La Primera Guerra Mundial y sus huellas en el Perú: Entrevista a Fabián Novak

La Primera Guerra Mundial inició a mediados del año 1914 y concluyó casi a finales de 1918. Más de nueve millones de personas perdieron la vida como consecuencia del conflicto y otras cientos de miles se vieron perjudicadas de diversas formas.

Un siglo después del inicio de la llamada Gran Guerra, el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú(PUCP) presenta El Perú y la Primera Guerra Mundial, un libro con  seis ensayos que nos permiten conocer la situación de nuestro país antes, durante y después del conflicto.

¿Tuvo consecuencias la guerra en nuestro país? ¿Hubo peruanos que estuvieron en el campo de batalla? ¿Qué posición tomaron nuestras máximas autoridades nacionales con respecto a la conflagración? Estas son solo algunas de las preguntas que el libro responde en poco más de 200 páginas.

Conversamos con Fabián Novak, catedrático, director del Instituto de Estudios Internacionales (IDEI) de la PUCP, y coeditor junto a Jorge Ortiz de esta obra que será presentada oficialmente en las próximas semanas.

-¿Cuál fue su objetivo al publicar el libro?
Nuestro interés era investigar no solo la participación de nuestro país en la Primera Guerra Mundial sino además cuales fueron las consecuencias que tuvo el conflicto para el Perú en el campo social, económico y político. Si bien existen algunas publicaciones muy antiguas que tratan algunos aspectos del tema, no había algo más integral. Es así que decidimos hacer una obra colectiva convocando a sociólogo, historiadores, cientistas políticos y expertos en relaciones internacionales.

-En un primer momento uno podría pensar que siendo el Perú un país tan lejano a la zona de conflicto y tan pequeño, no le afectó en nada la Primera Guerra Mundial. El libro contradice esa idea.
Hay diversos pasajes del libro en los que uno se percata de que si bien el Perú no participó desde el punto de vista bélico, sí lo hizo colaborando con los aliados, incluso durante la primera fase, en la que nuestro país declaró su neutralidad. Por ejemplo, se tomó como presas de guerra a 10 embarcaciones alemanas pero a ninguna aliada. Se prohibió el uso de radio telegrafía a los buques alemanes que acoderaban en Paita y el Callao, porque los aliados le comunicaron al Perú que ese mecanismo era utilizado para lanzar mensajes contra ellos. También se tomó medidas muy enérgicas contra propiedades alemanas en el país. Es decir, si bien se mantuvo (en un inicio) una neutralidad en el papel, lo cierto es que se colaboró con los aliados. Durante la época del presidente Pardo, el canciller señaló que nuestro país adoptaba una posición de neutralidad benévola. Algo así como ‘soy neutral’, pero en realidad voy a colaborar con los aliados.

-Hubo políticos que cuestionaron la posición que tomó el Gobierno. ¿Por qué?
Sí, fundamentalmente los enemigos del presidente Pardo. Se decía que habíamos adoptado una postura débil e inconveniente. Muchos consideraban que el Perú debía participar en el conflicto, debía sumar a su causa contra Chile para recuperar Tacna y Arica, debía sumar a los europeos y luego a Estado Unidos. Lo que se dijo era que teníamos que asumir una postura de lineamiento y de participación activa en la guerra. Esta posición primó al final del Gobierno de Pardo con Francisco Tudela y Varela, entonces canciller, quien convenció al presidente de tomar una postura mucho más firme.

-Luego vendría el incidente con el buque Lorton.
En el año 1917 los alemanes hundieron una embarcación peruana y esto generó el rompimiento de las relaciones con Alemania. El vapor Lorton se encontraba en aguas neutrales, yendo de un puerto neutral a otro igual, por lo que no había motivo para hundirlo. Eso generó un reclamo del Perú, de lo cual damos varios detalles en el libro.

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-¿Hubo casos parecidos a este en otros países de Latinoamérica?
Lo mismo pasó con un vapor argentino, pero ahí Alemania sí les ofreció disculpas y hasta pagaron una indemnización. El canciller peruano reclamó que a igual hecho, igual trato. No se produjo eso (con Perú) y se rompieron las relaciones.

-¿Cuál era el nivel de las Fuerzas Armadas peruanas de entonces?
Jorge Ortiz lo señala en su estudio. Había una gran debilidad. Recordemos que estábamos en 1914, habíamos salido de la guerra con Chile. La situación del Perú, desde el punto de vista de las Fuerzas Armadas era muy crítica. Y más aún de la Armada. Por esa razón, si bien el Pacífico sirvió como escenario de guerra, lo cierto es que poco pudimos hacer para defender nuestra soberanía. Se produjeron algunos roces y enfrentamientos, y teníamos poco poder militar para hacer valer nuestros derechos.

-Usted recoge varias cartas entre autoridades peruanas y extranjeras que participaron en la Primera Guerra Mundial. ¿Era tan fluido el manejo diplomático de entonces a pesar de que éramos un país casi intrascendente para los intereses de los aliados?
Eso me llamó mucho la atención. Lo que puse en el libro es mucho menos de lo que encontré.  Me sorprendió que un país como el Perú, faltando solo dos años para que acabe la guerra y que finalmente rompe relaciones con Alemania, termina recibiendo una serie de comunicaciones de personalidades importantes, de generales que habían vencido en batallas. Y no solo eso, en Lima se vivió gran algarabía por cada una de las victorias de los aliados frente al imperio austrohúngaro.

-Además resalta lo ‘fraterno’ que eran los mensajes tanto enviados como recibidos desde tan lejos.
Hay varias cosas a tener en cuenta. Primero, el Perú tenía una gran influencia europea. Hasta la Primera Guerra Mundial, éramos un país muy afrancesado. Muchos peruanos habían vivido en París u otras ciudades, se habían educado allá. Incluso hay una participación de peruanos en el conflicto, como es el caso de García Calderón, quien murió en los campos de Verdún. Por lo tanto, había una solidaridad natural de la población y eso explica de alguna manera no solo que el Gobierno, sino que la población acompañó el rompimiento de las relaciones con Alemania y el respaldo a la causa aliada.

-Un detalle muy importante en el aspecto económico es que la guerra cambia el patrón de comercio desde Perú hacia el extranjero, pasamos de comerciar más con Europa a hacerlo fundamentalmente con Estados Unidos.
Lo que pasa es que la guerra tiene varias consecuencias y una de ellas fue el declive de Inglaterra. Esto generó que esto se manifieste también en un declinamiento de esta potencia en cuanto a su presencia fuera del país. La presencia británica disminuyó notablemente y más bien ingresa Estados Unidos ya no solo como una potencia mundial sino también como una nación que será el eje como país de influencia del Perú así como de varios países de América Latina.

-Cuál fue la evolución de la situación social en nuestro país durante la guerra. En el libro se menciona una serie de protestas por las condiciones de la economía.
Económicamente, el inicio de la guerra genera un primer golpe a la economía peruana, la cual venía creciendo antes del conflicto. Hay un frenazo en cuanto al crecimiento de nuestra economía porque la Gran Guerra generó un gran desconcierto en Europa. No había compras, no se sabía lo que se iba a producir. Los agentes económicos estaban bastante alterados por la situación. Luego, como consecuencia lógica de la guerra, las materias primas dispararon su precio.  Esto le convino al Perú. Por eso es que nuestra economía creció, entre los años 1913 y 1919, 4,3%. Sin embargo, el problema fue que posteriormente a la guerra, los precios de nuestras exportaciones disminuyen de forma notable y, por ende, nuestros ingresos también. Luego el Perú entra a un proceso de problemas financieros muy grande que se va a juntar con una serie de cambios sociales y que van a determinar el fin de la república aristocrática en nuestro país.

-¿Hubo peruanos que lucharon en la Primera Guerra Mundial?
Sí. Aquí hay dos temas. Primero, en el caso de los peruanos que participaron en la Gran Guerra fue siempre por acción voluntaria. Generalmente se trataba de personas que, se encontraban en un determinado país europeo,  se sentían comprometidas con dicha nación y se sumaban de forma voluntaria. Pero también hubo otro escenario, que está narrado en el texto de Giovanni Bonfiglio. En base a un ejemplo, el autor analiza un fenómeno que se produjo en la guerra: muchos europeos vinieron al Perú con hijos muy pequeños o tuvieron sus hijos en nuestro país; al criarse aquí, llegado el momento de la guerra, tuvieron que decidir si permanecían en Perú o se iban a luchar en la guerra. Bonfiglio pone el ejemplo de un ‘limeño’ de origen europeo que volvió a Europa a combatir. El ‘conflicto personal’ que estas personas vivieron, el sentirse europeos pero también limeños, el cómo viven esas personas la guerra. Los mensajes que envían a sus padres o enamoradas. Es un capítulo del libro que muestra una visión interesante de cómo la guerra puede impactar en lo social.

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-En la introducción del libro ustedes mencionan que la Primera Guerra Mundial es superior a la segunda en cuanto a un factor esencial: el horror que generó a las personas.
La Gran Guerra fue el primer conflicto de carácter global que horroriza a la humanidad entera. No es que antes no hubiera guerras o masacres, porque sí las hubo. Pero en el caso de la Primera Guerra Mundial, fue particular primero porque se comienza a usar cierto tipo de armamento de destrucción masiva, comienza a usarse gases que matan a las personas. Además, este fue el primer enfrentamiento en el cual las víctimas se contaban no por miles sino por millones. Entonces, por eso fue la ‘Gran Guerra’. En ese momento no se pensaba que habría una Segunda Guerra Mundial todavía mucho peor que la primera, pero estuvimos un conflicto que –como dicen los europeos–quebró la ilusión. Se dieron cuenta de que los seres humanos tienen la posibilidad de masacrarse entre ellos y de utilizar los peores métodos de combate para destruirse entre sí.

-En ese contexto, la Segunda Guerra Mundial sería más una segunda etapa de la primera.
Es cierto, la Segunda Guerra Mundial tiene en gran parte sus raíces en la primera pero también hay grandes diferencias. A eso va el artículo de José Pacheco de Freitas que analiza las causas del conflicto y dice que no estamos ante un caso como el de la II Guerra Mundial donde era muy fácil culpar a los alemanes y su política expansionista. En La Gran Guerra hay muchos culpables: el Imperio austrohúngaro por su irresponsabilidad y por su afán de querer recuperar su poderío, también fue irresponsable Inglaterra por acceder tarde al conflicto y no frenar a Alemania a tiempo. Fue irresponsable Alemania por apoyar al imperio austrohúngaro en esta aventura irresponsable de iniciar un conflicto. Y a su vez, estas dos fuerzas fueron irresponsables en no medir las consecuencias de invadir Serbia y no percatarse de que al hacerlo el imperio ruso iba a intervenir a favor de Serbia. Es decir, todos tuvieron alguna cuota de responsabilidad. No existe un país único al cual responsabilizar.

-Los periodistas estamos siempre atentos a cualquier escaramuza entre las grandes potencias de la actualidad. Las actitudes que a veces muestra Rusia hacen pensar a veces lo peor. Sin embargo, ¿hay una situación comparable a los momentos previos de la Gran Guerra, o a la Segunda Guerra Mundial, que nos puedan hacer temer el estallido de un nuevo gran conflicto?
No veo probable, por lo menos en el corto plazo, el inicio de una conflagración mundial porque creo que los países importantes de alguna manera han buscado un control entre sí. La propia Naciones Unidas fue creada bajo ese esquema, es por ello que las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial más China tienen un derecho de veto que no tienen los demás, precisamente para efectos de neutralizarse entre ellos y de que si se afecta un interés vital de una gran potencia esta pueda vetar la decisión y que finalmente eso no nos lleve a una tercera guerra mundial. La misma ‘Guerra Fría’ es una demostración de eso. Teníamos dos superpotencias con posibilidades de ir a un conflicto, pero este finalmente no se dio. Ambas eran conscientes de que se podían hacer mucho daño entre sí. De alguna manera, esta toma de conciencia ha generado que los estados no lleguen a este escenario.

-¿Y la lucha contra el Estado Islámico puede generar algo más grande?
Situaciones atípicas como la del Estado Islámico representan un reto para la comunidad internacional y hay que enfrentarlas pero no veo que las partes tengan la voluntad de llegar a una conflagración de alcance mayor.

-¿Pesan mucho la cantidad de acuerdos comerciales firmados entre las naciones y el peso de los poderes económicos globales?
Más que eso, lo que pesa es la interdependencia entre los países. Lo estamos viendo: Europa sanciona a Rusia pero la primera también sufre consecuencias, aunque claro, no tan drásticas. Existe un sentido de interdependencia que hace que los países sepan que una medida contra un país puede generar un rebote con igual o peores consecuencias. Por otro lado, hay conciencia de que el armamento que hoy en día se posee puede desaparecer un estado. Estos factores colaboran a que los países no lleguen a una nueva conflagración de alcance mundial.

Esto fue publicado el 16 de marzo de 2015.

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