Más de una década después de la aparición de “Perú en la era del chino” del destacado politólogo japonés Yusuke Murakami, el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) lanzó su tercera edición actualizada.
El texto –un completo estudio de los motivos que propiciaron el surgimiento del fujimorismo y de los avances y retrocesos que este presentó en una década—es un material de consulta clásico en universidades y centros de estudio.
Su autor, actual profesor titular de la Universidad de Kyoto, aceptó conversar con “Libros a mí” sobre esta especial edición que ya está a la venta en las principales librerías peruanas y en la sede del IEP ubicada en Jesús María. También puedes comprar el texto de forma electrónica AQUÍ.
-¿Por qué cree que “Perú en la era del chino” sigue siendo considerado un material de consulta 14 años después de su aparición?
En primer lugar, la presencia fujimorista en la política peruana, para bien o para mal, está en aumento y no sabemos si continuará así en el futuro. Tras la caída (del gobierno de AF) y luego de una sufrir una especie de ‘ostracismo político’, el fujimorismo sigue llamando la atención. Por otro lado, en mi libro analicé que el fujimorismo es el resultado de lo que fue la política peruana hasta la década de los ochenta. Sin embargo, pasados los noventa se siguieron arrastrando una serie de desafíos para la democracia en Perú. Por eso, como dice un refrán francés, “mientras más cambie, más la misma cosa es”. Las personas y los políticos cambian, pero los problemas de la política peruana persisten.
-El gobierno fujimorista tuvo dos etapas. La primera entre 1990 y 1995, cuando AFF supo resolver problemas de corto plazo con decisiones prácticas (inseguridad y crisis económica) y la segunda, que abarca los cinco años posteriores, que es cuando AFF no pudo resolver temas más estructurales. ¿Ese podríamos decir es el argumento central de su texto?
Sí, es correcto. Además, y esto es algo que se viene repitiendo en la historia peruana, se presenta una fragmentación política o crisis extrema y de repente aparece un personaje que puede ‘salvar del colapso’ al país. No sé, Leguía, Velasco, Fujimori. Pero tras ‘salvar’ al Perú del caos viene otra etapa que es más de construcción con miras al futuro. Ahí es donde no se presentan avances y ya sabemos los resultados.
-Pasemos a una etapa más reciente. ¿Cómo evalúa el círculo rodea hoy a Alberto Fujimori? Uno lo ve básicamente junto a Kenji. ¿Coincide con la idea de que se está quedando solo?
Es obvio que Alberto Fujimori no cuenta con tantas personas cerca como sí pasó en inicios de los noventa. Algunos se fueron yendo, otros tuvieron desencuentros y otros simplemente por la edad se fueron alejando. Sin embargo, el político peruano promedio tiene la característica de actuar solo, de ser una especie de ‘caudillo’ que decide las cosas y se comporta a su manera. Alan García, por ejemplo, también se está quedando solo por x razones. Lo mismo pasa con el líder de Solidaridad Nacional, Luis Castañeda.
-Algo que ocurrió con nitidez en el actual periodo fue que la oposición obtuvo la mayoría legislativa, por lo que muchas veces se negó respaldo al gobierno en iniciativas o proyectos de ley, algo de lo que se quejó un par de veces PPK. ¿Qué tan fundamental le parece que el partido de gobierno tenga una mayoría casi por regla para así poder ejecutar sus planes?
Yo diría que no lo es tanto, porque la situación del 2016 se debe más que todo a las circunstancias del proceso electoral ocurrido. Me refiero, por ejemplo, a la eliminación de candidatos como Julio Guzmán o César Acuña. Si ambas opciones políticas hubieran quedado en carrera, quizás hubieran tenido un mayor número de escaños en el Parlamento, reduciendo así los que logró el fujimorismo.
-El hecho de que PPK haya llegado con tan pocos congresistas lo obligaba a dialogar y lograr acuerdos, algo que usted menciona más de una vez en su libro: la poca capacidad para concertar de nuestros políticos.
Los resultados de la segunda vuelta son a final de cuentas artificiales, no reflejan el grado de poder de cada agrupación. Son como un resultado forzado al haber tenido que elegir entre dos candidatos. Lo mismo pasó con Keiko. Sus setenta y tantos escaños no reflejan nada del poder político que realmente tiene. Como señala Max Webber en “Política como vocación”, para ser político necesitas tres características: pasión, responsabilidad y mesura. Obviamente, ni PPK ni Keiko tenían el último elemento.
-Su libro justamente salió poco después del indulto a Fujimori. ¿Con todo lo ocurrido después es posible afirmar que la decisión fue un error?
En mi percepción el mayor error tras el indulto fue la falta de mesura, porque ya saliendo airoso de la primera censura, Kuczynski creyó que había triunfado totalmente, se lució con el grupo de Kenji Fujimori visitando las provincias, lo cual fue un acto de provocación hacia los ‘keikistas’. La falta de sentido político fue una de las razones que a la larga pesó, aunque reconozco que PPK tarde o temprano tenía algunas cuentas por aclarar. Sin embargo, a mí me parece que –tras el indulto a Fujimori a finales del año pasado — PPK aún podía manejar la situación, pero sus actitudes junto a Kenji hicieron todo más difícil.
-¿Fuerza Popular es lo más parecido a un partido político que tenemos en Perú?
Por definición un partido político es cualquier agrupación que busca tomar el poder mediante vías legales (procesos electorales). Sin embargo, el tema es si este funciona o no, si es democrático o no. En otras palabras, tener partidos políticos consolidados es otro asunto. Lamentablemente en el Perú todos los partidos políticos son caudillistas, necesitan un líder máximo que dominen o controlen todo el proceso.
-¿Qué opinión le genera lo revelado recientemente sobre Jaime Yoshiyama, un personaje del cual usted habla en su libro como parte del círculo íntimo de Keiko Fujimori durante años?
Como le sucedía a su papá con Vladimiro Montesinos, Keiko parece depender mucho de un asesor, que en este caso es el señor Yoshiyama. Hasta que lo obliguen (a renunciar) será muy difícil despedirlo de Fuerza Popular porque Keiko no parece muy convencida de hacerlo. Sin embargo, públicamente él ya está desprestigiado.
-¿Volver a correrse hacia el centro podría funcionarle a Keiko para la próxima campaña presidencial o ya no?
Puede ser, el tema es presentar argumentos sumamente convincentes. Cada vez más peruanos están convencidos de que los partidos o las agrupaciones políticas existentes no sirven, por eso quieren buscar nuevos rostros.
-Según el último Latinobarómetro, solo el 52% de peruanos está satisfecho con la democracia.
Es na cifra muy baja. Y, tal como sucedió en 1992, si es que se presenta algún problema grave se (aceptaría) revocar el régimen democrático. La democracia es una manera de tomar decisiones más humana, está basada en la racionalidad o el idealismo del ser humano. El problema es que como es un proceso de toma de decisiones políticas precisa de resultados. En ese sentido, en la primera mitad de la década de los noventa había la sensación de que algo se estaba mejorando, quitando importancia a si era con Fujimori o bajo un régimen autoritario. Sin embargo, cuando las cosas simplemente ‘no funcionan’ nadie apoyará ese tipo de régimen.
-Curioso fue que esta vez un presidente (PPK) dejó el cargo y no hubo marchas ni tristeza extrema en la calle. Tampoco los mercados se vieron afectados. ¿Cómo se explica esto?
No sé si recordarás pero en la primera CADE se encuestó a los empresarios y el respaldo a PPK era amplio, sin embargo, el año pasado ya más del 70% no aprobaba su gestión. Es decir, bastó un año para que todo esté al revés. Los empresarios no estaban satisfechos con la recuperación económica lograda, es más, por una serie de tropiezos políticos del presidente se le llegó a percibir como un obstáculo. En ese contexto, la salida de PPK significó una posibilidad de mejora económica. Por ello la Bolsa de Valores no cayó ni la economía empeoró.
-Teniendo en cuenta lo revelado hasta hoy a nivel regional, ¿el caso Odebrecht significa un ‘perfeccionamiento’ de las formas de corrupción que teníamos hace unas décadas?
La bonanza económica presentada a inicios del nuevo siglo generó un ambiente propicio para este tipo de situaciones. Es lamentable porque estos recursos pudieron haberse usado para generar desarrollo socioeconómico no solo en Perú sino en toda la región, inclusive en Brasil o Venezuela. La década del noventa, marcada por la apertura económica y el ingreso de nuevos capitales, condujo a la corrupción no a través de los estados sino más bien por parte de las empresas privadas. Ahora, ¿por qué sucede esto? La corrupción es algo que siempre ha existido. La hay en Japón y Europa. La diferencia es que en esos países hay mecanismos de control, acusación y penalización. Eso impide que exista una panacea de corrupción.
-¿Usted está de acuerdo con el financiamiento público a los partidos políticos? Los defensores de esta propuesta creen que puede reducir el ingreso de capital sucio a estas organizaciones…
No existe democracia óptima ni panacea democrática que pueda funcionar en cualquier país o sociedad. Una cosa es apoyar a partidos (lo cual ya hacen muchos países), pero otra es el control, la fiscalización y la vigilancia ciudadana que se precisa para que esos recursos se utilicen correctamente. Pienso que si bien se precisa una legislación en este sentido, esta tampoco es lo único necesario para resolver los problemas. Se requiere un diseño integral.
-¿Cómo podría definir la importancia de los ciudadanos en cualquier sociedad que quiere vivir en democracia?
Para que funcione bien el sistema democrático el ciudadano debe ser tal y no una persona que no opine ni exprese sus tendencias. El ciudadano tiene que actuar, o por lo menos estar consciente de lo que sucede a su alrededor. Y esto es igual en Perú que en Estados Unidos. La democracia necesita cierta presencia ciudadana, sino no funciona. Y el objetivo de mi libro es que cada uno tenga su criterio al analizar la política peruana. Mi metodología busca motivar reflexiones. Y quisiera invitar a cada lector de libro a que las haga. Por último, hay siempre que pensar en el mediano y largo plazo. Porque el corto plazo no permite compartir intereses. Hay que pensar en las generaciones venideras. ¿Tenemos tiempo para pelearnos entre nosotros? Obviamente que no. Debe buscarse una agenda común, construyendo concretamente y paso a paso.
-¿Qué nuevo libro sobre el Perú viene preparando?
Bueno, acabo de hacer una encuesta y sobre ello me gustaría hacer un análisis referente a valores democráticos. Es una especie de continuación de lo que hice 20 años atrás en “Democracia según C y D”. Por otro lado, he venido visitando una provincia de Ayacucho desde fines de la década del noventa. En cada elección municipal estuve ahí. Tengo algunos datos interesantes sobre ello y me gustaría presentar algo más bien vinculado a los vaivenes de la política peruana.