Mario Calabresi: «Acostumbramos a los lectores a darles todo gratis. Hoy toca pedirles que paguen, pero solo si somos capaces de ofrecerles algo con valor»

De Perú guarda en su memoria, además del protagonista de “Conversación en La Catedral” –“Zavalita era un periodista, como yo” –, ciertas noticias que llegaban hasta Italia, casi siempre vinculadas a lo político. Fujimori (“que terminó fugándose y luego arrestado en Chile”) o a Alan García (“los atentados de Sendero o la crisis”) y, luego, dos palabras que caracterizan nuestra coyuntura como si se tratase de una condena: inestabilidad política.

Mario Calabresi (Milán, 55 años), se formó en historia, aunque no concluyó la carrera. En el camino optó por el periodismo, tal vez siguiendo el llamando natural por ir tras la verdad. Porque eso fue lo que hizo desde muy joven cuando se trazó descubrir todo acerca del crimen atribuido falsa e injustamente a su padre, Luigi Calabresi, el ‘Comisario Ventana’.

Todo se remonta al 12/12/1969. Un atentado en el centro de Milán deja 17 muertos. Todos apuntaban a los anarquistas (aunque luego se sabría que fue cometida por neofascistas). Tres días después de ese ataque, un anarquista de nombre Giuseppe Pinelli cayó y murió desde la ventana del despacho de Calabresi padre. Casi toda la opinión pública italiana vio al oficial como culpable, como el cruel asesino. El cuento aquel se expandió con virulencia. El oficial nunca más pudo vivir en paz. Hasta que, casi tres años después (el 17/5/1972) fue asesinado de dos balazos. Dejó una viuda y tres huérfanos.

En “Salir de la noche” (Libros del Asteroide), Mario Calabresi repasa la búsqueda de la verdad respecto a un bulo  –como se llamaría hoy—que tal vez lo terminó llevando a convertirse en el periodista que es hoy. Ha sido corresponsal y luego director –entre 2009 y 2019– de prestigiosos diarios como «La Repubblica» y «La Stampa» en su país. Hoy, es dueño de una compañía de Podcast y dirige un boletín informativo.

Aunque esta breve entrevista es sobre su best-seller traducido al castellano por Carlos Gampert y con un notable prólogo de Enric González, ha sido inevitable preguntarle por su oficio, por lo que piensa de la industria periodística a futuro, y también sobre si guarda algún recuerdo de Perú, al que llegó para participar en la última Feria Internacional del Libro de Lima.  

¿Qué lo motivó a indagar no solo su historia, y la de su padre, sino también la de otras víctimas del periodo denominado ‘Los años de plomo’ en Italia?

Escribí “Salir de la noche” porque cuando recorría las librerías en mi país veía muchos libros sobre ‘Los años de plomo’, pero escritos por ex terroristas. No estaba el punto de vista de las víctimas. Pensé, entonces, que necesitaba contarse ese lado. Y no lo hice meramente como un diario personal porque me parecía importante tener un recuento de lo que les pasó a las víctimas.

Usted tenía dos años cuando mataron a su padre. ¿Qué tan difícil fue esculcar en sus recuerdos para luego construir un testimonio tan poderoso como este?

Soy un periodista que tuvo que realizar una investigación periodística sobre su propio padre. Fue algo muy difícil, pero a la vez fascinante, porque tuve que contactarme con varias personas y conocer la mayor cantidad detalles de lo que ocurrió.

Su libro retrata una sociedad polarizada. ¿Cuánto de eso persiste hasta hoy?

Hoy Italia no está tan polarizada como lo estuvo en ese entonces (70s). En Italia, el terrorismo dejó muchos muertos. La idea de usar la violencia como solución ya casi no existe, afortunadamente.

¿Cómo fue enfrentar durante su adolescencia y luego en su juventud a tanta gente, incluso reconocida y famosa, que pregonaba una culpabilidad de su padre que en realidad nunca existió?

Eso fue una gran lección. Uno debe ser capaz de tener espíritu crítico, de pensar con su propia cabeza. En ese momento había la moda de pensar todos iguales ideológicamente. Muchas personas que acusaron a mi padre con el paso del tiempo me buscaron para disculparse. Personas importantes, escritores, periodistas, etc. Mi padre fue inocente y yo trabajé mucho para que eso fuera reconocido en los archivos históricos.

Cuenta que estuvo a punto de estudiar derecho y ser abogado. ¿Por qué finalmente decidió hacerse periodista?

Escogí seguir periodismo porque te exige descubrir la verdad escuchando a las personas, es decir, hacer investigación sobre para descubrir qué ha pasado.

Antes de ser director de La Stampa y La Repubblica se desempeñó por muchos años como corresponsal. ¿Coincide con los que piensan que dicha labor es clave para entender el oficio? ¿Cree que etapa le ayudó a, posteriormente, dirigir los diarios mencionados?

Sí. En la carrera clásica del periodismo italiano, cada director debía de haber sido antes corresponsal, en algún momento de su trayectoria. Yo lo fui en Estados Unidos, durante la campaña presidencial de Barack Obama, y esa experiencia me ayudó a comprender cómo se ejercía el oficio fuera de mis fronteras.

Mario Calabresi en una entrevista sobre su libro «Salir de la noche», donde recoge la historia del crimen atribuido falsamente a su padre, y también la de otras víctimas de ‘Los años de plomo’. en Italia.

Hoy no se venden los periódicos impresos que se vendían hace 30 o 40 años. ¿Cuál es su balance del negocio periodístico hoy en Italia, en Europa, con modelos de suscripción como los tiene El País o El Mundo en España?

El periodismo afronta momentos de suma dificultad por la velocidad del cambio tecnológico, porque el papel está en crisis, así como lo está el modelo (de negocio). Luego, Google, las redes sociales como Meta (Facebook) o Instagram, han captado gran parte de la publicidad. El periodismo del futuro será eminentemente digital, pero debe ser capaz de conservar las cualidades del periodismo tradicional. Se precisa, entonces, construir una fuerte comunidad de lectores. Ellos van a pagar y sostener al periodismo de calidad.

¿Por qué la gente sí paga para ver Netflix o HBO, pero no quiere hacerlo para leer noticias de sus diarios digitales preferidos? ¿Cómo se explica esa mentalidad?

Estuvimos acostumbrados a dar todo gratis. Me parece que hay que pedirles a las personas que paguen solo si le ofreces algo que tiene valor. ¿Y dónde está el valor? En que tu trabajo le ayude al lector a entender qué está sucediendo afuera. Resulta clave estar bien informado para ser un buen ciudadano. Por ello, hay que persistir en que, así como se paga por tener Netflix, se tiene que pagar por acceder a buen periodismo.

Hablamos ya de su historia personal, de su faceta periodística, pero aún no de su relación con los libros. ¿Prefiere todavía el formato impreso o lee también E-books?

Me gustan muchísimo los libros impresos. Los amo como escritor, pero más como lector. No son mi predilección los textos digitales. Hoy la gente continúa comprando libros. ¿Por qué? Porque te garantizan diversas experiencias que la inteligencia artificial, velocidad y los algoritmos no te pueden ofrecer.

En Perú existe un debate permanente en torno a si personas que fueron condenadas por terrorismo y terminaron su condena en prisión deben tener una oportunidad de ‘reinsertarse’ en puestos públicos. ¿Cómo ve usted esta disyuntiva?

He escrito este libro en Italia cuando en mi país transcurría dicho debate. El libro salió en España cuando excondenados del ETA entraban en política, accedían a cargos como diputados alcaldes. Mi respuesta es simple: si la ley lo permite, está bien, pero me parece clave haber reconocido lo nocivo del terrorismo, el daño hecho, los errores cometidos, es decir, toda la destrucción ocasionada. Pienso que, si la ley permite candidatear, es una cuestión de oportunidades. Ahora, tú puedes ser exterrorista, pero no puede ser un exasesino. Eso existirá por siempre. No veo este debate como un dilema, sino como una oportunidad de pensar bien nuestras decisiones.

A Perú llegaron muchas noticias sobre Italia, y siguen llegando, pero, ¿ocurre lo mismo en el sentido contrario? ¿Qué referencias tiene usted sobre nuestro país?

Depende mucho del periodo. Cuando estaba presente Alberto Fujimori se hablaba del escándalo, de su fuga al exterior, luego de su arresto en Chile. Antes, con Alan García, se hablaba de lo que ocasionaba Sendero Luminoso. También se informaba mucho acerca de la inestabilidad política que caracteriza este país. Hoy, sin embargo, Perú es noticia también por cosas más felices, porque tienen a los mejores restaurantes del mundo, como Central, y ahora Maido. Cuando yo vine esta vez a Lima me decían: ¡eres afortunado, vas a comer en los mejores restaurantes del mundo!

Finalmente, ¿qué le diría a un chico que, a pesar de ser consciente de la crisis del papel, de que ya no se venden periódicos como antaño, de los bajos sueldos, y demás, todavía sueña con ser periodista?

Le diría que estudie, que se especialice, que escuche, que piensen en que el periodismo no es solo lo escrito, sino también una combinación de texto con videos, audios y varios otros elementos, los cuales deben tener siempre una calidad suficiente para ofrecerse al público. 

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