Joana Marcús: «No creo que la inteligencia artificial pueda crear algo con alma, que es lo que busca la gente al abrir un libro»

Con más de 250 mil ejemplares vendidos y con apenas 23 años de edad, la española Joana Marcús (Mallorca, 2000) no ha perdido la humildad que se requiere para sentarse a conversar –sin mirar el reloj—sobre diversos aspectos alrededor de su trabajo como escritora.

A propósito de “Tres meses”, el tercer número de su saga “Meses a tu lado” (Montena), la bestseller juvenil responde aquí una serie de interrogantes que demuestran que es mucho más que una especie de ‘rockstar’ de las letras adolescentes. Estamos ante una autora absolutamente consciente de la industria de la que es parte y de la sociedad que la rodea.

¿Le quita el sueño ver sus libros adaptados al cine o la televisión? ¿Cómo se inspira para crear sus personajes? ¿De qué forma asume hoy las críticas? ¿Se visualiza siempre en el campo de la literatura juvenil? Estas y algunas otras preguntas responde Joana Marcús con notable solvencia.

Acabas de cumplir 23 años. ¿Sabías que en el año que naciste se corrió la voz de que ocurriría una especie de ‘apagón tecnológico’, porque las computadoras se iban a reiniciar con la llegada del nuevo milenio?

Nací con toda la desgracia. Tenían miedo de que las máquinas se tomaran el mundo o algo así. Lo sé, claro. Y, además, me hizo mucha gracia porque en Quito estuvimos en la ‘mitad del mundo’ y yo nací un 30 de junio, pero fue a la medianoche, entonces nunca se supo bien si fue un jueves o un viernes. Así que en Quito era estar como que en medio de todo (risas).

Llevo entrevistando autores casi el mismo tiempo que tú escribiendo libros, y aún me genera algo de nervios encender la grabadora y empezar esto. ¿A ti te genera nervios todavía empezar un nuevo libro y viajar a un país para conocer tanta gente distinta?

Normalmente no me pongo nerviosa, pero sí me pasa que cuando estoy a punto de entrar al escenario y espero detrás de la cortina, sí siento ansias de salir ya. Es el único momento donde sí me pongo algo nerviosa. Pero ya cuando sales se te pasa y entras en el ‘mood’ de la charla y te pones tranquila.

¿Ese mismo recibimiento que tienes tú, a lo ‘rockstar’ lo has vivido del otro lado? ¿Alguna vez has sido parte de un gran grupo de fanáticas de otra escritora, o escritor, no sé?

Creo que con escritores no, porque mi experiencia con ellos es haciendo una firma muy tranquila. Nadie gritaba, nadie levantaba la voz, tú dejabas tu librito, el escritor te preguntaba cómo te llamas, le decías tu nombre y seguías con tu vida. Así que este entusiasmo lo había vivido más con cantantes, con artistas internacionales, pero con escritores me costaba muchísimo. No lo había visto.

¿Cómo es crecer en Mallorca?

Es muy tranquilo, y de hecho mi agente siempre dice que se me nota haber nacido en un pueblo de 400 habitantes.

¿400 habitantes?

¡Sí! Con una media de edad de 70 años. O sea, todo perfecto. Y el ritmo de mis libros es muy pausadito, me tomo mi tiempo para construir las relaciones. Ahora que vivo en Madrid he notado que el ritmo de vida es mucho más acelerado, que la gente tiene como mucha prisa por llegar a los sitios, por hacer las cosas cuanto antes. Mientras que en los pueblos todo tiene su tiempo, nadie intenta apresurarlo y creo que se nota también en los libros.

¿Hasta el año pasado has publicado cinco libros en un año?

Sí, es correcto.

¿Te da tiempo para hacer algo más? Acabas de votar en las elecciones, presumo. ¿Eres consciente de lo que ocurre alrededor tuyo, en la sociedad, o prefieres estar centrada en tus libros, en tu familia y en tus amigos?

Intento estar en todo, pero al final entre tu familia, tus amigos y tu trabajo te ocupa mucho tiempo. Lo que sí hago es que cuando tengo tres o cuatro días libres cojo mi mochila, me la cuelgo y me voy de viaje donde yo quiera. Me gusta mucho el concepto de ‘a ver dónde me lleva el viento’. Disfruto los deportes de riesgo. He ido a hacer bungee jumping con mi mejor amigo, por Islandia, por Holanda. Es divertido, y como tienes tres o cuatro días, tienes que aprovecharlos al máximo.

Has dicho que al comienzo las críticas te afectaban, y que como eres introvertida incluso perjudicaban tu trabajo. ¿Hoy cómo las asumes?

Si eres una persona introvertida creo que lo serás así toda tu vida. Puedes tener momentos más extrovertidos, puedes aprender a lidiar con ello, a llevarlo mejor, pero sí que es verdad que las críticas ya no me afectan tanto. Al final llega un punto en el que asumes que a no todo el mundo le puedes gustar. Y no solo en el contexto de los libros. Cuando entras en una clase no le vas a caer bien a todos y no saldrás con 40 amigos para toda la vida. Al final todo el mundo tiene su opinión y no tiene necesariamente que encajar con la tuya. Pasa que cuando empecé a escribir me costaba mucho porque para mí escribir es una forma de desahogarme, al final estoy poniendo muchas cosas que me han pasado, que son sensibles, y que la gente lo juzgara me hacía sentir atacada personalmente, pero hace un tiempo entendí que, bueno, es un libro. Y no te están juzgando a ti como persona, sino a los personajes ficticios.

Has dicho ya que la literatura juvenil es tan de verdad como la adulta. ¿Has tenido la oportunidad de leer precisamente esa otra literatura, la adulta? Porque en tu país se escribe y se publica mucho…

Yo empecé leyendo escritura adulta. Cuando tenía nueve o diez años –nosotros no teníamos tanto dinero como para comprarme un libro a la semana, que era lo que me tardaba en leerlos—tenía que usar mucho lo que me daban los amigos de mis padres. Y ellos tenían libros del llamado Círculo de Lectores, una especie de club de lectura que te mandaba un libro por semana al buzón. Y la mayoría eran de Stephen King, Isabel Allende, que no eran necesariamente para niños. Entonces, por un lado, tenía a Harry Potter y por otro a Stephen King, e iba mezclando un poco. Así que, siempre he leído de todo, pero para mí lo juvenil siempre estará un poquito más arriba que el resto porque me gusta muchísimo.

Tienes claro que el mercado juvenil va desde los 14 hasta los 25 años. Estás, casualmente, al borde de los 25 años. ¿Te visualizas escribiendo siempre literatura para este público o no descartas más adelante alguna novela para adultos?

A veces me lo pregunto, pero intento no planteármelo demasiado, porque al final no sé qué me va a apetecer el día de mañana. Quizás mi próximo libro no le gusta a la gente y dejo de vender libros y tengo que centrarme en otra carrera. Así que intento ir día a día y lo único que sé es que por ahora estoy muy cómoda con el público que tengo, porque me da muchísima libertad para escribir tanto novela romántica contemporánea, como ciencia ficción, fantasía o lo que te apetezca dentro de ese margen. Además, que sigo escribiendo en Wattpad, y algunos de mis personajes ya tienen 25 años y la gente los sigue aceptando, leyendo. Entonces, me alegra que te permitan crecer con tus libros sin ponerte ningún límite.

Muchos escritores logran algo de éxito y de pronto caen en una crisis creativa o tienen ganas de dejarlo todo. ¿Te ha pasado en todo este tiempo que has tenido ganas de dejarlo todo e irte por dos años a hacer bungee jumping?

Estaría bueno eso, eh (risas). Pero creo que por ahora estoy poniendo muy claros mis límites en cuanto a giras y firmas. Así que tengo muy claro que si quieren que haga todo este tiempo: entregar estos libros, hacer estas giras y firmar acá, luego necesitaré tiempo libre. Porque o sino me voy a quemar. Y quién sabe si al quemarme puedo caer en eso de pasarme dos años sin escribir. Sin embargo, por ahora creo que tenemos todo bastante controlado para que cosas así no pasen.

“La trilogía del fuego” salió en Planeta y ahora “Meses a tu lado” en Penguin Random House. Debe ser lo más parecido a haber jugado en Real Madrid y Barcelona. ¿Cómo defines esa experiencia a tu edad?

Sí (risas). Para mí es un honor. Estás tantos años deseando que cualquier editorial se fije en ti, sea pequeña o mediana, que cuando ocurre que se fijan las dos más grandes, es como Woah. ¿Qué más puedes aspirar a futuro? Para mí es un honor total que ambas hayan confiado en mí, además con sagas tan diferentes. Además, me parece muy bonito que ambas cuando me contactaron no me dijeron ‘quiero este libro’, sino ‘¿qué libro te apetece publicar con nosotros? Confiaron en mi criterio y eso fue algo que me gustó mucho.  

Joana Marcús en una fotografía tomada en Lima. (Libros a mí)

Has dicho que lo que más te gusta escribir es ese ‘tonteo previo’ al primer beso. ¿Crees que algo así se repite en adolescentes, adultos y hasta ancianos que se conocen por primera vez?

Ahí sale la estudiante de psicología que llevo dentro. Esa es la fase de luna de miel. En la que todo parece bonito, que incluso te parecen bonitos los defectos de la otra persona. Me parece la fase más bonita porque te permite un poquito más de libertad creativa. Cualquier cosa que hagan los personajes será bonito, una razón para que la trama siga avanzando. Entonces, es lo más difícil, pero a la vez lo más fácil porque es lo que te ayuda a sentar las bases de toda la relación, que cuando se cruce la barrera del primer beso y el primer encuentro ya tienes que ser más realista.  Por todo eso me gusta tanto la fase ‘rosita’.

A Quentin Tarantino alguna vez le culparon injustamente de promover, a través de sus películas, la violencia con armas en Estados Unidos. ¿Alguna vez te han atribuido la promoción de relaciones antes de los 18, la promiscuidad juvenil, o tal vez otro sinsentido?

Siempre te dicen sinsentidos, es verdad. Sí me han dicho que promociono diversidad sexual con mis personajes, que está mal, que doy ideas equivocadas, pero yo digo: solo reflejo la realidad. Esto lo verá tu hijo o tu hija en su día a día, en sus grupos de amigos. Nadie enseña nada, solo refleja. Hablamos solo de literatura.

¿Qué piensas sobre la Inteligencia Artificial? ¿Temes en que algún día las máquinas terminarán escribiendo las novelas juveniles por ti?

Creo que al final la Inteligencia Artificial es una especie de copia de lo que ya existe, entonces, no hay una manera real de que esta pueda crear algo novedoso, algo con alma, que es lo que la gente busca al abrir un libro. Tal vez sí puedas buscar una trama algo más básica, un poquito más directa o concreta, pero al menos yo como lectora lo que busco es que el escritor deje todo en ese libro y me lo demuestre. Eso es algo que la tecnología nunca va a poder conseguir, entonces, no es algo que me preocupe especialmente.

Vi en YouTube un video de una especie de casting para encontrar la voz de uno de tus personajes para un audiolibro. ¿Cómo defines la experiencia de darle voz a las personas que tú creaste en tu computadora?

Debo admitir que es muy extraño (risas), porque, además era un casting a ciegas, en el que todos estaban pronunciando las mismas frases y luego la gente iba votando por su favorito. Yo los conocía a todos antes de subir al escenario, y recuerdo que conocí a uno muy específico, que además fue el que ganó, y se llama Luis. Y le dije ¡te pareces a Jack! En personalidad más que todo. Me recordaba al personaje con su humor negro, un poco ácido. Y decía: esto es muy extraño, siento como si estuviera hablando con Jack. Y las lectoras hicieron que ganara de forma aplastante.

¿Te sientes parte de un mismo grupo de literatura juvenil junto a colegas tuyas como Mercedes Ron o Flor M. Salvador?

Sí, creo que al final el género que escribimos nos une. Aunque a no todas las conozco en persona ni a nivel de mensajes, claro. A Mercedes sí la conozco. A Cherry Chic, también. En ocasiones durante las ferias y convenciones literarias te ves con ellas. Aunque sí pienso que al final, dentro del mismo grupo, cada una tiene su propia forma de expresarse, un mensaje muy distinto, que es lo que me parece muy bonito y le da mucha variedad a las lectoras y a los lectores para que elijan qué es lo que buscan.

Supongo que muchas chicas de las que te siguen en las presentaciones te comentan que escriben. ¿Qué sueles decirles para animarlas a que sigan en la brega?

Sí, bueno, en mis presentaciones me gusta pedir que levanten la mano las que quieren ser escritoras. Y me choca la cantidad de gente, y sobre todo los más jóvenes. Y esto se debe tal vez a que ahora hay referentes. Cuando yo tenía 15 años no había esto. Yo les diría que, siendo muy realista, porque alguien tiene que ser el malo de la historia, que no enfoquen la carrera de escritura solo como escritura profesional, pues hay muchas salidas. También pueden ser periodista, editor, no sé, muchas cosas. No todo lleva al camino de escritor súper ventas y famosísimo.  Les diría que tengan la mente abierta para muchas otras opciones.

Sigues la carrera de psicología. ¿Tienes tiempo para estudiar?

Es una buena pregunta: ¿tengo tiempo para vivir? Estoy en penúltimo año, así que la mitad de mis asignaturas son de prácticas. Y si me meto en eso tendría que llevar un horario de oficina. Así que tuve que renunciar a la mitad de asignaturas, porque no me daba la vida para hacer una gira y tener un horario de empresa. Era imposible. Así que tengo tiempo, aunque sacrificando una parte de la carrera.

Entonces, como estudiante de psicología, tienes esa tentación de ir psicoanalizando a todos a tu alrededor…

Claro, un poco, debo admitirlo. Estás con el ‘ojo de loca que no se equivoca’, pero intentas frenarlo un poco porque no puedes estar sobre analizando a todo el mundo. Pero sí, te fijas en detalles de cómo se sienta la gente, cómo habla, cómo gesticula, y entiendes si están nerviosos, contentos o incómodos.

¿El éxito que tuvo Mercedes Ron al ver adaptada “Culpa mía” en Prime Video es algo que te gustaría emular?

No. El aspecto cinematográfico, de series y demás, no me llama nada la atención. Me costaría ceder mucho mis libros, mis mensajes y mis personajes, aunque sea al mejor guionista del mundo. Sé que uno debe evitar decir nunca. Pero no veo un futuro cercano alguna adaptación de mis libros.

En Argentina gritan y cantan mucho en tus presentaciones. En Perú también. ¿Qué crees que iguala a tus lectoras en Latinoamérica con, por ejemplo, las de España?

Creo que todas son lectoras, pero sobre todo (las iguala) las ganas de volver a esa época en la que se nos permitía soñar con libros de finales bonitos, con personajes que nos hagan empatizar con ellos, que nos hagan reír sin sentirnos juzgadas. Porque hubo una época en la que lo hacíamos, pero luego ocurrió una especie de parón en el que la gente se avergonzaba de tener este tipo de sentimientos, de ser vulnerable, y ahora como que estamos retomando, y nos estamos apropiando de esa vulnerabilidad y me parece muy bonito. Eso me parece que nos une a todos y a todas.

Compártelo