En el no muy amplio, pero sí valioso universo de historiadores que han abordado académicamente al fútbol peruano resulta imprescindible mencionar nombres como los de Aldo Panfichi o Jaime Pulgar Vidal. Aunque también hay espacio para otros valores, tal vez algo más jóvenes, que se abren camino con investigaciones no solo bien estructuradas, sino fundamentalmente muy bien escritas.
Uno de ellos podría ser Gerardo Álvarez Escalona, magíster y doctor en Historia por El Colegio de México. Él acaba de publicar un notable trabajo que ahonda en los primeros pasos de aquel fenómeno contemporáneo llamado ‘fútbol peruano’. Desde su llegada vía los puertos –mediante enseñanzas de inmigrantes y compatriotas que volvían de sus estudios en el exterior–, pasando por las primeras rivalidades vecinales, pero también sin dejar de lado aspectos como la construcción de los primeros estadios en Lima y provincias, o el llamado fútbol escolar.
“Del barrio al estadio. Identidad y espectáculo en el fútbol peruano” (Fondo Editorial PUCP, 2021), es una versión mejorada de la tesis de doctorado que Álvarez Escalona sustentó ocho años atrás. Entre 2013 y hoy muchas cosas cambiaron alrededor del balompié, sin embargo, los orígenes siempre serán los mismos. Y para ello, nada mejor que sumergirse en un volumen correctamente sustentado y de redacción diáfana como este.
-Siendo historiador, ¿por qué decidiste especializarte en historia social y cultural del deporte y, específicamente, en el fútbol?
Por sugerencia de un profesor. Cuando era estudiante no pensaba que podría hacer historia del fútbol. Me interesaban otros temas, como la delincuencia o la vida cotidiana. Sin embargo, conocí al profesor Eduardo Toche y un día, durante una visita a su casa, él me preguntó sobre qué sería mi tesis. Yo no sabía. Habían pasado más de dos años desde que terminé mis clases. “¿Por qué no haces una tesis sobre fútbol?”, me dijo. Por su experiencia, Toche se dio cuenta de que me gustaba el fútbol, porque siempre terminábamos hablando de eso. Entonces, empecé a darle vuelta. La tesis de licenciatura fue el primer boceto, y yo pensé que el tema daba para más. Pero investigar no es algo que hagas saliendo del horario de oficina, porque necesitas tiempo.
Investigar implica que tú puedas, con cierta constancia en una cantidad de tiempo, desarrollar. A mí, trabajando, la tesis de licenciatura me tomó dos años. Entonces, si yo quería hacer algo más grande no iba a poder hacerlo así, o me iba a tomar demasiado tiempo. Y en Perú nadie me iba a pagar un sol por investigar. Entonces me dije: mejor ‘mato dos pájaros de un tiro’. Saqué mi título de posgrado en una institución que me dio una beca (el Colegio de México). Había mapeado otras instituciones, pero me quedé ahí porque sabía que había una beca y que me iban a dejar trabajar.
El trabajo en sí me costó un montón. La parte escolarizada, por ejemplo. Y tal vez la tesis pude terminarla antes (de diciembre del 2012). Yo la sustenté en 2013. Salió y quedó ahí, pero para convertirla en libro fue otra jarana, porque entre 2013 y 2021 son ocho años. Así que debo reconocer que sin el interés de Aldo Panfichi, la tesis seguiría solo colgada en la web del Colegio de México.
– ¿El libro tiene muchas cosas distintas a la tesis?
No muchas. Es casi el mismo texto, aunque, obviamente, ha pasado por dos correctores de estilo. Yo creo que hubiera podido quedar mejor en otro contexto. Siendo autocrítico, veo las ideas finales y pienso que esa parte hubiera podido quedar mucho mejor. Por otro lado, si los archivos hubieran estado abiertos podría haber buscado más fotos. Si revisas el libro en formato de tesis el texto tiene otras imágenes, muchas de las cuales ya no pude sacar en esta oportunidad porque los archivos estaban cerrados a causa de la pandemia.
-Más allá de que todos recordamos los goles de Cubillas y Sotil, o a Marcos Calderón cargado en hombros, ¿crees que el hincha peruano es consciente de la historia de cómo se generó el balompié en este país?
No y por una cuestión simple: memoria generacional. Salvo el que está interesado en saber del tema, lo demás está vinculado a la memoria. Si tienes 40 años, y sigues el fútbol desde los 10, pero tienes una memoria consciente desde los 15 años, entonces tu memoria es de 25 años. A eso súmale la memoria de tu padre. Y si tienes suerte de tener un abuelo futbolero te podría hablar de Toto Terry, Valeriano López, Óscar Gómez Sánchez, Vides Mosquera, etc. Ya Lolo Fernández o Manguera Villanueva te suenan muy lejanos. Y si te digo ‘Pichín’ Bielich, ‘Patuto’ Arana o Jorge Pardón, pues nada. Entonces, es un tema generacional.
-Me deja claro tu libro que el fútbol entró por los puertos. Entonces, ¿qué se puede decir de las ciudades sin puerto? ¿Demoró allí mucho más en hacerse popular el fútbol?
Hay un libro de Pablo Alabarces titulado “Historia mínima del fútbol en América Latina”. Él mapea bien toda la cuestión latinoamericana en los orígenes del fútbol. En realidad, no es muy diferente lo que pasa en Lima que en otras ciudades. ¿Qué puertos había en el Perú? Callao, Islay y unos más al norte. Ahora, ¿cómo llega este deporte a otros lados? ¿Quiénes traen el fútbol? Peruanos que viven en el extranjero e ingleses. ¿Y dónde estaban los ingleses? ¿En las inversiones inglesas aquí? En minas, agricultura, energía, etc. Entonces, no es casualidad, que hayan surgido clubes muy temprano en Cerro de Pasco o Cusco. O que haya una raigambre de fútbol a nivel de clubes en el norte, donde había petróleo. Por otro lado, en ciudades sin puerto ni inversiones inglesas, lo que hace avanzar el fútbol es la leva. Levaban a los jovencitos en provincias al Ejército. Ahí estaban uno o dos años y ahí aprendían una serie de deportes que luego llevaban a sus ciudades. Y luego estos fundaban clubes, claro. Entonces, imagínate en una ciudad como Juliaca. ¿En cinco años cuántos levados pudieron aprender a jugar fútbol?
-Pero el fútbol no fue el único deporte que trajeron los extranjeros ni los peruanos que volvían de estudiar afuera. ¿Por qué esta disciplina sí se popularizó tan masivamente?
Yo creo que ahí debemos tener una idea temporal del tema. Hoy, a inicios del siglo XXI, vemos al fútbol masificado, pero si nos ubicamos en 1922 yo te diría que el fútbol y el box competían en popularidad. Si te paras en 1950 o 1955, verás que el fútbol sí era lo más importante, pero el básquet, la natación, la lucha libre, las carreras de autos o la hípica, eran también populares. Entonces, hubo ciclos. Mira, inicialmente, el fútbol no es el primer deporte que concita interés. Lo fueron las disciplinas atléticas y el ciclismo. Pero hablando de esta última, ahí tú requieres dinero para comprarte una bicicleta. Y si no tienes dinero para eso, no puedes practicarla. Aún hoy, una bicicleta medianamente buena te cuesta una suma de dinero que está lejos del alcance de alguien que gana un sueldo mínimo.
Ahora, ¿por qué sí el fútbol? Porque se incentiva su práctica desde los colegios, porque tiene espacios laborales en los que muchos gerentes son británicos o descendientes de británicos e impulsan su práctica. (Estos) se convierten en una especie de padrinos o adquieren algún tipo de cargo directivo para poder dirigir un club. Ahí es donde este deporte va ganando popularidad. Pero también hay otra cuestión. El fútbol inicialmente fue una moda de niños y no un deporte de adultos. Muy diferente al año 1925, cuando esos niños ya eran adultos y ya no solamente habían jugado toda su vida fútbol, sino que iban al estadio a verlo, y harían lo que hacen todos los padres: llevar a sus hijos. Ahí entonces tienes a una generación y media que consume fútbol.
-Dos detalles muy interesantes tocas en tu investigación. El primero, cuando se pasa del mero olimpismo a la competencia, y luego el factor de la remuneración del futbolista. ¿Se tardó mucho el Perú en ambos aspectos o fuimos casi a la velocidad de los países vecinos?
Es difícil establecer lo de la velocidad de otros porque, claro, tú puedes decir ‘el profesionalismo llega al Perú recién en 1951 y en Argentina llegó veinte años antes, y casi lo mismo en Uruguay’, pero la verdad es que en la práctica los futbolistas (peruanos) ya eran remunerados antes de ese año. Recibían propinas, sí, pero ya eran remunerados. Porque, por más espíritu olimpista o Fair Play, llegó un punto en el que, los sectores populares se dan cuenta que el fútbol puede ser un mecanismo de remuneración. No para todos quizás, pero sí para los más llamativos. El caso de Alianza tal vez es el más documentado. Ojo que también hablamos de beneficios no remunerables, no sé, como darte un porcentaje de la taquilla de un partido.
Vale decir que los futbolistas de entonces tenían trabajo, eran carpinteros, ebanistas, obreros, no sé, y el fútbol les daba beneficios como, por ejemplo, si los invitaban a jugar en una hacienda de naranjas, les regalaban un saco de la fruta. Ya ellos verán qué hacen con eso. Ahí tienes un extra. Fuera del prestigio personal que obtenía cada futbolista. Incluso para los de clase media, en el sentido de que, ¿cuántas oportunidades había para un afroperuano de aparecer en una revista como “Variedades”? ¿Cuántas oportunidades había para que “El Comercio” en ese momento histórico represente a un mestizo como representante de lo nacional? Y eso también vale para otras disciplinas. Hoy, tal vez como los deportes ya están institucionalizados, es normal entender a un atleta huancaíno como representante de lo nacional. Ahora, ¿cuántos representantes de lo amazónico hemos tenido en el fútbol hoy? Miguel Trauco, quizás. Después yo no conozco otro futbolista que haya nacido en la selva y que haya sido parte de la selección nacional como titular durante un proceso completo. No recuerdo uno solo.
-Esta pregunta es sobre tu trabajo. Probablemente si hubieras investigado sobre el Mundial de Francia 1998 o uno posterior habrías tenido a tu disposición videos, repeticiones, etc. ¿Cómo haces para registrar la pasión que genera el fútbol y su popularidad a través de recortes de periódicos de muchísimo tiempo atrás?
Contrastando información. Cuando empecé mi tesis pensaba en cómo medir la popularización del fútbol. Pensé en los registros de asistencia a los estadios, pero no existían. ¿Cómo entonces lo registraba? Había que usar la imaginación. Resulta que los reglamentos municipales te exigen una serie de requisitos, y uno de ellos es, como pasa con otros espectáculos, la seguridad. Entonces, tienes que solicitar a la Policía que te envíe un contingente de efectivos. Así pues, si en 1905 eran dos policías a caballo y cuatro a pie, en 1915 ya son seis a caballo y una docena a pie. En 1930 ya tenías doce policías a caballo y 30 a pie. Otro registro más simple: en 1900 tienes un campo desocupado al que le has puesto una cerca. Hay un tabladillo para autoridades y los demás se sientan al costado, como en cualquier cancha de barrio. Pero ya en 1912 o 1914, esa cancha cercada empieza a cobrar entradas. Hay denuncias de que rompían la cerca para meterse sin pagar. Luego construyes un estadio para cinco, diez o quince mil personas. Y llega un punto en donde tu estadio para 30 mil personas no da más. ¿Qué haces? El Estadio de San Marcos, o el Nacional. Ahí tienes una forma de medir la popularidad. Por otro lado, un factor clave está en el capítulo de mi libro dedicado a la prensa. La forma en cómo esta cambia su forma de informar. No es igual 1900 que 1925. En segundo lugar, al informar cómo van cambiando los registros de ese tipo de informaciones. Desde la aparición de los titulares o las bajadas. Ambos deben darte las ideas principales, y después viene el desarrollo de la noticia. Ahí te van contando qué pasa en el estadio. Y otra forma de ir capturando los sucesos son las fotos. Cómo cambian, de la panorámica de 1900 o 1905, donde ves a gente haciendo deporte, a la de 1930 donde se busca capturar el gol o la gran jugada. Entonces ahí vas notando esos detalles.
“EL FUTBOLISTA PASÓ DE SER UN HÉROE NACIONAL A UN PERSONAJE MEDIÁTICO”
– ¿Crees que en esos primeros 50 años del siglo pasado el fútbol cambió más velozmente de lo que puede cambiar en el presente?
Yo te diría que el fútbol de los últimos 30 años también ha cambiado un montón. Desde los puntos que se entregan por partidos ganados. Los sutiles cambios en torno al offside. El cambio brutal en torno a la posición del arquero. Mira, hasta 1990 el arquero era solo un atajador. Ahora es parte del sistema táctico. También hay un cambio geopolítico desde la Ley Bosman y la ampliación del número de futbolistas extranjeros permitidos en las ligas europeas top. Y remarco top porque hablar del fútbol europeo es mucho, porque en realidad hablamos de Alemania, España, Italia, Francia e Inglaterra. Por otro lado, hoy los jugadores se van tan jóvenes que ni siquiera debutan en sus ligas de origen. El deportista pasó de ser el héroe nacional, tipo Pelé, Cubillas o Zico, a ser esencialmente un personaje mediático. Quizás no ha abandonado su figura de héroe nacional, pero en este ínterin una competición como la Champions League ya te genera más interés que las eliminatorias europeas.
-En la página 158 de tu libro dices, sobre el fútbol, que es “la principal diversión masculina”. Te quiero llevar un poco hacia el otro lado. En varias de las fotografías de libros sobre historia del fútbol aparecen mujeres en los estadios. ¿Hay algún tipo de registro de ellas opinando sobre un partido, diciendo que les gustó el juego o que son hinchas de tal o cual club? ¿O podríamos aseverar que ellas estaban invisibilizadas dentro de este ámbito?
No recuerdo registros como el que me preguntas, sin embargo, sí existen esfuerzos por formar clubes femeninos en colegios de mujeres. Aunque es difícil establecer la continuidad de estos centros. Mira, el tema es que la mujer –como bien dices—se invisibiliza, pasa por ser parte del público, y además del perteneciente a las tribunas preferenciales (no populares). Y no aparece como hincha. Las primeras tal vez aparecen ya en los cincuentas.
-El fútbol y la política se suelen cruzar en varios momentos históricos. ¿Ocurre esto mucho más en Perú por lo agitado que fue nuestra política en el siglo pasado, o es algo más bien común en el resto de Latinoamérica?
Eso pasa en todos lados. Incluso en otros países es más fuerte, no sé, Brasil o Argentina. Es que hablamos de países ‘exitosos’ en el fútbol, por lo que políticamente puedes lucrar con eso. Yo siento que incluso en Perú, al no ser un país con grandes éxitos deportivos, no hubo un gran aprovechamiento político del tema. Está la Copa América de 1939, aunque yo creo que incluso se recuerdan más los Juegos Olímpicos de 1936. Luego nos saltamos hasta México 1970. Son cuarenta años sin ningún éxito deportivo, más allá de alguno que otro resultado muy puntual, como empatarle a Brasil o ganarle a Uruguay.
-Cuando hablas de periodismo deportivo hay un salto muy notorio en la aparición de la radio y, más aún, cuando la radio empieza a transmitir en vivo los partidos, y no solo a comentar un encuentro ya finalizado. ¿Crees que este medio ayuda a apuntalar mucho más la popularidad de este deporte?
La radio en general tiene la virtud de la transmisión en tiempo real, que por ejemplo la prensa escrita no tiene. Hoy gracias a la Internet vemos los hechos en tiempo real, pero en ese momento no. Entonces la radio te ofrecía la posibilidad de poder transmitir cosas, y más que nada de poder seguir los eventos incluso fuera de la ciudad. Y en la medida que la radio va extendiendo su espacio de difusión a nivel nacional y, por otro lado, van apareciendo aparatos de radio más baratos y transportables. ¿Quién no tuvo un padre o abuelo que le contaba la experiencia de escuchar un partido en la radio? Podía ocurrir un juego aburridísimo, pero te lo narraban como un ‘Maracanazo’. Ahora, cuánto de eso te hace crear este imaginario de algunos futbolistas que parecían auténticos monstruos, pero que en realidad no pasaban del nivel local. Y yo creo que buena parte de que no hayan existido grandes éxitos en los cuarentas tiene que ver con eso. Tal vez esos jugadores no eran tan buenos como pensábamos.
– ¿Llegaste a encontrar casos de jugadores muy bien pagados para su época?
Un ejemplo es el famoso Carlos ’18 mil soles’ Torres, a quien en 1948 Universitario de Deportes lo contrata por ese sueldo. Recuerdo haber leído cronistas de la época comentar cómo esa compra ‘rompió el mercado’. Eso pasó antes de la profesionalización del fútbol. Por eso te decía que los futbolistas ya ganaban algo de dinero. No mucho. Esto era una entrada más. Probablemente había mucho de corazón, pasión, pero sí ganaban algo de plata.
– ¿Esta frase de “el fútbol es lo único que une a los peruanos” tiene algo que ver con el tema de las identidades que has investigado? Porque tú vas contando cómo primero el choque es limeños vs. chalacos, luego Universitario vs. Alianza, y luego ya todos unidos por la selección.
Yo creo que son muchos los factores que intervienen. A veces uno piensa que la identidad es algo sólido y poderoso, pero estas son muy moldeables. Puede (que) incluso algo que te identifica sobrevivir en el tiempo, pero no representar lo mismo. No sé, Miguel Grau. Hace sesenta años tal vez la idea de entregar tu vida por la patria era lo más valioso. Hoy quizás no lo sea. De seguro que la idea de garra en Universitario no es la de hoy en los setentas, ni el concepto de Garra en época de Lolo. Entonces, una misma idea va mutando. Y dicho esto, me parece que lo que sucede es que el fútbol construye una forma de identidad nacional, que no es la única, porque existen otras. Que ha habido momentos en donde esto ha sido más evidente –como en el Mundial de Rusia–, pero en realidad siempre estuvo ahí. Lo que pasa es que con el desastre que éramos competitivamente qué vas a celebrar pues.
-Así como mencionas que varias cosas fueron avanzando, con muchas otras no pasó lo mismo. En algunas localidades del país se les sigue dando propinas a los futbolistas. En la Copa Perú se ven muchas cosas informales año a año. ¿Por qué en ciertos aspectos parecemos estancados?
Sobre las cosas que avanzaron, mira, si tú no ves una invasión de cancha es porque el reglamento FIFA te lo impide. Recuerda nomás lo que nos pasó en 2013 cuando un hincha quiso meterse a pegarle al árbitro en el partido contra Uruguay y luego nos sancionaron y tuvimos que jugar a puerta cerrada con Bolivia. Entonces, yo creo que esas taras subsisten porque somos así. Somos informales. Nos gusta sacarle la vuelta a la ley. No entendemos la importancia de la homogenización de la ley. Y no es que quiera ponerme en plan legalista. Pero creo que esto termina generando la permanencia de este tipo de prácticas. Y la puedes ver en empresas que falsean facturas o congresistas que le pican el sueldo a sus trabajadores. Entonces, si eso pasa a ese nivel, qué podemos esperar de niveles más pequeños de nuestra sociedad.