Pocos escritores pueden preciarse de haber vendido 27 millones de ejemplares a lo largo de su vida. Menos aún si estos no han pasado los 50 años de edad. Uno de ellos es la británica Paula Hawkins, quien, tras el éxito de “La chica del tren” (2015) y “Escrito en el agua” (2017), acaba de publicar su tercera novela bajo el título “A fuego lento”.
“La expresión inglesa ‘slow fire’ (fuego lento) se refiere al proceso por el cual el papel de los libros se vuelve quebradizo con el tiempo a causa de la acidificación. El ácido procede del papel mismo, que contiene las semillas de su propia destrucción en las semillas que lo forman”, explica la autora en la intrigante antesala de su narración.
Nacida en la hoy Zimbabue, esta otrora periodista sorprendió al mercado editorial vendiendo nada menos que 23 millones de copias de su libro debut. Esa mega cifra vino de la mano de una rápida adaptación al cine, protagonizada en 2016 por Emily Blunt, Haley Bennett y Rebecca Ferguson, y que cinco años después tendría una adaptación india estrenada en la cadena Netflix.
El argumento de “A fuego lento” es, a grandes rasgos, el siguiente: Daniel Sutherland es hallado muerto al interior de su casa cercana al canal de Regent. Las primeras sospechas apuntan hacia tres mujeres que mantuvieron contacto con él de distintas formas. Laura, tal vez el personaje más enigmático de la historia, esconde un pasado de violencia y dolor. Miriam, una vecina algo más curiosa y habladora de lo debido, y finalmente Carla, la tía del personaje asesinado. A partir de estos tres nombres, el relato irá abriéndose de forma tal que los lectores terminen convirtiéndose primero en detectives y luego en terapeutas. Y es que, en esta novela de 473 páginas, el pasado y el rencor son temas capitales.
Consultada por este medio sobre si el éxito de sus novelas previas es una carga al momento de empezar nuevas historias, Paula Hawkins responde que no. Dice ser consciente de que situaciones como las ocurridas con “La chica del tren” son siempre extraordinarias
“Creo que soy muy consciente del hecho de que nunca volveré a vender tantos libros como en ese momento, y de todo lo que eso generó. Algunas personas se vuelven demasiado ‘grandes’, pero en realidad es bastante raro tener tantos éxitos de ventas. El éxito con ‘Escrito en el agua’ fue mucho menor que con ‘La chica en el tren’, pero aun así fue muy bueno vender cuatro millones de copias. ¡Son muchos libros!”, responde.
Hawkins considera que su prioridad hoy no es intentar superar las cifras previas sino sentirse satisfecha con su literatura, creando personajes que sean capaces de enganchar en la memoria de sus lectores.
“No tengo una métrica de éxito, de verdad, es bastante difícil establecerla. Pero personalmente, solo quiero seguir abordando las historias que me interesan y creando personajes que creo que los lectores realmente querrán seguir. Y creo que con “A fuego lento” realmente la gente amará a Laura e Irene, estarán realmente interesados en ambas y querrán saber qué les sucede. Y eso es fundamentalmente a lo que apunto”, añadió.
Hawkins reconoce que su formación como periodista le ha ayudado mucho al momento de desarrollar sus historias de ficción. Ante una consulta del diario La Tercera, la autora de 49 años de edad mencionó algunos puntos a favor para aquellos que dan el salto del periodismo a la narrativa.
“Como periodista financiera nunca tuve la oportunidad de escribir sobre crímenes, sin embargo, vaya que sí hay cosas del periodismo que resultan útiles para los escritores de ficción, desde la habilidad para escribir limpiamente, hasta la posibilidad de ser muy bueno editándote o tal vez la capacidad para llegar rápidamente al ‘corazón’ de una historia. Pero también algo que tienen los periodistas es su forma de escuchar lo que la gente les dice y –lo que es más importante– lo que no les quieren decir”, afirma.
En otra parte de la conferencia con los medios, la autora británica confesó algunos detalles vinculados a su forma de abordar la temida ‘página en blanco’, como por ejemplo que ella siempre parte de personajes previamente definidos para luego diseñar las historias.
“Definitivamente todo empieza con un personaje (…) vivo con ese personaje en mi cabeza durante mucho tiempo. Pienso en ellos, en qué tipo de personas son y cómo se comportan. Pero obviamente eso no es suficiente. Eso no es una historia. Eso es solo una persona. Entonces tienes que encontrar la historia adecuada para contar con eso. Y resulta difícil para mí elegir el camino correcto. En muchos casos, el tipo de forma de la historia viene sugerido por la ubicación. Entonces, en este caso, estaba mi piso en Londres, cerca del canal de Regent, que es la ubicación de la novela, caminaba mucho allí con todas estas pequeñas y bonitas casas flotantes y pensaba en el tipo de personas que podrían vivir ahí. ¿Cómo serían sus vidas? ¿Por qué eligieron vivir en estas casas flotantes? Ya sabes, ese tipo de cosas”.
Otra pregunta muy interesante que se le formuló a la autora de “A fuego lento” es hasta qué punto cree que “descubrir u ocultar la verdad” sobre algo importante es capaz de movilizar a una persona por el resto de su vida. Esto fundamentalmente porque varios de sus personajes suelen tener un pasado, por decirlo menos, inquietante.
“Esto resulta importante, obviamente, enmis novelas, que son muy dramáticas. (Hay) puntos de inflexión, verdades y mentiras, y cosas que la gente esconde. Y creo que, felizmente para la mayoría de nosotros, no tenemos muchos eventos dramáticos por ocultar”.
“Por ejemplo, en la forma en que Laura descubre que sus padres no le habían dicho la verdad sobre algo fundamental, que va a ser muy importante en su tipo de desarrollo como persona y en cuánto puede confiar (más adelante) en los demás. Y creo que observamos en los niños que han tenido problemas de confianza algo difíciles, que estos permanecen con ellos hasta la adultez”.
Ya en la parte final del diálogo con los medios, Paula Hawkins fue consultada con la habitual interrogante en torno a qué proyecto trae entre manos. Su respuesta es de una honestidad notable.
“Ahora mismo no estoy escribiendo sino pensando. Entonces, en este momento, estoy en ese período bastante agradable en el que estás decidiendo qué vas a hacer a continuación. Y así todo está abierto para ti. Y eso siempre es bastante emocionante. El desafío ahora es elegir la historia correcta, la idea correcta y los personajes correctos. Porque en el pasado escribía, guardaba, pasaban ocho o nueve meses y luego sentía que no funcionaría, y tiraba todo al tacho. Pero me di cuenta que eso es mucho tiempo. Son muchas palabras, y es mucho dolor de corazón. Así que no quiero volver a hacer eso. Por lo tanto, debo pensar con mucho cuidado qué historia quiero contar en este momento. Y aún no lo he decidido. Pero tengo algo de texto en mi cabeza, necesito asegurarme de que estoy haciendo lo correcto y yendo en la dirección precisa”.
*La foto central de esta nota es de Phoebe Grigor.