«Los genios» de Jaime Bayly: Más que una parodia del fin de la amistad entre Vargas Llosa y García Márquez

Los periodistas tienen a veces más imaginación que los propios novelistas”, le responde Mario Vargas Llosa a Joaquín Soler, periodista de la Televisión Española, cuando este le consulta –allá por marzo de 1976– sobre el “incidente violento” que tuvo con su colega colombiano Gabriel García Márquez poco tiempo atrás en Ciudad de México. “¿Eso significa el fin de la amistad?”, incide el conductor del programa “A fondo”, para luego rematar con: “¿Y seguiréis siendo amigos?”:

Pues eso no se sabe nunca. La amistad, como todo, es tan relativa, ¿no?”, respondió el peruano.

Este diálogo, extraído de las últimas páginas de “Los genios” (Revuelta Editores, 2023) responde cualquier inquietud cualitativa en torno a la más reciente novela de Jaime Bayly. Porque al buscar en YouTube o Spotify aquel audio correspondiente al diálogo (real) entre Vargas Llosa y Serrano uno descubrirá que aquella voz del entonces joven Vargas Llosa es –muy probablemente– la misma del personaje que protagoniza gran parte de las 238 páginas de esta divertida novela sobre el fin de una amistad.

Efectivamente, “Los genios” ha sido promocionada como la historia del final de una amistad entre dos íconos de la literatura en castellano. Pero ciertamente el libro de Jaime Bayly es eso y mucho más. Porque el puñetazo se explica en página y media. En ese sentido, el autor se ha tomado el trabajo de crear un universo alrededor de un ojo morado. Y lo ha hecho bien por todos los motivos que intentaremos desentrañar a continuación.

“Los genios” inicia con el momento en que Mario Vargas Llosa lanza un gancho directamente al rostro de Gabriel García Márquez reclamándole por “lo que le había hecho a Patricia (Llosa)”, su entonces esposa. El revuelo que generó el golpe –con varios testigos alrededor, que increíblemente han guardado hasta hoy casi un silencio sepulcral—da paso a un par de detalles como el pedazo de carne que ‘Gabito’ debió colocarse para reducir la hinchazón, o la participación de Rodrigo Moya, un fotógrafo amigo del colombiano que inmortalizó las consecuencias del impacto en una improvisada sesión de fotos realizada en su casa de la colonia Nápoles.

El puñetazo y sus motivaciones se apagan intencionalmente para dar paso a una línea narrativa que bien podríamos titular: los orígenes de una amistad. Los protagonistas aquí son Mario Vargas Llosa, caracterizado por Bayly como un escritor esforzado, portador de un método de escritura innegociable, y fundamentalmente apasionado con las letras, segundo con la política y tercero con su vida personal. Esto contrasta claramente con el perfil de Gabriel García Márquez, un autor –seguimos hablando de la fiel visión de Bayly— muy rumbero, encantador y hasta ‘putañero’.

Por supuesto que en algún momento ambas vidas se cruzan. Geográficamente la ruta del peruano es Perú – Barcelona – Estados Unidos. Su colega caribeño estuvo en Colombia – Barcelona y, finalmente, México. Es en la hermosa ciudad española donde ambos se cruzan y donde además surge un personaje secundario que resulta clave en “Los genios”. Se trata de Carmen Balcells, delineada por Bayly prácticamente como ‘la reina del circo’, la agente habilidosa que era capaz de hacer bailar todos a su alrededor. Siempre al son que le daba la gana. Sin ella no hubiera existido esa marca llamada ‘Boom Literario Latinoamericano’.

Aunque hablaban el mismo idioma, ni Vargas Llosa ni García Márquez estaban propiamente en casa al vivir en Barcelona. El primero se apoyaría, entonces, por su esposa Patricia Llosa y sus tres hijos (Gonzalo, Álvaro y Morgana). El segundo por su esposa Mercedes y sus hijos Rodrigo y Gonzalo. Aquí también Bayly ha procurado definir varias diferencias. La relación entre el hoy premiado escritor peruano y su entonces esposa podría definirse como tensa o, por lo menos, fría. En más de una ocasión, el autor de “Conversación en La Catedral” se queja ante su mujer de no haber querido tener hijos. Ella le reclama la poca atención que le presta a los menores “por estar escribiendo”. Como dijimos líneas arriba, el sur y norte de Vargas Llosa era únicamente la escritura.

Todo lo contrario, podría decirse del vínculo que Gabriel y su esposa Mercedes exponen en “Los genios”. Ella es descrita como una mujer comprensiva y hasta cómplice, consciente siempre de que acompaña a un ‘macho caribeño’ al que no conviene mucho amarrarle las cuerdas, sino todo lo contrario, dejarlo ser libre. Más aún en un territorio ajeno. Por todo esto, la relación entre los colombianos luce siempre distendida, carente de presiones y con momentos de mucha diversión.

Otro aspecto que aborda la novela de Jaime Bayly tiene que ver con los lazos de amistad que cada uno de los protagonistas llega a tejer a lo largo de su estadía fuera de sus respectivos países. Así pues, Mario Vargas Llosa es al chileno Jorge Edwards lo que muy probablemente Gabriel García Márquez es al también chileno Pablo Neruda. La primera relación se basa en una admiración mutua, una especie de complicidad que permite al hoy Nobel peruano decir lo que le plazca sin bajar necesariamente el nivel de la conversación. Edwards, fallecido recientemente en Madrid a los 91 años, tendría una participación importante en el hecho previo al ‘desliz’ que terminaría amargando al escritor arequipeño y, por ende, provocando el puñetazo.

Del otro lado, Gabo y Neruda sí tienen una relación mucho más natural, fresca, con licencias propias de un par de compinches que buscan pasarla bien fuera de su tierra (este último, por ejemplo, pidiendo a Mercedes que lo acompañe a dormir en una misma cama). Alrededor de estos dos personajes secundarios, Bayly construye la historia con otros nombres emblemáticos de la literatura en español. Álvaro Mutis, Julio Cortázar o Carlos Fuentes, pasando inclusive por Octavio Paz. Cada uno aporta, siempre a su manera, los condimentos precisos para imaginarnos el ambiente que rodeaba a MVLL y García Márquez en la segunda mitad del siglo pasado.

¿Es posible imaginar una novela como “Los genios” sin política? En sí, la historia escrita por Jaime Bayly tiene a este elemento en el ambiente, jamás ocupando un espacio muy preponderante. Se observa la evolución ideológica de Vargas Llosa y la consolidación de las ideas de García Márquez (presuntamente influidas por la amenaza de la develación de videos íntimos con prostitutas cubanas que alistó Fidel Castro). El Caso Padilla entra a tallar como el principio de las desavenencias entre los protagonistas. Pero no solo hay Cuba y Fidel en este libro, sino además Perú y Juan Velasco Alvarado.

El dictador militar peruano tiene una interesante porción de la ficción escrita con Bayly, tal vez la que congrega los momentos de humor más contundentes. Hay la descripción del funeral de la pierna que le amputaron al exdictador peruano (enfermo de diabetes). Se trata de un capítulo lleno de picardía en el que Vargas Llosa (primero a favor del golpe de Estado y luego tajantemente en contra) no puede creer lo que ve. Tampoco lo puede creer Julio Ramón Ribeyro, tal vez el cuentista más célebre nacido en estas tierras, quien asistió a dichas pompas fúnebres y –como seguramente cualquiera de nosotros—no podía creer lo que ocurría ante sus ojos.

Para aquellos grandes fanáticos de las obras cumbres de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, “Los genios” dedica también varios tramos a abordar algunos momentos pintorescos en la construcción de ficciones como “El otoño del Patriarca” o “Conversación en la Catedral”. En sí, queda muy bien definida la admiración de Jaime Bayly hacia novelas que marcaron el destino de las letras latinoamericanas.

Pero volviendo a la trama, lo correcto sería decir que hay un peso mayor en el personaje de Mario Vargas Llosa, quien en algún momento en plena travesía familiar Barcelona – Callao (en crucero, obviamente) termina prendidamente enamorado de una joven modelo limeña de nombre Susana Diez Canseco. Ella, admiradora de la escritura, se convertirá en la obsesión del virtuoso, aunque todavía joven narrador peruano. El romance comenzaría en plena travesía y pondría al peruano en el papel de infiel, capaz de abandonar (en lo físico, no en lo económico) a su familia por vivir una pasión desenfrenada.

Tal vez porque todos sabemos cuál será el desenlace de esta relación extra matrimonial, lo más importante aquí resulta ver cómo un hombre que parece frío, calculador y eminentemente pensante, es capaz de dejarse llevar por sus impulsos para empezar desde cero con alguien a la que apenas conocía. Aquí vendrán las menciones a los amores de Vargas Llosa. Desde la tía Julia Urquidi hasta la prima Patricia, quien termina viviendo sola con sus tres hijos en Lima.

Jaime Bayly ha dicho que esta novela le ha costado muchos años de trabajo. La pregunta es, ¿ha valido la pena todo este esfuerzo? Lo primero que se nos viene a la cabeza es que sí, porque “Los genios” no se queda solo en el nivel de una parodia convincente. Estamos ante un ejercicio imaginación que alcanza un nivel notable en varios tramos. El humor utilizado es en ocasiones mordaz, pero fundamentalmente nos resulta cercano a aquellos pequeños universos que hallamos en varias de las novelas de Vargas Llosa. A esto habría que sumarle la innegable pericia para describirnos el mundillo literario de aquellas estrellas que fueron capaces de conformar algo irrepetible como el Boom Literario Latinoamericano. Por estos motivos, la novela en mención cumple su objetivo y certifica –como si acaso hiciera falta—que el narrador Jaime Bayly conserva intactas varias de sus principales habilidades.

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