Podría enumerar uno a uno los 32 libros que leyó al documentarse para su última novela, sin embargo, nada aquí es muy nuevo para Viviana Rivero (Córdoba, 1966). La autora argentina suele documentarse al extremo en cada nueva aventura. Hizo lo mismo en sus 13 libros anteriores.
De la experiencia que significó escribir “Apia de Roma” (Planeta, 2023), Rivero recuerda, por ejemplo, que para escribir sobre la épica Batalla de Accio, que enfrentó a Octavio y Marco Antonio, leyó un libro, del cual salió más o menos “una página” para su novela.
Lo ambicioso es, entonces, un distintivo primordial en la escritura de esta cordobesa formada como abogada que, haciendo caso omiso a la advertencia de su madre, decidió un día seguir su corazonada y abandonar los juzgados y los expedientes, por las novelas.
Específicamente en “Apia de Roma”, Viviana Rivero se vale de un paralelo –el que construye con las vidas de Apia (personaje inventado) y Cleopatra (personaje real)—para dotar de fuerza una historia de superación en pleno imperio romano.
Como ella cuenta en esta entrevista, la novela traza las historias de Apia, su esclava Furnilla, y de Cleopatra, para llevarnos por un sinfín enfrentamientos, revelaciones y dramas en los que la humanidad –para bien o para mal—resaltará por encima de todo.
A continuación, Viviana Rivero cuenta detalles sobre su novela “Apia de Roma”, ya a la venta en librerías:
Para aquellos que lo desconocen, ¿cómo diría que es el estado de salud de la literatura en su ciudad, Córdoba?
En los últimos años la literatura cordobesa ha revolucionado bastante el país, porque han surgido muchos escritores y escritoras, y son los más leídos. Hay una diferencia con Buenos Aires, porque allí se venden muchos libros periodísticos, de actualidad, y en Córdoba mucha literatura.
Ha publicado 14 libros, pero su origen está más bien vinculado al derecho, usted es abogada de formación. ¿En qué momento le interesó la literatura?
Trabajé varios años como abogada. Escribí mi primer libro por hobby, y felizmente se vendió mucho, fue un bestseller. El segundo que escribí ganó el Primer Premio de Novela Histórica 2009 del Gobierno de San Luis. Tras ello le cedí mis casos a una colega y le dije: “lleva mis juicios por un año, que si me va bien no vuelvo más, pero si no, volveré” (risas). Yo me formé en una casa de padre escritor, con un papá que ganó varios premios, pero que no podía vivir de eso. Al no poder vivir de la literatura, él escribía de noche, los fines de semana. Y recuerdo que mi mamá nos advirtió: “acá nadie seguirá carreras vinculadas a la literatura, porque para locos ya suficiente con papá”. Entonces, al comienzo a ninguno se nos ocurrió darle la contra.
¿Cómo encontró el tiempo para escribir literatura en medio de juicios, demandas y juzgados?
En un momento de mi vida, con mis hijos ya no tan chiquitos, me vi dueña de unas horitas libres y pensé: ‘¿qué quiero hacer? ¡Escribir un libro!’. Y terminó siendo un bestseller.
“Secreto bien guardado” …
Sí, el libro incluso tiene una serie en Netflix.
¿Le gustó cómo quedó la adaptación?
No (risas). Se quejan mucho los lectores, pero yo sabía que pasaría eso, porque cuando tuve la primera reunión con los productores de la serie, lo primero que me preguntaron fue: “¿vas a ser flexible o no? Porque si quieres que salga igual, será imposible”. Porque el libro tenía bombardeos en Alemania, submarinos, cosas muy caras de producir. Así que decidí no ser inflexible, porque sabía que ese sería el precio. Más adelante, he tenido propuestas de adaptación de otros libros, pero no he cerrado nada porque esta vez sí quiero que se respete todo lo que yo he escrito.
Sus novelas históricas tienen muchos personajes, diversos escenarios y tramas complejas. ¿Podría decirse que la ambición la define como escritora?
Sí. Yo nunca me privo de nada al momento de escribir. Muchas veces no sé de algo y debo ponerme a investigar mucho, como en “Apia de Roma”. También escribí “El alma de las flores” (2019), que fue finalista del Premio Planeta, y trata sobre la Guerra Civil Española. Yo soy argentina y tenía que mandar mi libro a un premio español que además hablaba sobre una guerra suya. No sabía hasta qué punto les iba a gustar. Por muchos años junté varios libros, hasta que llegó el momento de leerlos todos juntos, porque quería escribir con muchos detalles. Y luego me escribían los españoles para decirme: ‘qué lindo, has contado cosas que yo no sabía’. Así que, como dije antes, no me privo de nada, por eso escribo sobre la Revolución Cubana, sobre la Guerra en Siria, la vieja Roma, etc. Así que sí, mis libros son ambiciosos por todo eso.
¿Más o menos cuánto tiempo tarda entre la preparación y la escritura de un nuevo libro?
Cada vez me lleva más tiempo porque demoro mucho promocionándolo. Por “Apia de Roma” estuve en España, Perú, Colombia y México. En la promoción de un libro no se puede escribir porque eso requiere de tranquilidad y descanso. Juntar libros sobre un tema me toma varios años. Luego llega el momento en el que toca leerlos, y posteriormente escribir me toma un año o año y medio. “Apia de Roma” me llevó un año y ocho meses.
¿Y tiene algún método? Mario Vargas Llosa solía levantarse religiosamente todas las mañanas a escribir, descansar y luego seguir…
Soy muy trabajadora (risas). Vengo de una vida de abogada. Me levantaba muy temprano, llevaba a mis hijos a la escuela y después me ponía a trabajar. Sigue siendo lo mismo. Cuando estoy en mi casa, me siento frente a la laptop, con mi termo con té, lista para trabajar muchas horas. A veces mi marido regresa a casa y me dice: ‘no puedo creer que estés en el mismo lugar, sentada escribiendo, anda date una vuelta’. No tengo un método específico, pero sí trabajo muchas horas. Porque, además, esto me atrapa. Escribir nunca es algo obligatorio para mí. Cuando dejo de hacerlo es a veces solo por cansancio físico.
¿Cómo ha sido el proceso de construir a la protagonista de “Apia de Roma”? Más allá de la documentación, estamos ante un tema muy abarcador, y ella es una protagonista muy humana, con ímpetu por salir adelante por sobre todas las circunstancias adversas.
“Apia de Roma” es un libro con una historia, efectivamente, muy humana. Comienza con una mujer de 23 años, casada hace nueve, a la que su esclava le dice: ‘despiértese, su marido ha muerto’. A ella le tocó un mundo romano donde la mujer era –jurídicamente hablando—una niña eterna, porque pasaba de estar bajo la tutela del padre a la tutela del marido, y si ambos morían, necesitaba un tutor, al que ella le pagaba un dinero por dicha función. Así que a los 23 empezará a vivir, conocerá el amor, entrará en esas reuniones de hombres, escondida, y así la conocerá el hombre que se va a enamorar de ella, creyendo que ella es una sirviente del lugar. Así que el lector estará preocupado sobre si descubrirán quién es Apia. Con los personajes pasa que a veces que uno planea cosas, pero en otro momento ellos mismos toman riendas de sus vidas.
Me ha hablado de la sirviente de Amia y, en el contexto de dificultades que debe superar, es este personaje secundario el que se convierte en una especie de apoyo, de soporte. Es ella quien la anima a luchar por lo que le corresponde…
Más allá de que el libro tiene una historia de amor, de su enamoramiento posterior a quedar viuda, “Apia de Roma” es la historia de tres mujeres. Apia –como puede ayudar a imaginar la portada—es una típica romana, cabello largo, ojos marrones, a veces de piel morenita. Y Furnilla es una esclava traída de esas luchas que tiene Roma, donde ganaba, en los países nórdicos. Ella es de ojos celestes, cabello casi blanco, piel traslúcida. Y cuando llega a casa ni siquiera podía mirar a los ojos a su ama. Pero con el tiempo empieza a haber una relación de amistad entre ambas, sabiendo que pueden contar una con otra. Furnilla está dispuesta a dar su vida por Apia. Y esta última piensa que debe darle la libertad, que es lo máximo que le puede dar. Pero cuando intenta hacerlo, Furnilla no quiere, porque fueron tantos años como esclava que no sabe cómo vivir de otra manera. Y la otra mujer importante es Cleopatra. Se trata de un personaje muy importante en el libro. Ella fue contemporánea a Apia y ambas fueron criadas para ser mujeres muy fuertes. Yo quería hacer ese paralelismo porque mi intención era mostrar cómo Cleopatra no hace cambios en su vida, en cambio Apia entiende que si ella es fuerte como su madre le enseñó, que si nada de lo malo la toca, la contrapartida es que tampoco siente lo bueno que la vida le da. Y en algún momento, Apia dice: ‘tengo que volver a sentir’. Y ocurre un cambio clave.
Por tanta investigación que sigue para cada libro, ¿le queda tiempo para leer otras novelas? No sé, se me viene a la mente, Santiago Posteguillo. ¿Lo ha podido leer o no le queda espacio para leer a colegas?
Para escribir esta novela tuve que leer 32 libros. Yo leo por gusto en vacaciones. Voy acumulando novelas en mi mesa de noche. Me traje cuatro libros de Santiago Posteguillo a casa para leerlos antes de escribir “Apia de Roma”. Los dejé para el último porque estaba leyendo otros sobre Cleopatra. Pero cuando llegó el momento de escribir, sentí miedo de quedarme con su voz en la mente, porque eso te suele pasar, que en tu mente persiste lo último que has leído. Así que decidí no leerlo, pero seguramente lo haré cuando encuentre un tiempo libre.
Varias escenas de su novela me quedaron en la cabeza. Una es, por ejemplo, cuando Apia va desprendiéndose de su familia porque es momento de quedarse sola con su esposo. Y es una situación descrita de forma tan sutil que es inevitable recordar lo que muchos hemos vivido al casarnos: perder la familia de nacimiento y abrirte a otro espacio. Sentir temor a lo nuevo. ¿Cómo trabaja ese tipo de escenas? ¿De qué forma trata los detalles al momento de escribir?
Dijimos que el libro comienza con esta Apia de 23 años que se abre a una nueva vida. Y yo necesitaba contarle al lector la vieja vida de Apia. Porqué la casaban tan joven. ¿Sufrió? ¿Le molestó? ¿Cómo era convivir con un marido 30 años más grande? Lo usé colocando algunos capítulos titulados ‘recuerdos’. Y contaba cómo fue su noche de bodas, siendo ella una niña. Y sí, muchas veces tengo cuidado cuando son escenas fuertes y dolorosas. Debo tener cuidado para entrar, sumergirme y salir. Es como meterse en una tina con agua helada. Es lindo cuando sales porque estás erizado, pero no puedes quedarte en una tina fría mucho tiempo porque te hace mal. Eso pasa con las escenas fuertes, como la que mencionas, pero también en otras. En la novela, por ejemplo, yo cuento la vida de Octavio, quien es muy respetado en la historia por dar muchas leyes favorecedoras a la mujer, pero él también se aprovechaba de su situación de poder. Él era un hombre que llega a tener tanto poder que le podía decir a cualquier esposo del imperio ‘préstame tu esposa, que venga a mi dormitorio una vez por semana’, y nadie podía rechazarlo.
Entre tanto político, autoridad y emperador que ha investigado, ¿qué opinión tiene usted sobre la política cotidiana de Argentina y Latinoamérica? ¿Encuentra similitudes o más bien diferencias?
Me pasó que cuando estuve estudiando Roma y veía estas cosas tan tremendas, esto del asesinato de Julio César, ver las cosas que se hacían por el poder, lo que pasa con Cicerón, que es también un personaje secundario del libro, pensaba que realmente no hay grandes diferencias con la política actual, sigue siendo igual de mala y sucia como en esa época tan antigua. Me impactaba eso. Roma tenía mucha vida política y era tremendo ver el parecido con la actualidad. Sin embargo, pienso que alguna vez las personas buenas tienen que meterse en política, porque odiamos tanto la política, pero hay que meterse para hacer un contrapeso. Es algo que se necesita.
¿Cómo planifica Viviana Rivero su próxima novela? ¿Se pone plazos para empezar nuevas documentaciones?
Me gustaría terminar una novela y al mes empezar la otra, pero la promoción abarca muchos países. Siendo sincera, a mí escribir me gusta tanto como irme de vacaciones.
Finalmente, ¿cuál diría que es la función de un escritor en un mundo tan complejo como el actual?
Pienso que el escritor ve lo micro, que es su casa, su vecino de al lado, y también lo macro, que es lo que pasa en otros países, en el mundo en general. Y luego de eso es capaz de ponerlo en palabras en un libro. Entonces, su función principal es ser un gran observador y ponerlo todo en palabras.