Lucy Fernández: “Cuando uno siente pasión por lo que hace, prosigue independientemente del éxito”

Del cuaderno en el que apunta las novelas que le gustaría escribir a lo largo de su vida, Lucy Fernández Medina ya marcó con check dos. La primera, “Rojo”, fue su debut literario en el año 2019. Ahora, esta escritora cusqueña nacida en 1980 presenta su segunda incursión en el género, una historia titulada “De los vientos o la muerte”, también publicada por Forjadestino.

Estamos frente a la historia de Mercedes, una mujer que pone delante de sus intereses personales los de sus seres queridos. Su padre, Reginaldo, un empresario europeo afincado en nuestro país en plena fiebre del caucho, pero también su hija adoptiva, Khuyana, una rebelde muchachita que, casi a la fuerza, le dará clases aceleradas de humanidad.

Fernández Medina ha construido una historia breve, aunque poderosa. Entre los temas principales de su obra se encuentran no solo las peculiaridades de una sociedad como la peruana entre finales del siglo XIX y principios del XX, sino fundamentalmente esa paradoja que significa vivir en un infierno verde, como la autora denomina a la hasta hoy inexpugnable Amazonía.  

En la siguiente entrevista, la autora cusqueña responde algunas preguntas sobre “De los vientos o la muerte”, a la venta en las principales librerías de Lima.

¿Qué diferencias identificas en el proceso de escribir y publicar “De los vientos o la muerte” en comparación con “Rojo”, tu primera novela?

Si de escribir se trata, creo que en “Rojo” fui una escritora más de brújula. Cada vez que me sentaba frente a la computadora tenía el argumento en la cabeza, pero no tenía claro cómo plasmarlo. Así que la novela poco a poco se fue armando. En este segundo libro, he sido una escritora más de mapa, me he valido de mi experiencia. Antes de escribir tenía ya listas las fichas de mis personajes, además de qué cosas pasarían al inicio, al medio o al final de cada capítulo. Así que ha sido una redacción mucho más organizada. Y sobre la publicación, cuando empecé a escribir esta novela no había pensado en los estímulos económicos que entrega el Ministerio de Cultura. Recién cuando ya estaba finalizándola, Lucho Zúñiga me propuso postularla. Lo cierto es que yo tenía la historia bastante avanzada, entonces, fue una suerte haber ganado porque me dio más empuje para terminarla. Aunque cuando escribo un libro no pienso mucho en la editorial que publicaré, ni en los premios a los que podría postular, porque siento que eso podría tornarse en un obstáculo durante mi proceso creativo.

Cuál es el origen de la idea que detona esta novela y desde cuándo ronda por tu cabeza.

Yo había leído bastante sobre la fiebre del caucho, entonces, vi interesante dicho contexto histórico, que ha sido poco explorado en la literatura peruana, pues muchos escritores tocan la época del terrorismo o tal vez prefieren hacer autoficción. En mi caso, siempre me ha gustado la novela histórica, de época, y el auge por este material ocurrió entre 1879 e inicios del siglo XX (1912), además, me pareció muy interesante el tema del genocidio que hubo en la Amazonía, no solo en Perú, sino también en Colombia y Brasil. En ese momento, claro, las fronteras no estaban totalmente definidas. También me interesó la sociedad europea que vivía por ese entonces en zonas como Iquitos o Manaos.

“Rojo” se basó fundamentalmente en historias que tu abuela te había contado. ¿Hay en esta nueva novela algo de tus antepasados o es toda enteramente ficción?

Sé que toda novela tiene algo de uno, de sus experiencias o de lo que le han contado, sin embargo, en este caso estamos ante un texto completamente de ficción, a diferencia de “Rojo”, que está basada en la historia de mi abuela.

Cómo fuiste armando un personaje principal como Mercedes. Ella aparece desde niña, cuando su padre la deja en un convento para irse de Europa al Perú. Luego ella crece y, más adelante, envejece, sin casarse, sin hijos biológicos y, finalmente, enferma…

Quería que mi protagonista sea una mujer porque siempre se suele poner al hombre en esos contextos de selva y aventura. Pasa, por ejemplo, con “El sueño del celta” de Mario Vargas Llosa. O también con novelas de Conrad en las que se habla de la matanza en el Congo. Entonces, quería a una mujer inserta en ese contexto machista de fines del siglo XIX e inicios del XX, y una mujer que –a cargo de la cauchería de su padre enfermo—debe enfrentar a la sociedad de la época, siendo soltera y con una hija adoptiva. Ella estaba en un ambiente de puros hombres, tenía que viajar muchas veces con ellos, y sentía miradas incómodas, lascivas, se arriesgaba inclusive a ser violada camino a Estación de Agosto. Pensé que así yo podría mostrar cómo muchas mujeres pudieron vivir en esa difícil época, aunque hoy desconozcamos sus historias.

Has mencionado a la Amazonía, que es un concepto que nos remite a grandeza, a infinito. Sin embargo, tu protagonista más bien parece encerrada, incapaz de separarse de su mundillo por distintas razones. ¿Notas también este dilema?

Claro. Carl Jung decía que lo que está en la mente de una persona define su realidad. Así que puedes estar en el lugar más verde o grande, pero los conflictos emocionales o las situaciones que enfrentas, harán que te sientas en una cárcel. Ella estaba en la selva, pero el contexto histórico era muy rudo, muy fuerte, de matanzas, muertes y machismo. Así que Mercedes estaba en una especie de ‘infierno verde’, un lugar hermoso en lo estético, pero sumamente difícil. Incluso hasta hoy la selva sigue siendo un lugar lleno de misterios por explorar.

Conforme uno lee tu novela puede fácilmente imaginar a los personajes y situaciones. ¿Qué parte consideras más difícil al escribir una novela? ¿Crear personajes consistentes, definir lugares precisos o armar diálogos interesantes?

Creo que las descripciones. Los diálogos pueden ser interesantes, pero básicamente te ayudan a avanzar capítulos. Las descripciones necesitan ser muy precisas, más aún si estamos frente a una novela de época. A veces estás describiendo un escritorio y debes mencionar el tipo de lapicero, el papel, no sé. En esos detalles suelo demorarme más. Además, me gusta que el lector tenga siempre una sensación cinematográfica mientras me lee, es decir, lo que me dices de poder imaginar a Mercedes y las situaciones que vive.

¿Vas al cine, teatro o tal vez a exposiciones de arte? ¿De dónde se alimenta creativamente Lucy Fernández?

Me considero una cinéfila. Amo el cine. He visto muchas películas de cine mudo, europeo, clásico. También voy a ver exposiciones y obras de teatro. Pienso que todo lo que uno ve o lee, alimenta la obra que viene escribiendo. Y a veces lo hace de manera inconsciente. No es que veas una película y digas ‘lo voy a usar’, sino que en el proceso de escritura todo va aflorando.

Además de escritora, Lucy Fernández Medina se desempeña como docente de Humanidades. (Foto: Difusión)

Hablando ya más específicamente de esto último, ¿reconoces en tu novela la influencia de algún autor u obra determinada?

Me gustó mucho “El corazón en tinieblas” de Joseph Conrad, porque mostraba el Congo como un descenso a la parte más oscura del ser humano, y eso es algo que yo también he querido plasmar en mi novela. Pienso que “De los vientos o la muerte” tiene algunos pasajes un poco fuertes, en algunas escenas con animales, porque es lo que hace el hombre. Y también esa parte oscura, nuestra propia sombra que a veces no nos atrevemos a reconocer. Antes de escribir mi novela me documenté mucho, leí “El sueño del celta”, “Sangama, “La vorágine”, también relatos con mitos, cuentos y ensayos.

¿Cuáles crees son los temas principales de tu novela?

El infierno verde, el colonialismo, y la relación conflictiva que puede existir entre madre e hija, sin importar si esta última es biológica o adoptiva. A veces se idealiza mucho la relación entre madre e hija, pero esta suele ser complicada. Además, yo siempre he creído que para tener un hijo uno debe primero sanar, pero de repente Mercedes adoptó a su hija sin estar preparada.

Tuvo novela fácilmente pudo aparecer en una editorial más grande. ¿Por qué has elegido este manejo en perfil bajo y no intentar figurar un poco más para asegurar un sello aún mayor que el que te publica hoy?

No es que haya elegido este tipo de manejo. Esta es mi segunda novela y el mundo de la literatura es bastante complicado. Hay que tener mucha paciencia porque no depende solo del talento, sino también de tus editores y tus contactos. Han existido grandes escritores que tal vez no fueron publicados, o viceversa, algunos mediocres que sí tienen varios libros. Pero yo creo que cuando uno siente pasión por lo que hace, prosigue independientemente del éxito. Es que si yo estuviera pensando que me va a publicar una gran editorial o que voy a ganar mucho dinero, no podría fluir bien con el proceso creativo. A quien le gusta escribir lo hará en la punta del cerro, en su casa o en la playa. Y siempre tendrá ideas. En mi caso, tengo una lista con todos los libros que quiero escribir, y no pensando en que me publicará tal editorial ni en que podría ganar tal concurso. Es como un deseo interno que tengo. No sé cuántos años viva, pero me gustaría poder concretarlo.

El texto que lleva la contratapa de tu libro lo escribe Alonso Cueto, con quien llevaste varios talleres. Tu pluma es, evidentemente, de nacimiento, pero qué podrías decir se aprende en estos talleres de escritura creativa…

Hay muchos escritores, sobre todo antiguos, que piensan que no es necesario este tipo de talleres, sin embargo, en mi caso puedo decirte que uno aprende varias cosas. A leer de forma distinta, a analizar mejor, también te enseñan algunas técnicas de cómo describir desde el punto de vista del narrador, y no de forma teórica, porque hay muchos libros como “Cartas a un joven novelista” de Vargas Llosa, pero definitivamente una cosa es leerlo y otra bien distinta practicarlo. Con Alonso Cueto cada semana llevábamos nuestro texto y entre mis compañeros lo leíamos. Al final el profesor daba su veredicto. Todo eso te generaba una disciplina para llevar un texto en cada semana y exponerlo. Esto último muchas veces no pasa si haces las cosas solo.

Tu novela no se queda solo en la simple descripción, sino que también ahonda un poco en lo psicológico. Mercedes se lastima a sí misma en varios momentos del relato. ¿Qué hay detrás?

Ella es una mujer que guarda conflictos, soledad y frustraciones en su vida. Es tan grande el dolor que siente que la única forma que encuentra para paliarlo es cortándose o introduciéndose agujas. Es como si al mutilarse exorcizara ese dolor interno. Hay una mezcla de dolor y placer, que es algo que ocurre con muchas chicas que cometen eso para canalizar en parte emociones no resueltas.

Aunque Mercedes se priva de viajes, de vivir otras vidas, y todo por quedarse sosteniendo el negocio de caucho de su padre, tampoco es que se la pase quejándose. No es este un relato de lamentos o recriminaciones…

Hay muchas cosas que las personas no decimos, pero que sí se quedan dentro de nosotros. Realidades que debemos enfrentar a diario sin que necesariamente nos la pasemos quejándonos. No obstante, muchas veces ese descontento se refleja hasta en nuestra propia salud.

Me has dicho que tienes una lista con las novelas que te gustaría escribir en el futuro. ¿Todas son en clave de histórica, o también hay ciencia ficción, romance o política?

Todas son en clave histórica, sin embargo, la que se viene está ambientada en el Oncenio de Leguía, por lo que estoy investigando mucho sobre política, sobre la República Aristocrática. En eso estoy ahora, sin embargo, tampoco puedo descartar que más adelante me llame la atención un tema del presente, tal vez más coyuntural. También me gustaría escribir una novela infantil-juvenil. Es como un reto que tengo pendiente.

Finalmente, ¿qué autoras nacionales y del extranjero recomendarías para el público lector?

Extranjeras, Marguerite Yourcenar (Francia), luego Elsa Morante (Italia) y Daphne du Maurier (Reino Unido). Y del Perú, Karina Pacheco, Clorinda Matto de Turner y Laura Riesco.

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