Manuela Espinal Solano: “Quiero tomarme la escritura como un oficio con cada vez mayor seriedad”

Fue un muy buen amigo el que facilitó que Manuela Espinal Solano pueda entregarle su primer manuscrito a Héctor Abad Faciolince. El famoso autor de “El olvido que seremos” quedó enganchado con la historia y decidió publicarla en su sello Angosta Editores. De eso han pasado casi cinco años y muchas cosas en la vida de esta joven nacida en Medellín en 1998.

“Acababa de salir del colegio. No sabía bien qué hacer con mi vida y creo que publicarla me ayudó a decidirme”, asegura la escritora y periodista colombiana al presentar la versión peruana de su novela debut “Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto” (La Travesía).

Resulta imposible no trazar paralelos entre la historia personal de Espinal Solano y la protagonista de su libro. Música, un mundo predominantemente femenino, pero sobre el poder de las palabras, aparecen como elementos de un relato refrescante, en el que la primera persona lo es todo.

Aquí una charla con ella sobre su libro, ya a la venta en las principales librerías.

– ¿Siempre tuviste claro que querías una primera novela sumamente compacta?

No. La intención sencillamente fue escribir la historia de mi familia, que tiene a la música como tradición. Y fui hasta donde me llevaron los recuerdos, mezclando algunos momentos de ficción. Específicamente sobre la extensión de la novela, creo que simplemente no quise alargarla más.  

– La voz de tu novela carece de figura paterna, algo que se ha repetido en tu caso personal. ¿Crees que esa ausencia te marcó como ser humano hasta hoy?

Claro. Como niño, las actitudes que tomas con respecto a la vida se deben básicamente a la familia, a las personas con las que vas creciendo. Sin importar si tienes solo madre o padre, los dos, o ninguno tal vez. Creo que la familia, inevitablemente, te termina marcando.

-Te ha tocado crecer en una Medellín posterior a la que el resto de Latinoamérica y el mundo conocen a través de reportajes, películas y documentales. ¿Cómo fue esa experiencia?

Medellín no es tan grande como Lima, pero es una ciudad con mucha vida y con escenas muy disparejas. Pienso que las personas que crecemos en ciudades grandes tenemos ganas de explorar otras cosas, como si fuéramos siempre hacia el cambio. Pese a esto, yo me considero una persona muy familiar, muy pegada a los míos.

– ¿Podrías mencionar alguna influencia literaria en tus inicios?

Raymond Carver, un escritor muy preciso, con relatos sumamente contundentes. Hernán Casciari, que me enseñó a que todo lo que yo fuera a narrar debe tener el mismo propósito de un gran relato. J. M. Coetzee, un escritor que siempre ha narrado desde su vida. Incluso algunos de sus libros se llaman “Juventud”, “Infancia”, etc.

-Al leer tu libro uno imagina que estuviste más rodeada de discos musicales que de libros. ¿Cómo llegaste a las lecturas?

Tengo un gran amigo que ha sido a la vez mi maestro en la literatura, y él siempre me recomendó esta clase de literatura que te he mencionado. Nunca pasé por la literatura juvenil, por cosas fantasiosas, relatos de vampiros, no lo sé. Siempre mis lecturas han sido literatura desde lo biográfico, o si es fantástico, algo tipo Gabriel García Márquez. Mi amigo siempre me quiso enseñar a leer grandes escritores.

-A veces el primer libro de un autor es tan bueno que termina convirtiéndose en una mochila inmensa y este finalmente abandona el oficio. ¿Cómo tomaste la buena acogida de “Quisiera que oyeran…” e incluso que te publicara alguien como Héctor Abad?

Aunque leo fragmentos de este libro y pienso ‘hoy no lo escribiría así’ o ‘tal vez no diría esto’, me parece que las cosas ya están hechas. Hay tres ediciones y verlo ahora publicado por La Travesía me alegra. Es un logro que significa mucho, pero también pienso ¿y qué viene después? Me gustaría que la gente tuviera algo más de qué hablar, no sé, tal vez poder construir una obra marcada por un tema. Construir eso es la presión más fuerte que tengo en mi vida. Quisiera tomarme la escritura como un oficio, con juicio, con cada vez más seriedad.

La novela ha tenido versiones en distintos países

– ¿Sin ese impulso que significó Angosta Editores y Héctor tal vez todo hubiera sido más difícil?

Claro que sí. Incluso cuando escribí la novela lo hice para concursar con otra editorial colombiana llamada Tragaluz. Yo sé que si hubiera ganado el concurso no habría tenido tanta apertura como bajo la editorial de Héctor Abad. Porque él tiene cierta importancia en el medio, y lo que él recomienda en el medio resulta importante. Creo que Angosta realiza un muy buen trabajo con sus autores al ponerlos en la escena literaria.

– ¿Cómo evalúas la recepción que tuvieron los lectores de tu novela?

Me gusta mucho cómo la recibió la gente. Creo que la historia no se ha prestado para muchas conceptualizaciones. Simplemente te dice lo que te dice y ya. De la novela me gusta que la gente llega a sentirse identificada, se ve reflejada. Después de todo, creo que eso es lo que hace la literatura: reflejarnos.

– ¿Crees que los niños a veces están sometidos a casi a la misma presión de los adultos para ir por determinado camino?

Que los chicos tengan presiones menores, no significa para nada que no las tengan. La familia y uno como adulto siempre tiene deseos e sus ilusiones, y llegamos nosotros los hijos a romper eso. Sin embargo, así como el padre puede intentar pasarle algo a su hijo, este también puede decirle ‘no’. Mi novela no busca llevar el mensaje de ‘no presiones a tus hijos’, porque la crianza es una cosa muy dura y se entiende que un adulto cría a partir de lo que conoce, de lo que quiere, pero yo creo que finalmente el hijo decidirá.

– ¿Cómo son tus aficiones por fuera de la literatura?

Me gustan mucho el cine y la música. Y creo que todo eso ha tenido influencia en mi sensibilidad al momento de escribir. Una vez me dijeron que mi novela está partida en pequeños cambios de escena, como si fuera el ‘corte’ en una grabación de video. Me pareció una apreciación interesante, pues creo que todo lo que uno ve afecta después el proceso creativo.

-Hablar de Medellín no es solo recordar la violencia del pasado, sino también cosas recientes y muy populares. ¡Maluma nació allí! ¿Culturalmente cómo ves la ciudad? ¿Planeas quedarte o no descartas en algún momento terminar viviendo en un lugar del mundo como Nueva York?

Uno no puede negar que las grandes capitales del arte y la literatura siguen siendo las mismas. Nueva York sigue siendo un lugar que todo el mundo llama ‘la gran ciudad’, con múltiples conexiones. Creo que, en lo cultural, Medellín ha sido un muy buen ecosistema para empezar a trabajar. Quiero seguir en aquí, seguir trabajando, aprovechando lo que poseo, pero sé que en algún momento las conexiones estarán tal vez en otro país. Así que no se puede descartar la idea de que mi proceso siga tal vez afuera.

Compártelo