Primero la verdad: no abundan en nuestro mercado editorial los libros biográficos sobre futbolistas peruanos, menos aún en actividad. Dos ejemplos más o menos recientes pueden ser «Prehistoria de un goleador» (Kike La Hoz/Planeta), sobre Sergio ‘Checho’ Ibarra y, por supuesto, la biografía que el periodista alemán Paul Reimar escribió sobre Claudio Pizarro Bossio, el delantero nacido en Perú que mayores éxitos ha cosechado en ligas internacionales.
Aunque Ibarra nunca pudo replicar su éxito en el torneo local jugando en ligas internacionales, su historia personal es por lo menos cautivante: un argentino que sin poseer las mayores habilidades técnicas, entrega hasta la última gota de sudor y logra romper récords de goles, arropado por una amorosa familia peruana que hasta hoy lo acompaña ya en su faceta de presentador de TV.
Sobre Pizarro habría que decir que el reto del periodista alemán que escribió su (no autorizada) biografía era lograr el más pormenorizado registro personal de un deportista tan resistido como admirado en estas tierras. Y el resultado, como ya lo comentamos aquí también, fue correcto. La biografía publicada por Planeta repasa al Claudio del Deportivo Pesquero de Chimbote, pasando por el sorprendente goleador de Alianza Lima, hasta establecerse años después como un representante indiscutido del fútbol sudamericano en Europa, más precisamente en Alemania.
En las últimas semanas un nuevo texto bajo esta misma corriente acaba de aparecer en librerías. Se trata de “Gianluca Lapadula. Mi historia, mis goles, mi sangre” (Aguilar, 2022).
Tal como ocurre con Ibarra y Pizarro, este volumen sobre el delantero que juega actualmente en el Cagliari de la Segunda División del fútbol italiano reviste interés para el público futbolero porque trata sobre un personaje que combina el carisma y la personalidad con una historia de éxito, marcada esencialmente por un detalle: se trata de un italiano que en un momento de madurez deportiva y personal responde al llamado de la sangre y cruza continentes para vestirse la Blanquirroja.
Lo primero que habría que decir sobre esta autobiografía es que se ampara en tres pilares: el lado personal de Gianluca Lapadula, su historia como ‘trotamundos’ del balompié italiano y, finalmente, su primero esquivo y luego feliz acercamiento a la selección peruana de fútbol, casi coronado con una clasificación al Mundial de Qatar 2022.
Estructurado en pequeños capítulos que difícilmente superan las cinco páginas, este texto intercala momentos claves en la vida del ‘Bambino de los Andes’ con breves narraciones de sus primeros partidos (y goles) con la selección peruana de fútbol absoluta.
Conoceremos entonces, el origen humilde de los abuelos de Gianluca, quienes optaron por dejar el sur italiano para buscarse un futuro en Turín. Fue precisamente allí donde ocurrieron dos cosas insoslayable en lo personal para el delantero: sus padres se conocieron y él empezó a probarse en las inferiores de la poderosa Juventus.
Nótese un detalle: aunque muchos sabíamos que la madre de Gianluca era una inmigrante peruana que llegó a Italia buscando un futuro, pocos sabíamos las circunstancias de esta travesía. El libro cumple con develar lo necesario: ella –como millones de compatriotas a lo largo de las últimas tres décadas— tuvo la valentía de dejar su casa en Barranco para irse a empezar de cero. Pero ni los miles de kilómetros de distancia entre ambas naciones hizo que la progenitora del goleador se desligue de sus orígenes. “Mi madre tenía el temperamento suficiente para no naufragar a pesar de su juventud, y para eso le sirvieron también los recuerdos sobre su origen. El espíritu de la familia no se deja caer” (Páginas 37, 38).
Queda claro en las páginas de este libro que Gianluca tuvo algo que, lamentablemente, muchos de sus colegas peruanos (incluso de la selección) carecieron: una familia sólida, bien constituida y dispuesta a apoyarlo en las buenas y en las malas. Todo esto, por supuesto, en tres generaciones (abuelos, padres y ahora hijos del futbolista), y tanto del lado paterno como del materno.
El segundo aspecto que resulta insoslayable al leer esta autobiografía es que si alguien merece un calificativo de ‘trotamundos’ es Gianluca Lapadula Vargas. Aplíquese este término por supuesto, a un aspecto que también marcó a Sergio Ibarra (y no a Claudio Pizarro): la particularidad de haber vestido una infinidad de camisetas.
Desde aquella indumentaria de entrenamiento de la Juventus de Turín (el libro revela que Lapadula se probó como arquero pues eso era lo que había aprendido más, entrenando junto a su padre, otro exgolero) hasta la actual del Cagliari, el futbolista de origen peruano ha pasado por casi todas las divisiones del fútbol italiano. No sólo luciendo su garra en el mítico estadio del A.C. Milan, o vistiendo la hermosa camiseta del Parma, sino también en clubes a todas luces pequeños como el Treviso, el Vercelli, el San Marino o el Cesena, entre otros. Así pues, no estaría mal leer este libro con la web Transfermarket abierta en nuestro móvil.
Emotivas celebraciones de grandes goles, pero también amargos momentos acompañaron a Gianluca Lapadula lo largo de casi década y media pateando un balón de fútbol. ¿Qué hace que alguien persista en su sueño de ser futbolista aún cuando parece que todo se terminó? Lo explica el propio futbolista en la página 46: “No imaginé que los cimientos que fui construyendo en ese trajín me permitirían sostener con el mismo temple mis victorias y derrotas. Las últimas nunca me amilanaron; por el contrario, fueron el combustible que avivó mi esfuerzo. Los malos momentos se convirtieron en mi manera de resucitar”.
Al repaso detallado de sus aspectos familiares, de sus cifras en cada temporada vistiendo diversas camisetas del fútbol italiano (fuera de ese país solo llegó a jugar en Eslovenia, según sus palabras, porque el italiano es un ciudadano poco proclive a emigrar), hay que sumarle también ciertas descripciones más bien históricas que fortalecen el texto. Desde la importancia de la empresa de automóviles italiana FIAT (para Italia y para su propia historia personal), hasta menciones a la tragedia del Fokker de Alianza Lima en 1987, pasando por la convulsa situación política y económica que atravesamos en varios momentos de nuestra república.
El último aspecto a tomar en cuenta en “Mi historia, mis goles, mi sangre” tiene que ver con el vínculo entre Lapadula y la selección peruana. Desde aquella foto del Gianluca niño vistiendo la camiseta número 9 de la Blanquirroja en una pichanga con sus hermanos hasta verlo como titular en el repechaje (infructuoso) ante Australia, mucha agua corrió bajo el puente. Ese primer llamado de la selección que finalmente no se concretó, su breve aporte a la selección de Italia, su reflexión previa al llamado que le dio al Tigre Gareca y su acercamiento a la cultura peruana previo al momento de la feliz convocatoria; todos estos detalles se encuentran en esta publicación.
Por su lenguaje claro y su correcta estructura, pero fundamentalmente porque deja fuera muy pocos detalles personales en torno a Lapadula Vargas, estas memorias son una interesante oportunidad para acercarse a la historia de alguien que a punta de sacrificios (nariz rota y tobillos golpeados en más de una ocasión) y goles pudo devolvernos la esperanza en un momento aparentemente crítico para la Blanquirroja tras el natural declive de figuras como Paolo Guerrero y Jefferson Farfán.