Fernando Vivas: “La televisión cumple una función de cohesión cuando la sociedad está muy dispersa”

Elogio su libro “En vivo y en directo: una historia de la televisión peruana” (Fondo Editorial Universidad de Lima, 2001) y lo animo a escribir una segunda parte pero él me responde con un contundente “da pereza”. Así de sincero es Fernando Vivas, sociólogo de formación, periodista por elección, pero fundamentalmente curioso por naturaleza.

Hace un par de años dejó la crítica de televisión en “El Comercio” y, como es obvio, sus compañeros ya no lo ven urgido por encontrar tema para su columna semanal en TV+. Ahora su campo de acción en la impredecible sección política.

Esto no le impide, sin embargo, curiosear cada vez que pasa a mi lado y me encuentra viendo un reality o el último ampay de ‘Chollywood’. “Es que estoy desactualizado”, me dice como justificándose. No tengo por qué dudar de sus palabras.

Fernando Vivas trabaja como cronista político. Su prioridad no son más las infidelidades de faranduleros o los riesgos que toma una conductora para hacer unos cuantos puntos de ráting. Hoy se mueve entre fajines ministeriales y ajustadas votaciones congresales.

Por eso “Mis monstruos favoritos” (Aguilar, 2018) parece una especie de despedida a su ‘yo farandulero’, aquel que lo hizo enfilar dardos contra las principales figuras de la ‘caja boba’, aparato electrónico al que hoy recurre para ver –fundamentalmente—solo canales de noticias.

El texto, grata novedad en la última Feria Internacional del Libro de Lima, incluye tres capítulos en los que Vivas despliega conocimientos de primera mano sobre Magaly Medina, Laura Bozzo y Alejandro Toledo. A su manera, tres de los personajes que más ha escudriñado en el convulso Perú post 2000.

En esta entrevista, el experimentado periodista comenta algunos detalles sobre sus ‘monstruos favoritos’ y también se anima a responder sobre temáticas en permanente debate, como por ejemplo el término “posverdad”, pontificado por algunos colegas en diversas plataformas.

-Antes de hablar sobre tus ‘monstruos favoritos’, ¿por qué eres crítico con el término “posverdad” que algunos usan en la actualidad? ¿Te parece inútil su uso?

Me parece un término inútil porque parte de una actitud de la academia que no solo no comparto sino que además me parece deplorable pues esconde su falta de perspectiva histórica en la creación de conceptos que aparentemente nombran a nuevas realidades. Si uno estudiara bien la historia y buscara comprender estos fenómenos se daría cuenta que no es necesario generar nuevos términos ni convertirse en un ‘bautizador de tendencias’. Lo contrario me parece una actitud completamente irresponsable. En todo caso, no creo que esos ‘nuevos fenómenos’ estén expresándose de una manera tan radicalmente distinta y en una cantidad mayor como para rebautizarlos. Y reto a alguien que me explique qué de radicalmente tiene de distinto la mentira de hoy que la de hace 100 o 200 años como para que se justifique el prefijo “pos” (verdad).

-Hablemos de tu libro. Lo primero que pienso al hablar de Magaly y Laura es que se trata de personajes de una televisión que no volverá. Ambas fueron ‘estrellas’ marcando hasta 40 puntos de ráting, algo que hoy es impensado, salvo en un partido de la selección, claro.

Sí. Los géneros evolucionan y dentro de estos hay formatos que dejan de existir. Desde ese punto de vista se puede decir que el formato de Laura (talk show con desconocidos moderado por una conductora) está casi caduco. Es más, ella misma viene buscando otro formato dentro de un contrato más o menos laxo que tiene con Televisa. En el caso de Magaly, el tipo de programa con una conductora presentando los escándalos del momento también desapareció del prime time, quedando casi confinado a un formato distinto que se transmite al mediodía. En general, la televisión ha dejado de tener el impacto que tenía cuando ellas la lideraban. Hoy la gente programa lo que quiere ver a la hora que desea y no está pendiente de una pauta. Entonces, sí, Magaly y Laura son personajes en decadencia y su decadencia es la del medio que las encumbró.

-¿Y cómo explicas el caso de Gisela Valcárcel? Evidentemente ella no hace 40 puntos de ráting en la actualidad, pero sigue en prime time de los sábados…

Creo que Gisela no ha tenido la trascendencia de Laura o Magaly. A mí me propusieron completar los ‘tres monstruos’ con ella pero no acepté por dos razones. Primero, no me parece un personaje tan interesante como los otros dos. Además, hace un tiempo vengo especializándome en periodismo político y quería que ese tercer personaje sea uno de ese campo. Por eso incluí a Alejandro Toledo. En todo caso, respondiendo a tu pregunta, Gisela me parece un monstruo de menos ‘brío’ que Magaly y Laura.

-¿Qué te pareció la autobiografía que acaba de publicar Laura Bozzo en México y Latinoamérica?

En el libro Laura menciona la misma tesis que ha venido diciendo hace años: que fue perseguida por el gobierno de Toledo. Sin embargo, Laura no puede negar que fue condenada por complicidad en el delito de peculado que cometió Vladimiro Montesinos. En su autobiografía ella explica la condena como (si fuera) víctima de una persecución del presidente Toledo por exponer el ‘Caso Zaraí’. Y esa es una hipótesis idiota para cualquiera que maneje la historia y los procesos peruanos porque bien se sabe que, si bien Laura expuso primero el tema, este no tuvo el mismo impacto que cuando lo difundió Jaime Bayly. Asimismo, el sistema anticorrupción durante el gobierno de Toledo era fuerte y tuvo autonomía para procesar a mucha gente. Así que su hipótesis es absurda.

-¿No te parece increíble que en su autobiografía Laura casi ni mencione sus excesos en TV? No hay una sola mención a, por ejemplo, las mujeres lamiendo axilas en su talk show.

Ahí tengo una posición polémica y lo digo en el libro. Soy liberal en cuanto a la televisión y no me escandalizo tanto por la libertad de la gente que por un pago o compensación comete barbaridades. Es una forma de perversión como las perversiones sexuales a las que uno se entrega. Nadie ha forzado a nadie a lamer axilas en un programa de TV. Así que eso no me produce pena ni escándalo. Mi escándalo sí está con aquellos programas en los que Laura manipulaba las necesidades de la gente, y ese ráting inmenso (que lograba) se lo endosaba a Montesinos, lo cual era como trabajar para una red criminal que había tomado el poder en el Perú. Lo del programa de las axilas más bien lo metería en una antología de perversiones difundidas en programas de televisión de todo el mundo.

-Le sugeriste más de una vez a Magaly Medina que deje de la pacatería y que más bien se ría de las infidelidades y los escándalos de ‘Chollywood’…

Siempre he tenido una discrepancia radical con el puritanismo, que me parece un terrible mal de sociedades retrógradas, a veces con gobiernos totalitarios que tratan de reprimir el libre albedrío. Una persona respetuosa de las demás no puede estar juzgando a la gente en base a esos prejuicios retrógrados. Magaly, no siendo una persona retrógrada, por halagar a ese público que hace combustión cuando les hablas de moralina y de puritanismo, posaba como una más, llevando las cosas a veces a extremos. Y yo le decía: primero, la polémica está sobre si tienes o no derecho a difundir un ‘ampay’. ¿Hasta dónde algo es interés público? ¿Hasta dónde puedes meter tu cámara? Imaginemos que se superaba esa primera ‘prueba técnica’ y el ‘ampay’ procedía, ahora, ¿cómo lo procesas? ¿Juzgas a la gente? ¿Acusas a la tercera en discordia de casquivana? ¿Acaso está haciendo algo malo? ¡No! Entonces, celébrala, ríete, goza con ella, pero no la tires a la fosa de lapidación. Eso me parecía abyecto y se lo critiqué personalmente y por escrito a Magaly.

-¿Por qué un personaje tan proclive a engolar e impostar su voz como Toledo termina rechazando tanto las imitaciones?

Con Toledo pasó algo particular. La academia falló radicalmente con él. Creyó que este reivindicaría algo muy profundo del país. El sistema lo toleraba, le abría las puertas, así como luego lo hizo con Nadine Heredia, más que con Humala, claro. Este personaje me fascina por varias razones, no solo porque desafió, sino porque que él como ‘cholo negado’ hizo ‘cholitos’ a algunas de las mentes más brillantes del Perú. Pero para responder a tu pregunta, a quienes no hizo cholitos fue a los humoristas, porque ellos son hábiles en detectar la impostación. Por eso en mi libro digo ‘el humor popular le hizo control político a Toledo’, con más eficacia que los otros poderes, y con mucha más eficacia que la academia. Sobre él hay dos libros: uno de Umberto Jara, que da cuenta de las sospechas criminales en torno a la pareja (que conformó con Eliane), y otro de Jenny Zúñiga que se llama “Yo conocí al monstruo por dentro”, que es un testimonio indignado de alguien que trabajó como su primera jefa de prensa y que se sintió marginada posteriormente. Ella creo que más quiso contar su decepción del monstruo que explicarlo. Yo busqué lo opuesto.

-Es curioso que para Toledo el principio del fin sea no haberle pagado a un corredor inmobiliario, o sea, una ‘cabeceada’ o ‘criollada’…

Generalmente los descubrimientos periodísticos son porque hay alguien al que no le pagaron lo prometido y echó a todos. En este caso fue algo relacionado a asuntos inmobiliarios. Sin embargo, Toledo se venía librando del escándalo de Ecoteva hasta que reventó lo de Odebrecht, que fue fulminante. Las cuentas, los testimonios de los ‘coimeros’ y el puntillazo de Maiman aceptando que fue su ‘cajero’, lo liquidaron.

-Es inevitable aquí mencionar la frase cliché “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. ¿Qué papel juega Eliane Karp para Alejandro Toledo?

Creo que es un soporte emocional y una cómplice importante con un similar apetito por el poder y por el placer que este da. En mi libro destaco mucho el asunto hedonista alrededor del poder, o sea, el gusto por la francachela, los hoteles de cinco estrellas, las grandes comitivas, el avión presidencial, etc. Esta tesis del hedonismo en el poder me la refrendó mucho Yosef Maiman, a quien por suerte pude entrevistar en Israel antes de cerrar este capítulo del libro. A él le convenía hablar de la tesis que yo quería probar y no de los asuntos judiciales. Y muy emocionado me decía (lo de Toledo) ‘no es corrupción sino vacilón’. Era la defensa de alguien que tiene problemas globales con la justicia, que ha dejado sospechas en todo el mundo. Sin embargo, en buena parte sí le creía su tesis del simple ‘vacilón’. Con brillo en los ojos Maiman me describía el inmenso placer que había sido para Toledo, para él y para Adam Polack, por ejemplo, estar en China comiendo el ‘mega chifa’ con grandes autoridades.

-Tú describes a Alejandro Toledo como hedonista y mendaz…

Evidentemente, es un mentiroso. En la antología de la mendacidad nacional ahí está Toledo.

-Hemos hablado de Magaly y Laura como lideresas de una televisión que ya no existe. ¿Crees que Toledo es ejemplo de una generación de políticos en decadencia o siguen habiendo políticos de este tipo?

Sigue porque aún hay gente que le gusta chupar, y el hedonismo es algo que alienta mucho al llegar al poder. Sin embargo, ahora (los políticos) no tienen la privacidad de antaño. Las cámaras, la prensa, las exigencias de transparencia y el accountability es mucho mayor que antes. En la época de Toledo no había tantos registros posibles como hoy. Si Toledo hiciera hoy lo que hizo en su tiempo, tendríamos videos en Full HD de sus francachelas.

-Si  bien han sido descritos como perfiles, por ratos estos textos parecen cartas de tú a tú…

En el caso de Magaly, claro que sí. La no ficción es un género que permite la expansión de tu expresividad tan igual como la ficción y la primera persona me resulta muy natural, y a veces tan necesaria como sincera. Y por momentos salió espontáneamente, al estar hablando de un personaje al que conozco tanto, el usar la segunda persona. Solo la uso para Magaly porque es un monstruo que conozco muy bien.

“LA TV CUMPLE UNA FUNCIÓN DE COHESIÓN SOCIAL”

-Salvo la columna de Patricia Salinas en “Caretas” no veo mucha crítica de TV. ¿Te parece un oficio en extinción?

Magaly ya no trabaja en TV por eso, porque su tema era la propia TV. Como una especia de ‘baja policía’ del medio. Tiene que ver con que los temas de farándula ya no saltan a las portadas de los periódicos como antes. Hace unos años incluso aparecían en la portada de “El Comercio”. De las últimas expresiones así fueron las presentaciones de Tilsa Lozano en “El valor de la verdad”. Ahora es algo impensado. Gente que no seguía la farándula sabía (de oídas) quién era quién. Yo mismo, que en el pasado estaba muy enterado, pesqué recién la noticia de que “Amor, amor, amor” hoy se llama “Válgame Dios”. Estoy algo desactualizado.

-¿Y te parece bueno que los temas de la farándula vayan desapareciendo de la ‘gran cobertura’ de los medios de comunicación peruanos?

Me parece una línea interesante en la evolución de los medios de comunicación que la gente pueda programar su menú audiovisual. Que puedas ver lo que quieras a la hora que quieras es una conquista que viene gracias a la tecnología. Pero siempre es muy importante la función de cohesión que viene con la información. Los medios de comunicación, en especial la televisión, cumplen una función de cohesión cuando la sociedad está muy dispersa. O sea, no me preocuparía que perdamos talk shows y otros géneros y formatos de entretenimiento para que la gente los vea cuando quiera, a la hora que quiera y en el formato que quiera, si conservamos esa cohesión social que se logra en los grandes rituales en vivo. Y para eso estará la TV, para un mensaje a la nación, para un clásico de fútbol, para los programas periodísticos donde tengas una entrevista en vivo con alguien que te cuenta de ‘la noticia del día’. Creo que lo informativo, con ese plus de cohesión social, se va a mantener mejor que el entretenimiento clásico como era cuando tenía hora fija y tanda de por medio.

«En vivo y en directo», clásico libro de consulta para periodistas en Perú (izquierda) y «Mis monstruos favoritos», un muy buen texto publicado por Penguin Random House.

-La última, por favor. Escribiste un volumen gigante y fantástico sobre la historia de la televisión peruana. Lo publicó el Fondo Editorial de la Universidad de Lima  en 2001…

Habría que actualizarlo, pero da pereza…

-La historia de la televisión es la historia de sus personajes…

-Y de sus géneros…

-Mi pregunta es: ¿hay en la actualidad personajes para escribir una segunda parte de un libro como ese?

Hasta hace unos tres años que hacía crítica televisiva decía que estábamos girando de la televisión de estrellas a la televisión de formatos. O sea, la estrella es el formato. Y decía que eso era algo muy económico  y menos estresante para la TV porque cualquier gerente y dueño de medios prefiere lidiar con los riesgos de un formato que con la histeria, la paranoia, y el trastorno obsesivo compulsivo de una diva o de un monstruo. O sea, ¿si este formato funcionó en varios países por qué no funcionaría en Perú? Vs. el “si esta persona hace un montón de ráting pero mañana le dará un patatús y hará un escándalo, se va a drogar o se va a suicidar”. ¿Tú qué prefieres? Eso es un trance que ha vivido la TV en los últimos años. ¡Y yo también compraría el formato!

SOBRE EL LIBRO
Título: “Mis monstruos favoritos
Sello: Aguilar-Penguin Random House
Autor: Fernando Vivas
Precio: 49 soles
Páginas: 150
A la venta: en todas las librerías de Lima

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