lectores en todo el planeta.
En esta entrevista, el también experto en literatura latinoamericana se vale de algunas de las obras de Vargas Llosa para absolvernos dudas sobre su trayectoria, la cual ha sido reconocida con múltiples premios en las últimas décadas.
-Cuando escuché hablar de este libro pensé que se trataba solo de la traducción del que publicó usted en 1998, pero no es así.
Efectivamente, tuve que revisar todo nuevamente porque cuando escribí el libro en 1998 lo que podía decirse de Mario Vargas Llosa (MVLl) era que tenía dos etapas muy definidas: la socialista, con una serie de temas, problemas, acercamientos y técnicas literarias, y luego una transición –que incluye a “Pantaleón y las visitadoras” y “La tía Julia y el escribidor”—hacia una segunda época muy definida, pero con problemáticas más bien invertidas. Porque en la primera época de Vargas Llosa el problema central era cómo esta máquina abrumadora que era la sociedad podía destrozar la voluntad de los seres humanos, aplacar su deseo de libertad, destrozar la rebeldía y reproducirla en un sistema corrupto, mientras que en la segunda (época) todo se invierte: tenemos una sociedad frágil, hay fanáticos que pueden desestabilizarla y hacer imposible la vida gregaria. Todo esto podía verse en aquel primer libro que publiqué en 1998. Hoy, a la luz de las últimas seis novelas de MVLl, es que estamos ante un escritor que se ha reinventado por tercera vez y que sigue reinventándose. En resumen: hay tres momentos definidos en su trayectoria con dos de transiciones entre ellos, y las últimas dos novelas apuntan hacia otro momento de su desarrollo.
-¿A qué otros grandes autores de la literatura latinoamericana se acerca MVLl si hablamos de esa capacidad de reinventarse que usted resalta en su libro?
Es una pregunta interesante porque lo más común es lo opuesto. Lo que Honoré de Balzac llamaba “la comedia humana”, o sea, los escritores que empiezan a escribir una obra importante y que se dan cuenta de que todos sus cuentos y novelas forman parte de un mundo, con personajes que van de un lado a otro y reaparecen. Para llegar a ese nivel debes tener una obra voluminosa, y en Hispanoamérica los autores que crean estas grandes comedias humanas serían Carlos Fuentes o Gabriel García Márquez. De modo que los compañeros de generación de MVLl estarían en el otro campo. Ahora, ¿qué autores también se han reinventado? Roa Bastos puede ser un ejemplo interesante. El paraguayo empieza con una magnífica novela regional y luego se reinventa con “Yo el supremo”, una obra experimental, con otra dinámica y otra visión. Pero el gran modelo quizás es Rubén Darío. Con él pasamos de un momento explosivo con “Prosas profanas”, en el que hace una revolución de la forma literaria pero con una voz poética que busca la perfección de la forma y cierta distancia, al Darío de “Cantos de vida y esperanza”, en el que aparece una voz en primera persona, una voluntad de querer relacionarse con los problemas espirituales y políticos de América. Y, finalmente, Pablo Neruda es otro caso de reinvención muy notorio en Latinoamérica.
-Uno tiene en la mente siempre a MVLl citando a Faulkner como uno de sus referentes iniciales. ¿Se pueden identificar cómo cambiaron las lecturas de MVLl con el paso de los años?
Por supuesto. Es fascinante ver que en su primera época MVLl se percató de un procedimiento genial por parte de William Faulkner. Es un asunto que queda ambiguo durante toda la novela y que gracias precisamente a ello podemos comprender de qué trata la historia. Un ejemplo en Faulkner es el caso de Joe Christmas, personaje de “Luz de agosto”, una novela muy importante para MVLl. Sobre este personaje no se sabe cuál es su raza. En realidad pasa por blanco, pero cuando la gente dice que puede ser negro, las dudas emergen. Entonces, cuando en la novela el pueblo de Jefferson (Mississippi) casi como una actividad colectiva lo mata, no lo hace por el crimen que pudo haber cometido, sino porque se acostó con una blanca y creen que él es negro. Resulta que Faulkner no revela el origen de su raza, y al leer la novela nos damos cuenta que esto en el fondo no importa pues –al no saber si es blanco o negro—lo que el autor nos demuestra es que en este mundo racista basta que un hombre sea considerado negro para que un pueblo trate de destrozarlo. Ese tipo de ambigüedad es usada por MVLl, por ejemplo, en “La ciudad y los perros”. Ahí Ricardo Arana muere en un ejercicio militar y nosotros no sabemos si fue un crimen, si el Jaguar lo mató, tampoco sabemos si fue solo un accidente o tal vez un suicidio. En fin, este factor es perfectamente ambiguo y jamás se resolverá. Pero gracias a esto podemos comprender el nivel de hipocresía y corrupción en el colegio militar Leoncio Prado, que no quiere investigar el caso. Al colegio no le interesa si es o no un crimen sino su reputación más allá de la moralidad o la legalidad. ¿Por qué? Porque es una institución vendida a la corrupción.
En la última época de MVLl este abandona la ambigüedad faulkneriana y se interesa en otra sumamente interesante: la de Jorge Luis Borges y Thomas Mann. Porque en este periodo hay en MVLl una voluntad de reconciliación. En otras épocas él tomaba posiciones más tajantes, dándole espacio a ‘buenos y malos’. En los ochenta se daba la disyuntiva en sus novelas entre los personajes fanáticos que causan violencia y aquellos que saben canalizar esa voluntad (negativa) hacia otras cosas como el erotismo o la fantasía.
-¿Cómo se ve esa voluntad de reconciliación que usted menciona?
En las últimas épocas esto se ve incluso en el uso de la ambigüedad que ahora le interesa a MVLl. A diferencia del peruano, por ejemplo a Jorge Luis Borges le interesaba una ambigüedad que solo pueda darse en una obra de ficción, y en la que los dos términos son ciertos. O sea, Borges dice que el “Hamlet” de Shakespeare se empobrecería enormemente si decimos que (el protagonista) es solamente loco o solamente cuerdo. Para que dicha obra tenga riqueza y complejidad –según el argentino—Hamlet debe ser loco y cuerdo a la vez. Lo mismo dice de episodios de “La divina comedia” de Dante Alighieri. El capítulo del Conde Hugolino termina con ambigüedad: no sabemos si murió de hambre o si cometió canibalismo con sus hijos. Para el argentino el episodio gana cuando el personaje es y no es caníbal. Eso es lo que el peruano va a asumir en sus últimas épocas. Por ejemplo, en “Travesuras de la niña mala” cada capítulo puede leerse como si fuera un texto realista, pero también puede verse como una fantasía erótica. En realidad, la acumulación de capítulos nos demuestra que no puede ser una novela realista pues es imposible que una persona haya vivido tantas vidas como la niña mala. En dicha obra MVLl logra la ambigüedad de Borges o de Thomas Mann.
EL FIN DE LA GUERRA FRÍA: CAMBIO DE PERSPECTIVA
-¿Cómo se explica que un autor con la capacidad de Vargas Llosa haya dejado el cuento de lado centrándose fundamentalmente en escribir novelas?
Yo creo que simplemente por la expansividad de su prosa. Él tiene una imaginación tan rica que aún cuando escribe un cuento necesita luego que este se relacione con otro asunto y a su vez este con un tercero. Esto se siente de muchas maneras. “Los cachorros”, por ejemplo, que tiene algunos personajes que aparecerían después en “Conversación en La Catedral”, tiene que haber sido un texto que iba a formar parte de esa novela pero que luego iría encontrando su dignidad y su autonomía. Lo mismo en “La tía Julia y el escribidor”. En el fondo cada una de las radionovelas de Pedro Camacho es en el fondo el primer capítulo de lo que podría haber sido una nueva novela de MVLl. O sea, aún cuando nos da un texto reducido como la escena del polizonte africano que no habla castellano y que se pierde por las calles de Lima, encontrándose con Lituma, estamos ante un momento sensacional que fácilmente uno siente podría convertirse en una novela.
-¿La derrota política de MVLl en las presidenciales de los noventa significó algún tipo de giro en la forma que esta afrontaba la literatura?
Absolutamente. Ese fue uno de los factores de lo que yo llamo el tercer periodo de su trayectoria literaria. A partir de ese hecho él empieza a tener una actitud más realista acerca de lo que es la política. Pero eso coincide también con otro momento importante en su obra que yo considero un punto de inflexión, y es cuando en su literatura empieza a aparecer el tema del mal. Antes de esta época siempre había soluciones a los problemas sociales y humanos. En la época socialista, la solución era la revolución. En su primera época liberal, había soluciones, pues uno tenía que canalizar el fanatismo hacia otras cosas y trabajar por una vida liberal. Pero algo sucede en las últimas secciones de “Lituma en los Andes”, cuando el investigador ya descubrió todos los elementos más escabrosos y horrendos de unos crímenes cometidos. De repente (el personaje) se encuentra con un señor que participó en esos hechos pero no sabe por qué. Con ese personaje surge la idea de que quizás el mal es una presencia real. Finalmente, el tercer elemento creo es el final de la Guerra Fría. Aquí los elementos políticos de las primeras novelas de MVLl y su actividad política acabaron. Entonces, la actitud que uno puede tener hacia un personaje revolucionario durante la Guerra Fría es distinta a la que uno puede tener frente a él luego de esta. Resumiendo: perder las elecciones, una conciencia de que el mal existe, y el fin de la Guerra Fría son las condiciones de las que emerge un MVLl que se quiere reconciliar con el pasado. De esta manera, sus personajes revolucionarios serán mucho más humanos, (seres) que él entiende. Ya no le interesa –como en los ochenta—los daños que estos puedan producir sino más bien qué es lo que pudo enajenarlos del mundo que les tocó vivir. Y se identifica con ellos hasta tal punto que cuando re-crea un personaje como Flora Tristán en “El paraíso en la otra esquina” elige, sobre todo, la campaña política que ella efectuó, cuando quiso crear un partido y viajó por toda Francia para hacerlo. Y hay ahí saludos muy elegantes a “El pez en el agua”. Se genera así una cierta amalgama entre sus propias experiencias políticas y las de Flora, para crear así el personaje de su novela.
-¿El Premio Nobel de Literatura que ganó en 2010 pone a Mario Vargas Llosa por encima de otros grandes autores peruanos como César Vallejo o José María Arguedas?
A mí me parece estupendo que haya ganado el Nobel pero el premio no lo hace mejor ni peor escritor. Hay autores como Jorge Luis Borges que nunca ganaron dicho galardón pero que lo merecieron perfectamente. Considero muy digno que, durante un discurso pronunciado en Lima tras ganar el Nobel, MVLl haya dicho que el premio que recibido no era solo para él sino para la literatura peruana en general. Y citó a Vallejo, Argueda y a Blanca Varela como autores con los que él sentía compartía la distinción. Así que pienso que el Nobel honra la excelencia de su obra pero también es una manera de honrar a la literatura peruana, porque en su obra uno siente también la presencia de tantas conversaciones, diálogos y aprendizajes que tuvo de la literatura peruana. Porque si bien es cierto que William Faulkner tuvo una influencia en “La ciudad y los perros”, también la tuvo José María Arguedas. En una columna por la muerte de Abelardo Oquendo, MVLl recuerda que este lo impulsó a escribir trabajos literarios en “El Comercio”. Y uno de los primeros fue sobre el autor de “Los ríos profundos”. Esa además es la gran novela sobre el colegio como el microcosmos del Perú cuando este podía situarse en la sierra peruana. Y es que antes de que se produzcan las grandes inmigraciones de poblaciones indígenas a las ciudades, Arguedas ya se había dado cuenta de que en el colegio uno podía plasmar esas contradicciones. Y yo estoy seguro de que MVLl se dio cuenta de que en su época –cuando las migraciones ya se habían dado– para plantear un microcosmos de la realidad peruana uno debía trasladarse a la costa, y (él) lo hace en el Colegio Leoncio Prado. Lo que quiero decir es que Arguedas está detrás de ese proceso pues la literatura peruana es también un diálogo en el que los autores que se han leído hacen ciertas cosas porque aprendieron de los demás.
-Uno tiende a buscar influencias de autores célebres en otros más jóvenes. En Colombia, por ejemplo, dicen que muchos de sus autores jóvenes están o estuvieron influenciados por García Márquez. ¿Encuentra usted la influencia de MVLl en autores peruanos más jóvenes?
Estuve en Arequipa hace algunos días y un joven escritor me alcanzó una novela que escribió sobre Flora Tristán. En esta historia este autor alterna momentos álgidos de la vida de este personaje con la relación amorosa de un joven peruano con una francesa contemporánea. Entonces, pasa de un ambiente a otro para crear resonancias entre la comprensión y la incomprensión de Francia con el Perú. En este libro uno nota que el autor leyó “El paraíso en la otra esquina” y sintió que tenía algo distinto para decir, pero lo toma como el punto de partida, creando una novela interesante, completamente distinta pero que tiene una técnica literaria aprendida de MVLl, aunque un tema distinto al suyo. Yo estoy seguro de que MVLl ha tenido una influencia importante en muchos autores. Si uno piensa en algunas de las grandes novelas de Alonso Cueto –tal vez “La hora azul”—uno siente que este autor ha tenido que haber meditado el tema de la relación hijo-padre en la obra de Mario y ha escrito una novela excelente y muy original en la que a su manera ejecutó una variante. La literatura siempre vive de la literatura, y cuando hay autores de la talla de MVLl, los lectores que luego van a crear lo tendrán en cuenta.
RETOS: LO QUE QUEDA POR INDAGAR SOBRE EL NOBEL
-¿El peso mayor y muy evidente del realismo en la literatura peruana no le cierra espacio a otros géneros?
Ojalá que no. La literatura peruana ha tenido filones muy importantes, por ejemplo, en lo fantástico. Empezando con la obra de Clemente Palma. Hay también muchos cuentos de Ventura García Calderón con elementos fantásticos, y también tenemos un faro para esto porque hubo un momento dado en que Harry Belevan-McBride publicó una antología excelente que demuestra que el filón fantástico es muy peruano y sería una pena que los jóvenes escritores nacionales no se nutran de él.
-¿Cree que aún quedan áreas para investigar sobre la obra de Mario Vargas Llosa?
Hay un par de cosas que me han quedado pendientes. La más importante, y es algo siento pero no sé cómo explicarlo bien aún, es que para mí hay pocos escritores que han sabido captar con tanta eficacia el efecto de la voz hablada en la palabra escrita. Cuando lees a MVLl –y esto es algo que se pierde en traducción—sientes que estás escuchando voces. Hay dejos de habla. A veces sientes hasta el tono de voz. O sea, acentos, cantitos en su obra. Ese es un elemento que yo creo es muy especial, un gran logro literario por parte de Mario.
-Si le pido elija solo una de todas las novelas de Mario Vargas Llosa, ¿cuál sería?
“Conversación en La Catedral”, sin duda, porque creo que es la novela en la que ya ha logrado ser un verdadero maestro de la forma literaria y al mismo tiempo hace posible –a partir de una experiencia muy intensa de dos jóvenes peruanos (Santiago Zavala y Ambrosio), con estos círculos concéntricos que levemente crecen– que el lector tenga acceso a todo un mundo social. Pienso también que esta es una de las grandes novelas no solo latinoamericanas sino mundiales sobre los efectos de la corrupción en las vidas íntimas y públicas, y no solo en lo político o institucional.
-Algunos especialistas, periodistas y escritores dividen la obra de MVLl en grupos como “las grandes novelas” (“Conversación en La Catedral”) y “las de menor valor” (“Travesuras de la niña mala”). Habiendo estudiado profundamente esta producción, ¿ve injusta esta segmentación?
Si uno mira la trayectoria de MVLl “frío e imparcialmente” (como diría Vallejo) uno notará que hay altibajos, efectivamente. Hay momentos en los que produce obras maestras como “Conversación en La Catedral”, sin embargo, también creo que en su primera etapa liberal hay grandes obras, como es el caso de “La guerra del fin del mundo”. Ahí su capacidad para presentar el ‘hecho de la guerra’ con una cantidad impresionante de personajes y situaciones tan bien definidas y coordinadas, hacen de dicha novela un libro magnífico. Por otro lado, creo que “Travesuras de la niña mala” es una novela que debería apreciarse más. Me parece muy interesante y creo que puede leerse en un nivel superficial (como una historia leve de amor), pero en el fondo es la novela en la que MVLl intenta reconciliarse con el mundo andino del Perú. Porque la niña mala es el mundo andino y yo creo que Mario se identifica con ella. Me parece injusto leer a MVLl y detenerse con sus primeras novelas porque siento que en cada uno de sus momentos él ha sabido producir verdaderas obras maestras.
SOBRE EL LIBRO
Título: “Tentación de la Palabra”
Autor: Efraín Kristal
Sello: FCE-Perú/Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa
A la venta en: Librería Café del FCE Y Librería Blanca Varela del FCE en Miraflores.