Alba Cardalda: “Nadie puede ser creativo si está siempre focalizado en hacer algo”

A los 27 años de edad, Alba Cardalda dejó todo en España para viajar por el mundo y ‘empezar de cero’ una vida que hoy, ya a los 35, la tiene como una referente de la psicóloga clínica y neuropsicóloga en España.

Autora de los éxitos editoriales «Cómo mandar a la mierda de forma educada» y «Cómo dejar de ser tu peor enemigo«, entre otros, ella estuvo en Lima dialogando con sus lectores en torno a las diversas preocupaciones de la vida contemporánea.

Como consta en la siguiente entrevista, la especialista nacida en Barcelona es una convencida de que cualquier cambio ‘macro’ se iniciará indefectiblemente desde lo ‘micro’, es decir, desde la voluntad de nosotros por bajarle dos velocidades al trajín de la vida y volver a lo primario.

Acaba de ocurrir el apagón más importante en la historia de España. ¿Se puede extraer algo bueno de una situación algo dramática como esta?

Creo que de todo se puede sacar algo bueno, sino es de forma inmediata, a través del tiempo. Cuando resultaba imposible, ¿con quién querías hablar durante el apagón? ¿A quién te hubiera gustado llamar? Eso, tal vez, ayudaría a saber qué personas son más importantes en tu vida.

Efectivamente, gran parte de España se quedó sin señal de móvil, y muchos no pudieron usarlo por horas. Una forma algo abrupta de desconectarse…

Desconectarse me parece bueno, poder hacer la reflexión de que nos estamos yendo cada vez más hacia lo tecnológico, a lo virtual, olvidándonos muchas veces lo de analógico, y del contacto piel con piel, que es tan importante. Hay que ser un poco más inteligentes, encontrar un equilibrio.

La idea es evitar que los niños de hoy no ‘nazcan’ con la pantalla bajo el brazo, ¿es posible?

No es que lo diga yo. Se ha estudiado mucho los efectos de que un niño esté con una pantalla. Es cierto que a partir de una edad y para ciertas funciones está genial saber manejarse con la tecnología, pero cuando a un niño de dos, tres o cinco años, en vez de descubrir el mundo con su tacto, olores y experiencia, y que, además empezando a relacionarse y vincularse con otros, se le da una pantalla, le estamos privando de un aprendizaje, que además solamente se puede dar en ese momento. Esas son las ‘ventanas neurológicas’, es decir, para cada edad existe un periodo en el cerebro que permite aprender y asimilar algo. Por ejemplo, un idioma lo puedes aprender en cualquier etapa de tu vida, pero siendo pequeño lo aprendes de una forma mucho más fácil que a los 30 o 40 años. Entonces, si en esos momentos donde el cerebro está preparado para asimilar ese aprendizaje, estás con una pantalla, pues limitaremos mucho dónde va a poder llegar ese niño.

Con tanta alternativa de ‘distracción’, los adultos tenemos casi prohibido aburrirnos. ¿Tienen los niños todavía un derecho a aburrirse?

Claro que sí. Son en esos momentos en donde nuestra mente no está focalizada en ser productiva o en hacer algo, donde muchas de las conexiones o de los aprendizajes que hemos hecho a lo largo del día se conectan, se asimilan o consolidan, y (la mente) necesita ese rato de estar ‘divagando’, porque ahí es donde se consolidan muchos de los aprendizajes alcanzados, y también es ahí donde surge nuestra creatividad. Es decir, nadie puede ser creativo si está siempre focalizado en hacer algo. Necesitas que tu mente divague y de repente… ¡surge una idea!

Stress, ansiedad y depresión. ¿Pueden verse como una escalera?

El stress puede ser el primer escalón. Además, es una epidemia que sufrimos la gran mayoría de personas en el siglo XXI, en esta vorágine que nos hemos montado como estilo de vida, porque al final hemos sido nosotros mismos los que hemos creado esta forma de vivir y que no nos hace absolutamente nada bien. Primero empiezan esos síntomas de stress, que cuando se mantienen durante un largo tiempo pueden llegarse a convertir en ansiedad. Ahora, el stress y la ansiedad van por un lado y la depresión por otro. O sea, uno puede llegar a estar deprimido sin antes haber estado estresado. Porque los factores que disparan y mantienen a ambos son distintos.

¿Los tres requieren de ayuda médica profesional?

No es necesario siempre que las personas busquen ayuda profesional, todo dependerá de los recursos que se tengan, de la intensidad, de las emociones que está intentando gestionar, también de la red de apoyo que posea. Depende de cada caso y circunstancia. Cuanto más una persona lea, se instruya o haga procesos de crecimiento personal, más recursos va a tener para hacer frente a situaciones difíciles. Aun así, es posible que en algún momento necesite de ayuda profesional. Y cuanto menos uno se haya preocupado por aprender sobre cómo lidiar con sus emociones o hacer frente a situaciones difíciles, pues más probable es que necesite de profesionales.

Solemos cargarnos muchas expectativas a futuro y cuando nos cuesta lograr algo, el efecto es terrible. ¿Qué sueles decirles sobre esto a los adolescentes que van a tus presentaciones y, no sé, sienten que tienen un largo camino por delante?

Es algo complicado. No sé muy bien cómo funcionan las instituciones educativas en Perú. Pero lo que sí veo es cada vez mayor presión académica y escolar. Y veo muchas jóvenes, adolescentes o pre adolescentes, con mucha ansiedad por esas expectativas encima, por esa proyección y por ese proyectarse a un futuro que tiene que ser, sí o sí, súper exitoso. Y pienso que cada cosa tiene su momento. La adolescencia o la juventud también están para descubrirse a uno mismo y para saber hacia dónde te quieres dirigir. Muchas veces no lo sabes porque estas son edades muy tempranas. Así que me parece importante darse tiempo para poder saber lo que uno quiere y caminar sin prisa, pero sin pausa. La vida no es una competición con nadie. No hay que correr y llegar primero a ninguna meta. Hay que llegar primero dentro de uno, y a partir de ahí empezar a caminar hacia el rumbo que uno necesita.

En Perú, en los los últimos años han ocurrido varios casos de estudiantes universitarios que se quitan la vida lanzándose de los pisos altos de sus campus. ¿El suicidio es la última decisión dentro de un proceso, o puede surgir simplemente de un momento a otro?

La decisión de suicidarse es la última que toma una persona en una situación muy desesperada en la que ya no sabe cómo evitar el sufrimiento que siente. Nadie quiere morir. Ni siquiera las personas que se suicidan. Es la última decisión que se toma de una forma desesperada por no ser capaz de soportar un dolor. Previamente, claro que hubo señales. Nadie se levanta de un día para otro con la decisión de suicidarse.

¿Qué hace que algunos toleren ‘magistralmente’ las críticas mientras que otros se derrumban con una facilidad preocupante? ¿Es algo genético?

Bueno, hay una parte genética, claro. Cuando nacen los bebés podemos ver diferencias en cómo reaccionan, desde un primer momento, o ya hacia los tres o cuatro meses. Algunos son más curiosos, otros menos. Algunos más activos, otros no tanto. Algunos ríen más y otros no. Hay diferencias genéticas, pero luego también entra a tallar el contexto y las experiencias: el entorno también nos modula. El hecho de que algunas personas puedan responder mejor a las críticas y otras sean más susceptibles o sensibles a ellas tiene que ver mucho con la autoestima. Cuando uno tiene una autoestima fuerte o sana, es capaz de soportar mucho mejor las críticas ajenas, sobre todo de personas que ni siquiera conoce, o de tomarlas como oportunidades para mejorar y crecer. Pero si alguien tiene una autoestima más pobre, o posee más inseguridades, es más común que las críticas le afecten y, en vez de usarlas para mejorar, o de ignorarlas, pasa todo lo contrario: las toman de forma muy personal, y les afectan muy negativamente.

¿Es correcto que la autoestima se forma en las primeras etapas de la vida, y ya, por ejemplo, si a los 40 años no la tienes, no es posible reforzarla?

Es cierto que la infancia es un periodo muy importante en cómo se va construyendo nuestra autoestima, pero luego también viene la adolescencia, que también es clave, las experiencias que vivimos en ella y cómo las afrontamos. Y a lo largo de la vida seguimos aprendiendo porque, si no, imagínate, ¿acaso las experiencias que vimos a partir de los 30 no nos aportan nada? Nos aportan mucho, aprendizaje y sabiduría. Es más, las personas más sabias con las que podemos conversar son los mayores, de 80 o 90 años, porque han tenido todos esos años para seguir aprendiendo de las experiencias, a ser más sabios y a fortalecerse, mejorando su autoestima a través de ellas.

Usas muchos ejemplos en tus libros. ¿Qué ejemplo podrías decirnos para hablar de cuando una autocrítica se convierte en autosabotaje?

Sí, uso muchos ejemplos porque son la mejor forma de que el lector pueda entender de qué intento hablarle. Una manera de bajar a tierra los temas de los que escribo. Ahora, sobre tu pregunta, una autocrítica se convierte en autosabotaje cuando no es proporcional, cuando nos la decimos no desde la autocompasión, sino desde el juicio, o desde el desprecio. Y también en función de cuantas veces nos repetimos esa crítica. Mira, la relación con nosotros mismos es más fácil entenderla si la vemos como la relación con alguien vulnerable, como por ejemplo un niño. ¿Tú puedes hacerle una crítica a un niño? Claro que sí, pero, ¿cómo se la harás? ¿Machacándolo, usando palabras duras, o de una forma que intente mejorar en el aspecto que le estamos criticando? Desde el cariño, desde el reconocimiento de otras cosas que sí está haciendo bien, desde el ayudarle o empujarle a hacerlo mejor. Mientras tú te hagas la crítica desde ahí –igual que se la harías a un niño vulnerable—está todo bien. Ahora, si contigo usas palabras hirientes, si no te reconoces lo bueno y solo te criticas lo malo, pues entonces estamos entrando en el auto sabotaje.

A propósito de la híper exigencia que menciona en su libro, ¿es un error pensar que solo las personas súper exitosas o millonarias pueden caer en ello? ¿Puede un tipo común y corriente serlo en su vida diaria?

A veces tenemos muy idealizadas a las personas que tienen mucho dinero. Y no necesariamente ellas son más felices. Es decir, el dinero o el éxito empresarial que tengas no está correlacionado con tu éxito personal. O sea, uno puede ser mucho más feliz por haber tomado decisiones acordes a sus valores y a sus principios que por haber tomado decisiones que te den muchísimo dinero. Estoy convencida y sé que no hay una correlación entre dinero y satisfacción. Por otro lado, la hiper exigencia la puede tener desde una mamá que trabaja en casa con sus hijos, manteniendo a su familia, y no dejando que las sábanas no tengan ni la más mínima arruga, o también una persona que trabaja en una empresa y es súper exigente porque quiere ser el nuevo CEO de la empresa.

¿Qué nos quieres decir cuando habla de “reducir la exposición a ideales imposibles”?

Si nos marcamos unas metas irreales pueden ocurrir dos cosas. Primero, que nos frustremos al ver que perseguimos mucho ese objetivo y no lo conseguimos. Segundo, o que la meta sea tan inalcanzable que ni siquiera demos el primer paso para intentarlo. Así que, siempre será mejor tener metas realistas y menos ambiciosas, que nos permitan sentir que podemos alcanzarlas porque es lo que nos motiva a esa búsqueda. Y si las logramos, ¡qué subidón! Así que, a partir de ahí, pues a buscar otra meta.

Ante la imagen de una sociedad tan acelerada, ¿crees que hay marcha atrás? ¿O todo lo que viene en adelante podría ser peor?

Considero que es una decisión personal. No creo que se vaya a dar el caso de una responsabilidad colectiva en la que cambie el rumbo. Mira, tuvimos algo impensable como la pandemia. Durante muchos meses estuvimos confinados, se ‘paró el mundo’, nos dimos cuenta de muchas cosas, pensábamos que íbamos a salir mejor de ella, pero ni después de tremenda sacudida cambiamos. Así que, difícilmente creo que a nivel de sociedad cambiemos, a no ser que quizás ocurra algo mucho más grande que lo que ocurrió y que nos vuelva a dar una buena sacudida. Por lo tanto, tengo esperanza sí, pero en que cada uno de forma individual tome la decisión y haga la reflexión de que este estilo de vida es insano para nuestra salud mental y para nosotros, entonces, decida tomarse la vida con más calma y volver a lo primario.

¿Qué le dirías a una chica que quiere seguirte los pasos y estudiar psicología, pero sus padres le dicen que ‘eso no le va a dar plata’ y/o que busque algo más productivo?

Hoy la psicología está en un punto bastante álgido y tiene bastante salida. Cuando yo estudié no era así. Te decían ‘busca otra profesión, y esta puedes estudiarla (casi) por enriquecimiento personal’. Te decían que no ibas a encontrar salida profesional con esto, ¡pero aquí estamos! Pienso que cuando uno hace algo por vocación, le da mucho impulso para poderle dedicar muchas horas a ello. Y que alguien que se dedica a lo que le gusta y lo que le apasiona, va a poder poner todo su esfuerzo en buscar la forma de encontrar esa salida profesional. Así que me parece importante tomar decisiones desde la convicción y desde la vocación y no tanto por lo que la mamá, el papá, el cura o el profesor, le digan.

Por último, empezaste todo con un viaje, dejándolo casi todo. ¿Si tuvieras la oportunidad de empezar de nuevo, repetirías los mismos pasos?

No cambiaría absolutamente nada. Paré mi vida profesional e imagínate las opiniones de mi familia. En ese momento yo era directora de un centro de rehabilitación, tenía 27 años, y mi vida casi montada. Pero hoy no cambiaría absolutamente nada de lo que he hecho hasta ahora. De hecho, me hubiera gustado pasar más tiempo viajando, pero tenía que volver. El viaje fue algo enriquecedor, un cambio de mentalidad, ampliar horizontes, conocer perspectivas, aprender a mirar el mundo desde una mirada distinta, y para mí eso, tanto personal como profesionalmente me ha enriquecido muchísimo.

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