Charlie Becerra: «El norte peruano es el emporio del lavado de activos»

Una interesante crónica periodística que grafica la situación de la violencia e inseguridad en el norte del país bajo un matiz distinto, enfocado en el ser humano como como problema y solución. Así podríamos resumir “El origen de la hidra”, la primera obra de Charlie Becerra publicada por el Sello Aguilar y presentada en la reciente Feria del Libro de Lima.

El texto se divide en tres capítulos. Primero se explica el origen del problema, luego se expone una serie de casos complejos. Por último, se aborda el incontenible avance del narcotráfico, una verdadera industria del mal capaz de mover millones de dólares con suma facilidad.

Charlie Becerra, formado en Ciencias de la Comunicación pero actualmente publicista, comenta en esta entrevista que su objetivo fue publicar texto que pueda ser leído y comprendido por el público en general. Para esto presenta testimonios dramáticos que ejemplifican correctamente la disyuntiva entre crecimiento y peligro que viven los habitantes de parte importante de la costa peruana.

Aquí nuestra entrevista a Charlie Becerra sobre “El origen de la hidra: Crimen organizado en el norte del Perú”, ya a la venta en las principales librerías de Lima a S/49.

-Pudiste presentar tu trabajo como una guía cruda de datos sobre inseguridad y violencia. ¿Por qué decidiste convertirla en una crónica periodística?

Primero, porque no soy periodista de investigación. Soy publicista y me dedico a contar historias que en el mejor de los casos pueden tener un efecto en la gente. A lo largo de esta investigación descubrí elementos que me permitían transmitir ese impacto y esa emoción a las personas. Y en segundo lugar, si bien hay cifras y datos reveladores en mi investigación, no quería propiciar una lectura muy pesada. Mi intención fue escribir un libro que lo lea cualquier persona.

-La aparición de las ‘Primeras hormigas’ que –según dices en tu libro—iniciaron la crisis de inseguridad ciudadana en Trujillo—requirió de una policía muy reducida, corrupta o ineficiente. ¿Qué características tuvo el cuerpo policial cuando el problema comenzó?

Prefiero pensar que se trata de fuerzas del orden que tuvieron la guardia baja. En Trujillo y varias ciudades del norte lo más importante que podía pasar hace veinte años era que dos carros se choquen en el centro. Eso ocupaba las portadas de los diarios durante semanas, pero hoy ya no. No podría hablarte en profundidad de la corrupción (policial) del pasado, pero sé que hoy sí existe. Así que pienso que todo surgió por esas dos razones: el crecimiento económico más la guardia baja que mantuvieron las fuerzas del orden.

-¿El dinero que se roba en Trujillo se lava ahí, viene a Lima o es llevado a otras ciudades?

El norte es el emporio del lavado de activos, pero no solo como producto de los crímenes, robos y de la usurpación de terrenos, sino también por el narcotráfico. Esta zona del país mantiene ciertas características bastante específicas que favorecen el narco a gran escala, entre ellas, la concentración de puertos. Que las playas del norte sean diferentes a las del sur, y un aparato de corrupción muy bien montado que asegura que los cargamentos, aun cuando tienen que dar un mayor recorrido, siempre van a llegar –en la mayoría de los casos– seguros.

-Tu libro toca el tema de la rotación delincuencial. ¿Se puede establecer un porcentaje estimado de menores de edad que delinquen en comparación con los adultos?

Definitivamente son más los jóvenes. Ellos son captados por las organizaciones criminales porque no reciben las mismas penas que un mayor de edad. Los soldados siempre van a ser más que las mentes detrás de los golpes.

-Tu investigación muestra también el caso de personas que intentan llegar hasta las últimas instancias con tal de hacer justicia por sus familiares asesinados. ¿De qué depende esto, del dinero, de las fuerzas o de las influencias en el Estado?

El caso de Pedro Zapata Monteza es muy especial porque tuvo las herramientas y los conocimientos para poder hacer una investigación él mismo. Lo mismo con el fiscal Rabanal, pero quisiera destacar el caso de la señora Angelita Ávila, madre de un muchacho que habría sido asesinado por ‘el escuadrón de la muerte’. Ella es el caso más exacto de una persona común y corriente que, desde su posición humilde, busca justicia. Entonces, cada vez que le cierran el juicio ella vuelve a insistir para que se reabra. Creo que la diferencia fundamental aquí es la actitud que uno toma: ser víctima u oponente.

-¿Cómo crees que trata la prensa desde Lima la situación de la inseguridad ciudadana en Trujillo? ¿Hay exceso de sensacionalismo? ¿Se trabaja siguiendo exclusivamente la coyuntura?

Ciertamente hay sensacionalismo, por ejemplo en el caso de Gringasho. Pero lo peor es que haciendo esta investigación me di cuenta de que lo que cuenta la prensa ni siquiera es una pequeña parte de todo lo que ocurre. Así que no podría tildarlos a ellos de irresponsables al ‘hacer crecer un monstruo mediático’. Por eso mi libro busca contar la historia y los entretelones detrás de las noticias, dándoles así una dimensión más real.

-¿Hay periodismo de investigación en Trujillo o solo se dedican a informar lo que pasa?

Lo hay. Si bien existen casos que no tienen la cobertura deseada, pueden considerarse un esfuerzo por contar mejor las cosas e ir más allá.

-Un lugar bastante común en tu libro son los penales, desde donde se planean secuestros y asesinatos. ¿Crees que el problema se reduce a bloquear la señal de los celulares en las prisiones del país?

El problema está en la gente. Puedes poner el mejor bloqueador de señal de celulares del mundo pero viene alguien y lo apaga cuando un criminal se lo pide. El carácter humano de este libro tiene que ver con echar luz sobre el problema y la solución: la gente. Siempre me preguntan cuál es la solución al crimen organizado y yo digo que faltan dos cosas: primero, mejores padres para que no salgan policías corruptos y para que los niños no delincan. Y en segundo lugar, organizaría un equipo con facultades especiales y recursos ilimitados que agrupe a personajes como el fiscal Rabanal. Los juntaría a todos en un mismo frente. Sería una especie de Dirandro.

-A raíz de la popularidad que logró Elidio Espinoza en Trujillo, ¿cuánto crees que la población de tu ciudad está dispuesta a ceder en el respeto a los derechos humanos a cambio de seguridad?

Es lamentable. La gente lo eligió porque se decía que él ‘mataba’ delincuentes, pero no se dieron cuenta del efecto directo que tiene sobre la situación social acciones como las que habría perpretrado el ‘Escuadrón de la muerte’. Los criminales solo tienen una forma de ganarse la vida y la van a defender con todo lo que puedan. Si tú le enseñas (a los delincuentes) que la policía ya no es tal sino más bien otra banda criminal que viene a matarlos, entonces estos dirán ‘vienen a matarnos, vamos a matarlos primero’. ¿Quiénes entonces son los buenos en esta situación? Me parece que ahí ambos bandos se convierten en malos.

-Hay mototaxistas, taxistas y hasta microbuseros que han sido extorsionados para poder trabajar. ¿Cuál es el caso más dramático que recuerdas haber recogido durante tu investigación?

El caso de Orlando Villanueva. Él forma parte de un sindicato de transportistas. Mario Vargas Llosa se basó en él para crear a Felícito Yanaqué, protagonista de “El héroe discreto”. Sin embargo, hay una gran diferencia entre el personaje de la novela y la persona real a la que pude llegar. Orlando tiene casi 70 años, está casi ciego, y aun así es responsable de haber enviado a la cárcel a bandas criminales. Él ha visto amigos de toda la vida muertos a balazos y desangrándose sobre el timón de su auto. A él no le han enviado cartas con arañas dibujadas, sino que le han puesto coronas fúnebres en la puerta de su vivienda.

-¿Cuál es la filosofía de este señor?

Él siempre dice “en mi cálculo está que puede pasar cualquier cosa conmigo menos retroceder”. Es un caso emblemático y que me interesa se conozca.

-Año tras año el narcotráfico mueve más dinero en el Perú. Esto mientras el Ministerio Público y el Poder Judicial dicen carecer de presupuesto para luchar contra el delito. ¿Esta paradoja desemboca directamente en la inseguridad que hoy sufrimos?

Podría ser, pero hay que tener en cuenta que el narcotráfico tiene su propio ritmo. No existe ninguna dependencia gubernamental o aparato del estado que vaya al mismo ritmo del narco. En mi libro trato de bosquejar la situación pero ni siquiera me acerco. No he podido poner los nombres de los ‘barones de la coca’ en el norte porque ellos no tienen problema en desaparecer gente. Son demasiado poderosos. Mueven miles de millones de dólares y hay mucha gente involucrada alrededor. Pienso que, aún si todas las entidades que mencionas trabajaran a su máxima velocidad, no van a poder contra esa fuerza.

-¿Esperas que cuando tus hijos lean este libro no vivan la misma situación que hoy sufre Trujillo y gran parte del norte peruano?

Sí. Tengo esa esperanza. Por eso dedico mi libro a ellos, para que cuando lo lean todo se haya convertido en ficción.

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