Sentados en la sala de prensa del Hay Festival Arequipa, Manuel Vilas (Barbastro, 1962) y yo nos disponemos a conversar sobre “Ordesa”, la mejor novela escrita en España durante el 2018. Difícil tarea hablar sobre un libro del cual se ha preguntado, analizado y elogiado casi todo.
Y es que más de 80 mil ejemplares vendidos después y con traducciones a varios idiomas, esta ha dejado de ser la historia de Vilas y el amor que no pudo profesarles en vida a sus padres, para convertirse en un relato que –aunque transmite sentimientos íntimos y sumamente particulares—puede reflejar lo que siente un peruano, un estadounidense o un iraní.
Vale decir que en la línea de “Ordesa” se ubican otras novelas autobiográficas de gran nivel como “Tiempo de vida” de Marcos Giralt y “La hora violeta” de Sergio del Molino. Ambos escritores españoles. Le pregunto a Vilas si los tres relatos se publicaron en la misma década por una especie de “coincidencia histórica” y su respuesta es clara: no. Está convencido de que son desfogues personales que solo pueden surgir en democracias plenas.
A continuación nuestra charla con Manuel Vilas, un poeta talentoso que ha logrado a través de la narrativa cruzar fronteras y permitirnos reconocernos en este relato sobre la crisis de un ser humano, pero principalmente sobre el amor.
-¿Fueron muchos los riesgos que corriste para no hacer de “Ordesa” una novela cursi o sentimentalista?
Sí, porque “Ordesa” trata de la pérdida del padre y la madre, y es una novela de gran calibre sentimental y emocional, pero esta historia de pérdidas es tan agobiante para el narrador que yo creo que la cursilería está totalmente desterrada del relato. Muchos han destacado, además, la garra y el desgarro que tiene la novela. Y estoy de acuerdo con ellos.
-Eres poeta y esta novela presenta un lenguaje por ratos cautivante, muy fino. ¿Podríamos asumir que la poesía te ayudó mucho para escribir “Ordesa”?
En el buen sentido, sí. Me refiero a que hay un significado poético que se cuenta en “Ordesa” porque esta es una historia de amor hacia el padre y la madre. Y eso claro que es poesía. Sin embargo, mi poesía siempre fue narrativa y a mí me gusta mucho contar historias. A través de una historia suelo entender mejor lo que está pasando.
-¿Al terminar una novela como esta uno siente que saldó algún tipo de deuda? Con tus padres, contigo mismo, no sé…
No. Creo que este es un libro de amor. Mi problema fue que yo no le dije nunca a mi padre ni a mi madre que los quería mucho. Y cuando quise hacerlo ya se habían muerto. Entiendo que esto le ha pasado a muchos seres humanos, claro, y mi libro arranca de esa misma desazón que te genera el no haber podido decir más cosas en su momento.
-En una parte de la novela describes la felicidad de tus padres al fumar y luego guardar las cajetillas de sus cigarros. ¿Puedes determinar qué es la felicidad y por qué hoy cuesta tanto alcanzarla?
Creo que he tenido más oportunidades en la vida que mi padre y mi madre. He podido estudiar, escribir, viajar, conocer el mundo, pero eso no significa que yo sea más feliz que ellos (en su momento). Hay también una paradoja. Ellos fueron muy felices con lo que les tocó. Y creo que de eso se trata, de ser feliz con lo que te toque.
-¿Un joven de veinte o veinticinco años tiene mayores posibilidades de ser feliz en este mundo que otro de su edad pero cuarenta años atrás?
El mundo está muy revuelto. Hay mucha injusticia social, dolor, pobreza y desigualdad. Mis padres venían de la Guerra Civil española, que vivieron siendo niños, y de la posguerra, y pudieron vivir una etapa de prosperidad económica, en la España de los 60s. Evidentemente, la clase media debe tener cierta protección por parte del Estado. Un país moderno se caracteriza por salvar a su gente, por permitirle conseguir empleos dignos y justos, por darles buena sanidad y educación. Aunque hay mucha gente que se alza contra eso, claro, como Trump. Ese tipo quiere exterminarnos.
-¿Cómo se explica entonces que casi la mayoría de un país tan grande termine votándolo?
Por el temor. El miedo es no pensar, actuar por instintos primarios. Miedo al diferente, al extranjero, al crimen, etc. El miedo políticamente da unos réditos tremendos.
-Cuenta el narrador de tu libro que sus padres no creían en Dios. ¿En qué cree Manuel Vilas?
Creo en el amor de la gente. El amor es un sentimiento revolucionario que acompaña a la especie humana desde su origen. Y sigue ahí pese a todas las barbaries que hemos vivido. De repente alguien salva a otra persona sin saber por qué. Eso es un acto de amor. Y para serte más preciso, creo en la bondad. He conocido seres bondadosos, personas con una gran sencillez que hacen el bien porque simplemente les sale del corazón. Y al ver actos así entonces creo en el ser humano.
-¿Qué tan cercano te sientes a lo que escribe Karl Ove Knausgård?
Me siento muy cercano a él. Lo he leído con mucho gusto y placer. Entiendo lo que hace. Me parece que es un intento muy honesto e interesante de hacer literatura hoy.
-Quizás a las buenas novelas o libros de cuentos les es más fácil venderse, pero con los poemarios no pasa lo mismo. ¿Qué lugar crees que ocupa hoy en día la poesía en nuestra sociedad?
La poesía es un género invisible que no se lee. Y a veces los poetas ponen muy poco de su parte para que la gente los lea. Sin embargo, la literatura sin poesía simplemente no funciona. Las grandes novelas, por ejemplo, siempre deben tener un sentido poético. Entonces, al final la poesía se termina colando en otros sitios. Puedes encontrarla en novelas, cuentos, obras de teatro, películas o en las canciones. A lo mejor, como decía Nicanor Parra, “todo es poesía menos la poesía”.
-Volviendo a “Ordesa”, que es también la historia de un padre separado, ¿crees que para los chicos de hoy es mucho más fácil sobrellevar una eventual separación de sus padres?
Sí, hay menos complejos y frustraciones, lo cual permite superar algo mejor situaciones como estas.
-Vives en España pero también pasas mucho tiempo en Estados Unidos. ¿Ves a ambos países como extremos en lo político? En EE.UU. hay un bipartidismo asentado y en España, por lo contrario, mucha fragmentación de opciones para elegir…
España vive una situación política muy tensa. El gobierno de Pedro Sánchez desinflamó algo el problema. Había un atasco político y luego se vivió cierta relajación. Por otro lado, España ha vuelto a crecer económicamente, lo cual quizás es lo más importante para un país hoy.
-¿Es solo una casualidad que tu novela coincida en una misma década con la de Marcos Giralt Torrente (“Tiempo de vida”) y con la de Sergio del Molino (“La hora violeta”)? Son tres historias personales que han marcado a miles de lectores…
No es casualidad. Es una tendencia de la literatura que no está solo en España sino también en Latinoamérica. Y en diversos idiomas. Quizás hay una conexión mental, no lo sé. Muchos escritores han sentido la misma necesidad de contar sus propias vidas. Y me parece que el fundamento para que esto sea posible es la democracia, porque solo se puede escribir de manera autobiográfica en democracia. Es imposible escribir sobre tu propia vida en un país donde la libertad no esté desarrollada.
-Comparándolo con el resto de tu obra, ¿qué lugar crees que ocupa “Ordesa”?
En este momento, un lugar central. Este es un libro que ha tenido un éxito enorme en España y eso lo agradezco mucho a los lectores. Nunca esperé una recepción tan tremenda en mi país, la cual me ha permitido llegar a ciudades como Arequipa. Estoy muy ilusionado con que “Ordesa” haya llegado al Perú. Espero encuentre aquí muchos lectores también.