Pedro Llosa Vélez: “La literatura no es un ámbito ideal para la figuración”

Presentado a finales del año pasado, “La medida de todas las cosas”, el último libro de cuentos del escritor Pedro Llosa Vélez, ratifica que estamos ante un creyente y defensor del relato corto.

Nacido en 1975 y con cuatro libros publicados desde 2002, Llosa maneja como sus principales antecedentes premios y menciones honrosas que lo colocan como un autor a tener en cuenta.

El libro sobre el cual conversamos en esta entrevista se divide en dos partes que incluye tres relatos cada una. Aquí, Pedro Llosa intenta explicar las coincidencias entre los tramos de su obra publicada por Emecé Cruz del Sur (Planeta).

Fue inevitable preguntarle sobre la reacción que tuvo al leer la “Piedra de Toque” que su tío (primo hermano, para ser más exactos) Mario Vargas Llosa le dedicó hace unas semanas en “El País” de España. Pedro se ha manejado con discreción en cuanto a este lazo familiar.

Tras revelarse el nexo sanguíneo, el popular ‘Peté’ se somete al escrutinio público con lo que mejor sabe: escribir.

-Siendo este tu cuarto libro de cuentos la primera pregunta es, ¿por qué aún no te animas por escribir una novela? ¿Es un tema de no sentirse listo o acaso no tienes interés en dicho género literario?

Siempre he pensado que el género o los formatos de lo que uno escribe obedecen a qué tipo de historia uno quiere contar. Estos cuentos corresponden a historias escritas en los últimos años, más o menos desde el 2010. Algunas personas que los habían leído previamente me sugirieron convertirlos en novelas, pero yo no lo sentí así. No obstante, sí pienso cambiar un poco mis formatos en los próximos trabajos que haga.

-El libro está dividido en 2 partes. La primera con historias que abarcan dilemas de pareja, enfocadas a lo íntimo quizás. Y me ha llamado la atención aquí tu destreza para intercalar historias a veces hasta en un mismo párrafo. ¿Cuán fácil o complicado ha sido lograr esto para ti?

Yo me imagino que quien trabaja estas técnicas al nivel de una novela requiere una especie de mapa muy preciso, el equivalente quizás a fichas. O sea, probablemente necesite un soporte físico. En mi caso no pasa eso. Yo escribo esas líneas de corrido porque me resulta fácil. Sin embargo, tampoco es muy simple algo que debes leer y releer tantas veces para asegurarte de que funcione según tu punto de vista. Es como algo que pones a macerar, donde quizás sientes que el elemento que has puesto dentro puede no ser tan complejo, pero la maceración sí lo es, porque te das cuenta que con el paso del tiempo hay un cambio, el cual es realmente un aporte. Si vuelves a leerte luego de un año y no funciona, por algo será. Sin embargo, tampoco es que yo crea que todos los relatos deben ser sometidos obligatoriamente a la prueba del tiempo. Si fuera así tendría que publicar mi próximo libro en siete años, pero en este caso circunstancialmente se dio. Y esto ha contribuido a que el libro quede como yo quería.

-Seres humanos que parecen no soportarse y están a punto de explotar. Así ‘resumo’ la primera parte de tu libro. ¿Cómo podrías tú definir el segundo grupo de relatos de “La medida de todas las cosas”?

Si en la primera parte del libro la idea es ver cómo está la política en las relaciones de pareja, o sea el ‘Fenómeno Político’, en la segunda tenemos cuentos con situaciones que si bien no son propias de ese ámbito, intentan mostrar que en la vida cotidiana o laboral hay muchas decisiones políticas que nos rigen. Y creo que el título del último cuento (“La medida de las cosas”) y la idea de la valoración es algo que intenta atravesar todos los relatos, pero en especial a los del segundo tramo.

-¿Cómo eliges cerrar una historia? Desde mi opinión, aquí no abundan los finales cerrados. Cuéntame cómo defines los desenlaces de tus cuentos.

No recuerdo haber comenzado una historia con el final ya claro. Estos suelen venir a mi cabeza cuando estoy a la mitad o en los tres cuartos del relato. Algunos finales me llegan algo más fáciles y otros me cuestan imaginarlos. En el caso de “El príncipe de la basura”, imaginé el final cuando estaba escribiendo casi la mitad del relato, y entonces me puse a trabajar para llegar a él. Cada desenlace tiene su propia historia.

-En “Unas fotografías apenas” resalta un profesor muy crítico de la realidad nacional. Muy político. ¿Qué tan cercano es Pedro Llosa a este personaje? Eres una persona con opiniones bastante certeras sobre diversos temas políticos y sociales.

Siempre la materia prima literaria son las experiencias de vida de uno mismo. Ese cuento lo ambienté en experiencias de mi etapa enseñando en la universidad, sin embargo, muchas de las discusiones que están en el relato e incluso ese curso que dicta el personaje son algo que yo jamás dicté. Me ha pasado que después sí he venido a dictar dicho curso y metí muchas de las discusiones que había puesto en mi cuento. Quizás si un alumno mío lee el relato diga “este cuento fue escrito ayer”.

-¿Es obligatorio que un escritor tenga voz política o puede pasársela solo escribiendo libros y presentándolos en eventos?

Inevitablemente cualquier ciudadano, escritor o no, tiene una voz política. Incluso el mutismo lo es. Me parece que eso es algo de lo que no te puedes escapar. No me parece que el escritor tenga un deber cívico por encima de cualquier otro ciudadano, sin embargo, es natural que uno espere más de quien se dedica a ordenar ideas, expresarlas y construirlas. A veces son los escritores quienes mejor expresan la indignación social. Pero tampoco creo que debería ser el camino contrario, o sea, no por ser escritor o tener buena redacción debes sentir que tienes un espacio político. Ser escritor no te acredita como voz política.

-Siguiendo en esa línea, ¿crees que “La medida de todas las cosas” es tu libro más político?

Sí, puede ser. Es más, se iba a llamar “Cuentos políticos” pero me convencieron que era un título muy restrictivo. Luego pensé que “Historias políticas” quedaría pero tampoco. “La medida de todas las cosas” quedó y me siento muy contento con ese título.

-¿Cómo podrías resumir lo que te generó la columna de tu tío (primo hermano) Mario Vargas Llosa elogiando tu libro? ¿Te alegró, preocupó, sorprendió o más bien te generó cierta carga?

Hay muchos ámbitos para la figuración si uno quisiera eso. Me parece que la literatura no es uno de ellos, pero tampoco se puede existir si nadie te conoce. En mi mundo ideal todos los escritores deberían tener pseudónimo, pero no es así. El mundo actual no lo permite y más bien tanto el editor como el lector exigen que haya un elemento de carne y hueso detrás de lo que está leyendo. Ya sobre el artículo, me alegró muchísimo porque siento que es algo que guardaré en mi cajón y no pasará de moda nunca. No es cualquier reseña o noticia, es una “Piedra de Toque”. Y me sorprendió que él se haya animado a hacer públicos esos elogios. Por otro lado, hasta hoy quienes me conocen saben que he tratado de no poner en relieve mi relación familiar. Eso ya se rompió. Ya se sabe que MVLl es mi pariente. Habrá quienes lo vean bien y si alguien ha criticado, pues aún no lo he escuchado. Supongo que si tus libros tienen más lectores y llegan a más dimensiones, pues siempre tendrás críticos por angas o por mangas.

-Siempre es mejor juzgar un libro tras haberlo leído…

Es que con esto no hay mucha vara. Se trata de algo que habla por sí solo. Lo máximo que puedes hacer es invitar a la gente a leer tu libro, pero si no le gusta nunca más volverá a comprar nada tuyo.

-¿Tu historia es tan fascinante como la describe Mario Vargas Llosa en esa columna? O sea, un chico que estudia economía pero pretende dejar todo por amor a la literatura…

No, creo que está totalmente ficcionada por la pluma de un escritor que hace ver mi historia mucho más heroica y bella de lo que en realidad es. Quisiera ser el tipo del artículo, claro que sí. Me sorprende es que Mario haya retenido algunos detalles que yo no recordaba muy bien. Por ejemplo, que yo le haya dicho que “no quería ser como mi jefe”. Por supuesto que reconozco muchas de las ideas principales del artículo, y también pienso que es un escrito que expresa mucho afecto, lo cual permite que algunas cosas se vean mejor de lo que son en realidad.

-Has ganado premios, menciones honrosas y este ya es tu cuarto libro. ¿Qué ha cambiado en tu forma de empezar a escribir una historia con esta ‘experiencia’ ganada a través de los años?

Es cierto que por un lado te sientes quizás algo más seguro, y me refiero a seguridad de tener un editor que quizás al comienzo no tenías. Pero a la vez tú mismo te pones la valla mucho más alta. Sientes que la literatura es finalmente una batalla contigo mismo. Y con el tiempo crece el escepticismo. Si una palabra me define es ser escéptico. Recuerdo que cuando publiqué mi segundo libro no lo reseñó ni el vecino. Hoy hay mayor atención con mi último libro pero han pasado diez o doce años y soy mucho más escéptico, me doy cuenta cómo funcionan esos mecanismos o de donde provienen. Tienes mucho más ‘los pies en la tierra’ en el sentido de lo ingenuo que eras antes sobre cómo funcionaba el mundo. Hoy te das cuenta que todo puede pasar pero que no es más que eso. Ves las cosas en su real dimensión, lo cual no me genera angustia o presión. El “ahora qué va a pensar la crítica de mi siguiente libro”. O sea, ¿qué crítica? Para bien o para mal eso no existe hoy, al menos en los niveles del medio local.

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