La hija única que a los cincuenta años se enteró que tenía diez hermanos. Ella es Fabiola Hablützel (Lima, 1968), economista a quien en 2017 le dijeron que era adoptada. La revelación motivó todas las sensaciones posibles, excepto el reproche hacia los que le ocultaron su real origen durante medio siglo.
Según comenta en esta entrevista sobre “La hermana del medio” (Planeta, 2023) — potente relato en primera persona en el que narra el antes, durante y después de aquella vez en que su madre enferma de Alzheimer le reveló esa verdad que le cambió la vida–, plasmar en papel su historia ha sido una forma de sanar, pero también es una inmejorable oportunidad para ayudar a otros en situaciones parecidas.
La adopción es un proceso doloroso y a veces casi eterno en el Perú. Una legislación antigua y llena de ‘candados’ ocasiona que parejas esperen por años una noticia que en ocasiones no llega. El caso de Hablützel es distinto, porque a ella la trajeron de Chile en un contexto muy distinto al actual, pero simboliza los efectos positivos de una decisión que esconde un verdadero acto de amor.
A continuación, nuestra entrevista con la autora de “La hermana del medio”, libro que ya se encuentra disponible en las principales librerías del país.
¿Cree que tras conocer la verdad sobre su origen empezó una especie de segunda vida?
Totalmente. Mi vida cambió muchísimo. Primero, siento que hoy veo a mis padres adoptivos con mayor admiración. Siempre me emociono cuando digo esto porque, a pesar de que me he referido sobre el tema muchas veces, no puedo imaginar con cuántas ganas me esperaron y luego cuánto amor fueron capaces de darme. Después tuve este regalo que fueron mis hermanos, maternos y paternos, los cuales me recibieron con mucho amor. La vida me sigue regalando felicidad y lo agradezco. Es como renacer una y otra vez.
En las telenovelas y películas cuando se revela una verdad como pasó con usted, surge a veces un resentimiento hacia aquellos que la ocultaron durante tanto tiempo. En su libro usted habla de mucha gente alrededor que sabía de la adopción, pero calló, desde sus padres adoptivos hasta tíos, etc. ¿Qué cree que impidió se forme un sentimiento de rencor hacia ellos tras develarse la verdad de su origen?
Primero, creo que un factor importante es la edad en la que me enteré. Siendo honesta, si esto me hubiera pasado durante la adolescencia, creo que sí hubiera tenido un resentimiento y me habría enfrentado con mis padres y mi familia. La edad te da sabiduría. En segundo lugar, pienso que tanto amor y cariño que recibí, al ponerlo en la balanza, te percatas de que ‘el amor todo lo cura’ no es solo una frase cliché. ¿Me mintieron? Sí. ¿Por hacerme daño? No. Lo hicieron para protegerme.
¿Sería capaz de aconsejarle algo a las personas que tienen en proyecto adoptar un niño?
Con las circunstancias de hoy y no las de hace 50 años, les aconsejaría decir la verdad desde el comienzo. Decirles a sus hijos que han sido gestados de otra manera. Tratar siempre el tema con naturalidad.
Se crio como hija única y uno piensa que muchas veces esto lo hace a uno más reservado, desconfiado y hasta egoísta. ¡Y de pronto tiene diez hermanos! ¿Cómo fue ese cambio de perspectiva sobre la vida familiar?
Bueno, los hijos únicos siempre somos algo estigmatizados. Me decían ‘ah, entonces eres engreída, estás acostumbrada a tener todo’. Y eso no necesariamente es así. Mis padres me enseñaron a ser generosa, a compartir con quien sea. Sin embargo, con mis hermanos ahora siento una especie de amistad que sobrepasa la confianza típica que tienes con tu mejor amigo. Me doy cuenta de que me puedo meter en sus vidas sin que se ofendan. En el caso de los menores los ‘corrijo’ como si fueran mis hijos, y no se molestan. Y ellos me bromean de forma pesada, a veces, pero yo tampoco me molesto. Como estamos en países distintos no nos vemos diariamente, pero sí mantenemos contacto por Internet y WhatsApp.
¿Ha podido determinar la razón por la que sus padres buscaron adoptar un bebe fuera del Perú y no dentro del país?
No sé por qué lo hicieron. Lo que sé es que intentaron ser padres biológicos y no pudieron. Luego supieron de una familia que había adoptado en Chile. Hicieron el contacto y procedieron. Supongo que no intentaron en Perú porque la forma que te menciono les resultó más rápida.
¿Cómo ha ido cambiando el proceso de adopción en Chile y Perú a lo largo de los últimos años?
En Chile han tenido un gran problema porque lo facilitaron tanto que surgió una mafia. Se abusó del sistema. Y eso lo menciono en mi libro. Salieron muchos niños de forma ilegal. Pero en el Perú es un drama adoptar. Aquí no se puede ‘dar en adopción’. Si una mujer sale embarazada y quiere dar en adopción a su hijo, es imposible. Nuestros niños tienen que ser declarados en abandono para poder ser dados en adopción. Y eso implica años de espera para los menores. No debe encontrarse ningún familiar de segundo grado y entonces pasan mucho tiempo en condiciones difíciles. Por esto muchas familias vienen adoptando en países muy lejanos como Ucrania, que por sus circunstancias actuales tiene niños en adopción. Pero teniendo nosotros niños que necesitan amor y una familia no la pueden tener. Y cuando finalmente consiguen ser adoptados, a los ocho o nueve años, ya pasaron sus años de carencia. Es una situación terrible y no hay legisladores que ayuden a cambiar estos reglamentos.
¿En qué momento pensó que su historia debía ser contada?
Mucho antes del libro escribí en mis redes sociales un post. Tres días después de enterarme de la verdad conté que mi mamá me había dicho que era adoptada, para que toda mi familia supiera y que todos estén tranquilos. A raíz de eso me pidieron hacer público mi post para poder hablar con otros adoptados y con padres que todavía no contaban su verdad. Y me di cuenta que podía ayudar a mucha gente. Algunos me pedían consejos. Y ahora tengo un grupo de personas adoptadas, más o menos de mi edad, que están buscando sus orígenes, otros que aún no se animan a hacerlo. Y entendí que podíamos ayudarnos mutuamente. Contando mi historia creo que sané y puedo ayudar sanar a otras personas.
¿Cree que con sus padres adoptivos vivos y conscientes habría realizado hoy una búsqueda tan intensa como la que efectuó para descubrir sus orígenes?
Es difícil saberlo. Hay tantas cosas que me sigo preguntando hoy. Creo que mi mamá hubiera sentido mucho miedo y tal vez por su miedo creo que no lo hubiera hecho. Ella temía mucho que yo la deje de querer.
A veces uno le dice ‘mamá’ de cariño a su hermana mayor, a una tía o a una madrina. Pero usted, técnicamente, tuvo dos mamás. ¿Hay espacio en el corazón para querer a dos madres?
Es como cuando tienes un hijo y luego nace otro. Le tienes que explicar al primero cómo es que viene el segundo: el corazón se agranda. No es que tienes que repartir entre más gente. Crece más amor en tu corazón. Pues pasa lo mismo con las mamás.
Cuenta en su libro la disyuntiva de que, al momento en que usted quedó embarazada, su madre (adoptiva) no sabía muy bien cómo aconsejarla para criar a su bebe…
Mi mamá tenía una personalidad muy especial. Ella no sabía cocinar. No era muy ‘maternal’, por decirlo de alguna forma. Era media ‘loca’ y entonces decíamos: tal vez se olvidó de cambiar pañales. Sin embargo, siempre estas eran como pequeñas alertas. O sea, ¡qué raro que mi mamá no me tomó fotos de chiquita! Y lo contaba como anécdotas, como cosas raras. Pero ya al conocer la verdad sobre mi adopción pude unir esas ‘alertas’ del pasado.
¿Leyó algún libro que haya considerado fundamental antes de escribir “La hermana del medio”?
Siempre he leído mucho, como lo hacía mi mamá. Específicamente para “La hermana del medio” leí algunos libros sobre identidad y psicología que me sirvieron para escribir un parrafito. También cosas como construcción de la memoria, legislación sobre adopciones, etc. Siempre me ha gustado también escribir, pero lo hacía para mí, jamás me imaginaba publicando.
Me habló del poco apoyo que autoridades como los congresistas dan a temas como la adopción en Perú. ¿Ayudar, más allá del libro, es algo que no descarta a futuro?
De hecho. Y creo que lo haré en algún momento, cuando se den las condiciones. Hay un grupo en donde nos ayudamos, con gente que busca sus orígenes. Tenemos problemas para enviar las pruebas de ADN a Estados Unidos. Y sobre la legislación en Perú, cuando la coyuntura se calme un poco más, me gustaría poder hacerlo.
¿Siente amor o agradecimiento hacia los familiares de sus padres adoptivos que aún permanecen vivos?
Yo siento que soy 50% genes y 50% crianza. Porque a veces uno dice: padres son los que crían. Sin embargo, me he dado cuenta que soy tan parecido a mis hermanos con los que no me crie y a los que conocí tarde en la vida. Claro que podrían habernos criado de forma parecida, pero me siento parecida a mis papás adoptivos como a mis hermanos biológicos. Como si fuera un producto de todo.
¿Si su hija le dijera que piensa adoptar un niño qué le diría?
Que lo haga, claro. No hay manera correcta o incorrecta de ser padres. Ser padre es maravilloso sea como sea. Algunos dicen ‘¡no sabes cómo será el hijo que vas a adoptar!’, pero tampoco es que uno sepa cómo será el hijo que va a tener biológicamente. Siempre será un albur, pero será maravilloso, o más lindo de lo que te imaginas, y siempre más temible de lo que crees. Así es la maternidad y la paternidad. Así que a mi hija le diría ¡vamos!