Zein Zorrilla: “Es un consuelo decir que nos queda Grau, pero seguir manejando el país como lo manejaron sus enemigos”

Reconocido como un escritor de ficciones notables, Zein Zorrilla ha encontrado en la historia un refugio para nutrirse intelectualmente sobre el devenir del complejo país que lo vio nacer allá por 1951. Ni siquiera lo veloz e impredecible de esta pandemia desatada por el coronavirus parece frenar sus ímpetus por producir nuevos ensayos que espera publicar en el mediano y largo plazo.

Es más, esta llamada para conversar sobre “El mestizo de los Andes y su destino. Guerra con Chile: la lección” (Lluvia Editores) lo sorprende trabajando. No hay descanso para quien al borde de los 70 años considera fundamental aportar al pensamiento crítico acerca de nuestra casi bicentenaria república, golpeada hoy por “una desgracia biológica” (como él la llama), pero marcada además por guerras perdidas, proyectos políticos inconclusos y escándalos de corrupción.

Para quien ha leído alguna obra de ficción de Zorrilla, el mestizo –ente humano compuesto por un lado indígena y otro occidental—es pieza clave. Lo mismo pasa en este interesante ensayo histórico sobre la Guerra con Chile. Estamos ante un volumen breve y sumamente ágil con lo más trascendental de un enfrentamiento que nos marcó como república.

– ¿Cómo surgió su interés por estudiar más a profundidad la Guerra con Chile?

Vengo escribiendo ficción desde hace 40 o 45 años. Y para un escritor de ficción es indesligable tomar un conocimiento de la historia. La primera que me llamó la atención fue la europea. ¿Cómo se constituyen Francia, Alemania o Inglaterra? La historia de España antes de que los españoles vengan a América. Todo eso me llamó la atención y lo leía por mi cuenta. Luego, ya en los ochenta, empecé a seguir mucho la historia peruana, a comprar distintos libros. Y lo que encontré fue que mientras las historias europeas eran positivas y ligadas al desarrollo, la peruana era de frustración permanente. ¿Por qué me entusiasmaba tanto leer las aventuras napoleónicas, sobre la revolución francesa o inglesa, o el proyecto de desarrollo de Estados Unidos en el siglo XIX? Porque son historias maravillosas y entusiastas. En cambio, la historia peruana es absolutamente deprimente, desde el arribo de los españoles hasta hoy. Esa fue una duda tremenda en mi vida.

-Para este ensayo usted ha leído varios libros de historiadores chilenos acerca de la Guerra contra ese país. ¿Cómo podría calificar lo que personajes como Vicuña Mackenna y Bulnes escribieron sobre este momento aciago para nuestra historia?

Definitivamente (en Chile) hay una élite más preparada e inteligente. Si usted cuenta la cantidad de historiadores importantes del Perú del siglo XIX podría llegar a cinco o seis, no más. Chile debe tener una veintena. Hablamos de gente mucho más leída, consciente y meditada. En mi último ensayo («El mestizo de los andes y su destino: Esplendor oligárquico 1895-1919») menciono varias cartas de (Diego) Portales. Es increíble su conocimiento –desde el punto de vista práctico—de los sistemas de gobierno. Él fue un comerciante. Mientras que el Perú tuvo a Faustino Sánchez Carrión, un iluso, un teórico. No hemos tenido la casta de comerciantes y financistas que sí tuvo Chile. Ese oficio genera otro tipo de intelectual.

Ya cuando empecé a leer otras cosas hallé un repositorio titulado Memoria Chilena donde habrá, no sé, tal vez 10 mil libros de la historia sudamericana en general, tratando sobre temas tan importantes para ese país como para su posición en la región. Cosas así no las tenemos hoy aquí.

-Me queda claro al leer su ensayo que Perú –tanto en ese momento histórico como hoy — es un conjunto de pequeñas islas, las cuales tratan de salir adelante cada una a su manera. Es un país muy disgregado…

La disgregación viene de la geografía y nada se puede hacer contra eso. Los Andes, con sus barrancos, precipicios y ríos, nos han fracturado y distribuido en compartimientos estancos. Incluso desde antes de los incas. Entonces, eso hizo que cada estanco genere su nación. ¿Qué cosa es una nación? Un grupo de gente que comparte un territorio, idioma y tradiciones culturales. La nación Chanca es diferente a la Quechua, a la Inca o a la Aymara. ¡Cuántas naciones ha habido aquí! Yo no conozco ningún libro, hoy en día, que haga un recuento de las diversas naciones que hubo a la llegada de los españoles y cuántas subsisten hasta hoy. Entonces, esas naciones no han sido alteradas ni con los incas ni con los españoles (que supieron manejarlas), menos con la República. Y el gran problema de esta última es que se olvidó de esas diferencias nacionales y las trató a todas con un solo nombre: peruanos. Entonces, las mismas normas para todos como si fuéramos homogéneos, cuando somos absolutamente heterogéneos. El error fundamental de la actual Constitución peruana es precisamente ese: no reconocer las diferencias regionales, culturales y económicas que requieren diverso trato político. La gente sale hoy a las calles y dice “nueva Constitución”. ¿Para qué? ¿Para modificar alguna regla? ¡Aquí hay que rehacer todo! Hay que reconocernos diferentes, hacer un balance de esas diferencias y construir una Constitución respetándolas. Ahí recién encontraremos un camino muy rico.

Otro ensayo de Zorrilla publicado por Lluvia Editores.

-Me ha mencionado la palabra Constitución y en el inicio de su ensayo menciona el actual contexto chileno, donde se prepara una Asamblea Constituyente. En Perú se marchó hace un par de meses y el cambio de Carta Magna era solo uno más de entre varios pedidos. Comparativamente, ¿cómo cree usted que llega el Perú al bicentenario de su independencia? 

Con la independencia chilena se entroniza en el poder una oligarquía. Y esa palabra no es un insulto. Es el gobierno de los más ricos de la sociedad en provecho de ellos mismos. Mira, en una sociedad hay clases sociales: élite, los dueños de los medios de producción, y pueblo, los dueños de la fuerza de trabajo. Entre ambos existe una correa de transmisión que es la clase media, que somos usted, yo, (que) fueron Marx, Engels, o sea, toda la gente que no tiene medios de producción, pero que a la vez su tiempo y su vida no están hipotecados. Yo creo que Chile ha madurado en todo este tiempo la clase media, mientras que en el Perú esta tiene la brújula totalmente rota. ¿Qué ha pasado? Allí la clase media está pidiendo manejar el país, el poder. Eso seguramente va a demorar. Los cambios de poder tampoco se dan pacíficamente. Sin embargo, me parece que la clase media chilena está más cerca de hacerse del poder que la peruana. En Finlandia, Noruega, Suecia, el mismo Norteamérica, es la clase media la que maneja el país, no los dueños de los medios de producción ni las mayorías proletarias o campesinas. Probablemente Chile sea el ejemplo de lo que más tarde Perú pueda ser.

-Un personaje central en su ensayo es Cáceres, que pasa de una posición preponderante, absolutamente heroica, de casi resucitar a un Ejército en cenizas, a tener el poder, pero decepcionando a muchos. ¿Cómo evalúa usted –en retrospectiva– la figura del Mariscal?

Este libro contiene dos capítulos de una obra mayor titulada “El mestizo de los andes y su destino. El ensayo”.  Y el personaje principal de todo el conjunto es el mestizo, que en la república viene a ser materia prima para la constitución de la clase media. Respondiendo su pregunta, Cáceres fue ante todo es un hacendado, miembro de la élite provinciana. Con la llegada de los españoles, él representa a esa parte de la élite que reacciona para expulsarlos (1866) y, tiempo después, encarna la dignidad de los pueblos del interior por hacerse respetar y luchar hasta expulsar al último chileno (Guerra del Pacífico).

Sin embargo, cuando llega al poder, ¿quién termina ostentándolo realmente? Desde la independencia todo está diseñado y manejado por la élite criolla, que tiene otros intereses. Él –siendo de la élite regional—entra al nido de la élite criolla y le tumban 10 u 11 gabinetes en cuatro años. ¿Cómo se puede gobernar así? Y encima lo fueron endulzando hasta que perdió el norte. Más adelante, su gobierno se termina todavía con (Remigio) Morales Bermúdez, que le heredó el poder. ¿Y quién le tumba? El civilismo, la élite criolla que jamás se sintió peruana. Un grupo que miraba más a París que al interior del Perú. Humboldt dijo que Lima estaba más cerca de París y Londres que del Cusco. Todo esto explica en parte el derrumbe y la caída del pobre Cáceres.

-En un párrafo de su ensayo dice usted: “Acabada la guerra, ¿qué le dejó al Perú? Actos nobles y héroes: Grau, Bolognesi, Alfonso Ugarte, Leoncio Prado”. Pero tampoco es que sea poco tener héroes, ¿no? Porque una nación sostiene su alma y su identidad en sus héroes. ¿No lo ve así?

Una nación se va a sostener en distintos elementos, como en su clase alta, media y baja. Obviamente hay una lectura histórica que rescata determinados personajes, pero esos personajes –con todo el respeto que se merecen—son un consuelo. Es un consuelo menor decir ‘tenemos a Grau’, y seguir manejando el país como lo manejaron sus enemigos. Así que, lo repito, el de los héroes me parece un consuelo menor.

– ¿Cómo podría evaluarse el papel de la Iglesia durante el conflicto, la ocupación y luego ya en la reconstrucción del país?

Como institución, la Iglesia chilena y la peruana son hermanas de la romana. Ellas ven desde otro punto de vista sus intereses. No creo que haya habido (en Perú) una Iglesia nacionalista como sí hubo en la España invadida por Napoleón o en el México de la revolución.

-Trayéndolo al presente, oficialmente tenemos 41 mil muertos por la pandemia del Coronavirus. Otros toman cifras del Sinadef para señalar que son casi 100 mil los peruanos fallecidos por el virus. De ser cierta esta cifra, el saldo sería peor que el de la época del terrorismo. ¿Vivimos hoy el peor momento en nuestra historia republicana?

Creo que los momentos críticos de nuestra historia republicana están signados por enfrentamientos de sus clases sociales. Lo de ahora es una desgracia biológica. Es como si nos hubiera caído un meteorito. Ningún pueblo en la humanidad está exento de eso. Aunque muchas veces las pestes no son determinantes en procesos políticos, yo creo que esta vez sí puede precipitarse la caída de la oligarquía peruana. ¿Pero luego qué o quiénes la reemplazarían? Nuestra clase media no es consciente de sí, ni está organizada. Los jóvenes hijos de familias acomodadas están más preocupados por armar fiestas. Por su parte, los de las clases media no tienen ni acceso a libros. ¿Si alguien quisiera leer a Montesquieu dónde encuentra sus libros? Nuestro paisaje cultural peruano es de una orfandad terrible. Nos hemos reducido como cultura a leer poemas y novelas. Carecemos de pensadores. Muerto Pablo Macera nos hemos quedado huérfanos.

-Hay una tendencia a agrupar los años por décadas signadas por uno o varios hechos. Tuvimos a PPK, que renunció, luego Vizcarra, que fue vacado, luego Merino, renunciante. Ahora afrontamos una transición accidentada. ¿Estamos por concluir un lustro perdido?

La década perdida para el Perú fue la del ochenta al noventa. Con Belaunde Terry murió el civilismo, porque él no supo qué hacer. El APRA tuvo el poder y tampoco supo qué hacer. Y murieron las izquierdas. Alfonso Barrantes se negó a ir a la segunda vuelta y le regaló las elecciones a Alan García. Y le entregamos el país al primer tirano que apareció: Fujimori. Yo siento que este país hoy está preparadito para que venga otro tirano y se quede veinte años. Por tiranía hablo de orden, pero además de mucha injusticia y muchas muertes. ¡Ojalá me equivoque!

Mira, sobre tu pregunta en sí, estos cinco años que terminan son solo las réplicas de movimientos mayores, y tal vez anuncien cosas peores a futuro. Donde sí espero bastante es en la participación de las regiones, pero sobre todo del ‘nuevo limeño’, hijo de migrantes que ve a Lima y el Perú desde otro ángulo. No es el chico para el que escribían Ricardo Palma, José Gálvez ni Bryce Echenique.

El mestizo, elemento de interés en la obra de Zein Zorrilla. (Foto: Perú 21)

– Finalmente, ¿en qué proyectos editoriales viene trabajando actualmente?

Vengo revisando fragmentos del ensayo que te mencioné hace poco. Estoy justo en el período de Leguía. Él sentó las bases de este Estado mal hecho que hoy tenemos. Y luego vendrá un trabajo sobre los indigenismos, la mayor creación de los mestizos. Y, más adelante, vendrá algo sobre la edad de las utopías: Haya de la Torre y Mariátegui, que son ideologías que nos han perseguido hasta hace poco. Víctor Raúl murió por el disparo de Alan García, y Mariátegui terminó en toda la masacre de Sendero Luminoso. Nos hemos quedado huérfanos, sin libros, sin líderes, y el sol parece habérsenos ocultado. Pero creo que algo brotará.

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