Silvia Núñez del Arco: “Antes temía que me rompan el corazón, ahora no tanto”

Confiesa que “Nunca seremos normales” (Planeta, 2018) lo escribió casi de un tirón en cuatro meses, mientras Zoe (su hija) dormía y Jaime Bayly (su esposo) hacía su programa de televisión en Estados Unidos.

Sentarse frente a un teclado para recordar y escribir. Ambas actividades no le cuestan demasiado. La primera porque es dueña de una “memoria sentimental” bastante particular, por decirlo menos. La segunda, porque la escritura siempre fue una de sus grandes aficiones.

En este nuevo libro, Silvia Núñez del Arco incursiona en la no ficción — término muy en boga en todo el mundo–  para contar entretelones de su vida como madre de familia en lo que para algunos puede ser lo más cercano al paraíso: una casa sin apuros económicos en la soleada (y segura) Miami.

Sin embargo, el texto presentado en la última FIL-Lima no es solo una sucesión de momentos felices. También hay desde pequeños dilemas domésticos hasta complejos dramas emocionales que Silvia debió resolver dentro de su hogar. Todo sin haber cumplido los 30 años.

En esta entrevista, Núñez del Arco nos habla sobre el aprendizaje que le significó este libro, sobre su faceta de madre primeriza, y sobre cómo construye una suerte de escudo emocional contra el sufrimiento. Finalmente, y valga el cliché, más vale prevenir que lamentar.

-¿Notas mejoras en tu nivel de escritura entre aquella primera novela que publicaste (“Lo que otros no ven”, 2010) y “Nunca seremos normales”?

Totalmente. Siento que he mejorado, que tengo una voz propia. Al comienzo estaba como que explorando y de eso se trata, ¿no? Avanzar, seguir, y poco a poco notar qué registro te es más cómodo.

-Desde que te fuiste a vivir a Miami has pasado por muchas facetas: youtuber, madre de familia, esposa y escritora. ¿Crees que los cambios reflejan en parte un intento por encontrar comodidad?

En la presentación de “Nunca seremos normales” la gente me preguntaba mucho por qué no hacía más videos para YouTube. Creo que mi personalidad de ‘entretenedora’ y la de escritora simplemente no comulgan. El proceso de escribir un libro es completamente distinto al de hacer un video, es justamente salir de tu zona de confort para recordar  aquellos momentos que quizás querías dejar atrás. Aunque al final vale la pena porque el resultado es mucho más gratificante.

-Ambas facetas tienen algo en común: te permiten compartir tu vida con el público en general.

Sí. Me gusta contar mis experiencias, lo que sufrí, aprendí, y mis errores, porque lo veo como una manera de conocerme a mí misma. Siento que me he conocido mucho a través de la escritura. A veces no eres consciente de ciertas cosas hasta que las escribes y luego lees. Este libro, por ejemplo, me hizo pensar en cuánta culpa tenía guardada.

-Cuentas en tu libro que fue un ejemplar de “Los últimos días de La Prensa” (novela de Jaime Bayly) el que, de alguna manera, propició que tu vida cambie drásticamente. ¿Extrañas algo previo a ese punto de quiebre?

Para nada. Siento que mi vida cambió para mejor. Antes de eso yo estaba bastante confundida. Estudiaba psicología en la universidad básicamente por descarte, entonces –viéndolo a estas altura de mi vida– creo que estaba perdida. Tal vez lo único que podría extrañar es la levedad con la que uno se desplaza a los 19 años de edad, careciendo casi de responsabilidades.

-¿Sin Jaime Bayly al lado tal vez nunca hubieras querido ser madre?

Es probable. Me atreví a ser mamá no tanto porque tenga un instinto maternal desarrollado o porque considere podía llegar a ser una buena madre, sino porque tenía la certeza de que, si Jaime y yo teníamos un hijo, este sería increíble porque nuestras mentes siempre fueron 100% compatibles.

-Me sorprende que en el libro digas que Zoe es algo tan bonito que será imposible mejorarlo…y por eso no quieres tener más hijos. ¿Te reafirmas en eso?

Zoe superó nuestras expectativas. Fue mucho más despierta de lo que pudimos imaginar. Y justamente por eso, al menos para mí, es bastante más demandante que cualquier niño. Ella todo el tiempo es curiosa, habla y pregunta. ¡Es como si tuviera dos hijos! Creo que si hay esta perfección de sentirnos los tres felices y en armonía, ¿entonces para qué romperla? De repente a otras familias les hace ilusión tener más hijos, pero no todas las familias son iguales y yo sentía que en la nuestra las cosas funcionarían mejor así.

-¿Es imaginable para ti la vida junto a Jaime y Zoe en una casa alejada en Costa Rica, como él llega a mencionarte lo quiso en algún momento?

Para nada. En sus momentos de depresión Jaime mencionaba que quería irse a vivir solo, ¡sin Zoe y sin mí! Decía “me voy a ir a un lugar muy alejado e improbable donde nadie pueda encontrarme. A Costa Rica”. Obviamente, la idea no me gustaba nada, pero sabía que no era cierta, que no se concretaría.

Silvia presentó su novela en la FIL-Lima 2018 junto a Jaime Bayly. (Foto: FB)

-¿Con la vida agitada que cuentas en tu libro, te queda tiempo para leer?

Sí, debería leer más, es verdad. Tengo los libros a la mano en casa y siempre recurriré a los autores que me han inspirado. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, siempre fue básico. Julio Cortázar, Charles Bukowski, los poemas de Jorge Luis Borges. De hecho abro el libro con uno de estos.

-Supongo que en algún momento te han dicho algo que no te gusta en redes sociales, ¿cuál es la importancia real que le das a estas plataformas?

No soy muy buena en eso, sin embargo, cuando entro trato de no darle importancia a los insultos. Quizás debería estar más activa en dicho ámbito. Admiro a los artistas o a las personas en general que están todo el día subiendo (Instagram) stories, porque eso es lo que al final te da más seguidores. Pero simplemente no soy así. Así que en ese aspecto soy más bien un alma vieja.

-Por su trabajo, es imposible imaginar a un Jaime Bayly separado de la política. En tu caso, ¿eres de seguir atenta cómo va la política peruana?

Estoy al tanto, de hecho cuando estoy en Miami siempre leo por Internet los periódicos peruanos. No te diría que soy tan minuciosa como Jaime, pero sí estoy al tanto de lo que ocurre a mi alrededor.

-¿En algún momento llegaste a sentir temor de que las niñeras tomen tu papel de madre con respecto a tu hija Zoe?

En un punto, sí. Tomé una decisión que no fue fácil. Ayudé a salir a Jaime de la depresión y tras ello me di cuenta de que quería pasar más tiempo con mi hija, pero las nanas tenían una posición de mucho poder en casa. Traté de reubicarlas en la familia, pero me fui imposible. Así que decidí despedirlas. Y desde entonces no tengo ayuda de nanas en Miami. Considero fue bueno porque esa cercanía que uno tiene cuando solo está tu familia en casa es muy bonita.

-¿De dónde vienen tus rasgos como madre? ¿Imitas a tu mamá, a tus tías o quizás a tu abuela?

Creo que siempre me he guiado por mi instinto. Claro que a veces sueno como mi mamá al hablarle a mi hija, pero en general trato de ser una madre liberal, de jamás esconderle cosas a Zoe. Y si un día me hace una pregunta sobre sexo se la contestaré. Mi idea es ir con naturalidad para que mi hija siempre tenga la libertad de contarme lo que quiera.

-¿También tienes un régimen para escribir?

De todas maneras es en la noche, cuando Zoe se ha quedado dormida y Jaime se fue a la televisión. Ese quizás es el único momento en el que estoy ‘a solas’, porque en la mañana me voy a hacer algo de ejercicios y en la tarde acompaño a mi hija con sus tareas o llevándola a sus clases de karate.

-Por sus posiciones políticas, Jaime se ha ganado enemigos ‘chavistas’ y ‘castristas’ en todo el mundo. ¿En algún momento has llegado a sentir miedo real de que le pase algo malo?

Por suerte, en Miami y Estados Unidos en general no hay casi chavistas. Los simpatizantes de ese régimen viven o en Venezuela o en Cuba. Sí es verdad que hubo dos o tres momentos en los que nos llegamos a sentir levemente inquietados por personas que se nos acercaron, aunque ‘miedo miedo’ no he sentido porque Estados Unidos es un país muy seguro.

-¿Silvia Núñez le teme a cosas como la soledad, la tristeza o la muerte?

Amo estar sola. Antes tenía miedo de que me rompan el corazón, pero ahora ya no tanto.

-¿Te gustaría que tu vida sea así para siempre? ¿Tienes la suficiente fuerza como para que si esta cambia drásticamente puedas seguir adelante?

Una de las cosas que hago desde el día 1 de mi relación con Jaime es ponerme (mentalmente) en el peor escenario posible. Así en caso ocurra (algo malo) no me pegará tanto. El otro día alguien me dijo “¡eres una pesimista!”. Pero no, yo creo más bien ser realista. No me gusta vivir en el escenario de que todo estará bien porque quizás hoy sí es así, pero mañana no.

-¿Has tenido que salvar terribles crisis de pareja? Con lanzadas de platos y eso me refiero…

Cero. Jaime y yo somos demasiado tranquilos. Ni siquiera peleamos. La única crisis que tuvimos fue la que cuento en el libro, cuando él estuvo deprimido. Pero estaba en cama, así que no era como para que le tire platos por la cabeza (risas).

-Mencionas también que Jaime durante la noche aprovechaba para contarte sobre sus ‘demonios’. ¿Y tú también tenías muchos?

Soy mucho más tranquila. Quizás en otra época sí tenía mis demonios, no sé, antes de ser mamá. Ahora mismo estoy en una época de mi vida muy en paz, conmigo mismo, con mis padres, con mi familia en general. Y de hecho Jaime ya no me cuenta sus demonios hace tiempo porque hemos llegado a un punto de felicidad que antes era realmente improbable de imaginar.

-La historia de cómo eres tú quien busca a Jaime en su programa “El Francotirador” es uno de los pasajes más tiernos del libro. ¿Coincides?

Cuando fui al programa no tenía expectativas románticas con Jaime, es más, fui con mi novio. Recién es en la segunda visita cuando Jaime me ve y hay el contacto, o sea, el ‘flechazo’. Creo que uno de los mensajes del libro es precisamente ese, ‘si te gusta algo o alguien, ve por eso’. Aunque nadie te apoye. Y si fracasas, pues fracasas, pero al menos lo intentaste.

-Si te llevaran a una Feria del Libro (imaginaria) de un país tan lejano como Irak y tuvieras que llevar uno solo de tus libros. ¿Cuál sería?

Este, sin duda, porque es el que más me gusta. Es el que está mejor escrito, tiene un tono mucho más maduro, y un nivel de detalle muy rico. No suelo estructurarme mucho al momento de escribir. Sí tenía pautas de los capítulos que iba a tocar, pero al momento de escribir fue como un torrente. Y luego leía para ver cuán ordenado estaba el texto, y siempre me gustaba el resultado.

«Nunca seremos normales», uno de los libros más vendidos por la Editorial Planeta en la última FIL Lima 2018.

-¿Vas a insistir en la no ficción o intentarás con otros géneros?

Me gusta mucho este registro. Me gusta la idea de seguir escribiendo no ficción, cosas muy personales, con este nivel de detalle, de intimidad. Creo que mis lectores lo pueden valorar mucho. O sea, tener a alguien que escriba cosas muy íntimas con las que se puedan identificar y que quizás les pueda servir de inspiración para algo en su vida.

-¿Te has inspirado en algún otro libro para escribir “Nunca seremos normales”?

No. Yo considero que tengo una buena memoria sentimental. Si me preguntas qué almorcé ayer, no me acuerdo. Pero sí recuerdo muy bien qué sentí en ese momento, la ropa que llevaba puesta, etc. ¿Por qué? Porque eso tiene que ver con los sentimientos.

-Al final de tu libro llegas a responderte a ti misma qué es el amor…

Probablemente de no haber escrito este libro nunca habría encontrado esa respuesta.

-La última. Has tenido una presentación concurrida en la FIL y firmaste muchos libros, pero el mundo editorial es impredecible. Un día publicas algo y te va bien, pero tu siguiente libro podría pasar desapercibido. ¿Has procesado y asumido ya cómo es esta industria?

Mi primera expectativa era estar feliz con el libro, lo cual ya está logrado. La segunda era cumplirle a los lectores que querían una firma o una foto conmigo. En tercer lugar, la vida del libro por sí sola uno nunca la sabe. No pienso en las ventas. Escribo por necesidad, no pensando en si venderán o no mis libros.

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