Annabel Arcos Ruiz: «La sociedad no está preparada para sufrir»

Aclara de antemano que su libro no es una ‘varita mágica’ para los pacientes con cáncer, pero sí pretende que lo vean como una compañía. En sí, “Mi querida amiga” es honesto desde su título. Annabel Arcos Ruiz lo escribió pensando en Noe, una amiga a la que le diagnosticaron ese ‘bicho’ que ella tuvo que enfrentar desde 2015.

“Esos cuatro segundos me cambiaron la vida”, dice Arcos recordando cuando la doctora le dijo que tenía cáncer de mama. Su primera reacción fue preguntar si se iba a morir. Y es que para alguien que solo diez años atrás (a los 23) había perdido a sus padres y hermana en un accidente de tránsito, la palabra muerte tiene un sentido mucho más crudo.

“Suelo decir que el cáncer me enseñó a vivir y el duelo a valorar. Tengo la palabra resiliencia tatuada en el brazo y la miro constantemente porque me recuerda lo que he pasado, me recuerda que me he rehecho”, señala la autora vía telefónica desde Barcelona.

Tras vencer al temible ‘bicho’, Annabel se alista para publicar su tercer libro. El primero fue una biografía novelada, el segundo –del que trata esta entrevista—una guía de ayuda emocional, y el próximo será su primera incursión en la ficción plena. Aunque no se apura, pues ha aprendido a vivir cada segundo de su vida como si fuera el último. “Veo mi vida en presente continuo. No me hago planes a largo plazo”, sostiene.

Aquí nuestra charla con Annabel Arcos Ruiz sobre “Mi querida amiga. Una guía de bienestar y acompañamiento en el cáncer de mama” (Ediciones Urano).

-Uno bien podría optar por guardarse su propia historia. ¿Cuándo y por qué decidió que su lucha contra el cáncer podría ser pública?

Fue casi por casualidad. Quedaría bien decir que lo hice por los demás, pero la realidad es que lo hice por mí misma. Durante la quimioterapia recibía muchos mensajes de familiares, amigos y compañeros de trabajo, preguntándome cómo estaba. Además del tratamiento, era muy agotador responderles a todos, así que se me ocurrió escribir un diario de recuperación que titulé “Sin ti no puedo”, el cual dediqué a mi hija. Ahí relataba diariamente todo lo que me ocurría: pruebas médicas, mis sensaciones, etc. Lo compartía en redes sociales para que mis conocidos lo lean. Más adelante surgió la idea de hacer algo en un formato más cuidado, así que salió el blog. En ese tiempo me hice una lista de ilusiones, o sea, de cosas que me mantengan conectada a la vida incluso después del tratamiento. Una de estas fue incluir un libro, algo que antes jamás me había planteado. Así apareció “Cáncer, contigo puedo”, una biografía novelada en la que cuento casi todo lo que había ocurrido en mi vida, desde el accidente de tráfico en el que murieron mis padres y hermana, hasta mi lucha contra el cáncer.

-¿Y luego cómo surge “Mi querida amiga”?

Quería escribir una novela de ficción, pero en ese lapso a una de mis mejores amigas (Noe) le detectaron un cáncer de mama. Entonces, de repente, me sentí del otro lado. De vivirlo en primera persona a que alguien cercano pase por lo mismo. Me reuní en un bar con ella y la noté muy asustada. Me pedía que le cuente todo lo que pasé. Así que le dije: “te voy a escribir un libro en el que podrás encontrar todas las respuestas a tus dudas”. Así que “Mi querida amiga” es una promesa a Noe, una promesa para acompañarla en su lucha contra el cáncer de mama. Y me parece que ese es el secreto del libro, la proximidad que se expresa porque está dirigido a una amiga. Muchos lectores y lectoras se han sentido acompañados porque les hablo con un lenguaje sumamente claro.

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-¿Antes de que le detecten cáncer cuánto sabía sobre esa enfermedad?

No conocía absolutamente nada, porque no tenía antecedentes familiares ni por el lado de mi padre ni por el de mi madre. Tampoco lo había vivido de cerca con una amiga. Recuerdo que lo primero que le pregunté a la doctora fue: ¿me voy a morir? Así que fui descubriendo todo por mí misma, paso a paso, y hoy sé muchas cosas que creo pueden ser de ayuda a otras personas que desgraciadamente tienen que enfrentarse a esta enfermedad.

-Supongo que el momento más feliz para usted fue cuando terminó el tratamiento contra el cáncer. ¿Y cuál fue el más triste?

No, el momento más feliz no fue ese. Yo tuve una mastectomía radical del pecho izquierdo, y mi momento más feliz fue cuando me tatuaron el pezón y la aureola. Ahí me sentí curada. Y el momento más doloroso fue tener que separarme de mi hija durante el tiempo de la quimioterapia y la operación. Es decir, fueron cada uno de los momentos sin mi hija debido a la enfermedad. A la par que me daba fuerzas, me destruía emocionalmente.

-¿Fue fácil hablar con ella sobre lo que le pasó?

Intenté hacerlo desde el primer día. En ese entonces mi hija tenía cinco años y formamos un equipo. Nos reuníamos en la bañera de casa, a la hora de la ducha, y comentábamos de la enfermedad. Empezamos a llamar “bicho” al cáncer. Para mí ha sido muy doloroso tener que hacerle partícipe de este proceso pues ella era muy pequeña, y sé que le ha afectado. Sin embargo, creo que era necesario que ella conozca lo que estaba pasando. Me parece que si hablamos las cosas claras podemos evitar que los hijos tengan miedo. Al hablarles con claridad y naturalidad de la situación zanjas muchas de sus dudas.

-¿Cuál es la situación del cáncer hoy en España?

Una de cada ocho mujeres en España padecerá de cáncer de mama en algún momento de su vida. Son cifras muy altas. Si bien es cierto que el cáncer de mama es uno de los que tiene mejor pronóstico, la mortalidad sigue. Se ha avanzado muchísimo, claro, pero creo que aún hoy tenemos que atacar varios tabúes sobre la enfermedad. Para empezar, yo siempre digo que no es algo ‘rosa’. Para mí es una mierda (risas). Hace falta más visibilidad, hablar sin tapujos sobre él y, claro, investigar muchísimo más. En lo cultural, por ejemplo, a mí me dolió quedarme calva (por la quimioterapia), pero a una colega colombiana que conocí le dolió mucho más. No se puede infravalorar los sentimientos de absolutamente nadie. De ahí que insista tanto en mi libro en el ‘cáncer psicológico’, en las secuelas que nos quedan tras vencerlo.

-En ese sentido, ¿uno se queda con la idea de que se ha curado por completo, de que ya se acabó el problema, o siempre está el miedo de que el ‘bicho’ puede volver? ¿Se detiene a pensar en el futuro?

Yo pienso en presente continuo. Hago planes a corto y mediano plazo. No me planteo mucho más allá. La vida me ha enseñado que las cosas pueden cambiar en tan solo un segundo. De hecho, en mi primer libro digo que ‘en cuatro segundos cambió mi vida’. Lo mismo con la pérdida de mi familia en un accidente de tránsito. ¿Cuáles son mis planes a futuro? Intento disfrutar intensamente de absolutamente de cada momento. No voy más allá.

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-Me ha hablado del ‘bicho’ (cáncer) y hoy tenemos otro ‘bicho’ (el coronavirus) que castiga a todo el mundo. Aquí en Perú la situación parece fuera de control. Y muchos salen a fiestas y se arriesgan a contagiarse, y a contagiar a los policías que los intervienen. ¿Hemos perdido consciencia de lo frágil de nuestra existencia?

Creo que muchas veces no valoramos las cosas, no las pensamos muy bien. Incluso yo misma. Cuando pasó el accidente de mis padres pensé que nunca más me pasaría algo malo. Uno llega a sentirse por encima del bien y el mal. Y sobre lo que mencionas, hay gente que tal vez se siente inmune, que cree que nada le pasará. Sí, podemos estar ante una inconciencia, pero también ante un miedo, ¿no? Porque el miedo se puede traducir de muchas maneras. Me parece que la sociedad no está preparada para sufrir. Hablamos mucho sobre la vida, pero poco sobre la muerte. La prueba la vemos hoy en día, nos falta empatía. La sociedad debe aprender a amar al prójimo y a pensar en otro. Mientras no lo hagamos, el bicho que hoy tenemos a nivel mundial no cesará.

-Pasa mucho con escritores nuevos que se emocionan tras el debut y quieren dejar brotar todo en varios libros, uno tras otro, año a año. ¿Cómo ha llevado usted ese proceso de publicar? ¿Ha tenido un editor que lo ‘aterrice’ o le ha sido más complicado?

Mi primer libro fue un regalo, porque jamás imaginé publicar. A mi padre le hubiera encantado verlo porque yo amo la lectura gracias a él. Pero no me he vuelto loca. Tengo una familia, unos amigos, una pareja y una hija que me hacen pisar tierra. Me recuerdan continuamente quién soy y no me dejan subir los humos a la cabeza. Aunque me siento en un momento de suma creatividad. De hecho, estoy en la fase final de corrección de mi próxima novela “Cuando florezcan los cerezos”, pero tampoco me planteo publicar muchos libros. Mi objetivo es disfrutar de la vida. Si eso se traduce en publicar libros, pues yo siempre pondré los tiempos. Mi editora más que ponerme objetivos, me aconseja y acompaña. Fíjate que un libro es dedicación, es como tener un hijo, y en mi caso cada uno me ha tomado casi nueve meses. O sea, los voy pariendo (risas). Así que necesito recuperarme de cada parto.

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