Publican nueva edición aumentada de «Una impecable soledad» de Luis Hernández

Luis Hernández es un poeta singular en la tradición literaria nacional e hispanoamericana. Heterodoxo en su quehacer artístico, que cultivó sobre todo en cuadernos escolares intervenidos a mano, y siempre dispuesto a la experimentación y el juego, la suya es una obra abierta y dinámica que el poeta dispersó deliberadamente entre amigos, conocidos y extraños. A esta poética dispersiva, muy en la línea de autores como Macedonio Fernández o Martín Adán, Hernández sumó una innegable predilección por lo inacabado, que se tradujo en máximas como «La poesía es un arte continuo» y, sobre todo, en una serie de «libros incompletos» —si se los juzga desde una perspectiva convencional—, tramados uno sobre el otro y diseminados por el mundo. Uno de esos libros incompletos, y acaso el más significativo de ellos, es «Una impecable soledad«.

Definida por el propio poeta como «novela kitsch», esta reúne un puñado de capítulos desperdigados en diversos materiales intervenidos a mano (cuadernos, libretas de bolsillo, un cartón, etc.). En ella, Hernández narra fragmentariamente la historia de uno de sus más entrañables alter egos, Shelley Álvarez, un pianista romántico y solitario, nacido fuera de tiempo, que deambula como perdido por la ciudad de Lima. Este conjunto, compuesto alrededor del año 1975 y escrito en prosa poética —cruzada por poemas, citas y apropiaciones— que brilla por su lirismo e inteligencia, ahonda en dos grandes obsesiones hernandianas: la figura del genio (y su aislamiento social) y la música. A la par, Una impecable soledad se suma a la estirpe de libros peruanos inclasificables, como La casa de cartón, El pez de oro y 80M84RD3R0.

No fue sino hasta la aparición de la edición original de «Vox horrísona», publicada por Nicolás Yerovi en 1978, que algunos fragmentos de esta «novela» fueron reunidos por primera vez como conjunto, permitiendo su lectura fluida. Posteriormente, dicho conjunto fue ampliado con nuevas adiciones de material en la segunda edición de Vox horrísona, editada por Ernesto Mora y aparecida en 1983. No obstante, recién en 1997, gracias al trabajo del crítico y estudioso Edgar O´Hara, se dio su primera aparición de manera independiente en un volumen que reunía seis capítulos. De esa manera, Una impecable soledad se convirtió rápidamente en un clásico peruano contemporáneo.

Así, más de veinte años después de su primera edición independiente, Pesopluma reedita «Una impecable soledad» en versión aumentada, respondiendo a su innegable importancia literaria, a la demanda de sus lectores y como parte de un trabajo constante de revalorización y difusión de la obra de Luis Hernández. Además, dado que en ese lapso de tiempo han aparecido nuevas piezas del rompecabezas hernandiano, este volumen reúne por primera vez no seis, sino doce capítulos de la novela, duplicando el acervo de material preexistente.

En esa misma línea, este volumen se distancia del criterio editorial aplicado en la edición de 1997, que transitaba el terreno interpretativo, para trazar una nueva hoja de ruta (con el apoyo del investigador Diego García Flores), centrada en el estudio de la inter e intratextualidad del conjunto. De esa forma, se ha preferido privilegiar el estudio y la descripción de los materiales originales, la definición de nuevos criterios de edición, el desarrollo de un extenso aparato de notas y la generación de materiales anexos —un mapa, un recuento de la banda sonora del libro, un diagrama de las «máscaras» de Shelley…— que hacen que la experiencia de lectura de esta nueva edición sea más completa y «hernandiana».

Cabe indicar que esta publicación fue posible gracias a los estímulos económicos del Ministerio de Cultura en la categoría «Rescates Editoriales de Autores Peruanos».

El booktráiler de «Una impecable soledad»

SOBRE LUIS HERNÁNDEZ

Poeta y médico, Luis Guillermo Hernández Camarero nació en Lima (la Esponja) el 18 de diciembre de 1941, y falleció el 3 de octubre de 1977 en Buenos Aires, al borde de las rieles del tren, en circunstancias no esclarecidas. Publicó en vida tres breves plaquetas: Orilla (1961), Charlie Melnik (1962) y Las constelaciones (1965), este último merecedor del segundo lugar en el Premio Poeta Joven del Perú, tras lo cual decidió abandonar el circuito editorial para dedicarse a cultivar una singular obra manuscrita, dispersa en cuadernos escolares, cartones y páginas sueltas que regalaba a amigos y desconocidos por igual. Parte de esta obra, adrede inacabada, se encuentra compilada en Vox horrísona (1978, 1983, 2007, 2018, 2019), intento de reunión —parcial— del corpus poético hernandiano; sin embargo, a la fecha, son muchos los fragmentos que permanecen inéditos o perdidos. En la actualidad, es considerado una de las voces más importantes de la generación poética del 60 y Una impecable soledad, uno de sus conjuntos más orgánicos.

(DIFUSIÓN)

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