Ronna Rísquez: «El sistema penitenciario en América Latina colapsó y debe ser replanteado»

Es autora de uno de los libros en español más citados del 2023 y con justa razón. La investigación de Ronna Rísquez que devino en “El tren de Aragua. La banda que revoluciona el crimen organizado en América Latina” (Editorial Planeta) es redonda por distintas razones. La principal, quizás, su carácter innovador. Se trata del primer gran acercamiento a la mega banda delictiva que todos mencionan, pero pocos realmente conocen.

Porque, efectivamente, el nombre de esta organización criminal con casi una década impartiendo miedo –primero en Venezuela y ahora en múltiples puntos de Latinoamérica—es mencionado por gobernantes, empresarios, policías y hasta comerciantes ambulantes. En su mayoría las menciones son negativas, porque el grupo que encabeza Héctor Rusthernford Guerrero Flores, alias ‘Niño Guerrero’, se ha ganado a pulso la imagen que hoy ostenta.

Rísquez, con varios años de experiencia en prensa, impresa y digital, ha construido una especie de perfil del delito en el que veremos cómo en ocho años El Tren de Aragua pasó de ser una “pandilla carcelaria a una organización mafiosa con células en ocho países de América”. Sus descubrimientos no solo apuntan al organigrama de esta ‘marca’, sino fundamentalmente a las razones que propiciaron su crecimiento vertiginoso. Un ejemplo de esto último: la eterna crisis del sistema penitenciario que algunos –ya volviendo a lo macro—han intentado enfrentar construyendo mega cárceles, otros ejecutando extrajudicialmente, pero en realidad nadie ha podido resolver de forma tangible.

A continuación, Ronna Rísquez responde algunas preguntas acerca de su notable trabajo, tal vez de lo mejor publicado en 2023. Un ejemplo de que el periodismo de investigación tiene mucho por darle a una región en permanente crisis como la que habitamos.

A lo largo de su carrera periodística ha pasado por grandes medios impresos como El Nacional, pero también por otros digitales, más recientes quizás, como Runrun.es. ¿Qué evaluación tiene sobre la práctica del oficio periodístico hoy en Venezuela?

En general, ha tenido algunos cambios y transformaciones, como ha pasado en otros campos. La tecnología y una serie de factores han hecho que el oficio cambie, sin embargo, hay cosas que siguen siendo en esencia iguales, y que creo que siempre lo serán. La misión del periodista, la búsqueda de la verdad, la necesidad de verificar, el no generar información falsa, y en el caso del periodismo de investigación, buscar revelar lo que el poder intenta ocultar. Luego, también el escribir correctamente, con precisión, argumentar lo que escribes, etc. Y en el caso de Venezuela, pues hay otros elementos como lo social, la emergencia humanitaria compleja, pero además el tema político, que han afectado considerablemente el ejercicio del oficio, las libertades como la de expresión, lo cual obviamente limita las formas de ejercerlo.

Runrun.es, en ese sentido, es un ejemplo de que, más allá de las circunstancias económicas y políticas se puede persistir en el oficio. Porque en su país muchos periódicos cerraron, a otros los cerraron, pero tampoco hay papel, y resulta muy complejo invertir en medios hoy. ¿Cree que lo digital se ha abierto espacio por completo, o también hay limitaciones?

El periodismo digital ha sido lo que ha salvado hasta ahora al periodismo venezolano, pero también hay limitaciones. Los sitios digitales venezolanos funcionan, pero tienen bloqueos desde, por ejemplo, las operadoras de Internet, que dan servicio para conectarte. Varias de ellas, tanto una que es del estado como otras privadas, reciben presiones para bloquear el acceso a los medios de comunicación. Entonces, para entrar a sus notas, a sus informaciones, la mayoría de los medios necesitan activar un VPN, porque de lo contrario no te aparece nada o te sale ‘error’. Esa es una limitación. Luego, las constantes amenazas, el cierre de medios radiales en todo el país, es algo con lo que se vive en Venezuela al hacer periodismo. Además, la falta de acceso de la información pública y de datos oficiales es otra limitante.

¿Es posible determinar hoy un porcentaje de cuántos medios estatales versus independientes hay en Venezuela?

Desde la época de Hugo Chávez se hablaba de una ‘hegemonía’ comunicacional. Muchos medios fueron comprados por el Estado o por personas cercanas al Gobierno. Pero esa información quizás la podrías encontrar en informes de IPYS o de Espacio Público de Venezuela, que son organizaciones que se dedican a registrar todo lo que pasa en mi país en el ámbito periodístico.

Uno de los grandes problemas matrices que generaron la formación del Tren de Aragua es el vinculado al sistema penitenciario, que está en crisis no solo en Venezuela sino en toda la región. ¿Qué nos puede decir de este factor incluso antes de la década que tiene de existencia esta organización delictiva?

El sistema penitenciario no solo en Venezuela, sino en la región, debe ser revisado. Creo que este factor en América Latina ya colapsó, ya dio lo que tenía que dar, si es que se puede decir que dio algo. No calificaré eso. Pero ya toca replantear si el sistema que vimos hasta hoy puede seguir funcionando en este momento en Latinoamérica. Ese me parece uno de los retos más importantes.

Rísquez es graduada en Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela y tiene más de dos décadas de experiencia cubriendo temas de violencia e inseguridad ciudadana. El éxito de su libro la ha llevado a exponerlo en diversos medios de comunicación de todo el mundo.

Como Nicolás Maduro no habla frecuentemente con los medios independientes y tampoco da conferencias para medios del exterior, ¿solo nos queda presumir la posición que tiene ese Gobierno hacia el Tren de Aragua?

La acción de tomar la prisión de Tocorón en septiembre del 2023 definitivamente fue desde el Gobierno. Eso es una forma de expresarse. Y luego de esa toma, hubo declaraciones tanto del ministro de Relaciones Interiores, que fue quien lideró la operación en Tocorón y de todas las otras prisiones que tenían ‘pranes’, y también del fiscal general. Ambos se refirieron al Tren de Aragua, admitieron que era una organización criminal que venía operando en varios países de América Latina, involucrada en ciertos delitos. Y luego hubo, también desde el Gobierno venezolano, una petición de incorporar en las alertas rojas de Interpol, al ‘Niño Guerrero’ (Héctor Rusthernford Guerrero Flores) que es el jefe de la banda. Esto, reitero, es una forma de expresarse.

¿Qué se sabe hoy de la prisión de Tocorón casi cinco meses después del operativo realizado?

Estuve en los alrededores un mes después del operativo y, efectivamente, la prisión estaba tomada. Se estaban haciendo remodelaciones para luego quizás llevar algunos presos, aunque eso tal vez no estaba muy claro. Y el ambiente en las adyacencias a la cárcel era totalmente diferente. O sea, las personas que viven alrededor del sitio decían que ya no estaba bajo el control de los presos de Tocorón.

Casi al inicio de su libro hay una frase muy dura, atribuida a un testigo de nombre ‘Roxana’: “El objetivo del Tren de Aragua no es estar matando gente…”. ¿Cómo interpretar esa declaración mientras vemos, en varios países, muchos crímenes cometidos presuntamente por dicha banda?

Creo que el objetivo de esta organización son los negocios criminales, ilegales. La violencia es un instrumento y es circunstancial. Cuando consideran que necesitan usarla, recurren a ella y, pues, sí, puede recurrir a violencia que en algunos casos ha sido catalogada como sanguinaria, porque descuartizan gente, y graban los videos de estas personas. Pero en realidad no es que el Tren de Aragua va descuartizando gente por todo lado. Creo que ellos evitan llegar a eso. No dudan en hacerlo, pero no es lo que harán siempre. Lo que interpreto es que lo hacen básicamente para enviar un mensaje a quien no cumpla sus reglas, a sus oponentes o enemigos. Y por eso la graban: porque quieren enviar un mensaje. Otra cosa importante es que muchos de estos casos que se atribuyen al Tren de Aragua no necesariamente son cometidos por ellos. Eso no está claro. También hay imitadores que han aprovechado esta ‘marca’ criminal para usar dicho nombre, aunque no necesariamente pertenecen a la organización.

Usted cita en su libro algunos ejemplos de mujeres parte de la organización delictiva. Está el de una modelo (‘Rosita, la Viuda Negra del Crimen’) que incluso viaja fuera de Venezuela y logra mucha fama. ¿Cómo podría resumir el papel de las mujeres dentro de la organización?

La figura de la mujer es importante y necesaria dentro de la organización, pero no lo suficiente como para ser jefas. No hay mujeres entre los roles de liderazgo dentro de la banda. Las mujeres tienen roles importantes en lo administrativo, en cumplir determinadas funciones, pero no hay ninguna jefa-jefa. Quizás algunas pueden encabezar cierta operación puntual, pero es algo no generalizado. Los jefes son hombres. Los que están en mandos medios también.

¿El tema del dinero es básico para poder igualar al Tren de Aragua con otras organizaciones delictivas como las Maras de Centroamérica, la Mafia China, o la italiana? En el libro hay un cuadro muy interesante con todas las áreas en las que se mueve la organización, y la verdad es que son millones de dólares repartidos en distintos rubros.

Es bastante difícil saber cuánto dinero mueven tanto esta organización como las demás. Ellos mueven dinero, pero no creo que al nivel de los grupos que mencionas. El Tren de Aragua mueve dinero porque está involucrado en actividades que son rentables, que son lucrativas, como la trata de mujeres para explotación sexual, que es una actividad que además se ha extendido cada vez más y está entre las economías ilícitas más extendidas del mundo. Y luego también está la minería ilegal, que es una fuente de ingresos que puede ser importante. Entonces, sí tienen fuentes de ingresos importantes, pero no podría compararlos con otras organizaciones criminales muy poderosas. Obviamente, quizás no tienen el poder económico que ostentan, por ejemplo, los cárteles mexicanos, porque el movimiento masivo de cocaína y otras drogas generan grandes ganancias, y además el Tren de Aragua no está metido ahí, al menos en dicha magnitud.

«EL TREN DE ARAGUA NO ES MÁS VIOLENTO DE LO QUE FUE SENDERO LUMINOSO»

Se dice mucho que los miembros del Tren de Aragua que operan, por ejemplo, en Perú, tienen un nivel de violencia mucho mayor, que son más sanguinarios. ¿Hay antecedentes que certifiquen que el nivel de violencia es mucho más sanguinario desde el Tren de Aragua versus otras organizaciones?

No. Todo lo contrario. En Venezuela incluso los grupos delictivos sí tienen una particularidad –y yo asocio esto a la impunidad en mi país, o sea, que no pasaba nada—que iban a matar a alguien cuando bien podían solo robarle. Esto pasaba, primero, porque tenían una facilidad de acceso a las armas, a las municiones, y luego porque había impunidad. Entonces, se combinaban una serie de factores que propiciaban que estas personas puedan matar con mayor facilidad. Pero esto no significa que fueran más sanguinarias ni asesinas que otros grupos. Mira, lo que yo he leído sobre las Maras centroamericanas, por lo menos en sus inicios, las coloca como bastante sanguinarias, sobre todo porque además tenían otro componente que era menos económico y más social. Había otros factores que influían en sus acciones. En el caso del Tren de Aragua son un grupo, como todos los grupos criminales, que utilizan la violencia cuando requieren utilizarla, pero no son particularmente violentos. Son grupos que van a buscar más la negociación que la confrontación. Aunque, si tienen que usar la violencia para mostrar su poder, lo harán. Pero el Tren de Aragua no es más violento que lo que fue Sendero Luminoso.

¿Esto que me dice de “buscar la negociación” me hace pensar que si llegan a una provincia alejada del Perú y encuentran una autoridad corrupta se pueden aliar con esta?

Totalmente. Esa es una de sus maneras de operar.

¿Cómo hace usted para controlarse cada vez que se generaliza a los venezolanos como delincuentes, peor aún, no solo desde ciudadanos que les ponen un micrófono en la calle, sino desde autoridades de otros países que debería estar mejor informadas y preparadas?

‘Bueno, todos debemos tener formas de autocontrol. No puedo estallar ni armar un escándalo por cada cosa que me moleste. Pienso que es muy irresponsable cuando las autoridades estigmatizan a los migrantes venezolanos, o a los migrantes de donde sean. Me parece irresponsable Noboa de Ecuador haya dicho que va a devolver 1500 presos colombianos a Colombia, cuando históricamente los sistemas penitenciarios han funcionado de una manera. Pregunto yo: ¿la razón por la que vas a sacar a estos 1500 presos colombianos que están en Ecuador es porque vas a hacer un cambio real en tu sistema penitenciario o es simplemente, como ya lo dijo, que ‘estamos gastando mucha plata en estos colombianos?’ Por favor, eso no va a resolver el problema, sino más bien es una forma promover la xenofobia, estigmatizar a los colombianos, suponiendo que todo el crimen que está ocurriendo en Ecuador tiene que ver con los presos colombianos. O también lo que ha dicho la presidenta del Perú para referirse a los venezolanos, que además no tiene ningún asidero, porque cuando deberían argumentar y mostrar cifras no las tienen porque simplemente no existen. Creo que estas son declaraciones irresponsables. Yo entiendo la situación complicada que pueden estar viviendo muchos de los países que están recibiendo a estos migrantes, que en realidad son más refugiados, porque son personas que huyen de una emergencia humanitaria compleja. Yo entiendo que no es fácil recibir esta masa de personas y poder prestarle las atenciones y todo lo que implica en educación, salud, etc., pero creo que debemos entender que se trata de seres humanos, y el hecho de que estés huyendo de una situación terrible en tu país no te convierte automáticamente en un delincuente, y además pienso que lo más importante es entender que si los gobiernos se dedicaran a identificar a los grupos de crimen organizado, en buscar la manera de desarticularlos, como se han enfocado en perseguir y buscar restricciones para la migración, yo creo que las situaciones que estamos viendo en la región sería totalmente diferente.

El libro ha tenido un éxito tan grande como su tema de estudio.

A propósito de las estrategias de cada gobierno, mucha gente dice ‘hay que bukelizar’ Sudamérica, meter 60 mil personas en una cárcel y tenerlos ahí. ¿Podríamos decir que el ‘Método Bukele’ es el antónimo a lo que pasa en Venezuela con el sistema penitenciario? ¿Funcionaría expandir este sistema en toda la región?

No es el antónimo, pero lo primero que quiero dejar claro es que yo no estoy de acuerdo con las políticas de ‘mano dura’, porque creo que no resuelven el problema. Y las políticas de mano dura aplicadas en Venezuela se parecen más de lo que uno supone (a las de El Salvador). Acá en Venezuela se empezó a perseguir a las personas que supuestamente eran delincuentes y en cinco años más de 20 mil personas murieron a manos de cuerpos de seguridad en presuntas ejecuciones extrajudiciales. En El Salvador la política de mano dura es meter presas a las personas, pero aquí en Venezuela es matarlas. Y, además, aplicar esas políticas no hizo que desaparecieran el Tren de Aragua, los ‘pranes’, ni las estructuras de crimen organizado. Así como la lucha contra las drogas en México no hizo que desaparecieran los cárteles. Entonces, las políticas de mano dura son una especie de maquillaje que hacen ver las cosas de una manera, pero que en el fondo no están resolviendo los problemas reales de nuestros países, que son la pobreza, la desigualdad social, y no es por decir lugares comunes. Esto es lo que recojo cuando salgo investigar, a hacer trabajo de campo, cuando entrevisto a los muchachos en prisiones o a las víctimas de la violencia. No hay oportunidades para los jóvenes y eso hace que ellos terminen siendo muy fácilmente reclutados por organizaciones criminales, o convirtiéndose en víctimas de las mismas. Entonces, creo que ese problema no está resuelto ni en Venezuela, ni en El Salvador, ni en Perú ni en México. Y para mí decir que ‘tenemos la cárcel más grande del mundo’ es una vergüenza, porque eso significa que tengo la mayor cantidad de criminales del mundo. Así como me parece vergonzoso una estadística donde en un año se registren más de cuatro mil personas que cayeron a manos de cuerpos de seguridad en una categoría como la que existe en Venezuela que es la de ‘resistencia a la autoridad’. Ambas cosas son vergonzosas por igual.

Supongo que si más de ocho millones de venezolanos han dejado su país en los últimos años es porque, entre otras cosas, han perdido la esperanza. El chavismo ha cumplido 25 años. ¿Ve usted posibilidad de cambio en cuanto a temas como el régimen penitenciario o la inseguridad, si persisten los mismos actores protagónicos en la toma de decisiones?

Creo que el gobierno del presidente Maduro dio un paso bastante significativo –yo siempre digo ‘unito’– con la toma de las prisiones que tenían ‘pranes’. No tenemos aún la posibilidad qué tan beneficiosa o no fue esa acción, pero el hecho de que se haya tomado esa medida es un paso importante. Y es algo que además yo no me hubiera imaginado que pase. Pero hacer algún tipo de predicción me exige herramientas que hoy no tengo.

Finalmente, más allá de que su libro tiene un carácter casi ‘totalizador’, porque recoge varios factores vinculados al crimen y al sistema penitenciario, ¿diría que le quedó algo pendiente de trabajar sobre este grupo criminal? ¿Hay vertientes por donde seguir investigando al Tren de Aragua? ¿O es un tema que, personalmente, ya da por cerrado?

Creo que mientras siga existiendo la organización habrá cosas para investigar. Por ejemplo, hace unos días surgió una información acerca de la presencia, o de operaciones del Tren de Aragua en Estados Unidos. No obstante, yo siento que en el libro todo está bastante redondo. Lo que yo quería contar y transmitir está claro. Por último, el texto no se limita a la historia de un grupo armado venezolano de crimen organizado, sino que te da la idea de lo que ha sido la violencia del crimen organizado en mi país en los últimos años y, además, relata lo que son las nuevas formas de este delito en América Latina. Y lo vemos ahora en el caso de Ecuador.

(Foto principal de la nota: Agencia AFP)

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