Los chicos de la Nickel: leímos la novela de Colson Whitehead y este es nuestro comentario

Abandonado por su madre y bajo la protección de su abuela Harriet, el adolescente afroamericano Elwood Curtis sueña con ingresar a la universidad para seguir estudios superiores. La nobleza e inocencia con las que este chico concibe la vida a inicios de la década del sesenta, sin embargo, podrían ser su principal obstáculo.

Así podríamos resumir brevemente la idea central de “Los chicos de la Nickel” (Literatura Random House, 2020), novela que llevó al escritor estadounidense Colson Whithead a ganar su segundo Premio Pulitzer y que, muchos han tomado como una secuela de su también premiada “El ferrocarril subterráneo” (2017).

Criado en un contexto de racismo sumamente crudo, Elwood parece encontrar la felicidad en cosas absolutamente simbólicas. Por ejemplo, considera ‘el mejor de los regalos’ un álbum musical con los discursos que diera Martin Luther King, ícono máximo de la lucha por los derechos civiles de los afrodescendientes en Estados Unidos.

En la primera parte de la novela de Whitehead asistimos a una develación del entorno del protagonista y de las circunstancias que lo formaron como un idealista. Educado, presto a leer cualquier cosa que llegue a sus manos mientras funge como lavaplatos en el hotel Richmond, Elwood es a todas luces un escolar modelo, capaz de enorgullecer a su abuela y generar recelo entre sus compañeros de escuela.

Las dificultades que, sin embargo, debe afrontar para continuar con sus estudios empiezan a hacerse visibles cuando recibe libros de segunda que alumnos blancos le cedieron. Improperios e insultos racistas escritos sobre las páginas de esos textos podrían fácilmente cohibir a cualquiera, aunque Elwood logra concentrarse en su propósito: educarse para así lograr un futuro mejor.

El transcurrir en la vida de Curtis parece normal hasta que es arrestado por compartir viaje con un ladrón de autos. Al ser menor de edad es enviado a la Escuela Nickel, un lugar que Colson Whitehead creó inspirándose en la escuela Arthur Dozier para niños, ubicada en la ciudad de Marianna (Florida).

A partir de aquí la novela del autor de 51 años de edad empieza a evidenciar más notablemente que está basada en hechos reales. Y es que en 2012 antropólogos de la Universidad de Florida hallaron varios cadáveres sin identificar en el campus de Dozier. Lo macabro de ese primer descubrimiento nos permite hablar, preliminarmente, de que al menos 80 alumnos que fueron violentados y enterrados allí.

En la novela de Colson, la Nickel es un espacio en el que niños y adolescentes (siempre menores de 18 años) son llevados por faltas no necesariamente graves hasta que cumplan la mayoría de edad. Mientras eso ocurre –de acuerdo al humor de sus guardianes, quienes deberían ser más bien sus formadores—reciben castigos sumamente crueles. Aquí aparece un recinto alterno llamado la Casa Blanca, al que un interno puede ser llevado en mitad de la noche para someterlo a vejaciones y torturas.

Aunque en la Nickel también había internos blancos, las maldades y vejaciones eran cosa común solo en los de color. Elwood Curtis es castigado en dos ocasiones. La primera (como si de una bienvenida se tratase) queda tan mal que debe recibir atención médica. En la segunda su vida corre peligro cuando fracasa su intento por hacer públicos los abusos en la Nickel, y aquí toma fuerza Jack Turner, personaje que finalmente se apodera del último tramo del relato.

En un contexto de violencia y racismo imperante, el Estados Unidos de mediados del siglo pasado no da beneficio de la duda a los afroamericanos, menos aún presunción de inocencia. Además, aplica correctivos que cualquiera podría llamar inhumanos. “Los chicos de la Nickel” es un testimonio increíblemente poderoso sobre un problema que atraviesa toda la historia de los Estados Unidos y del que, lamentablemente, hoy parece no haber solución a la vista.

La lectura de un libro como este nos permite valorar fundamentalmente la libertad y el respeto al ser humano, sin importar el origen que este tenga ni su etnia o creencias. Con diez libros publicados en dos décadas, Colson Whithead logra esta vez narrar el horror desde la sobriedad de una pluma fina y bien cultivada.

Calificado por Time en julio de 2019 como “El narrador de América”, los reconocimientos hacia este dos veces ganador del Pulitzer parecen justos si pensamos en aquella sensación que nos deja, por ejemplo, la lectura del último párrafo de “Los chicos de la Nickel”, una novela contundente, capaz de llevarnos de la mano –y sin necesidad de cerrar los ojos– por décadas de dolor y sufrimiento.

SOBRE EL LIBRO

Título: “Los chicos de la Nickel”

Autor: Colson Whitehead

Precio: S/79

Páginas: 219

Editorial: Literatura Random House

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