Umberto Roncoroni: “Vivimos un neoliberalismo desenfrenado sin una propuesta alternativa coherente”

Un cuarto de siglo ha pasado desde que Umberto Roncoroni (Italia, 1956) llegó al Perú. Desde entonces ha sido testigo de múltiples hechos protagonizados por una sociedad sumamente particular como la nuestra. Desde su sitial como profesor universitario e investigador ha visto crisis políticas, de seguridad y de institucionalidad de distintas magnitudes. Esto, sumado a su formación multidisciplinaria, lo ha convertido en el entrevistado perfecto.

En  “Rutas de escape”, interesante libro que Roncoroni acaba de publicar bajo el sello del Fondo Editorial de la Universidad de Lima, el autor nos presenta una serie de ensayos que profundizan en torno a los temas que le apasionan: política, arte y educación.

¿Debe regularse la Internet? ¿Se acabó la creatividad en nuestra sociedad? ¿Estamos más y mejor comunicados que algunas décadas atrás? Son algunas de las preguntas que este catedrático nos responde en este diálogo.

-Ha cumplido usted 25 años viviendo en Lima. ¿Siente esperanza con respecto al futuro de esta sociedad o es más bien pesimista?

Realmente no lo sé. Veo la misma confusión en todos lados. De repente aquí tiene algunos matices particulares, pero el mismo caos está presente en varios otros países del mundo. Optimista no soy, sin embargo, tampoco me atrevería a ‘pronosticar’ lo que va a pasar en el futuro.

– En este cuarto de siglo han cambiado muchas cosas. Para empezar –y es algo que usted trata en su libro—la Internet. Antes uno pagaba en las calles hasta cinco soles por navegar una hora. Hoy todo el mundo accede casi gratis en el celular.

Claro, me acuerdo mucho del fenómeno de las cabinas de internet. Era algo que me llamaba la atención porque en Europa nunca lo vi. Creo que (las cabinas) cumplieron su función. En algunos lugares todavía existen, en zonas de la sierra y la selva. Pero ciertamente en grandes ciudades  como Lima la Internet ya está tan difundida como en Europa.

-¿Cree que hoy estamos más y mejor comunicados que años atrás?

Hay dos temas aquí. Técnicamente sí, estamos más comunicados, sin embargo, si este desarrollo técnico corresponde cualitativamente a una mejor comunicación, pues ahí tengo mis dudas. No necesariamente el desarrollo de la técnica entendida como instrumentos y maquinarias implica una mejora de la calidad. O sea, si no hay un acompañamiento cultural, el aparato técnico resuelve algunas cosas pero nunca en términos cualitativos.

-Teniendo en cuenta las condiciones del sistema educativo peruano, ¿qué tanto podemos ver como una alternativa a la educación virtual?

La educación virtual nace de la educación a distancia. Y esta última se origina principalmente en Estados Unidos a finales de 1800 para justamente proveer de servicios educativos a lugares que por ser pioneros no tenían acceso a los servicios educativos institucionales. Inclusive las compras por correo se daban por esta razón: no había tiendas y la gente usaba entonces el correo. El punto, sin embargo, no es discutir si la educación virtual puede o no ser útil, porque sí lo es, el tema es cuando se quiere sustituir la presencial (tradicional) por la virtual. Ahí sí yo estoy en contra.

-¿En qué etapa del capitalismo cree que vivimos hoy?

Creo que lo vemos todos los días: estamos en un neoliberalismo desenfrenado y sobre todo sin ningún tipo de propuesta alternativa construida con una cierta inteligencia o coherencia. Las izquierdas han desaparecido en su forma tradicional justamente porque el mundo ha cambiado, y entonces ciertos parámetros que valían hace 50 años hoy ya no valen. En el caso peruano eso no existe. Las izquierdas están ancladas a parámetros totalmente obsoletos y no responden para nada a las exigencias de una sociedad moderna en camino como la nuestra. Pero esto sucede también en otras partes del mundo. En Italia, con una tradición de izquierda muy potente, esta no ha sido capaz de adaptar su propuesta al cambio que la tecnología y la globalización ha llevado. Ahí se tiene entonces una falta de contraparte crítica.

-Se habla de varios tipos de Internet. La estadounidense bastante ‘libre’, la europea más bien regulada y con respeto a los derechos de autor, la china sumamente muy controlada, y la rusa con mucha piratería. ¿Hacia dónde vamos y cuál es la Internet ideal para usted?

Internet ha nacido como un espacio libre, sin control. Y creo que esa es su esencia, entonces si uno trata de normalizarla y controlarla le hace perder su función esencial. Y eso obviamente conlleva una serie de peligros. Sin embargo, la censura destruye la Internet. Tampoco creo que, aunque la Internet nos parezca libre, carezca de dueños. Sí los tiene. Entonces, aunque no hay una censura explícita, sí hay una encubierta. Por ejemplo, Google ciertamente opera censurando ciertos contenidos en base a sus propios criterios que pueden no ser éticos, morales o políticos, sino simplemente económicos. Entonces toda la valoración de los contenidos que hace Google es en términos cuantitativos y económicos, lo cual significa una forma de censura.

-Europa ha multado a Facebook y Estados Unidos lo investiga desde su poder legislativo por filtraciones de datos de usuarios. ¿Le parece correcto que sean los estados quienes regulen la red social?

Ahí hay un problema enorme porque obviamente estos monopolios están aprovechándose económicamente de recursos que son públicos o privados de cada uno de nosotros y eso en el fondo es un robo. Entonces, sí es necesaria una forma de control. ¿Pero cómo tú puedes saber si finalmente Google o Facebook utiliza tus datos o no? Ellos te pueden decir que no lo hacen, pero nunca podrás acceder a sus procesos, algoritmos o servidores. Así que pueden hacerlo igual. Entonces este me parece un problema que no se resuelve, así que quizás cada uno debe defender sus datos en modo autónomo, porque si pones una regulación matas la Internet, su noción de espacio libre. Hay que asumir los riesgos porque el camino no es la censura o regulación. Otra cosa distinta es si hablamos de ganar dinero a través de Internet. Ahí sí debe verse el tema de los impuestos.

Umberto Roncoroni, autor del libro «Rutas de escape».

-Habla usted de los medios de comunicación digitales y en un párrafo dice “ellos son parte de nuestro ecosistema, así que existe la necesidad de corregir su desarrollo”. ¿De qué manera podría lograrse esto?

Lo que pasa es que finalmente somos nosotros los que diseñamos nuestros medios. Entonces, si la censura o el control no se pueden hacer en Internet porque destruyes la libertad de medio, sí nosotros podemos decidir cómo desarrollamos nuestras herramientas y cuáles construimos en términos educativos. Por ejemplo, nosotros podemos decidir si en Perú vamos a desarrollar nuestra tecnología educativa mediante investigación y contenidos originales y autónomos o simplemente importando cosas desde afuera y aceptamos entonces ser colonizados por tecnologías ajenas. Creo que ahí sí puedes corregir los medios.

-¿Pueden las redes sociales considerarse medios de comunicación?

Claro que sí. Hoy muchísima gente se comunica no solo a nivel personal sino para transmitir información y conocimiento mediante las redes sociales.

-¿Cómo ve el riesgo que genera el anonimato en redes sociales? El crear una cuenta o usar una plataforma para difamar o calumniar a una tercera persona y que permanezcas en la impunidad. ¿Estamos ante una perversión del sistema?

Sí, es lo que te comentaba antes. La libertad implica riesgos. Si tú quieres que la red sea un espacio libre para que uno pueda subir contenidos en cualquier momento esto implica peligros. Mientras más poderoso es el medio, más fuertes son sus consecuencias positivas o negativas.

-Habla también en su libro sobre el arte. Me queda claro que esta permanece, sin embargo, ¿por qué es tan difícil hoy hablar de la aparición de un nuevo Da Vinci o un sucesor de Picasso?

Yo no sé si no aparece. Tal vez sí existe. Lo que pasa es que no podemos comparar nuestra época con el pasado. Las condiciones que existen hoy para la producción artística son muy diferentes de las que existían en el pasado. Paradójicamente hoy tenemos herramientas creativas más poderosas, algunas que quizás los creativos jamás hubiesen imaginado. Pero eso tal vez no significa nada, porque la creatividad no es simplemente jugar con los conceptos o las ideas, es una relación con una maquinaria social. Es una comprensión de la necesidad de hacer ciertas cosas en un cierto contexto. Ahí viene el gran problema del arte, el cómo hoy, a pesar de tener herramientas infinitas, no se garantiza algo con mayor significado.

-¿Cree que la sociedad consumista que integramos está naturalmente distanciada de la enseñanza de las humanidades?

Eso es lo que está pasando. La idea de que el mundo es tecnológico (aunque ciertamente lo es) nos hace pensar que solo se precisan cuestiones técnicas. Y en realidad los medios digitales son conceptuales, manejan conocimiento. Y para eso se necesita mayor capacidad de pensamiento. No solo mayor velocidad o mayor cantidad de datos. Lo importante son los criterios con los que los manejamos, y esa es una cuestión más bien filosófica.

-¿Estas idas y vueltas entre Estados Unidos y Corea del Norte es algo que nos pueda hacer temer a enfrentamientos tan grandes como los ocurridos siglos atrás?

Yo creo que todo es un simulacro. Hay dos superpotencias que en realidad están jugando entre ellas y al final nosotros no sabemos por qué. Y es muy probable que ahí exista un acuerdo para manipular la opinión pública y para poder desarrollar ciertos mecanismos que permitan controlar aspectos de finanzas o detalles que nosotros simplemente desconocemos. Nos hacen creer que Trump se está peleando con el norcoreano, pero para mí eso es una pantalla. Creo que ambos tienen enormes intereses económicos y lo que menos les interesa es pelear. Y si lo llegaran a hacer es porque les conviene. Nosotros estamos totalmente en la oscuridad de lo que realmente pasa a ese nivel de políticas y economías globales.

-Retomando sobre el tema del arte, ¿siente que estamos en una etapa de repetición? ¿Identifica una menor creatividad en la producción cultural actual?

Mira, ese problema de la creatividad ya lo pensaban en mil ochocientos. “Bouvard y Pécuchet”, famoso libro de Gustave Flaubert, habla del fin de la creatividad. ¡Hace más de 120 años! Y en el fondo la gran época de la creatividad artística desapareció con las vanguardias históricas. El dadaísmo nace como señal de agotamiento de la creatividad. ¿Por qué? Porque en el fondo los mecanismos, las ideas y los principios no son infinitos. Eso mismo dice Umberto Eco. ¿Ha muerto el arte? No, ha muerto un cierto tipo de concepto de arte. Ahora hay que descubrir uno nuevo tomando en cuenta que en el fondo la creatividad debe ser repensada completamente. Y ese es un trabajo interesante que le queda a los artistas de hoy: investigar cómo la creatividad se transforma y se aplica a otras cosas. Porque evidentemente lo que valía en el pasado no vale más hoy. Y sobre tu pregunta de por qué no hay otro Da Vinci, yo te digo que sí lo hay, lo que pasa es que este se reconocerá después. Porque justamente el trabajo innovador de vanguardia no puede ser masivo.

-¿La cultura está condenada a ser elitista?

Te diré algo que seguramente generará una reacción: la cultura sí es elitista. No hay nada que hacer con eso. Debe diferenciarse la cultura masiva, comercial y del espectáculo, de aquella que sí busca algo más profundo, una innovación, un cambio, un compromiso que va más allá simplemente de la cuestión comercial. En ese sentido concuerdo con el planteamiento de Mario Vargas Llosa. A él lo acusan de elitista, pero las cosas difíciles son aceptadas por pocos. Entonces, si uno busca lo no superficial estaremos ante una cuestión no necesariamente masiva. No hay nada que hacer frente a ello.

Compártelo