Pascal Riviale: “Théodore Ber fue una persona humilde que logró hacer algo importante en su vida”

Luego de más de tres décadas investigando sobre Théodore Ber—aquel compatriota suyo que llegó al Perú en 1863 y que, tras vivir las más diversas aventuras, decidió mantenerse aquí hasta su muerte en 1900–, Pascal Riviale se siente satisfecho. “Creo que ya hice lo suficiente”, asegura.

Pero reducir lo que este historiador francés hizo por la figura de aquel migrante nacido en Figeac a solo el libro “Una vida en los Andes. Diario (1864-1896)” (IFEA-UNMSM) tal vez sería injusto. En realidad, dicha publicación es solo el resultado palpable de un largo camino que empezó con aquella llamada de otro personaje clave en esta historia: Christophe Galinon.

Como cuenta en esta entrevista Riviale, fue el archivero de Figeac quien lo contactó para hablarle (y mostrarle) esos diarios que atestiguaban el curioso y particular paso de Ber por el Perú de la segunda mitad del siglo XIX. Evidentemente, el país descrito por el inmigrante europeo era algo distinto al actual.

Le pido a Riviale que describa a Théodore Ber en pocas palabras y responde de forma tajante: “Fue una persona de humilde extracción que logró hacer algo importante en su vida, a través de actividades científicas, intelectuales, y que siempre manifestó mucha curiosidad por lo que observaba. Creo que finalmente fue alguien que logró lo que se propuso”.

En esta nota, el coeditor de “Una vida en los Andes” responde sobre el proceso de elaboración de esta interesante obra, un esfuerzo que, como ya se ha dicho, es un verdadero milagro archivístico, no solo por las particulares descripciones que recoge, sino porque es un aliento para jóvenes historiadores peruanos y franceses al acecho de vidas por descubrir.

-Cuénteme cómo y cuándo aproximadamente surgió su interés por Théodore Ber.

Supe sobre Théodore Ber hace casi treinta cinco años, cuando estaba preparando mi tesis de doctorado. Realizaba investigaciones en los fondos del archivo nacional de Francia, y encontré un expediente relativo a una misión científica que el ministerio de instrucción pública francés atribuyó a Ber. Pero este (documento) era un poco misterioso. No se sabía muy bien porqué se le atribuía una misión, porque normalmente en estos expedientes hay una carta de petición de la persona que quiera hacer una misión o que lidere un proyecto. En este caso se decía que se le atribuía una misión científica, pero sin mayores detalles. Es recién en su diario que descubrí toda la historia detrás. Y como lo explico en el libro, fue Christophe Galinon, archivero de la ciudad de Figeac, quien encontró unos manuscritos ya en 2001 y, finalmente, identificó al autor, Théodore Ber, e investigando en la Internet vio que yo había escrito sobre aquel personaje.

-Lo hizo para su tesis de doctorado…

Es correcto. Mi tesis se tituló «Los viajeros franceses en busca del Perú Antiguo (1821-1914)» y fue publicada conjuntamente en 2001 por el Instituto Francés de Estudios Andinos y la Universidad Católica. Como le decía, Galinon me escribió para avisarme que había encontrado el diario de Théodore Ber. Fui a visitarlo a Figeac y cuando vi los papeles pensé que había que hacer algo al respecto. La municipalidad local financió la digitalización de todo el manuscrito y es a partir de esta copia digital que pude trabajar y seleccionar algunos de los textos. Imagínate, eran 13 volúmenes con miles de páginas, así que tuve que trabajar mucho, transcribiendo, organizando los que luego serían capítulos del libro.

-Uno imagina que franceses que viajaron fuera de su país han existido muchos, antes y después de Ber. ¿Qué hacía de particular esta historia para terminar plasmándola en un libro?

No hay tantos manuscritos de esta importancia. Tengo entendido que sí hay otros franceses que escribieron diarios, pero desgraciadamente estos desaparecieron. En el caso de Ber sí pudimos descubrir sus escritos, por lo que hemos llamado a esto un verdadero “milagro archivístico”. Asimismo, leyendo el diario vi que había muchos elementos importantes para la historia del Perú. Théodore escribe, por ejemplo, sobre el bombardeo al Callao en 1866, el terremoto de 1868, además plasma su paso por Chanchamayo durante la Guerra del Pacífico. Eran muchos elementos que me parecieron interesantes para los lectores peruanos.

-Antes de venir a nuestro país, Théodore Ber pasó por Valparaíso. Si él pudo adaptarse tan bien a contextos tan complejos como los existentes en Perú, ¿por qué no pasó lo mismo en Chile? ¿Lo hallado en los diarios nos dejan especular sobre estos motivos?

La portada de «Una vida en los Andes» (IFEA-UNMSM) y su coeditor, Pascal Riviale.

Efectivamente, eso pertenece al misterio. No hay manuscritos sobre su etapa en Chile. Sabemos que hizo varios negocios porque se instaló en Valparaíso en 1860 y realizó importación de productos franceses. Tal vez hubiera podido funcionar bien esto para él, pero desgraciadamente, Ber parece no haber tenido un buen sentido de los negocios. Su comercio fracasó y decidió cambiar de vida, trasladándose al Perú. Primero vino a Lima, donde también abrió un negocio que no funcionó. Así que esto podría significar que los negocios no eran lo suyo. Buscando otras cosas llegaría a su oficio como profesor.

– ¿Podemos asegurar que todo lo que decían los manuscritos era real? Le pongo un ejemplo: cuando hablaba de que sus alumnas ‘respondían’ de cierta manera a su expresiones. ¿Es posible pensar aquí que era más una exageración propia del ego?

Quizás Ber se ilusionaba, pero no creo que mienta. Yo fui editor de un libro de Charles Wiener (“Perú y Bolivia: Relato de viaje”), y en mi opinión esa obra sí estaba llena de mentiras. Aunque tal vez tienes razón en lo que dices, de repente a veces Ber se ilusionaba e imaginaba ciertas cosas, porque él vivía solo, tenía clases con esas jovencitas que alimentaban su imaginación fértil.

– ¿Por qué cree que Théodore Ber terminó siendo más cercano a las clases medias/bajas que a las altas? En varios extractos de sus diarios inclusive critica a la gente pudiente.

Cuando era joven integró círculos socialistas en Francia, entonces siempre tuvo esta inquietud por la justicia social y la pobreza. A su vez, manifestó un interés por la realidad social, y un disgusto hacia los que se aprovechaban de sus privilegios.

– ¿Tuvo la oportunidad de conversar con familiares de Ber y tal vez alcanzarles este libro?

Sí. El año después de publicar la versión francesa hicimos una exposición sobre Théodore Ber en Figeac. Y el día de su inauguración encontré a un descendiente suyo. El contacto lo había hecho Christophe Galinon. Esta persona se mostró muy emocionada al saber que tenía un antepasado con una vida tan aventurera. Es este descendiente quien nos obsequió el retrato fotográfico que sale en la solapa del libro. Ahí tenía aproximadamente 44 años. Se hizo esta foto para su hija que vivía en Francia y a la que casi nunca vio después.

-No hay en el libro testimonios sobre novias o posibles parejas de Ber durante su estancia en Perú. ¿Es porque ustedes optaron por sacar esta parte o porque él prefirió reservarse el aspecto afectivo íntimo al escribir sus diarios?

Hay algunas cosas que, efectivamente, no quise incluir en el libro por considerarlas muy íntimas y personales, entonces no las pensé interesantes para el lector. Pero tal vez el propio Ber no quiso escribir sobre algunos aspectos de su vida personal, o tal vez esta parte de los diarios han desaparecido. Porque se sabe que algunos tomos desaparecieron. Mira, cuando él vivía en Chanchamayo cuenta que tenía dos diarios, pero solo encontramos uno. Quizás botó el otro o tal vez lo mandó a Francia. Eso no lo sabemos bien.

-Algo muy llamativo de los diarios es esta idea de trascender que queda flotando. El hecho de mencionar casi con seguridad que alguien leerá sus escritos en el futuro…

Es cierto. A pesar de que Ber tuvo una formación escolar baja, pues salió de la escuela muy joven, siempre tuvo mucho interés por la ciencia y por la historia. Seguramente le pareció muy importante apuntar en su diario elementos históricos o científicos. Él habla de los (futuros) “historiadores del siglo XXX”, así que se imaginaba escribiendo para el futuro. Y a menudo habla también de “sobrinos del futuro”. Ber pensó que debía dejar un patrimonio para la historia futura.

Pascal Riviale en una entrevista vía Zoom.

– ¿Podemos imaginar que en alguno de los varios lugares donde Ber residió puede haber alguna familia cuyos antepasados lo hayan conocido y, tal vez, tengan alguna foto o recuerdo suyo?

Tengo un libro titulado «El poder detrás de la Actas» de Niel O. Macedo Muñoz sobre la historia de Chanchamayo. No me parece improbable encontrar algún tipo de rastro, porque Ber tuvo algunas funciones oficiales allí (en La Merced), por ende, tendríamos que poder encontrar algo.

-Es sorprendente cómo se describe en el libro lo fácil que era en esa época recolectar piezas arqueológicas y llevarlas fuera del Perú. Y Ver se insertar en eso precisamente por esa facilidad…

Sí. Es algo que hoy suena bastante sorprendente, pero en esta época no había ningún problema para hacer excavaciones en cualquier sitio del Perú. Pero no era en absoluto un caso único. También en Francia hasta inicios del siglo XX se podía hacer excavaciones en cualquier sitio. No le importaba a la administración que se hiciera este tipo de trabajos arqueológicos sin permiso. Luego ya vendría la legislación en el tema, y en Perú también. Aunque desde la Independencia había una legislación sobre la protección del patrimonio arqueológico (peruano), esta era muy teórica. Nadie se preocupaba por controlar esto. A los gobiernos les interesaba muy poco la arqueología, así que cualquiera podía realizar excavaciones sin problemas.

-Hablemos de los detalles. ¿Qué tan difícil o accesible fue trabajar con estos manuscritos digitalizados? ¿Ver tenía una escritura limpia, de fácil acceso o todo lo contrario?

Fue un poco difícil porque Théodore Ber no escribe siempre muy bien y a veces su letra era muy pequeñita. En ciertas ocasiones tuve problemas para identificar personas que mencionaba. Así que quizás se me escaparon un par de errores, pero ese es el riesgo de este tipo de manuscritos.

-Hay infinidad de testimonios sobre europeos viniendo al Perú en los dos últimos siglos y muchos de ellos enferman e incluso algunos mueren por malaria, fiebre amarilla o diversas enfermedades. En los diarios de Ber no se atestigua que este haya caído gravemente enfermo. ¿Qué podemos decir sobre su salud?

Es verdad. Tal vez en ese aspecto tuvo suerte. En una parte cuenta que se enfermó al regreso de su expedición a Bolivia y se quedó en cama durante varias semanas. Eso motivó su primer viaje a Chanchamayo, en 1877 aproximadamente. Pero todo indica que Théodore tuvo una buena salud, incluso llegando a vivir hasta los 80 años, más aún en esa época histórica.

-Le decía esto porque en una parte del libro está el testimonio de su visita a un hospital de enfermos en plena epidemia. No se contagió, ni se agravó. Llama la atención todo esto.

Sí, y esto que mencionas no es algo inventado. En esa época él trabajaba para el diario El Nacional, y yo encontré estos periódicos con artículos escritos por él. Théodore era bastante valiente para visitar estos lugares y escaparle a la fiebre amarilla.

-Sobre su paso por Chanchamayo, cuando Ber hace pequeños trabajitos y realiza encargos, él apunta cosas como ‘me tienen que pagar esto’ o ‘me quedaron debiendo esta platita’. ¿Esta noción de ‘ahorrador’ nos ayuda a imaginar cómo fue a lo largo de su vida? Porque sería erróneo llamarlo millonario…

Él siempre tuvo que ir contando su dinero. Aunque tampoco fue pobre propiamente dicho, porque sí pudo pagarse varias veces el viaje entre Perú y Francia, lo cual no era barato. Pero sí, tuvo que ir contando su dinero e ir buscando trabajo. Es por eso que Ber tuvo tantos alumnos e incluso dictaba clases particulares en familias de clase alta. Todo esto es muy interesante porque existe la idea repetida de los europeos que se instalaron en Perú para enriquecerse, pero en el caso de Théodore, y de muchos otros migrantes, no fue necesariamente así.

Christophe Galinon, archivero de Figeac que descubrió los diarios de Ber en el año 2001.

-Perú es un país muy particular, tal vez muy nacionalista por momentos. Teniendo en cuenta esto, ¿podemos llegar a afirmar que Ber llegó a sentirse en algún momento un peruano más?

De una cierta manera, sí. A pesar de que él tal vez era un poco duro con respecto a los peruanos. A veces hablaba muy mal sobre ellos, yo creo que al final de su vida se percató de que ya no se sentía francés. Ber tuvo la oportunidad de retornar a Francia y pasar sus últimos años allí, pero optó por volver a Lima y quedarse hasta el final. Así que quizás sí terminó sintiéndose un poco peruano.

– Finalmente, ¿tiene otro proyecto de investigación entre manos o seguirá detrás de este personaje?

Creo que ya hice mucho sobre Théodore Ber. Hoy intento buscar otros documentos sobre más viajeros famosos, los cuales se conocen a través de sus escritos publicados. Mi objetivo es buscar archivos para ver un poco más allá de estas personas.

*La imagen que encabeza esta nota tiene a Théodore Ber agachado, en el medio de otras dos personas.

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