El autor español David Uclés dio a conocer que su libro “La península de las casas vacías” ha superado la barrera de los 100 mil ejemplares vendidos.
Con el mensaje “¡Cien mil casas llenas!”, Uclés compartió una gráfica celebrando la novedad.
Descrita por su editorial Siruela como “una novela total sobre la Guerra Civil Española en clave de realismo mágico”, este libro ha ganado diversos reconocimientos, entre los que destacan el Premio Cálamo al Libro del año 2024 y el Premio Andalucía de la Crítica.
A continuación, la sinopsis oficial del texto, a la venta a 26 euros en formato impreso y a 10.99 en ebook.
He aquí la historia de la descomposición total de una familia, de la deshumanización de un pueblo, de la desintegración de un territorio y de una península de casas vacías.
La historia de un soldado que se raja la piel para dejar salir la ceniza acumulada, de un poeta que cose la sombra de una niña tras un bombardeo, y de un maestro que enseña a sus alumnos a hacerse los muertos; de un general que duerme junto a la mano cortada de una santa, de un niño ciego que recupera la vista durante un apagón, y de una campesina que pinta de negro todos los árboles de su huerto; de un fotógrafo extranjero que pisa una mina cerca de Brunete y no levanta el pie en cuarenta años, de un gernikarra que conduce hasta el centro de París una camioneta con los restos humeantes de un ataque aéreo, y de un perro herido cuya sangre teñirá la última franja de una bandera abandonada en Badajoz.
He aquí pues la historia total de la Guerra Civil española y de una Iberia agonizante donde lo fantástico apuntala la crudeza de lo real; donde los anónimos miembros de un extenso clan de olivareros de Jándula cruzan sus destinos con los de Alberti, Lorca y Unamuno; Rodoreda, Zambrano y Kent; Hemingway, Orwell y Bernanos; Picasso y Mallo; Azaña y Foxá; donde lo épico y lo costumbrista se entrelazan para tejer un portentoso tapiz, poético y grotesco, bello y delirante.
David Uclés nació en Úbeda en 1990. Escribir esta novela le ha costado 15 años de trabajo. Se valió de las becas Leonardo y Montserrat Roig.