En una nueva apuesta por acercar al público en general una obra majestuosa, el Fondo Editorial de la Asociación Peruano Japonesa presentó hace poco la segunda y tercera parte de la traducción al castellano de “El relato de Genji” de Murasaki Shikibu.
Iván Pinto Román, docente del Centro de Estudios Orientales de la PUCP, y Hiroko Shimono, doctora en Literatura Japonesa por la Universidad de Gakushuin en Tokio, trabajaron diez años en la traducción de las tres partes de “El relato de Genji”.
El primero de estos tres tomos inauguró el fructífero camino del Fondo Editorial APJ en 2013. Aquella vez conversamos con Pinto Román sobre la importancia de tener en castellano un texto esencial de la literatura universal.
Hoy, ya con la traducción completa, el abogado y diplomático conversa con “Libros a mí” sobre algunos detalles de una historia que ha sido capaz de cautivar a lo largo de siglos por su profundidad psicológica y su acercamiento a los sentimientos humanos.
-¿”El relato del Genji” es para la lengua japonesa lo que “Don Quijote” es para la hispana?
Ciertamente, aunque quizás es algo más porque constituye la primera novela de la literatura universal, y tiene un acento especial: es una novela psicológica. Cada uno de los personajes posee una caracterología particular. De modo que es factible pensar que Murasaki Shikiburu se valió de fichas para continuar el desarrollo psicológico de alguien que crece, madura y reflexiona. Ese tipo de consideraciones no las hubo hasta la escritura de “Don Quijote” en 1605, lo cual demuestra los siglos de anticipo que esta novela tuvo, no solo respecto de la lengua castellana y su primera gran novela, sino respecto de la literatura universal en general.
-Cuando lo entrevisté hace cuatro años por la primera parte de la traducción de “El relato del Genji”, usted me habló de que esta venía impregnada del mono no aware. ¿Ocurre lo mismo con esta segunda parte de la traducción?
En particular hasta la parte de la desaparición del Genji –esto es su supuesta muerte, de la cual no habla la autora—el mono no aware constantemente es aludido. Cuando el protagonista se percata de la insensatez de toda su ambición. Esto es, todo aquello que él deseaba y que logró gracias a ese hijo ilegítimo que tuvo y que llegó a ser emperador, y que al conocer que su padre verdadero era Genji lo eleva hasta la imposible situación de emperador retirado, dándole todos los privilegios de un soberano en retiro. Esa condición, cuando ya Genji es consciente de lo que ha hecho, no le satisface. Le viene la melancolía y recuerda lo insensato de todo lo ambicionado. Cuánto de ello es simplemente como la hojarasca, que al primer viento se lo lleva. Por lo tanto, el mono no aware constituye el motivo conductor hasta la mitad y quizás algo más de la segunda parte. Igualmente otro sentimiento es el de la percepción del destino, lo que hoy conocemos con el término ‘karma’, o sea, la retribución por los propios actos. A partir de ahí esto se acentúa y en la tercera parte es el único motivo conductor. Todos los acontecimientos constituyen una retribución de lo hecho. De lo bueno habrá poco y de lo malo mucho.
-¿Influye a lo largo de la historia del Genji que él no haya sido reconocido como hijo, con los mismos beneficios de los otros hijos del emperador?
Yo diría que lo que sí hay en Genji es un sentimiento de inferioridad, al considerarse un hombre excepcionalmente inteligente, capaz en todas las artes, el más destacado pintor, músico, poeta, danzarín y tirador de arco; es por ello que sabiéndose superior a los demás se sentía relegado y puesto en un lugar inferior al que le correspondía. Definitivamente hay un complejo de inferioridad. Y luego quizás también una búsqueda de la belleza de su madre, que había ocasionado ese amor insensato de su padre, que al preferirla hasta en el grado extremo ocasionó el celo del resto de sus concubinas y la muerte prematura. Él buscará en las siguientes amadas un reflejo de su madre. Y Murasaki, su segunda mujer, lo constituirá, porque incluso hasta emparentada está con su mamá.
-La primera parte de “El relato del Genji” abarca hasta que él cumple 36 años…
Y en la segunda, cuando él desaparece, llega a los 50 años. Y ahí la propia autora nos dice que Genji ha optado por retirarse a una ermita en la montaña. Pero no hay el capítulo que describa su muerte, porque incluso seguidamente (la autora) nos hablará de sus supuestos descendientes: Kaoru, que es su hijo putativo y el nieto de Genji que es el príncipe Niou.
-Entonces en la primera parte se presenta al personaje, en la segunda ‘desaparece’ y en la tercera empiezan a surgir los descendientes…
Sí. Pero centralmente en la tercera la que va a descollar es la figura femenina de la tercera de estas pretendidas por los dos, el tío y el sobrino putativo (nieto real de Genji). Ambos disputarán el amor de estas tres mujeres. Una (la mayor) muere decepcionada, la otra será segunda consorte del Príncipe Niou, que sin embargo no se cansa de perseguir a la tercera, quien sufre la tragedia de un intento de suicidio, de su pérdida de la consciencia y de su despertar solo con el afán de redimirse entrando a la vida religiosa.
-¿Por qué las mujeres están tan presentes a lo largo de toda la novela?
Porque la autora es mujer y es la única que puede reflejar la sensación y los sentimientos femeninos. Sin embargo, ella es una gran observadora. Cuando describe a los varones lo hace con una percepción exacta de las posibilidades de manifestación de los anhelos varoniles entre los jóvenes y las ilusiones o los caprichos que tienen respecto de las mujeres.
-¿Cuál es la principal enseñanza que usted y su compañera de traducción le dejan al resto de traductores del japonés al español luego de haber trabajado un libro como este durante una década?
El afán de demostrar que el género humano en todas las latitudes se enfrenta a los mismos dilemas, y que la injusticia que finalmente domina las sociedades debe ser ya puesta de lado. La igualdad entre los géneros es algo esencial, porque sin ella no existe la posibilidad de la crianza sana de niños y niñas. Ambos tienen igualdad de derechos y responsabilidades. No podemos seguir enseñando que el varón vale más que la mujer, porque es de esta última que viene el primero.
-¿Hubo intentos por imitar “El relato del Genji”?
Por cierto, pero ninguno alcanzó su altura literaria, calidad, hondura psicológica y filosófica. La autora demuestra –en particular en las partes finales del segundo tomo y en el tercero—que ella enfrentaba la necesidad de la redención. Para ella el budismo no era como para la mayoría de la corte un simple celebrar rituales espléndidos, lujosos sino un afán de enfrentar el papel del ser humano en la tierra, la necesidad de compasión, comprensión y de la asunción de responsabilidades frente a los demás.
-Uno podría pensar que el primer público de esta gigante traducción son los nikei. ¿Cuál es el mensaje para el público en general que desea acercarse a “El relato del Genji”?
En el Perú como en cualquier punto del mundo es indispensable conocer esta novela por el hecho de ser primigenia en la introducción de la mujer como observadora de la realidad. Hasta ese momento solo existían contemplaciones de los varones respecto del mundo. En particular estamos acostumbrados a que desde la cultura greco romana, salvo dos distinguidas mujeres (una poetisa y una científica), no hubo más presencia femenina destacada en el ámbito intelectual. En cambio aquí, a inicios del siglo XI, una mujer reflexiva y encerrada en un ambiente que podríamos tildar de frívolo y banal como una corte solo dedicada a los placeres estéticos, porque en ellos sí se desarrolla este ambiente. Y la autora describe con precisión exacta los lujos, la hermosura de todo el conjunto y luego la contemplación de la naturaleza, que es algo que ha permanecido en la cultura japonesa: la concepción de que el hombre está inserto en la naturaleza y que no es dueño de ella. Que debe protegerla. Esto es algo que el mundo de hoy parece recién darse cuenta.
-Finalmente, ¿qué tiene esta traducción del japonés al español que no tienen otras, por ejemplo, del japonés al inglés?
Que en todo momento hemos intentado ser fieles al espíritu. Desgraciadamente algunos mal entienden que una traducción debe ser fiel a la letra. Y esto genera traducciones literales que no reflejan la realidad. Literalmente la lengua japonesa de entonces no tiene mucho que ver con la actual. La transformación de la lengua japonesa se inicia justamente en la época en la que se describe esta novela, continúa en el medioevo y se renueva por completo a partir del siglo XVII para modernizarse plenamente desde 1868. Entonces, ese ámbito singular de la lengua cortesana que se refleja en “El relato del Genji” hemos tenido el prurito de atenernos a su espíritu y no a la letra. Tampoco intentamos ‘hermosear’ los párrafos, sino de reflejar lo que la autora decía. Y a veces resultó muy difícil. Por ejemplo, los verbos japoneses son muy detallistas en los aspectos sonoros que el castellano no tiene. Entonces sería reiterativo intentar buscar la exactitud. Hemos siempre discutido cuál es lo más cercano aunque no de la totalidad del efecto de la frase japonesa. Lo mismo pasó con los poemas, que es lo más difícil de traducir.
-SOBRE EL LIBRO:
–Precio del pack partes I, II y III en tapa dura: 300 soles.
A la venta en el Centro Cultural Peruano Japonés
–Precio de las partes II y III más un resumen de la parte I: 130 soles
A la venta en: Centro Cultural Peruano Japonés y las principales librerías