Fernando Trujillo: “Hay cuatro privilegiados que tienen el mundo resuelto y los demás tenemos que trabajar.”

Cuando los segundos finales del diálogo en Zoom llegan, Fernando Trujillo Sanz intenta evocar lo primero que se le viene a la mente sobre Perú. “De Lima me traje todos los ingredientes para hacer Pisco Sour y también las instrucciones, ¡pero el resultado fue vomitivo!”, recuerda ligeramente avergonzado. El escritor español, multi-ventas por su saga “La biblia de los caídos” ha aceptado conversar con nosotros sobre “El secreto de Ted y Todd” (Editorial Panamericana), su más reciente libro, aunque durante la charla inevitablemente tocaremos muchos otros temas.

Nacido en 1973, el autor madrileño comenzaría a publicar en 2010 junto a su amigo César G. Muñoz sin imaginar que, más de dos décadas después, ostentaría un reconocimiento innegable ‘al otro lado del charco’, literalmente. Y es que, como él mismo lo reconoce, paradójicamente, aquellos que abarrotan auditorios y forman interminables filas para que les firme un libro no son sus compatriotas, sino adolescentes colombianos, mexicanos y, por supuesto, peruanos. Nadie es profeta en su tierra, reza un dicho que Trujillo Sanz conoce a la perfección.

En “El secreto de Ted y Todd”, un niño de 10 y un anciano conforman una rara pareja que, mientras hablan sin parar, son parte de un escenario en el que dos bandos (los White y los Black) luchan teniendo como escenario la Londres del majestuoso Big Ben. Esta obra, precuela de la nutrida saga “La Prisión de Black Rock”, comienza a capturar fanáticos en distintas latitudes.

Lo primero: me ha generado mucha empatía el personaje del detective Aidan Zack. Cuénteme cómo surge en esta historia…

Suceden cosas algo extrañas por la ciudad, en Londres en concreto, y yo necesitaba un personaje que pudiese estar relacionado con ellas, y contándolas. Entonces, dudaba si sería un policía o tal vez un periodista que siguiera las noticias. Al final encajó mejor la profesión de policía. Y, bueno, es difícil hablar de él sin hacer spoiler. Pero él tiene un pasado concreto relacionado con todo lo que va a pasar y eso le marca un poco cómo es y cómo actúa.

¿Crees que esos secretos personales delinean su personalidad a lo largo de la trama?

Sí. Hay una parte importante de su forma de ser que viene marcada por una pérdida familiar que tuvo. Y eso le hace encajar un poco menos, ser un poco más brusco. Él tiene una especie de lastre de losa, y yo sí lo sentía así, como parte de su forma de ser.

¿Hubo mucha investigación sobre Londres para escribir esta novela o priorizas la parte de ficción?

Yo priorizo siempre la ficción. La verdad es que esa novela en concreto ocurre en Londres y no en otro sitio por el Big Ben. Yo necesitaba un reloj famoso y el Big Ben es el más famoso del mundo. Es como la Torre Eiffel, un ícono difícil de no reconocer. Y por eso ubiqué (la historia) allí. Porque en un momento pensé en Madrid, que es donde vivo, y aquí está el reloj de la Puerta del Sol, pero yo creo que nadie fuera de España lo conoce. O sea, tal vez sí algunos, pero no es tan popular. Además, hay un personaje, una mujer, que se va a casar, y hay un problema con adoptar el apellido del marido. Eso, en el primer borrador, tenía más importancia, pero en España las mujeres conservan siempre su apellido, incluso tras casarse. Entonces, también por eso me venía bien Londres. Yo, en general, cualquiera de mis historias las podría poner en cualquier ciudad. La ubicación real no me importa mucho.

¿Eres mucho de escribir proyectos de libros y luego tirarlos al tacho? ¿Tienes muchos ‘abortos’ de novelas?

Todos los libros que he publicado fueron borradores alguna vez. Tengo proyectos a los que no les encuentro un final que me guste o encaje y no decido escribirlos. Hasta que no tengo el final bien armado no escribo la historia. Entonces, tengo varios proyectos así, que me molestan, porque no encuentro el final o el personaje que lo mueva todo, y espero que se desbloqueen. Porque las novelas que he escrito también estuvieron así a lo mejor unos años esperando a que se me ocurriese, y cuando se me ocurrió el final y encajaron todas las piezas, pues las escribí. Pero puede que algunos de esos proyectos nunca lleguen a cristalizarse, o nunca se me ocurra todo lo que considero que necesito para escribir una historia y se quedan ahí como proyectos inacabados.

¿Tú eres de lo que ponen el final al mismo nivel que el inicio? ¿Tiene que ser clave el inicio y clave el final?

Para mí el final tiene más importancia. Por lo menos, el inicio muy pocas veces me ha supuesto un problema. Si yo sé a dónde quiero ir, se me ocurre bastante rápido cuál es la forma que me gusta de empezar ese viaje. De hecho, cuando tengo una historia bien armada, a veces el principio, el primer capítulo o el prólogo es lo último que escribo. En cambio, saber bien a dónde voy es muy necesario para mí, porque si no tengo la sensación de que estoy escribiendo sucesos que no sé si servirán para algo. Me siento un poco perdido sin saber qué final de novela estoy persiguiendo.

¿Antes de aquella primera novela que escribiste junto a tu amigo, apenas pasados los treinta años, qué era de la vida de Fernando Trujillo?

Antes y durante, por un tiempo, yo era informático. Trabajaba en Toyota.

¿Has vivido siempre en Madrid?

Sí, salvo un año que mis padres me enviaron a estudiar afuera.

¿Y en la ciudad o en los pueblos alrededor de la ciudad?

De pequeño vivía más en el centro, ahora estoy en un pueblo adyacente.

¿Has oído alguna vez el dicho que ‘uno nunca es profeta en su tierra’?

Lo conozco, claro que sí. Y en mi caso se aplica. Desde luego que no soy profeta aquí (en España). Pero sí hay profetas españoles aquí. No estoy tan seguro de que el dicho sea universal, aunque en mi caso lo es. Yo aquí prácticamente no tengo ningún éxito y, sin embargo, en Latinoamérica me va bastante mejor.

La portada de la novela de Fernando Trujillo.

Exactamente, en Latinoamérica, pero más todavía en la zona andina. En Colombia repletas las ferias, en Perú también. ¿Cómo te explicas eso?

¡No lo sé! (Risas) Aunque supongo que algo tiene que ver que la editorial que me publica sea de ahí, de Colombia, entonces tal vez ahí los libros son más accesibles, están mejor expuestos, etc. Pero no sé bien si ese país es donde más se llenan mis eventos. Lo que pasa es que es donde más voy. En Lima he ido a dos ferias y se ha llenado muchísimo. Luego, en México estuve en una feria hace mucho tiempo y no había tanta gente, pero si fuese ahora, pues quién sabe.

¿Hoy vives solo de escribir libros?

Sí.

¿Es lo que te gustaría hacer el resto de tu vida?

Claro que sí, aunque nunca se sabe. Puedes dejar de vender en algún momento, hay picos y valles, las ventas son difíciles. Mira, yo creo que hay cuatro privilegiados que tienen el mundo resuelto y los demás tenemos que trabajar, porque si estás en una empresa también te pueden despedir, o la empresa puede quebrar e ir a la banca rota. Desde luego que escribir es lo que me gustaría hacer siempre y mucho más vivir de ello.

Vivimos en una era donde hay una competencia tremenda por sacar contenidos audiovisuales. ¿Has visto alguna película basada en un libro que te haya llamado la atención por buena o por mala?

Recientemente, no recuerdo, pero a lo largo del tiempo he visto muchas adaptaciones. La mayoría me parecen bastante malas, aunque también existen algunas buenas. Podría citar algunas muy fieles al libro, respetuosas y dignas. Así que hay de todo. Y ese mito de que la película siempre es peor que el libro, si hay que generalizar, no lo creo, porque hay algunas que son muy fieles, son un medio diferente, aprovechan muy bien las fortalezas del soporte, evitan las debilidades, y entonces quedan muy bien. Ahora, yo no sé por qué algunas otras a veces simplemente pasan del libro. Lo cambian directamente porque quieren. Hacen cambios sin sentido y empeoran el texto.

¿Dirías que tu vida es tan común y corriente como la de cualquiera de tus lectores? ¿O eres una especie de ratón de biblioteca que está escribiendo o planeando qué escribir todo el día?

Mi vida diaria es bastante de ratón de biblioteca. Soy bastante casero. Estoy en casa casi todo el día, con mi familia. De joven salía más que ahora. Mi vida es, desde el punto de vista de alguien externo, bastante aburrida. A mí me gusta y me hace feliz, pero se parece más a la vida de un ratón de biblioteca. Yo nunca escribiría un libro sobre mi vida porque sería tan aburrido que no lo leería ni yo.

Te escuché hablando acerca del modo de trabajo de Stephen King. Cuestionabas que él seguía un estilo en el que soltaba una idea y luego trataba de llegar a 800 páginas casi como sea. Supongo que para criticar a quien muchos consideran ‘maestro’ deberías haberlo leído…

No sé si muchos, pero sí he leído unos diez o quince libros suyos. Y hay de todo. Algunos me han gustado mucho, pero hay otros que nada. De él recuerdo “Mientras escribo”, un libro muy bueno donde explica cómo escribe. Pienso que es un texto muy interesante para nosotros los que trabajamos en esto. Aunque él tiene una forma de escribir que es opuesta a la mía. No es mejor ni peor. Obviamente a él le funciona muy bien. Tal vez sea el escritor más popular del planeta, seguramente. Pero sí, digamos que se deja guiar, por así decirlo. Hace justo lo contrario a lo que yo decía al principio: él empieza y no tiene ni idea del final de su historia. De hecho, yo creo que en “Mientras escribo” contaba que si en algún momento llega a visualizar el final intenta no hacerle mucho caso para que cada día que escribía la historia fluya de una manera que yo, en particular, no comprendo básicamente porque a mí me sucede al revés. Y, bueno, mi queja con los libros suyos que no me han gustado es que sus finales no me parecen tener mucho sentido, aunque sí existen otros que me parecen realmente espectaculares.

En España se publican muchísimos libros anualmente, muchos de ellos resultan imposible leer, reseñar o siquiera comentar. ¿De dónde crees que se origina este don tan español de la escritura? ¿Hay por ahí algo de herencia de Cervantes? ¿Es España un país de escritores?

No lo sé. Supongo que para contestar eso debería saber pues más o menos cuántos escritores hay en otros países, y así poder comparar. Según las cifras que tengo, que he oído en informes, los españoles no estamos muy bien en índices de lectura. Claro, aquí nos comparamos con Europa, con el entorno cercano e inmediato, y salimos bastante mal parados. Así que, no sé si seremos un país de escritores, pero de lectores yo diría que no. Y respecto a la herencia, sí noto algo de eso. No solo con Cervantes, claro. Y es una herencia que a mí personalmente me perjudica porque en los clásicos españoles la fantasía no existe. Y no me refiero a una obra con platillos voladores, sino tal vez a un Drácula, a un Frankenstein, Todo es bastante realista en el sentido de que no hay elementos sobre naturales. Obviamente, el Quijote se vuelve loco y la que monta no podría pasar en la realidad. Pero no vuela, no crea monstruos, no chupa la sangre de otros. Ese realismo exagerado lo noto. Es más, hoy en día no hay escritores españoles de fantasía conocidos. Solo hay una, y encima escritura juvenil. Así que, en nuestra literatura española clásica no hay fantasía y hoy tampoco la hay.

Empezaste escribiendo a cuatro manos con tu amigo César G. Muñoz y en la nota del autor que incluye “El secreto de Ted y Todd” mencionas a tu hermano, quien leyó los avances y te ayudó a escribir. ¿La escritura para ti es un oficio compartido, de consultar opiniones o es más bien reservado y solo muestras tu trabajo al final?

Sé cómo soy yo, y no generalizaría para decir que así son todos los escritores. Consulto con mi hermano, con César, a veces con mi mujer también, y con cualquiera que tenga a mano y que conozca un poco sus gustos y sean afines a los míos. Cualquier cosa que me inspire, me dé una idea buena y me ayude a superar un bloqueo al escribir es buena. Pero seguro que hay escritores que no consultan con nadie, que lo hacen ellos solos, se encierran, son completamente autónomos y les irá muy bien. En mi caso, considero que consultar me hace bien. Tengo muchas ideas que, o bien me las ha dado directamente otra persona, o bien ha dicho algo que me ha llevado a mí a pensar en esa idea y la he utilizado, y yo diría que todo eso es algo que necesito.

Fernando Trujillo en una foto de su archivo personal tomada durante un viaje a Colombia.

Más allá de que consideras tu propia vida como aburrida, ¿tus personajes comparten algo con Fernando Trujillo?

A algunos personajes les doy detalles míos, pero siempre secundarios, superficiales. Por ejemplo, un gusto musical. Así que, en vez de documentarme sobre un grupo, les pongo uno que me guste a mí. Luego, tengo personajes que están basados en algún amigo mío, o en mi hermano, por ejemplo. Mi hermano en una saga me ayudó mucho. Y a manera de agradecimiento le di (a un personaje) su aspecto físico y su nombre. Así que hay cositas sueltas, pero no tengo la sensación de que mis personajes compartan mis valores o mis ideas importantes. Porque suelen estar más definidos por lo que yo creo que necesita la historia, no sé, si necesito que en una historia un personaje debe ser deprimido o tal vez muy feliz o dicharachero. Y la otra cosa es también que yo piense que la historia sea más entretenida de leer. Le doy este rasgo porque hace al personaje menos aburrido. Coincida o no con lo que yo personalmente haría en las situaciones en que ellos se encuentran. Por otro lado, sí me la paso bien escribiendo puntos de vista opuestos. Por ejemplo, tengo una historia sobre ángeles y demonios y yo escribo ambos pareceres. Así que debo forzarme a pensar cómo actúa un ángel y lo mismo con un demonio. Voy a los dos bandos, intento no posicionarme, claro, pero seguro que algo de mis opiniones se filtra.

Has dicho que en tus inicios te habían gustado los libros de Isaac Asimov. ¿Hoy identificas algún autor que guste mucho o te genere predilección?

Sí. El último que me ha generado algo así es un canadiense llamado Steven Erikson. Lo he visto alguna vez y no debería ser mucho mayor que yo. Él ha escrito una serie de libros, soy fan de su saga “Malaz: El Libro de los Caídos”. Es más, la estoy leyendo por segunda vez. No sé si lo compararía al nivel de Asimov, pero me la he pasado leyendo su saga y es larguísima. Porque son 10 libros inmensos. También tiene otros textos y la he pasado muy entretenido. Le considero un escritor al que admiro.

¿Te planteas objetivos a media y largo plazo o prefieres ir libro por libro?

Un poco de todo. Me pongo como meta un libro al año. Me gustaría subirlo un poco, tal vez un libro y medio, no sé. Y a veces hay un final que estoy persiguiendo y al que voy trabajando poco a poco, pero no sé si decir que ese objetivo lo voy a alcanzar en cinco o en diez años. Se me da muy mal calcular la extensión de una historia tan larga y simplemente voy trabajando en ella y acercándome lo que puedo. A veces sí hay que obligarse a uno mismo. Un libro al año debería ser lo mínimo que escriba y no debería bajar de ahí.

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