Carmen Masías: “Vemos a los escoltas como ‘Robocops’, pero ignoramos lo que llevan detrás”

Las dos etapas que Carmen Masías Claux tuvo al frente de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) le permitieron no solo recorrer gran parte del Perú y ver de cerca las carencias de miles de personas que crecieron entre hojas de coca y violencia, sino también rodearse de seres humanos que estuvieron dispuestos a dar su vida por ella.

En homenaje a ellos, los oficiales del Estado a cargo de su protección, la psicóloga social y fundadora de Cedro, escribió un libro inclasificable cuya principal virtud es la honestidad que evidencian sus poco más de 100 páginas.

Tiempos de escolta” (SM, 2019) es el registro del reconocimiento que una exfuncionaria pública tiene por aquellos personajes que sacrifican tiempo libre, ocupaciones personales y vida íntima por una peculiar labor: facilitar que aquellos quienes nos representan como autoridades salgan sanos y salvos de casa, y regresen en las mismas condiciones.

Pero esta no es una entrevista únicamente sobre este libro. Para ser honestos, resulta imposible hablar sobre un único tema con Masías Claux. Drogas, gestión pública, pero sobre todo sociedad, valores y futuro, son los tópicos sobre los que reflexionará la autora con suma claridad y, fundamentalmente, teniendo como base su experiencia de vida.

-Esta es la primera vez que escribe algo más allá del tema de las drogas y sus implicancias en la sociedad. ¿Es correcto?

Había escrito algo de poesía, pero por pura satisfacción personal, y después todo lo que he escrito es sobre administración, drogas, ética, pero no algo desde el corazón como este libro.

-Entonces, asumo que le gusta la poesía…

Me encanta. Y en este día gris y triste lo primero que hice fue leer algo de César Vallejo. Trato de darme al menos cinco minutos al día para leer poesía, porque creo que eso es lo que le falta a nuestro país.

-Supongo que fuera de la jefatura Devida es algo más fácil leer poesía.

Es verdad. En Devida el trabajo comenzaba a veces a las seis de la mañana y terminaba a las ocho de la noche. Además había muchos viajes. Pero yo siempre llevaba un libro entre mis cosas. Leía ensayos, novelas. Y en una época me dio por leer solo mujeres: (Leila) Guerriero, (Rosa) Montero, (Isabel) Allende, pero ahora soy menos feminista radical.

-Por sus incursiones al interior de Perú bien pudo escribir sobre la historia de un niño desfavorecido del Monzón, sin embargo, eligió escribir sobre sus escoltas. ¿Por qué?

Porque siempre he visto a mi escolta y pensaba en que son personas casi sin vida familiar, sin momentos libres, (son) gente muy ‘utilizada’ pero a la vez poco preguntadas sobre qué les pasa. Una de las cosas que se me ocurrían era cómo hacían para ir al baño, si siempre deben estar ahí cuando los necesitas. Me parece que son gente con vidas muy difíciles. Está, por ejemplo, Mario…

Carmen Masías Claux fue dos veces jefa de Devida, institución fundamental para un país como el Perú. (Foto: GEC)

-Con una hija que nació con un problema en el corazón.

La historia que Mario cuenta es tremenda. Se esforzó muchísimo para sacar adelante a su hija, quien ya se recibió en la universidad. En general, muchos vemos a los escoltas como robots que deben proteger a funcionarios o personajes, pero se ignora mucho qué llevan detrás.

-Seres humanos que muy probablemente tienen preocupaciones y no pueden expresar su estado en horas de trabajo. Deben lucir siempre seguros y firmes.

Claro. Esto no está en el libro, pero tuve uno de mis escoltas que en un momento empezó a sufrir mareos (pese a su juventud) y no me decía nada. Esto hasta que un día se puso muy mal. Lo terminé llevando a mi otorrino y lo que tenía era algo muy sencillo, un problema con el oído. Pero el miedo que tienen (los escoltas) a perder su trabajo, el temor a no parecer lo suficientemente fuertes, casi como ‘hombres de hierro’, los lleva a descuidar su salud.

-¿Tiene la esperanza de que sus nietos no vivan en una sociedad tan complicada por el flagelo de las drogas como la actual?

Tengo dos nietos, hijos de Renzo, mi hijo fallecido. Ambos son sanísimos, no solo porque su madre los ha criado muy bien, sino porque además ven los ejemplos en su familia. Recuerdo que una vez tras asistir al TedXTukuy fuimos a almorzar y nos sirvieron cuatro pisco sours. Y recuerdo a mi hijo Lucas diciendo: “soy menor de edad, no tomo alcohol”. Su hermana Rafaela, que tenía 19 años, tampoco aceptó. Creo que la cultura que uno vive con sus hijos, sobrinos o nietos, y el mensaje coherente que das, funciona. Porque si yo me la pasara diciendo que el alcohol es malo pero todos los días salgo a tomar, entonces olvídate. Lo que dices y lo que haces debe ir siempre de la mano.

Ahora, a tu pregunta sobre las drogas, yo veo una situación muy complicada aquí. El narcotráfico atraviesa aquí muchos sectores, instituciones y personas. Y eso no se explicita de esa manera. La lucha contra el narcotráfico debe ser integral. Es cierto que el Vraem tiene el 74% de la hoja de coca que va en un 97% a drogas cocaínicas, y que yo quise entrar a erradicar ahí pero jamás tuve ni respuestas ni presupuestos. Ojalá que se haga. Pero no es lo único. Está muy bien que se erradique, pero junto a eso y a la interdicción, tiene que haber una mirada integral que tiene que ver mucho con la ética de los funcionarios, con la relación entre los técnicos del gobierno y los productores, porque no se trata simplemente de arrasar. Recuerdo que cuando entramos al Monzón negociamos primero durante cuatro meses. Y nada de eso hubiera sido posible si antes la Policía no hubiera capturado a Artemio. Hubiera sido imposible negociar con gente que estaba casi encerrada por 30 años. Pero los equipos que fueron a trabajar eran interdisciplinarios con planes a muy corto plazo: programas sociales, salud, etc. Cosas que no habían entrado antes por el terrorismo y el narcotráfico. Yo encontré el Monzón con un 74% de pobreza total. Hoy estamos ante otra cosa. El restablecimiento de la confianza y la cercanía auténtica y afectiva, son muy importantes.

Y cuando me preguntas qué verán mis nietos de 18 y 19 años en el futuro, pues no soy tan optimista. No veo un discurso y una voluntad política contra el narcotráfico y tampoco una articulación lo suficientemente fuerte. Por ejemplo, hace seis años la Unión Europea (UE) dio una advertencia para que se regulara y se disminuyera el cadmio, que es absorbido por la planta del cacao. ¡Seis años! Mira, yo he dejado Devida hace un año y recién se han dado cuenta que faltaban dos o tres meses, para aplicar la enmienda desde la UE. Entonces, empezamos a hacer mesas desde Devida. Todo esto demuestra que hay una falta de articulación muchas veces tal entre los sectores que impide actuar mayor premura o eficacia.

-¿Fue complicado articular acciones entre tantas entidades si se vive con ese estigma de “Perú primer productor de hoja de coca” en las primeras planas de los diarios?

Yo eso siempre lo he visto como un proceso. Se trata de una transnacional del crimen tan grande que uno sería tonta de pensar que puede remediarse el problema de un día para otro. Pero sí me preocupaba el esfuerzo enorme que había que hacer para la articulación, que se logró en mi segundo periodo en Devida con todos los sectores en lo que se llamó Pro-Vraem. Logramos que varias instituciones firmen un plan para esa zona del país. Y se logró también que Ceplan nos transfiriese la metodología de cada uno de los distritos y centros poblados del Vraem. Cuánta coca cosechaban, de qué vivían, etc. Ese plan quedó listo y se lo entregué al que era primer ministro entonces, César Villanueva Arévalo. Entonces, sí se puede hacer una concertación. Por ejemplo con la Cancillería me llevé muy bien. Iba a grandes conferencias internacionales y siempre me acompañaba por los embajadores y funcionarios de RR.EE. También me brindó mucho apoyo la Marina de Guerra. Y fue algo mutuo, porque yo les ayudé a conseguir presupuesto para las patrulleras. Y ese es otro tema: la lucha por los presupuestos.

También me fue muy bien con la ministra Claudia Cooper (MEF). Fuimos a negociar un grupo de mujeres frente a otro equipo de mujeres. Hubo una reunión muy agradable pero al poco tiempo la cambiaron. Entonces, otro de los grandes problemas es la continuidad.

-Se cambia de ministros con suma facilidad…

Sí. Te voy a ser sincera, a mi edad, yo no busco medallas, como es obvio. Si bien no soy rica, tampoco tengo problemas económicos. Sé que me abren las puertas en Cedro, porque soy una de las fundadoras, sin embargo, generalmente el que entra (a una institución) busca ser el ‘Rambo’. Y no tendría que ser así. Porque, por lo menos en el tema de drogas, tienes que lidiar con un montón de temas, no sé, el Corah, negociar con la Unión Europea, presupuestos, etc. Yo creo tener muchas satisfacciones en la vida y no estoy en un cargo para que me ‘echen flores’. Estás ahí para fortalecer equipos y ayudar a que alcaldes hagan mejores planes y proyectos. Recuerdo que en mi primera gestión a uno de los alcaldes a los que se les había transferido para hacer trochas carrozables había desviado fondos para su no-revocatoria. Entonces, si no tienes un equipo de monitoreo que vaya semana a semana, jamás te darás cuenta. O que (alcaldes) contraten a sus primos del Sutep para que hagan un puente pero al final no saben ni dónde están parados. Gestionar esto es complicado y además debes lidiar con gente adentro de Devida a la que le interesa un pito cumplir metas. ¡Se sienten nombrados y se acabó! Un sindicato al que le dices que estamos bajo la Ley Servir y esta debe decidir los sueldos, pero no lo entienden. Y mi sueldo tampoco era muy alto. Un asesor del Congreso ganaba más que yo. En algún momento le planteé al sindicato conseguir cursos de inglés — porque todos querían ir a Tailandia—para los que tendrían que pagar solo cinco soles. El resto lo asumía Devida. Y no querían. Entonces, lidias con inercia, estupidez y más. Hay gente que se quedó en la prehistoria, y no se trata de un tema de edad. Es un tema de actitud.

Carmen Masías Claux hablando sobre su libro «Tiempos de escolta».

-Recuerdo las veces que fui a la ‘ceja de selva’ tiempo atrás. Caía un huayco y la carretera se interrumpía, aislando a ciudades enteras. ¿Cree que hoy el Perú está tan mal interconectado como décadas atrás?

Me parce que las cosas están mejorando. Y algo sorprendente (para bien) son los batallones de ingeniería del Ejército. Como ya no tenemos guerras, el Ejército debe tener otro tipo de roles. Yo pude contactar a esos batallones, que en ese entonces (en poco número) dirigían estos temas (reparaciones de carreteras y derrumbes). Por otro lado, la conectividad en términos de informática y digitalización está avanzando y creo que Cedro es pionero, porque tiene 42 telecentros que formó con los municipios. Estos telecentros, en Huánuco, Ucayali y San Martín, están otorgando educación financiera para personas que generalmente dejaron la coca y empezaron a trabajar con un producto alternativo. Estamos con el apoyo de Usaid, pero es uno y uno. Ellos ponen un millón y nosotros el otro. Estamos con Yachay, con Cisco, también con financieras y cooperativas. Y hay personas que venden su cacao o sus productos cítricos y pasan el dinero de bolsillo a otro pero no tienen esa educación técnica que precisan y muchas veces son engañados porque desconocen el mercado, no tienen clientes por internet. Y es ahí donde entramos nosotros. Se trata de un proyecto grande que va para cinco años más, y que yo creo que es buenísimo.

-Existe un selecto grupo de personajes mundiales que hacen campaña a favor de la liberalización del comercio de drogas. Dicen que la guerra contra el narcotráfico está perdida. ¿Tiene usted la misma opinión sobre el tema que años atrás?

La misma, excepto cuando hablamos de marihuana medicinal (controlada, cepas sin THC). Pero no estoy a favor de liberalizar ni legalizar las drogas en general. Las evidencias nos están diciendo que esto no tiene buenos resultados. He leído todo el informe sobre Colorado, uno de los estados en EE.UU. en legalizar primero todo tipo de marihuana. Es un desastre. En primer lugar, (y estoy sacando lo medicinal) el único afán de comercializar la marihuana de manera general es el lucro. Y los efectos son súper nocivos en varios planos. Primero, el medio ambiente. Cada cultivador de marihuana que tiene una especie de chacra gasta alrededor de 25 mil dólares mensuales en energía, porque requiere luz permanente y ciertos condicionamientos. Luego, usan una serie de líquidos tóxicos que terminan desechando. Y de eso no se habla. Como también en Perú tenemos que la deforestación que es de casi dos millones de hectáreas de bosques está muy relacionada a que tú tiras el bosque para sembrar coca. Y además esta última erosiona los suelos.

Pero volviendo a Colorado, las emergencias pediátricas de chicos de 10, 11 o 12 años se han incrementado 400%. Esto porque hay dispensadores que ofrecen libremente, por ejemplo, cupcakes con marihuana. Por otro lado, la marihuana fumada hoy es muchísimo más potente que la que se vendía en los sesenta o setenta. Entonces, imagínate todo esto en un país con el 60% o 70% de informalidad como el Perú. Está bien, imagínate al gobierno diciendo “vamos a controlar…”. ¡Pero si no podemos controlar ni siquiera la venta de medicinas bamba! ¿Acaso vamos a decirle a los narcos ‘bueno, es hora de formalizarse’? El criminal va siempre donde gane más plata. Por otro lado, no podemos mirar las cosas solo del punto de vista económico. Me pasa mucho que cuando hablo con economistas de pensamiento amplio me encanta. Pero con aquellos que solo ven el ‘costo-beneficio’ en términos económicos les digo: ¡macanudo, pues, tengamos un país narcotizado! Mira, según una investigación de Gino Costa y Carlos Romero, el 40% de los sentenciados en cárceles peruanas han cometido sus delitos bajo la influencia de las drogas cocaínicas. Así que no es solo un tema económico.

Es fundamental para Masías predicar con el ejemplo. Lo contrario podría hacer trastabillar cualquier escala de valores. (Foto: GEC)

-¿Qué mueve entonces a este grupo de promotores de la venta libre total de drogas?

Cuando a veces expresidentes de Colombia o el mismo Mario Vargas Llosa –a quien respeto mucho—dicen esas cosas yo pienso que no conocen muy bien la realidad concreta de cómo se mueven las redes, las mafias y las cantidades. Imagínate, por otro lado, si tuvieras una parte del producto controlado. ¡De inmediato surgirían los mercados negros! Peor todavía en un país tan informal como este.

-¿Ha tenido la oportunidad de ver series como “El Patrón del mal” (sobre Pablo Escobar) o “Narcos”? Como psicóloga, ¿por qué cree que hay personas que no solo las vieron sino que las repiten decenas de veces?

Es una pregunta difícil. Muchas veces cuando se vive en un país con violencia, y este país es violento, la gente se proyecta de una manera en que esa violencia la ve y le sube la adrenalina.

-¿Cree usted que el hombre nace violento?

Freud planteaba el extremo del hombre tanático, pero yo no pienso así. Estoy en la corriente de que todos venimos para ser felices y pacíficos, pero los sistemas en general están corrompidos. Ahora, hay un factor biológico que nos llama la atención y es la adrenalina. Y eso viene desde épocas muy antiguas. Claro, hoy en día la jungla es la calle, es tomar varios micros, es sufrir (a veces) escasez antes de fin de mes. Así que es otro tipo de defensa ante la violencia. En lo personal, creo que el ser humano nació para la paz, para el altruismo, y el tramo que existe entre nacer y morir nos debería llevar hacia el bien común. Aunque sea por conveniencia, porque si no lo haces te puede regresar cual búmeran.

-¿Y ha sentido usted adrenalina?

Claro. En mis viajes, algunos muy riesgosos, la he sentido y me encantaba. Y no es que yo viajaba solo porque quería sentir adrenalina, simplemente que ese sentido del riesgo, de llegar al hotel o al albergue bien tras pasar por una tormenta, no lo sé, me resultaba como algo que hoy incluso te diría que extraño. Otra cosa sí es regodearte con la violencia. Mira, cuando hablas del narcotráfico estamos hablando sobre todo de una cultura en la que colombianos y mexicanos, pero sobre todo los primeros (que son más sofisticados) te pintan un mundo de placeres, de chicas preciosas, de riquezas y de hacer lo que te da la gana. Entonces, si careces de habilidades éticas, tu escala de valores se puede trastocar. Pero si, por ejemplo, tu gusto es comprarte libros y no andar con ropa de marca, pues todo eso juega. Y tiene que ver con un mundo tremendamente consumista, pero también con la seguridad que te dan en tu casa, con una escuela de frivolidades, etc. Algo que recuerdo mucho de “El patrón del mal” es una escena en la que Pablo (niño) regresa del colegio creo que tras fallar un examen. Y su madre casi lo trata de estúpido por no copiarse bien del compañero. Ese tipo de mensajes calan en la primera infancia. Es algo terrible, porque si en tu hogar la escala de valores no está clara, estás frente a un problema.

Compártelo