Rodrigo Blanco Calderón: «Hasta ahora no tuve la tentación de escribir una novela total sobre el chavismo»

Aunque en la mayoría de los ámbitos la novedad es el criterio que marca la pauta, cada cierto tiempo hay una excepción a la regla. Si hablamos del mercado editorial, un ejemplo claro de excepciones bien podría ser “The Night”, novela que Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981) publicó en su país allá por 2016, pero que hoy –en el primer mes del 2020—se mantiene vigente a través de esporádicas apariciones en medios culturales de habla hispana.

Saltar del cuento a la novela no fue un trabajo fácil para Blanco Calderón. Pensar y escribir la historia le tomó casi tres años. Pero el resultado ha valido la pena. Premios como el de la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa ratifican que estamos ante una de las voces más originales y sólidas del espectro literario latinoamericano.

Rodrigo dejó Venezuela en 2015. En cada entrevista brindada durante los últimos años jamás ocultó su esperanza de un futuro mejor para su país. Esa mejoría solo está ligada a un cambio de gobierno que, lamentablemente, no ha ocurrido. Hoy el autor caraqueño vive con su esposa en Málaga, España. Desde ahí se prepara para dar el siguiente gran paso: su segunda novela saldrá publicada en mayo por el prestigioso sello Alfaguara.

Tal como ocurrió con “The Night”, esta nueva historia usa el marco político y social de la Venezuela en crisis para contar una consecuencia de la migración en masa. Cientos de familias dejaron su tierra huyendo de la pobreza y la violencia pero olvidaron llevarse a sus mascotas. El drama de los miles de perros abandonados como metáfora de una sociedad que se transforma dejando atrás valores tan humanos como la solidaridad.

Aquí nuestra entrevista con Rodrigo Blanco Calderón sobre “The Night”, novela a la venta en las principales librerías de Lima y el interior del Perú.

-¿Qué tan distinta es la perspectiva que tienes sobre Venezuela al vivir en Europa?

El impacto cuando uno sale de Venezuela consiste fundamentalmente en darte cuenta cómo es la normalidad. El asunto es simplemente entrar en un supermercado y ver que puedes comprar cosas sin problemas, que los servicios públicos funcionen, o tener la posibilidad de salir a la calle durante la noche sin mayores riesgos. O sea, y esto es algo que le ha pasado a muchísimos venezolanos, al salir te da el choque de todo lo que te ha ido quitando el chavismo en estos años en cuanto a calidad de vida. Y políticamente también, en perspectiva ves muchas cosas que quizás en casa no percibías con mayor claridad.

-Estudiaste literatura en la universidad. ¿Crees que eso puede verse como una ventaja con respecto a los escritores que vienen de otras ramas y se insertan en el mundo literario?

No creo que eso sea una ventaja. Lo que me ha dado (eso) quizás son unos temas particulares, porque creo que al haber estudiado letras me gusta mucho escribir historias protagonizadas por lectores, profesores o estudiantes de letras, porque es el medio en el que crecí. Pero siempre digo que si hubiera estudiado ingeniería, probablemente tendría personajes ingenieros. Entonces, (estudiar literatura) te da una particularidad, pero no esto no significa ventaja alguna, es más, dos de los escritores que considero más importantes (Ricardo Piglia y Roberto Bolaño) no vienen de los estudios literarios.

-En más de una entrevista has mencionado haber leído a Alfredo Bryce Echenique. ¿Cómo llegaron sus libros a tus manos?

Leo muchísima literatura peruana. Y la lectura de Bryce vino en mi adolescencia, gracias a mi madre. Ella era una gran lectora y siempre la recuerdo leyendo con muchísima atención a Bryce, Ribeyro, Vargas Llosa y César Vallejo. Al verme interesado en la lectura me fue dando algunos libros y en esa época (1994-1995) con quien más enganché fue con Bryce, hasta el punto de que terminé estudiando letras porque muchas de las cosas que leí de él tenían que ver con gente que estudiaba la carrera, entonces esa me pareció una vida muy interesante.

-¿Cómo podrías decir que cambió tu forma de ver a Vargas Llosa luego de ganar el Premio de la Bienal que lleva su nombre con “The Night”?

Por cosas de la vida desde que empecé a formarme como lector he leído a Vargas Llosa y he admirado mucho su literatura. Su recorrido político e intelectual es uno de los más atractivos e interesantes. Que finalmente haya tenido la oportunidad de ganar y pasar un breve tiempo con él es como parte del galardón en sí. Creo que con su trato cordial Vargas Llosa ha completado esa imagen que yo siempre tuve de él como un autor fundamental.

Rodrigo Blanco Calderón siendo felicitado por Mario Vargas Llosa en México, país que alberga la Bienal MVLl.

-¿Cómo evalúas el peso y la preponderancia de la literatura venezolana en los últimos 50 años? Más allá del Boom Literario, corriente de la cual casi no participó, ¿crees que hubo el reconocimiento debido a los autores de tu país?

La literatura venezolana posee muchísima calidad desde siempre. Es cierto, fue una de las grandes ausentes en la época del Boom. De hecho, el mayor problema que ha tenido siempre es su falta de internacionalización. Hay muy buenos autores, tanto de la tradición previa como contemporáneos, que no son publicados afuera y mucho menos leídos. Esa situación en los últimos veinte años ha cambiado bastante por distintos factores. Ya sea por el foco de interés que ha significado políticamente Venezuela en las últimas décadas, así como la propia tragedia del país que ha llevado a una migración masiva, y dentro de esta última hay escritores, profesores universitarios y lectores. Estos son una serie de factores que propician que quizás hoy haya más autores venezolanos leídos afuera. Pero esto hay que verlo como un eslabón más dentro de una cadena que nos precede y que es igualmente valiosa.

-“The Night” sale en 2016 pero el premio de la Bienal le da un segundo aire en 2019. Quizás hoy existe tanto material sobre el post-novela que podría servirte para un nuevo libro…

Sí, me pasa que en cada entrevista uno termina repitiendo más o menos lo mismo. Efectivamente, la novela tiene cuatro años de publicada. Sin embargo, es una alegría y una suerte que dentro de la vorágine de las novedades editoriales yo pueda seguir hablando de mi libro. Y de lo que siempre uno está pendiente es de nuevas lecturas o enfoques. Eso creo que le da vida a un libro más allá del ciclo natural de las novedades editoriales.

-¿Crees que la novela es una oportunidad para que los periodistas y lectores puedan averiguar quién fue, por ejemplo, el escritor venezolano Darío Lancini?

Esa sería una de las lecturas que a mí más me complacería, precisamente por lo que veníamos hablando sobre la falta de visibilidad de la literatura venezolana. Uno de esos escritores y personajes rarísimos es, efectivamente, Darío Lancini. Me ha complacido encontrarme con lectores que desconocían sobre su existencia, algunos pensaban que era un personaje que yo me había inventado del todo. Mira, esa visibilidad de una porción de la literatura venezolana a partir de mi novela es algo que me satisface. Además hay personajes como Humberto Mata, Antonieta Madrid o Israel Centeno que son parte de una tradición venezolana que tal vez podría ser más conocida.

-“The Night” luce como una superposición de pequeñas historias que ocurren dentro de una Venezuela en crisis. ¿Así te la planteaste desde su concepción?

Desde el punto de vista de la escritura la novela deja ver que yo provengo del cuento. Mi intención fue transmitirle a cada capítulo la intensidad de lectura propia de un cuento. Y esto creo que ha influido en el tratamiento de los personajes. En esta novela ellos van adquiriendo un grosor en la sucesión de los capítulos y poseen un perfil psicológico que el lector puede entresacar a partir de un conjunto de acciones. En ese aspecto no es una novela bastante introspectiva, y eso quizás sea una marca mía como cuentista. Pero te digo, estos son detalles en los que uno reflexiona luego de publicado el libro. En el momento uno se guía por la escritura y por cómo uno va sintiendo el proceso creativo.

-Asumo que por la crisis que atraviesa Venezuela hace varios años los escritores de ese país están tentados de escribir algo muy político, casi un manifiesto. ¿Enfrentaste esa disyuntiva? ¿Cómo manejaste la posibilidad de luchar por un mejor lenguaje y no apuntar hacia una novela más política?

Desde el principio tenía claro que la novela se iba a alimentar mucho de lo que era el ambiente de conflictividad y violencia social que me tocó vivir en los últimos años en Venezuela. Pero también tenía claro que no quería algo panfletario. Fíjate que ni una sola vez menciono la figura de Hugo Chávez. Es que yo no quería hacer una novela del dictador. Además, me tomó tres años escribir “The Night” y ese tiempo te permite decantar muchas cosas. Luego pasarían tres años más hasta que finalmente fue publicada (2016). Pienso que el paso del tiempo te permite ir viendo, ajustando y comprobando si más allá de lo coyuntural la novela está diciéndote algo, y yo creo que sí lo hace. De hecho por ahí van algunas de las críticas recibidas. Los lectores piensan encontrarse con la gran novela del chavismo y esto no es para nada eso.

La novela de Blanco se divide en tres capítulos: Teoría de los Anagramas, Teoría de los Palíndromos y The Night

-¿Crees que esa gran novela del chavismo puede venir en tu camino o no es algo que te hayas establecido como plan obligatorio a futuro?

Mira, yo creo que todo lo que estoy escribiendo ahorita, en la medida en que es cercano al presente, tiene que ver con la experiencia del chavismo, porque fue una experiencia que transformó radicalmente al país, y que lo destrozó en pedazos. Es una herida muy profunda, tanto como lo pudo ser para España su Guerra Civil, o como pudo ser para chile el ‘pinochetismo’. Estamos ante heridas tan profundas que cambian por completo la dinámica de un país. Mira, yo creo que todo lo que escribo bordea esas zonas de sombras. Es como si uno diera vueltas alrededor de un cráter, de una marca que dejó allí un meteorito. Y para mí se trata de ver qué queda alrededor de eso, sea antes o después. Como tal, hasta ahora no me ha surgido la tentación de escribir una novela total sobre el chavismo, porque en el fondo me interesan más quizás las causas y las consecuencias que el propio momento en sí. Habría que ver si dentro de unos años, cuando ya puedas ver cómo terminó todo, uno pueda quizás hacer un balance más general.

-¿Qué tan importante fue para ti un libro como “Respiración artificial” de Ricardo Piglia y por qué?

Leí “Respiración artificial” en el año 2000 en una escuela de letras y fue fundamental porque fue gracias a esa lectura que empecé a escribir cuentos. Ricardo Piglia fue absolutamente necesario para deshacerme de la visión un poco romántica de la literatura que tenía, muy anclada en el concepto de la experiencia. Fíjate que hasta la lectura de ese autor yo estaba muy marcado por la cuestión que trabajaba mucho Bryce Echenique, del escritor que se va a París, tiene vivencias y escribe sobre eso. Piglia me enseñó todo lo contrario, o sea, que la literatura es una experiencia en sí misma y responde a unos códigos distintos. Quizás sin Piglia hubiese terminado también de escritor, pero tal vez habría escrito cosas distintas. Y por ironías de la vida, tiempo después terminé viviendo y escribiendo en París, pero ya desde una perspectiva distinta.

-¿Qué hubiera pasado si cuando Darío Lancini rechazó darte más información sobre su vida hubieras decidido simplemente no investigar más? ¿Probablemente no existiría “The Night”?

Cuando empecé a escribir la novela yo sabía que la vida de Lancini tenía un papel importante, pero en la primera versión ese papel iba a ser mucho menor, precisamente porque Lancini fue una persona que no dejó demasiados rastros. Sin embargo, tuve una conversación muy larga con Osvaldo Barreto, un gran amigo suyo. Él me ayudó a replantearme la posibilidad de escribir sobre Lancini. Me preguntó qué me movía a escribir sobre Darío y en ese por qué empecé a investigar y descubrí que este representó a un escritor bastante atípico, con un ideal estético muy difícil de imitar. Es decir, el escritor al que parece bastarle la escritura y que se aísla por completo de círculos literarios e incluso de la tentación de publicar. Así que sobre tu pregunta en específico, yo creo que una novela como “The Night” sí existiría pero quizás sin ese eje que para mí es fundamental, que es la propia vida de Darío.

-¿Podría surgir un nuevo Rodrigo Blanco Calderón en medio de este espiral de violencia y pobreza que golpea a Venezuela desde hace más de una década?

Uno de los signos esperanzadores es que en Venezuela el trabajo literario y cultural no se ha detenido. Sí, el mercado editorial está prácticamente paralizado, pero en Venezuela sigue existiendo una movida literaria con jóvenes escritores y sobre todo poetas que están sacando tiempo y energías de donde no las hay para dedicarse a escribir páginas que yo estoy seguro en el futuro más inmediato que tarde van a dar mucho que decir. Así que aún en un contexto como el presente, la literatura venezolana dará nuevos nombres que van a garantizar la continuidad de nuestra tradición. Está pasando también en la música, en el cine, en las artes plásticas, y hasta cierto punto es normal que ocurra. En momentos de mayor crisis la cultura termina siendo una especie de salvavidas y de solución de emergencia para tratar de proteger el sentido de algunas palabras cuando las dictaduras quieren decirnos que somos simples esclavos o ciudadanos de segunda.

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