Desde su creación en Perú, la moneda ha sufrido diversos cambios que han perjudicado o beneficiado a millones de compatriotas en todo el territorio. Se trata de un objeto que muchas veces relativizamos quizás ignorando la historia que tiene detrás.
Devaluaciones y falsificaciones, por ejemplo, son solo dos de múltiples problemas que ha sufrido un ente que –sea de papel u hoy producto de una aleación—sigue siendo fundamental en la evolución de nuestra nación.
El Banco Central de Reserva del Perú y el Instituto de Estudios Peruanos acaban de publicar “Historia de la moneda en el Perú”, un completo compendio de ensayos en torno a la historia de este crucial elemento. Desde la época de la Colonia hasta la actualidad.
Conversamos sobre esta obra con su editor, Carlos Contreras. Vale decir que la publicación incluye a historiadores muy prestigiosos como Jesús Cosamalón, Francisco Quiroz Chueca, Margarita Suárez, Magdalena Chocano, entre otros.
-¿Por qué es importante estudiar la historia de la moneda en el Perú?
Porque creo que las peripecias de la moneda, que es una cosa muy específica, un objeto material pero que tiene toda una política detrás, pueden reflejar mejor que otras cosas la naturaleza de los problemas de nuestro desarrollo económico, de nuestro desorden social o de nuestra inestabilidad política. Y esto parece increíble. Como digo en la introducción del libro, pocos objetos de la vida cotidiana pueden expresar tan bien los dramas de una sociedad como lo hace la moneda. De manera que, a través de su estudio, que ha tenido épocas de calma, de inestabilidad, de cambio de signos monetarios y de devaluación, se puede decir que estos nos han afectado, creando prosperidad para algunos y miseria para otros.
-¿Con cuánta certeza podemos decir que antes de la creación de la Casa de la Moneda se utilizaron objetos parecidos a la moneda para intercambiar bienes o servicios?
Con no mucha certeza. De hecho, los hombres desde la antigüedad hemos intercambiado productos. Los trueques son una forma de intercambio muy natural. Pero ciertamente necesitábamos a veces una forma de postergar nuestro poder de compra para otro momento, es decir: ahorrar. Y esa es una de las cualidades de la moneda. Tú puedes guardar tu riqueza durante un tiempo y postergar su uso para más adelante. Pero cuando no hay buena moneda es difícil el ahorro. No obstante, las personas se las han ingeniado siempre. Entonces, por ejemplo tener animales es una forma de tener un ahorro. Plantar un árbol lo es porque mañana te dará madera o frutos. Y diversos objetos que tengan portabilidad, que no se malogren con el paso del tiempo sino que al contrario mejoren. En ese sentido dicen que la semilla, los granos, frejoles, maíz, el ají y la carne seca podrían ser reemplazantes de la moneda y habrían tenido un uso de este tipo en tiempos prehispánicos. O incluso –ya en tiempos de los españoles—como no era fácil acceder a la moneda, entonces los indígenas manejaban este tipo de objetos como reemplazantes.
-¿Cuánto tiempo coincidieron el oro y la plata en la circulación de monedas?
En la circulación propiamente dicha esto ocurrió hasta la Primera Guerra Mundial. Había monedas de oro que venían a ser las de mayor valor, como si fueran ahora los billetes de 200 soles, y las de plata, que eran las de un valor más menudo. Pero siempre una característica de las monedas de metal precioso es que todas son de alto valor. Pero un defecto es que ‘no hay sencillo’. Todas las monedas valen mucho, lo cual las hace poco prácticas para las transacciones cotidianas. Y también tienen otra cualidad: su valor se mantiene constante a través del tiempo.
-Se suele cometer el error de pensar que las guerras mundiales no nos afectan porque estamos bastante lejos de donde ocurren. ¿Cuánto afectaron estas conflagraciones a la estabilidad de la moneda peruana?
La Primera Guerra Mundial fue sobretodo la que tuvo un impacto muy grande en este terreno porque se suspendió el comercio del oro. Las potencias en guerra suspendieron el comercio y la convertibilidad de sus monedas al oro. Antes, digamos que hasta el Tratado de Bretton Woods que es de 1944, todas las monedas eran convertibles al metal precioso. Y esa era la garantía de su valor. Es decir, había billetes pero se supone que tenían un equivalente en metal que el banco central garantizaba. Pero cuando hay una guerra se suspende la convertibilidad. Y eso pasó en la Primera Guerra, que hizo que en el Perú nadie quisiera sacar sus monedas de oro para gastar y así terminamos volviendo a la moneda de papel. Así que yo diría que con la Primera Guerra Mundial murió el patrón de oro en Perú. Y con ese habíamos tenido una economía muy estable, sólida y que nos había sacado de la crisis de la Guerra del Salitre. Mientras que en el caso de la Segunda Guerra Mundial pasa algo similar pero en cierta forma de menor dimensión porque ya teníamos una moneda de papel y lo que el gobierno hizo fue congelar el tipo de cambio durante los seis años que duró el conflicto. Esto generó un atraso cambiario. Es decir, hubo un tipo de cambio subvaluado. Esto generó distorsiones en la economía. Y al final de la guerra el problema era cómo hacer un ajuste de forma no tan traumática. Esto desató una inestabilidad económica y política durante el gobierno de Bustamante y Rivero que trajo consecuencias políticas serias.
-En su libro dice que durante la Guerra con Chile los invasores despreciaron el papel por sobre la moneda. ¿Por qué?
Es que otra de las cualidades de la moneda de plata es que ‘nadie le hace feo’. Te sirve para pagar hasta en la China. Porque siempre y cuando sea de plata no importa el sello que tenga encima. Así que cuando los chilenos invaden Perú empiezan a cobrar impuestos y dicen ‘solo recibiremos monedas de plata’. Porque esas se las podían llevar a Chile, mientras que los billetes de papel no. Esto aceleró la devaluación de esta última moneda.
-¿Qué parte de la identidad peruana está plasmada en las monedas y billetes que han circulado a lo largo de nuestra historia?
Ese es un campo muy fértil de estudio. Primero, como las monedas pasan por las manos de todo el mundo se prestan para difundir símbolos nacionales que queramos dar a conocer. En la antigüedad, por ejemplo, era una forma de difundir la imagen del rey. Como no había TV o periódicos, fue una manera de que las personas conozcan a su rey. Por eso la famosa frase ‘cara’ (del rey) o cruz (del reino). Pero cuando empezó la república el debate era ¿qué vamos a poner ahora en las monedas o billetes? La idea era no poner a presidentes porque se daría a entender que son los nuevos reyes y la idea de la república es que los ciudadanos somos iguales, y que cualquiera de nosotros podría ser presidente. Esto se respetó mucho en el siglo XIX pero en el XX ya no. En este último se puso imágenes alegóricas de la patria o de la república. Se usó mucho el símbolo de la Revolución Francesa, por ejemplo la Vestal, una especie de mujer vestida con túnicas de la antigüedad y que sostiene un escudo. Toda esta simbología fue muy utilizada. Pero ya en el siglo XX empieza una era de militarismo que lleva a pensar ‘no vamos a poner a políticos porque eso despierta controversia pero sí a héroes de la patria’. Así se empezaron a utilizar figuras como Miguel Grau o Francisco Bolognesi. El primero que ingresa es Ramón Castilla, que de hecho aparece en la peseta. El gobierno de Odría tuvo la idea de rescatarlo. Así pues hemos tenido una larga era de ‘dictadura militar numismática’. Tiempo después, ya en la época de la inflación, necesitábamos aceleradamente nuevas figuras y ya no había tantos héroes de la patria, entonces tocó la temporada de los sabios. Así tuvimos a Hipólito Unanue, Antonio Raimondi, Raúl Porras Barrenechea, Abraham Valdelomar, César Vallejo, Garcilaso de la Vega. Entonces, es la época de los intelectuales, escritores, y en ese momento nos sorprende el fin de la hiperinflación. Así nos quedamos con los personajes ya mencionados. Y parece que nos han dado suerte, ¿no? Se ha estabilizado el valor de la moneda. Así que yo creo que los intelectuales se han comportado mucho mejor que los héroes militares [risas].
-¿Problemas como la falsificación o adulteración de la moneda son recientes en nuestra historia?
No. Han existido desde la antigüedad. Aunque cuando las monedas eran de metal precioso hasta cierto punto era más difícil (falsificar) porque producir metales en una era pre industrial que se asemejen al oro y la plata era más complicado. Más común era que se recorte o lime la moneda. Aprovechaban que esta no era totalmente redonda para cortarle un trozo, y de esta forma el objeto era mutilado y su valor caía. Asimismo, llegó a haber adulteraciones hechas por malos empleados de las casas de monedas. De hecho, dos funcionarios de la Casa de la Moneda de Potosí fueron colgados de la horca por adulterar monedas sistemáticamente. La sanción fue ejemplarizante porque el daño hecho al prestigio de la moneda del reino era muy grande. Y ya en la época de la república apareció la moneda fiduciaria, que no es de metal precioso sino de papel o de metal pero no precioso. Y aquí el flagelo de la falsificación se vuelve mayor. Sin embargo, la industria gráfica ha tenido mucho cuidado en desarrollar sistemas de detección.
-En el capítulo que usted aporta al libro me llamó mucho la atención la cantidad de caricaturas de diarios relacionadas al manejo monetario. Algo poco usual en la actualidad.
Sí, es que lo monetario es el elemento de la política económica del que creo más gente opina. Y ha ocurrido en Perú mucho por la inestabilidad de nuestro signo monetario, aunque felizmente no en los últimos tiempos porque el Banco Central se ha vuelto mucho más técnico y eficiente en su labor. Pero en otras épocas la inestabilidad y la devaluación eran hechos traumáticos y cotidianos y afectaban la vida personal. Todo aquel con un salario, negocio o una deuda que pagar se veía afectado por estos cambios, de manera que los artistas de la caricatura tocaban el tema. Hubo uno llamado Guillermo Osorio, presente en los años sesenta, que parece haber tenido cierta formación económica y era muy persistente y sutil en el debate sobre la política económica. Era la época en la que Pedro Beltrán creó el término de ‘la maquinita’ para referirse a la máquina de hacer billetes y el abuso que había de la impresión del mismo. Beltrán y un grupo de economistas liberales pugnaban por una mayor disciplina en la política monetaria.
-Además del Banco Central de Reserva con su archivo propio, ¿qué otras entidades albergan la historia de la moneda en el Perú?
La Casa de la Moneda es la institución más antigua. Se fundó hace más de 450 años y sus documentos están en el Archivo General de la Nación, de manera que uno puede estudiar la historia de la moneda a través de su documentación que llega hasta la época en que se funda el Banco Central de Reserva en 1922. Luego existe la Sociedad Numismática, pero sobre todo ahí coleccionan monedas. También está el Museo Numismático en manos del BCR que es muy interesante de visitar, y además hay un museo de billetes en Arequipa. Es valioso visitar estos lugares porque, como te dije al inicio, si yo pudiera escoger un solo objeto a través de cuyo estudio pudiéramos recoger la historia del Perú, ese objeto sería la moneda.
-Finalmente, en su ensayo habla de “ciertos desajustes estructurales de nuestra economía que nos deben tener casi vacunados de optimismos fáciles”. ¿A cuáles se refiere?
Entre las grandes variables o fuerzas de la economía debe existir una especie de armonía o coordinación. Por ejemplo, entre la inversión y el ahorro: si se ahorra mucho y se invierte poco, ahí tenemos un desajuste que nos puede traer problemas. Otras variables importantes son, por ejemplo, el comercio de importación y el de exportación. Parece ideal el escenario de exportar mucho e importar poco, pero podría haber problemas como la reevaluación de la moneda nacional que sufrimos a comienzos de este siglo. Entonces, debemos tener equilibrio en estas grandes variables. Si no lo estás, entonces hablamos de un desajuste estructural que se va a manifestar en diversos males de la economía. Y uno de los barómetros que rápidamente recoge el desajuste es, sin duda, la moneda.